Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.

29 de agosto de 2015

Batalla de San Cristóbal de 1901: El día que el Táchira derrotó a Colombia



“A nuestro paso sólo encontramos ruina y desolación espantosa! Aquel ejército había traído la consigna de saquear nuestros Pueblos, mancillar nuestra honra y enriquecerse con el fruto de nuestro trabajo….” Parte de Guerra de Román Moreno al General Celestino Castro, Comandante General del Ejército Venezolano durante la Batalla de San Cristóbal contra las tropas invasoras colombianas – Táchira Agosto de 1901.

tropas

Si se entiende un mínimo del funcionamiento de la geopolítica se logra comprender que la sonada y trillada “relación de hermandad” entre los países no funciona en base a los idealismos a lo que están acostumbrados a mostrar los medios de comunicación o los individuos, pues se rige básica y estrictamente en función de los intereses de cada territorio y cada gobierno.

“Es el concepto de interés definido en términos de poder lo que nos salva de los excesos morales y la torpeza política.” Hans Morgenthau – El Realismo político
La Batalla de San Cristóbal es una muestra de las rivalidades eternas entre Venezuela y Colombia y uno de los enfrentamientos armados entre ambos países que poco ha reflejado la historia en la educación de los venezolanos, para que se pueda entender mucho mejor la relación entre ambos países.
Como sacado de los cuentos de Leónidas y sus 300 espartanos se cuenta la Batalla de San Cristóbal. Un coletazo de la Revolución Liberal Restauradora de Cipriano Castro que se pagó con creces en las calles de la capital tachirense, cobrando la vida de cientos de hombres valientes venidos de los campos andinos para defender la frontera contra la invasión del ejército colombiano con el apoyo de un caudillo venezolano, pieza del tablero conservador de Bogotá, el General Carlos Rangel Garbiras.
«…El sagrado suelo de la patria ha sido invadido por un ejército de colombianos…» fueron las palabras pronunciadas por Cipriano Castro al saber del movimiento de tropas de más de 6.000 colombianos que cruzan el Río Táchira para invadir la ciudad de San Cristóbal y tomar el control de la entidad andina, la idea es derrocar a Castro y poner en el poder una pieza clave del tablero colombiano en Caracas.

Colombia emplea un venezolano y en Venezuela participa un colombiano

Toda una paradoja militar en cuanto a los comandantes encargados de librar las batallas, pues los colombianos vienen comandados por un venezolano, el General Carlos Rangel Garbiras, y los venezolanos van comandados por un tachirense, el General Celestino Castro (hermano del presidente) pero también por un colombiano miembro de la oposición al gobierno neogranadino y exiliado en Venezuela, el General Rafael Uribe Uribe.
De hombres bizarros, valientes y sangrientos estuvo colmada la batalla, luchando por cada centímetro de suelo sancristobalense desde Pueblo Nuevo hasta el Torbes, superados ámpliamente en número por los Colombianos lograron mantener sus posiciones, repeler y perseguir al enemigo hasta su territorio y más allá, donde las condiciones de pertrechos hicieron imposible seguir, por lo cual el ejército de venezolanos retrocedieron hasta la frontera nacional.
Todo inicia con la Guerra de los Mil Días en Colombia donde triunfan los conservadores e inician una persecución sistemática de los liberales, los cuales huyen a Venezuela con el apoyo del nuevo presidente Cipriano Castro.
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Castro que había triunfado con la invasión andina de 1899 detenta el poder e impone el orden militar por primera vez en Venezuela desde la independencia. Mientras tanto, el General Carlos Rangel Garbiras, conservador venezolano y rival de Castro huye a Colombia donde el gobierno lo usa como una pieza clave para encabezar un ejercito invasor a tierras venezolanas.
El gobierno colombiano le da a Garbiras un ejército que rondaban los 6.000 efectivos junto a artillería de campaña y caballería, estos batallones actuaron rápidamente para entrar al Táchira y sitiar San Cristóbal, Táriba y las riveras del Río Torbes.
En la jornada siguiente Rangel Garbiras organizó sus fuerzas en cinco columnas mientras se producían algunos tiroteos en las cercanías de la capital tachirense.

guardia negra de castro 
Tropas del General Castro (Foto referencial)

Finalmente en la noche del 28 de julio se inició la decisiva batalla de San Cristóbal con el asalto de los colombianos, pero los venezolanos estaban ubicados en posiciones muy sólidas y los rechazaron. La lucha continuó hasta el día siguiente, cuando se intentó varias veces flanquear las posiciones de los defensores, sin éxito.
Ese mismo día los enfrento un batallón de lobaterenses cerca de la entrada de la ciudad, por el camino entre Pueblo Nuevo y el puente de La Parada, incluyendo posiciones en la loma del Tejar del Padre, donde hoy se ubica la Universidad Católica del Táchira, y en el cementerio municipal, lugares donde se dieron los más feroces combates.
Los defensores formaron un círculo alrededor de la ciudad de San Cristóbal. En las márgenes de la quebrada La Parada, entre el cementerio municipal y la plaza San Pedro, hoy Hospital Vargas o Biblioteca pública, se dispuso el batallón Páez, con cuatrocientos santanenses al mando de los generales Adolfo Méndez, Manuel Rodrigo y Eulogio Moros.

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Tropas tachirenses (imagen referencial)

De este lugar con rumbo al Tejar del Padre se dispuso el batallón Urdaneta, bajo la dirección de los generales Eustoquio Gómez y Maximiano Casanova. También figuran el general Clemente Medina, padre del también general Isaías Medina Angarita, quien pierde la vida en dicha batalla.
Finalmente el ejercito colombiano se retira dejando cientos de muertos y heridos en el campo de batalla, además de importantes cantidades de material bélico que fueron usados por sus enemigos.
Castro por su parte usó la victoria para asegurar su posición al interior de Venezuela y consiguió iniciar negociaciones con el gobierno colombiano ya que ninguno de los dos deseaba arriesgarse a una guerra a gran escala con su vecino, sin embargo, estas no prosperaron.
El presidente venezolano no solo venció al enemigo invasor si no que finalmente decidió lanzar una campaña de castigo, aunque limitada. Mientras las tropas colombianas se acumulaban masivamente en la frontera entre Táchira y Santander con base general en Cúcuta, se decidió lanzar una ofensiva por un sector menos protegido, el Magdalena.
A inicios de agosto, unos 200 soldados venezolanos cruzaron la frontera hacia La Guajira; a comienzos del siguiente mes se les unió un refuerzo de 1.200 regulares venezolanos con varios cañones y una ametralladora, además de rifles y municiones para sus aliados locales. Su objetivo era Riohacha, defendida por 400 regulares colombianos. Castro nombró al general José Antonio Dávila, pero este nunca contó con la aceptación de los jefes colombianos liberales que deseaban a uno de ellos al mando de la columna, por lo que muchos de ellos desertaron. Se enviaron refuerzos por el gobierno de Bogotá a reforzar Riohacha, por lo que Dávila decidió tomarla antes de que llegaran.

san cristobal carrera 7 con calle 7 s xxCalles del centro de San Cristóbal a principios del siglo XX

En Riohacha las tropas venezolanas tuvieron que retroceder hasta territorio de Venezuela, el conflicto se estancó y Colombia tuvo que ceder a sus intensiones expansionistas gracias a la gallardía de los hombres venezolanos.
A continuación el Parte Oficial de Guerra de la batalla de San Cristóbal cortesía del investigador Ramón Rivero Blanco:
En 1901, 6.000 hombres del Ejército regular colombiano al mando del Dr. Rangel Garbiras invadieron Venezuela por el Táchira en un intento de hacerse del Gobierno de nuestro país dirigido por el general Cipriano Castro. Luego de ser derrotado el invasor por un Ejército voluntario de gallardos tachirenses, el Parte de Guerra, que les transcribo a continuación, fue enviado a los buques de la Armada Nacional para que se impusieran de la victoria en la que fue llamada la “Batalla de San Cristóbal”…

PARTE OFICIAL
DE LA BATALLA DE SAN CRISTOBAL

Telégrafo Nacional.- De San Cristóbal, el 7 de agosto de 1901.
Señor Ministro de Guerra.
Tengo el honor de trascribir á usted, para el debido conocimiento del Ejecutivo Federal, el parte de la batalla librada en los alrededores de San Cristóbal en los días 28 y 29 del pasado julio, por el Ejército del Gobierno que tengo la honra de comandar, contra la invasión Colombiana al mando del traidor Rangel Garbiras. Dicho parte es la relación detallada de todas las operaciones militares ejecutadas durante esa jornada hasta la expulsión del territorio venezolano de los enemigos de la Patria, de los cuales he anticipado al Gobierno algunas de mis comunicaciones telegráficas.
Oportunamente recibirá ese ministerio los informes que debo suministrarle sobre todas las providencias y órdenes que he tenido que librar en el desempeño del puesto militar que ocupo para la defensa realizada, así como también los relativos a los hechos consiguientes á la funesta invasión:
“BOLETÍN OFICIAL DE GUERRA No. 3.
Ejército Liberal Restaurador del Táchira.- Estado Mayor General.- Cuartel General en San Cristóbal, á 3 de Agosto de 1901.
Ciudadano Comandante General del Ejército.
Cumplo con el deber de informar á usted acerca de las operaciones militares verificadas con motivo de la invasión traída al Táchira por el doctor Carlos Rangel Garbiras. No es mi ánimo describir latamente todos los esfuerzos del valor tachirense en la presente ocasión.
Bástame decir que estoy enorgullecido de haber ocupado la Jefatura de Estado Mayor de un ejército de voluntarios, en que cada Jefe realizó maravillas, cada soldador se cubrió de legítimos laureles. Habiendo ocupado el enemigo las partes culminantes de esta ciudad en la tarde del 27 de julio, nosotros concentramos nuestras fuerzas con el objeto de organizarlas debidamente y á medida que se fueron armando los Batallones salieron á ocupar los puntos siguientes: el Sucre, á las órdenes de los valerosos general Abel Paradas y coronel Gumersindo Paradas, se situó en el viso que domina el puente sobre el Torbes; el Cárdenas, mandado por los bizarros generales Aniceto Cubillán y Francisco A. Colmenares P., se desplegó en las posiciones que dominan la entrada de Táriba por el cementerio; el Páez, bajo la dirección de los intrépidos generales Eulogio Moros y Adolfo Méndez; y el General Urdaneta, á las órdenes de los serenos generales Maximiano Casanova y Eustorgio Gómez, se situaron en la plaza de San Pedro, desplegándose en dos alas, una hasta el Tejar del Padre, ocupando la entrada de Pueblo Nuevo los bizarros coroneles Antonio y Andrés Varela, y la otra, á la izquierda, dominando las posiciones de la Parada; un destacamento dirigido por los denodados coroneles Rómulo y Ernesto Olivares, ocupó el trayecto del Tejar del Padre á la Quinta Wolfron, apoyando esta fuerza, defendiendo la Quinta y como reserva para nuestra línea de Oriente, estaba el Batallón Junín, comandado por el sereno general Juan Alberto Ramírez y el de los impávidos generales Marcelino Cárdenas y Manuel Angulo, se desplegó desde la Quinta Wolfron hasta el hospicio; el Ricaurte, al mando de los gallardos coroneles Justo P. Mora y Segundo Lamus, extendido desde Agua Clara hasta la Casa de Gobierno, y de aquí hasta “Filisco,” dominando hasta las entradas de Madre Juana, en una larga línea de batalla, la fuerza nacional á cargo del renombrado é impávido general Ceferino Castillo, secundado por intrépidos generales Froilán Prato y Avelino Guerra.
En esta disposición pasó la noche, pero á las doce del día siguiente, habiéndose observado que el enemigo se dirigía del filo La Popa hacia Machiri, por el camino Nuevo de Táriba salió el Batallón Miranda á las órdenes de los no bien ponderados general Rubén Cárdenas y coronel Teófilo Velasco, hasta la cuesta empedrada de Sabana Larga, á provocar el combate é impedir la operación que practicaba el enemigo. Al llegar á aquel punto, fue atacado simultánea y vigorosamente por el frente y flanco izquierdo, pero el general Cárdenas, con el valor y la serenidad que lo caracterizan, formó a su gente en línea de batalla, y resistió con bravura sin igual el empuje que lanzaban sobre él un enemigo cuatro veces mayor.
En vista de esto, el Comandante General del Ejército, ordenó que salieran tres compañías del Batallón Libertador al mando de los esforzados generales Andrés Amaya y Eulogio Velasco, quienes con sonrisas en los labios y llenos de entusiasmo bélico, volaron á desplegarse en la callejuela que va de La Viehuta á Pueblo Nuevo, donde resistieron con bizarría el fuego del enemigo, permitiendo así que el batallón Miranda viniera á apoyarse en nuestra línea.
En esta situación, el enemigo desplegó todo su ejército en batalla, estableciendo una línea desde La Ramera hasta el puente sobre el Torbes y avanzó resueltamente á esta ciudad; allí se generalizó el combate.
Cada una de nuestras posiciones era sostenida con denuedo y habiendo intentado el enemigo romper nuestra línea de oriente, el impertérrito general Pedro Murillo, con tres compañías del Batallón Junín, secundado por un grupo de valerosos oficiales, voló á la hacienda de Pirineos á secundar la brillante operación iniciada, y que dió por resultado desalojar al enemigo que hacía su aproximación en momentos en que los valerosos coroneles Rafael y Pedro Molina, enviados oportunamente por el Comandante General del Ejército y el coronel Gregorio Gómez concurrían á atacar la fortaleza que el enemigo improvisó tras los cimientos y chambas del potrero de La Parada.
Fueron inauditos allí los esfuerzos del general Murillo, á quien apoyó bizarramente el bravo comandante Isidro Palma, pero la noche vino á suspender los fuegos y nuestro soldados en el mayor orden represaron á ocupar las posiciones de nuestra línea de defensa.
A las 8 de la noche, el enemigo ocupó el puente sobre el Torbes, y á las 4 de la madrugada pretendió un asalto simultáneo sobre las posiciones de los Batallones Sucre, y Cárdenas, pero á pesar de su arrojo fue rechazado, dejando muertos y heridos a pocos pasos de nuestras avanzadas.
En el día, el combate se generalizó en la misma línea que en la tarde anterior. Cuatro horas habían corrido, cuando el Comandante General del Ejército ordenó al coronel Eulogio Velasco que con parte de su batallón, cargara por el camino de Pueblo Nuevo y envolviera el ala izquierda del contrario, movimiento que fue practicado con destreza y valentía; al mismo tiempo que el general Paradas, al frente de su batallón, desalojaba el enemigo de la casa y puente del Torbes, con una carga potente y portentosa á la cual nada pudo resistir. A esta hora empezó á observarse el desastre de las fuerzas contrarias, hacia Ranchería y Caneyes; pero en ese mismo instante eran vigorosamente atacadas nuestras posiciones por el camino de Las Pilas y El Tejar; y sucumbía una intentona que nuestros soldados repitieron por las inmediaciones de Pirineos.
Por fin, diezmado el enemigo por todas partes y desalojado de sus trincheras, empezó á huir á la desbandada, dejando en el campo de batalla armas y pertrechos, tambores y cornetas y aun los mismos pabellones, que siempre han simbolizado la gloria de una causa y la honra de un ejército.
Seis mil soldados de línea vimos huir en vergonzosa fuga por todos los caminos y veredas que conducen á la frontera colombiana.
A las 12 del día salí á perseguirlos con dos batallones, y las 6 de la tarde, la noche y la lluvia, me obligaron á acampar en Libertad. A las 9 del día siguiente nuestra enseña tricolor ondeaba victoriosa en la frontera, y el enemigo, aterrado, se encerraba en la ciudad de Cúcuta. Luego, habiendo sabido que el faccioso Juan Márquez se encontraba ocupando á Colón, dirigimos hacia allá nuestras fuerzas, sin lograr alcanzarlo. porque al saber nuestra aproximación huyó precipitadamente hasta ponerse en salvo en tierra colombiana.
A nuestro paso sólo encontramos ruina y desolación espantosa!
Aquel ejército había traído la consigna de saquear nuestros Pueblos, mancillar nuestra honra y enriquecerse con el fruto de nuestro trabajo….
Ochocientas bajas tuvo el enemigo entre muertos y heridos, contándose en unos y otros, jefes y oficiales de significación; y están en nuestro poder siete cajas militares, 13 cornetas de guerra, varios pabellones, gran cantidad de parque y más de 50 prisioneros.
De nuestra parte tenemos que lamentar 350 bajas, la muerte del pundonoroso y digno General Rosendo Medina, las de los bravos Coroneles Celestino y Miguel Velasco y Jesús Nieto, la del Capitán Pedro Bustamante y la de otros más oficiales y soldados que, llenos de fe en su Causa, y cubierta la sien con los laureles de la gloria hicieron el sacrificio de la, vida en aras de la Patria y en defensa del derecho y de la ley.
Entre nuestros heridos están los denodados Generales Maximiano Casanova y Abraham Paradas y los bizarros Coroneles Agustín y Félix Briceño y Rafael Molina, á quienes no acobardó la efusión de su propia sangre para avalanzarse sobre el enemigo con mayor empuje. Mas á pesar de tantas desgracias, la presente jornada es de altas y trascendentales consecuencias.
Ella viene á consolidar nuestra Causa y á dilatar la popularidad del prestigioso Gobierno con que nuestro Benemérito Jefe General Castro se ha propuesto verificar la Restauración de la Patria.
El último de los enemigos de la actual Administración ha sucumbido vergonzosamente en una lucha en que de nada le, valieron la superioridad y disciplina de sus fuerzas, la variada artillería y la precisión de las armas. Y por último, el Táchira háse conquistado una nueva gloria, pues ha vencido con un ejército improvisado en el cual emularon en valor y decisión los jefes, oficiales y soldados.
Hacer su elogio en particular sería imposible: cada uno se colocó á la altura de su deber y conquistó para adornar su frente hermosos y merecidos laureles.

celestinoCelestino Castro, Comandante General del Ejército
castro 
 General Cipriano Castro – Presidente de los Estados Unidos de Venezuela

Loor al Benemérito General Cipriano Castro!
Loor al Ejército liberal restaurador del Táchira!
Dios y Federación.
Román Moreno
(Publíquese)
El Comandante General del Ejército,
Celestino Castro,”
Dios y Federación,
Celestino Castro.
4:30 p.m.
Agradecimientos al Ateneo del Táchira y al investigador Ramón Rivero Blanco por la ayuda e información suministrada

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