ATILIO A. BORON /Resumen Latinoamericano .- Mucho se ha
hablado de que la derecha no hizo campaña para las elecciones del
domingo 6 de diciembre en Venezuela. No es así. En realidad, la MUD
(Mesa de Unidad Democrática) trabajó intensamente para tratar de
derrotar al gobierno de Nicolás Maduro. Sólo que su campaña no la hizo
en el terreno electoral, porque es un espacio en el cual ha sido
sistemáticamente derrotada desde el triunfo del Comandante Hugo Chávez
Frías en las elecciones presidenciales de diciembre de 1998. Su táctica
ha sido otra: promover el desabastecimiento programado de artículos de
primera necesidad para, de ese modo, desatar la ira popular en contra
del gobierno; “calentar la calle” mediante provocaciones, el terrorismo
mediático y la desinformación; establecer vínculos y articular acciones
desestabilizadoras dentro del país con la ayuda del paramilitarismo
sudamericano comandado por Alvaro Uribe Vélez desde Colombia; y
contribuir a una campaña internacional, de una intensidad y coberturas
muy pocas veces vista en la historia, para satanizar al gobierno
bolivariano, distorsionar las informaciones sobre lo que está ocurriendo
en ese país y reclutar, bajo las órdenes de José M. Aznar en su calidad
de lugarteniente de Washington, una legión de presuntos guardianes de
la democracia que con sus escritos y conferencias atacan sin cesar,
desde los medios hegemónicos, al gobierno de Nicolás Maduro.
Esa derecha tiene un ADN incorregiblemente autoritario: apoyó
fervientemente el golpe de abril del 2002 y con sus dirigentes tomó por
asalto Miraflores pensando que el pueblo chavista sería indiferente ante
la usurpación del poder presidencial; apoyó el antipatriótico paro
petrolero y el lockout patronal de diciembre 2002-febrero 2003; y más
recientemente, convalidó la sedición encabezada por Leopoldo López
precipitado el resultado de la elección presidencial de 2013 y, sobre
todo, por la categórica derrota sufrida en las regionales de diciembre
de ese mismo año. Se trata, por lo tanto, de una formación política
profundamente antidemocrática y que sólo juega una de sus cartas en las
lides electorales; la otra la reserva para librar batalla en la
economía, en la sociedad y en el sistema internacional, con cualquier
arma, legal o ilegal. Una de sus líderes, Lilian Tintori, esposa de
Leopoldo López, ha repetido hasta el cansancio que “el 6 de diciembre o
gana la oposición o hay fraude.” Sería difícil encontrar una muestra más
irrefutable de espíritu contrario a la democracia que una expresión
como esa. ¿Qué hará entonces la derecha venezolana? Hay dos escenarios
posibles. Si llegara a ganar, siendo que “ganar” significa obtener una
mayoría en la Asamblea Nacional, seguramente que proclamará el carácter
plebiscitario de la elección y exigirá la renuncia de Nicolás Maduro.
Dado que se trata de una elección parlamentaria y que la presidencia no
está en juego es obvio que aquél jamás podría aceptar un chantaje de ese
tipo. No sólo él sino también y sobre todo el pueblo chavista. Además,
dado que gracias a la Constitución bolivariana existe un instituto, el
“referendo revocatorio”, que puede ser utilizado para remover legalmente
a un presidente al promediar su mandato, una oposición respetuosa de
las reglas del juego democrático en lugar de apostar a la sedición o a
la guerra económica debería organizarse para dar la batalla en dicho
referendo. Pero no es el caso de la derecha venezolana.
En conclusión: la derecha apelará a sus dos tácticas para tratar de obtener la ansiada “salida” de Maduro y el “cambio de régimen” que Washington alienta sin disimulos. Si prevalece en la elección argumentará que el pueblo se manifestó en su contra y que debe renunciar; y si las urnas favorecen al gobierno gritará “fraude” con todas sus fuerzas. Desgraciadamente, estas dos tácticas de la oposición sólo pueden desatar la violencia, tal como ocurriera en los primeros meses del 2014. Será una dura prueba para el gobierno bolivariano evitar que la conducta de una coalición que no está dispuesta a competir según las reglas del juego democrático provoque otra vez un caos como el desatado en esa ocasión y que le costó al país 43 muertos, más de trescientos heridos y considerables daños materiales. Podrá discutirse, y mucho, sobre cómo se ha llegado a esta situación. El perverso accionar del imperialismo y la derecha vernácula ha sido de una tremenda malignidad, agigantando los problemas de ineficiencia y corrupción oficial. Pero, en un momento en que arrecian las críticas a los yerros y torpezas del gobierno
En conclusión: la derecha apelará a sus dos tácticas para tratar de obtener la ansiada “salida” de Maduro y el “cambio de régimen” que Washington alienta sin disimulos. Si prevalece en la elección argumentará que el pueblo se manifestó en su contra y que debe renunciar; y si las urnas favorecen al gobierno gritará “fraude” con todas sus fuerzas. Desgraciadamente, estas dos tácticas de la oposición sólo pueden desatar la violencia, tal como ocurriera en los primeros meses del 2014. Será una dura prueba para el gobierno bolivariano evitar que la conducta de una coalición que no está dispuesta a competir según las reglas del juego democrático provoque otra vez un caos como el desatado en esa ocasión y que le costó al país 43 muertos, más de trescientos heridos y considerables daños materiales. Podrá discutirse, y mucho, sobre cómo se ha llegado a esta situación. El perverso accionar del imperialismo y la derecha vernácula ha sido de una tremenda malignidad, agigantando los problemas de ineficiencia y corrupción oficial. Pero, en un momento en que arrecian las críticas a los yerros y torpezas del gobierno