Posted: 20 Aug 2015 10:38 AM PDT
Mondafrique
Los
doce hombres decapitados por el Estado Islámico el 14 de agosto en
Sirte no han copado las portadas de los medios de comunicación, ¿debido a
la presencia de partidarios de Gadafi?
Lo
que ocurrió en Sirte durante toda la semana es realmente inédito y sin
embargo, esta vez, el horror apenas ha conmovido a la opinión
internacional.
La
ciudad costera de Sirte, cuna del difunto dictador libio Muammar
Gadafi, está en manos del Estado Islámico (EI) desde el pasado mes de
junio.
El
viernes 14 de agosto, después del rezo, la decapitación de doce hombres
por el EI debería haber incendiado los medios de comunicación
internacionales.
Máxime
cuando este nuevo crimen del EI vino acompañado durante toda la semana
anterior de violentos combates que causaron la muerte de casi 200
personas solo en la ciudad de Sirte.
Estas
nuevas sacudidas en el centro del caos libio solo han suscitaron un
modesto comunicado de AFP el viernes y además varias horas después de
los dramáticos sucesos.
Al
día siguiente de las decapitaciones, el sábado 15 de agosto, se
difundieron algunos breves, pero sin análisis, en varios medios de
información.
¿Por qué, esta vez, esta falta de alboroto tras una nueva atrocidad del Estado islámico?
Gadafi, el regreso
Desde
la condena a muerte este verano de Saif al Islam, el fogoso primogénito
de Gadafi, los núcleos de la «resistencia verde» que agrupan a los
fieles del difunto líder de la Jamahiriya se han manifestado en varias
ciudades libias, en particular en Sirte, Bani Walid, Sebha, Tarkuna y
Bengasi. Muy poco eco han tenido esas manifestaciones duramente
reprimidas en Sirte por los yihadistas del Estado islámico y dispersadas
por las fuerzas deFajr Libya , las milicias islamistas que ocupan, en
particular, las regiones de Trípoli y Misrata.
Pero
la semana pasada la situación se complicó más en Sirte. Los
enfrentamientos y las ejecuciones de manifestantes por la memoria de
Gadafi se multiplicaron.
Uno
de los jefes religiosos de la ciudad, el jeque Khaled Al-Farjane,
perteneciente a la gran tribu Al-Farjane que antaño no era totalmente
hostil hacia el viejo poder, se posicionó a favor de la libertad de
expresión. Mala elección, el jeque fue ejecutado el jueves 13 de agosto
por algunos matones del Estado Islámico.
Al
día siguiente estalló el gran incendio. El Estado islámico detuvo a un
centenar de personas y se dedicó, sin puesta en escena previa, a su
deporte favorito: la decapitación de inocentes. Para añadir más horror
los yihadistas remataron a varias decenas de heridos en hospital.
En el corazón del caos político
Con
los trágicos sucesos de Sirte hemos llegado al centro de la complejidad
libia. Sobre el terreno, los bandos presenten se dividen según unas
líneas de demarcación difusas y fluctuantes.
En
Sirte las fuerzas del Estado Islámico se benefician de la benevolencia
del Gobierno «islamista» de Trípoli, el cual se guarda bien de
enfrentarse frontalmente a los yihadistas, encantados de disponer
eficaces perros guardianes contra los rebeldes incontrolables.
Otra
sorpresa, también en Sirte y frente al Estado Islámico, descubrimos
solidaridades insospechadas entre los «salafistas» hostiles a la yihad,
los representantes de las tribus y los nostálgicos del viejo orden
gadafista.
Una
certeza, en todo caso, si los antiguos baasistas pro Sadam Husein han
podido establecer alianzas en Irak con el Estado Islámico, los fieles de
Gadafi son en Libia sus principales adversarios.
Entre personas respetables
Tampoco
el Gobierno legítimo de Tobrouk, como el no reconocido de Trípoli,
desea verdaderamente tener en cuenta la realidad del país «real».
En
Tobrouk nadie quiere adherirse abiertamente a los núcleos fieles al
antiguo régimen, aunque muchos antiguos gadafistas luchan al lado del
general Khalifa Hafter, aliado del Gobierno legítimo de Tobrouk.
Pero
no es cuestión para este último de reivindicar semejante alianza con el
diablo verde, mientras negocia en Ginebra con la ONU y los
estadounidenses.
Entre
personas respetables. Así, el embajador del Gobierno de Tobrouk en
París ha lamentado los graves incidentes de Sirte y ha llorado a las
víctimas pero sin dar apenas detalles, con prisa por pasar página.
En
cuanto al Gobierno de Trípoli, no legítimo, que se basa en un
movimiento «islamista» de contornos difusos, aparenta que apoya a los
«salafistas» de Sirte en su lucha contra el Estado Islámico.
Así, el martes, las autoridades de Trípoli anunciaron el lanzamiento de una «operación para liberar Sirte».
El
ministerio de Defensa precisó que «los jóvenes y los habitantes de
Sirte» participarían en esta ofensiva apoyados por la aviación. Pero
sobre el terreno nada indica que las milicias de Trípoli estén
dispuestas a ayudar a los anti-Estado Islámico, más bien al contrario.
Antiguo
colaborador de Le Monde, Libération y Le Canard Enchainé, Nicolás Beau
fue redactor jefe de Bakchich. Es profesor asociado del Institut Maghreb
(París 8) y autor de varios libros, Papa Hollande au Mali, Le vilain
petit Qatar, La régente de Carthage (La découverte, Catherine Graciet) y
Notre ami Ben Ali (La Découverte con Jean Pierre Tuquoi).
Fuente:
Above is the content the blog provided. If incomplete, read the original here.