Da vía libre al juicio político; cunde la protesta popular
por Eric Nepomuceno
Carece de poder de decisión; desde hoy, el relevo de Rousseff está en manos de sus aliados
Temer asumirá la presidencia de Brasil sin respaldo popular
Al menos cinco ex integrantes de los gabinetes de Lula y la mandataria volverán al gobierno
Represión a manifestantes que protestaban contra el impeachment afuera
del Congreso ayer en Brasilia, mientras se desarrollaba la sesión en el
Senado para decidir el futuro de la presidenta Dilma Rousseff. Al
cierre de esta edición continuaban las participaciones de los 63
senadores que se inscribieron para subir a la tribuna. La votación se
realizará en las primeras horas de este juevesFoto Ap
Resumen Latinoamericano, 12 de mayo de 2016.- “El impeachment de la presidenta Dilma Rousseff es
impensable y generaría una crisis institucional. No tiene ninguna base
política ni jurídica”. La frase fue proferida hace menos de un año por un hombre denunciado
como integrante de un esquema ilegal de compra de etanol, acusado de
controlar la corrupción en el puerto marítimo de la ciudad de Santos y
condenado por irregularidad en gastos en campañas electorales.
Ese hombre se llama Michel Temer. A partir de la tarde de hoy asume
la presidencia del quinto país más poblado del mundo. Ocupará
interinamente el puesto que pertenece a Dilma Rousseff hasta que termine
en el Senado el juicio determinado ayer.
No tiene ninguna duda de que la presidenta no volverá, y que él
gobernará el país hasta el 31 de diciembre de 2018. Por eso pasó las
últimas semanas trazando lo que será su gobierno, atento también a
lograr una base de apoyo en el Congreso, especialmente en la muy
enredada Cámara de Diputados.
Hace días sufrió un duro golpe con la suspensión de su principal
aliado, Eduardo Cunha, quien entre un juicio y otro, entre una acusación
y otra, presidía la Cámara de Diputados.
Cunha, uno de los símbolos máximos de corrupción, sabría conseguir –a
cambio, claro, de asegurar puestos y presupuestos en el nuevo gobierno–
el respaldo necesario para posibilitar la implantación de una durísima
política neoliberal que será el contrapunto a las políticas sociales
llevadas a cabo por el PT de Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff
en los últimos 13 años.
De la mano del nuevo mandatario llegan al gobierno los que fueron
sucesivamente derrotados en las últimas cuatro elecciones
presidenciales: los del PSDB, del ex presidente Fernando Henrique
Cardoso, que se esmeró al máximo para que el golpe institucional fuera
exitoso. Además, llegan políticos de la derecha más dura: el DEM
(Partido Demócrata).
Temer pasó el fin de semana armando su gobierno. Los que dieron el
respaldo necesario para que el golpe triunfara –los barones
tradicionales del Congreso, los medios hegemónicos de comunicación, el
empresariado, los que controlan el agronegocio, y el sacrosanto mercado
financiero– tuvieron un papel fundamental en la elección de los nombres,
aprobaron a unos y rechazaron a otros.
Serán 22 ministerios frente a los 32 actuales. El puesto clave: el
Ministerio de Hacienda, el más poderoso, será entregado a Henrique
Meirelles, el polémico presidente del Banco Central en los gobiernos de
Lula da Silva. En ese periodo tuvo las políticas sociales del gobierno
como límite a sus ímpetus de neoliberal radical Ahora, con Temer, tendrá
manos libres.
Opositores cantan consignas contra la mandataria en Sao Paulo, a la espera de la decisión en el recinto legislativo
No será, como se pretendió anunciar, un gobierno de notables
.
Primero, porque los mejores en cada especialidad difícilmente
participarían en un gobierno ilegítimo. Y segundo, porque Temer sabe que
carece de apoyo popular y de poder de decisión: está en manos de sus
aliados.
En sus intentos por armar el gabinete cometió deslices espantosos,
como intentar tener a uno de esos autonombrados pastores electrónicos
evangélicos, ardiente defensor del creacionismo y negador furioso de
Charles Darwin, como ministro nada menos que de Ciencia y Tecnología.
Luego quiso destinar el Ministerio de Defensa a un joven diputado de 36
años, hijo de uno de los símbolos de la corrupción en Brasil. Los jefes
de las tres armas hicieron llegar a Temer un mensaje corto y seco: jamás
aceptarían ser comandados por semejante figura.
Al menos cinco políticos que integraron los gobiernos de Lula y
Rousseff volverán al gobierno nacido de un golpe. Tendrán a su lado
nombres de políticos conocidos no precisamente por la ética y la
decencia.
Gobernará a la sombra del senador Aécio Neves, que en 2014, cuatro
días después de su derrota, requirió a los tribunales la impugnación de
la victoria de Rousseff. Ahora, Neves lo logró, pero en el Congreso.
Gobernará enfrentando al PT y otros partidos de izquierda, y algo aún
más grave: las investigaciones que corren en el Supremo Tribunal
Federal contra algunos de sus actos y muchos de sus aliados.
En la noche de ayer, mientras en el Senado se consumaba el golpe
institucional, miles de personas se juntaban en ciudades brasileñas para
protestar contra el golpe. También había, pero en número francamente
inferior, los que aplaudían la irremediable defenestración de la
presidenta. En Brasilia, la policía reprimió brutalmente una marcha de
mujeres que se manifestaban en favor de la primera mujer que llegó a la
presidencia de Brasil. Hubo quien preguntó si la brutalidad de la
policía sería una muestra de lo que vendrá con Temer.
En los últimos días Dilma Rousseff sacó del palacio presidencial sus
objetos y documentos personales. Ayer fue el día de sacar sus últimos
libros y las fotos de su hija y dos nietos que estaban en su despacho
personal.
Este jueves volverá al Palacio do Planalto para una conferencia de
prensa. Será su último acto como la presidenta que recibió 54 millones
500 mil votos y cuyo mandato fue suspendido por los senadores.
A partir de ahora se defenderá en un juicio político que transformó
el Congreso en un tribunal espurio, un tribunal de excepción.
Da vía libre al juicio político; cunde la protesta popular
por Eric Nepomuceno
Carece de poder de decisión; desde hoy, el relevo de Rousseff está en manos de sus aliados
Represión a manifestantes que protestaban contra el impeachment afuera
del Congreso ayer en Brasilia, mientras se desarrollaba la sesión en el
Senado para decidir el futuro de la presidenta Dilma Rousseff. Al
cierre de esta edición continuaban las participaciones de los 63
senadores que se inscribieron para subir a la tribuna. La votación se
realizará en las primeras horas de este juevesFoto Ap
Resumen Latinoamericano, 12 de mayo de 2016.- “El impeachment de la presidenta Dilma Rousseff es
impensable y generaría una crisis institucional. No tiene ninguna base
política ni jurídica”. La frase fue proferida hace menos de un año por un hombre denunciado
como integrante de un esquema ilegal de compra de etanol, acusado de
controlar la corrupción en el puerto marítimo de la ciudad de Santos y
condenado por irregularidad en gastos en campañas electorales.
Ese hombre se llama Michel Temer. A partir de la tarde de hoy asume
la presidencia del quinto país más poblado del mundo. Ocupará
interinamente el puesto que pertenece a Dilma Rousseff hasta que termine
en el Senado el juicio determinado ayer.No tiene ninguna duda de que la presidenta no volverá, y que él gobernará el país hasta el 31 de diciembre de 2018. Por eso pasó las últimas semanas trazando lo que será su gobierno, atento también a lograr una base de apoyo en el Congreso, especialmente en la muy enredada Cámara de Diputados.
Hace días sufrió un duro golpe con la suspensión de su principal aliado, Eduardo Cunha, quien entre un juicio y otro, entre una acusación y otra, presidía la Cámara de Diputados.
Cunha, uno de los símbolos máximos de corrupción, sabría conseguir –a cambio, claro, de asegurar puestos y presupuestos en el nuevo gobierno– el respaldo necesario para posibilitar la implantación de una durísima política neoliberal que será el contrapunto a las políticas sociales llevadas a cabo por el PT de Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff en los últimos 13 años.
De la mano del nuevo mandatario llegan al gobierno los que fueron sucesivamente derrotados en las últimas cuatro elecciones presidenciales: los del PSDB, del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, que se esmeró al máximo para que el golpe institucional fuera exitoso. Además, llegan políticos de la derecha más dura: el DEM (Partido Demócrata).
Temer pasó el fin de semana armando su gobierno. Los que dieron el respaldo necesario para que el golpe triunfara –los barones tradicionales del Congreso, los medios hegemónicos de comunicación, el empresariado, los que controlan el agronegocio, y el sacrosanto mercado financiero– tuvieron un papel fundamental en la elección de los nombres, aprobaron a unos y rechazaron a otros.
Serán 22 ministerios frente a los 32 actuales. El puesto clave: el Ministerio de Hacienda, el más poderoso, será entregado a Henrique Meirelles, el polémico presidente del Banco Central en los gobiernos de Lula da Silva. En ese periodo tuvo las políticas sociales del gobierno como límite a sus ímpetus de neoliberal radical Ahora, con Temer, tendrá manos libres.
Opositores cantan consignas contra la mandataria en Sao Paulo, a la espera de la decisión en el recinto legislativo
gobierno de notables. Primero, porque los mejores en cada especialidad difícilmente participarían en un gobierno ilegítimo. Y segundo, porque Temer sabe que carece de apoyo popular y de poder de decisión: está en manos de sus aliados.
En sus intentos por armar el gabinete cometió deslices espantosos, como intentar tener a uno de esos autonombrados pastores electrónicos evangélicos, ardiente defensor del creacionismo y negador furioso de Charles Darwin, como ministro nada menos que de Ciencia y Tecnología. Luego quiso destinar el Ministerio de Defensa a un joven diputado de 36 años, hijo de uno de los símbolos de la corrupción en Brasil. Los jefes de las tres armas hicieron llegar a Temer un mensaje corto y seco: jamás aceptarían ser comandados por semejante figura.
Al menos cinco políticos que integraron los gobiernos de Lula y Rousseff volverán al gobierno nacido de un golpe. Tendrán a su lado nombres de políticos conocidos no precisamente por la ética y la decencia.
Gobernará a la sombra del senador Aécio Neves, que en 2014, cuatro días después de su derrota, requirió a los tribunales la impugnación de la victoria de Rousseff. Ahora, Neves lo logró, pero en el Congreso.
Gobernará enfrentando al PT y otros partidos de izquierda, y algo aún más grave: las investigaciones que corren en el Supremo Tribunal Federal contra algunos de sus actos y muchos de sus aliados.
En la noche de ayer, mientras en el Senado se consumaba el golpe institucional, miles de personas se juntaban en ciudades brasileñas para protestar contra el golpe. También había, pero en número francamente inferior, los que aplaudían la irremediable defenestración de la presidenta. En Brasilia, la policía reprimió brutalmente una marcha de mujeres que se manifestaban en favor de la primera mujer que llegó a la presidencia de Brasil. Hubo quien preguntó si la brutalidad de la policía sería una muestra de lo que vendrá con Temer.
En los últimos días Dilma Rousseff sacó del palacio presidencial sus objetos y documentos personales. Ayer fue el día de sacar sus últimos libros y las fotos de su hija y dos nietos que estaban en su despacho personal.
Este jueves volverá al Palacio do Planalto para una conferencia de prensa. Será su último acto como la presidenta que recibió 54 millones 500 mil votos y cuyo mandato fue suspendido por los senadores.
A partir de ahora se defenderá en un juicio político que transformó el Congreso en un tribunal espurio, un tribunal de excepción.
Confirmado el desplazamiento de Dilma, el jueves tendrá movilizaciones en las calles
Con la aprobación del juzgamiento, presidenta quedará apartada por 180 dias; movimientos organizan resistencia a Temer
,Resumen Latinoamericano/ Brasil de Fato/ 12 de Maio de 2016
Después
de la primera votación del Senado Federal, que admitió – por 55
favorable a 22 en contra – la instauración del juzgamiento delimpeachment contra la presidenta Dilma Rousseff (PT), apartándola por hasta 180 días, movimientos populares yaorganizan
protestas contra la gestión interina de Michel Temer (PMDB). La
decisión fue tomada en la madrugada del jueves (12). El día comienza con
un acto de apoyo a la presidenta convocado por el Frente Brasil
Popular, frente al Palacio del Planalto, a las 9hs, en la capital
federal [Brasilia].
Las
organizaciones que componen el Frente Pueblo Sin Miedo promueven un
acto contra el presidente interino peemedebista, también el jueves en la
capital paulista. La concentración de la protesta, llamada “¡Temer
jamás! Resistir en las calles por derechos”, se inicia a las 17 hs, en
el Museo de Artes de São Paulo (Masp), en la Avenida Paulista, región
central de la ciudad. Guilherme Boulos, de la coordinación nacional del
Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) e integrante del frente,
viene afirmando que los movimientos permanecerán en “movilización
permanente”.
El
Levante Popular de la Juventud, en conjunto con otras entidades que se
articulan en torno al Frente Brasil Popular, organizan manifestaciones
–bautizadas como “Cunha en la cárcel y fuera Temer”- en frente a los
escritorio políticos del PMDB. Están confirmadas manifestaciones en las
sedes del partido en 16 estado de Brasil: Amazonas, Bahia, Ceará, Minas
Gerais, Paraíba, Pará, Pernambuco, Paraná, Piauí, Rio de Janeiro,
Rondônia, Rio Grande do Sul, Rio Grande do Norte, São Paulo, Paraíba y
el Distrito Federal.
“Son
dos ideas centrales. La primera, denunciar el golpe institucional, que
acaba de pasar una nueva fase, y exigir la salida de Temer: él fue
electo para ser vice, no paraq presidente. La segunda, pedir la prisión
de Eduardo Cunha, cuya corrupción es comprobada”, explica Laryssa
Sampaio, del Levante en São Paulo.
Durante la sesión de votación en el Senado, parlamentario críticos alimpeachment también
prometieron una “dura oposición” a Temer. “Yo no tengo dudas de que,
para la historia, eso será tratado como un golpe parlamentario contra la
democracia brasileña. Estan dando ese golpe porque el programa de ellos
jamás ganaría una elección. No reconoceremos a Temer, él es el primero
en asumir la Presidencia con la ficha sucia e inelegible”, afirmó
Lindbergh Farias (PT-RJ), que comparó la situación de Dilma con la
oposición sufrida por Getulio Vargas y Juselino Kubitchek [ambos
presidentes depuesto en la década del ´50 y ´60].
Salida provisoria
La
notificación formal sobre la decisión de los senadores debe llegar a la
presidenta en la mañana del jueves (12). En el Planalto se prepara una
ceremonia en el gabinete presidencial, durante el cual Dilma recibirá al
ex presidente Luiz Inacio Lula Da Silva, los actuales ministros,
autoridades públicas y personalidades que la apoyan para firmar el
documento, que será entregado por el primer secretario de la Mesa
Directora del Senado, el parlamentario Vicentinho Alves (PR-TO).
Antes
de dejar su local de trabajo, Dilma hará una declaración a periodistas,
agendada para las 10hs. En este mismo horario, un video grabado por la
presidenta será divulgado en las redes sociales.
En
seguida, Dilma saldrá por la puerta principal del Palacio del Planalto.
Fuera del edificio, la presidenta realizará un discurso, y podrá
aproximarse a las vallas que aíslan el predio para ser recibida por los
manifestantes que fueran al local para apoyarla.
La
presidenta seguirá, en automóvil, hasta el Palacio de la Alvorada,
residencia oficial de la Presidencia, que continuará siendo utilizada
por Dilma durante los 180 días en que quedará apartada de su cargo.
Rito
Con la decisión tomada en esta madrugada, el proceso vuelve a la Comisión Procesual del Impeachment en
el Senado, iniciándose la fase de instrucción del juzgamiento. A partir
de ese momento, los procedimientos serán presididos por el presidente
del Supremo Tribunal Federal (STF)
El
ministro Ricardo Lewandowski debe encontrarse con el senador Raimundo
Lira (PMDB-PB), responsable por la comisión. La reunión ocurrirá en el
gabinete del presidente del Senado, Renan Calheiros (PMDB-AL), alrededor
de las 16hs del jueves (12).
Durante
los trabajos en el Senado, cualquier cuestión de orden o duda que no
sea suficientemente sanada por Lira, deberá haber un recurso dirigidos a
Lewandowski. También cabe al ministro presidir la sesión final, en el
plenario del Senado, en que la presidenta será definitivamente juzgada
por los senadores – la segunda votación –, en la cual los parlamentarios
se posicionaron sobre la casación de Dilma.
Con información de Agencia Brasil
Edición: Camila Maciel
Traducción: María Julia Giménez
En las calles, el clima es de desinformación sobre los motivos para el impeachment
Cuestionados sobre el desplazamiento de Dilma Rousseff, entrevistados en Sao Paulo muestran descredito en la política
, Resumen Latinoamericano / Brasil de Fato /12 de Maio de 2016
El miércoles (11), día en que fue marcada la votación en el Senado la admisibilidad del proceso de impeachment que puede apartar a la presidenta Dilma Rousseff (PT) por 180 días del cargo, Brasil de Fato salió
en la capital paulista para escuchar la opinión en las calles. La
mayoría de los hombres y mujeres consultados se manifestaron
desesperanzadas y descreen de la política.
En
un día convulsionado, el ritmo de la Terminal Parque Pedro II, en el
centro de la ciudad, sigue normalmente. Entre las personas que se
recusan a hablar, algunas por timidez y muchas alegando “no entender de
política” y, por eso, prefirieron no dar su opinión. Es nítido también
el sentimiento de que los gabinetes están cada vez más ajenos al
cotidiano de las personas.
“Ellos
hablan por ellos mismos allá adentro. Dicen que nos representan, pero
es no verdad”, dijo la vendedora Deise Moura, de 33 años. Ella aún no
tiene una posición definitiva sobre el proceso de impeachment. “Si ella [Dilma] hizo algo errado, ella debería pagar. Pero creo que debería haber sido investigado mejor”, cuestiona.
La
vendedora se dice a favor de que la población tenga acceso irrestricto a
las informaciones de los gobernantes. “Tenemos que saber un poco más de
todos los políticos. El acceso a la información es muy ventajoso”,
dijo. Pero, para Deise, no habrá alteraciones significativas en la
crisis económica con Michel Temer (PMDB) asumiendo el cargo de
presidente. “Yo creo que no va a cambiar, porque él va a gobernar para
los ricos. Pero parece que él está prometiendo hacer una revolución allí
dentro, comenzando por cortar muchos ministerios”, apuntó.
Josualdo*,
trabajador industrial de 38 años, tiene la misma sensación. “Nosotros
votamos, creyendo que ellos van a cambiar algo, pero después no los
conocemos más. Promesas son fáciles”. Él relata que en 2014 no votó ni
por el PT ni en el PSDB. Y, sobre el impeachment, está indeciso.
“Por
un lado, veo que Dilma hizo bastantes cosas por nosotros los pobres,
por los negros: facultad, Bolsa Família [programa de asignaciones]. Pero
por otro, está esta crisis, dicen que ella desvió recursos”, dice
Josualdo. Cuestionado sobre la responsabilidad de Dilma, él afirma “que
ella no gobierna sóla”, pero observa el ambiente de la política
institucional como “una mafia”. “Aquello [el Congreso] es una cúpula. No
da. Son muy corruptos”, evaluó.
Procesada
por causa de atrasos en el repase del Tesoro Nacional para bancos
públicos, el motivo por el cual Dilma probablemente será desplazada es
un punto de confusión y desinformación de la sociedad brasileña. “¿Qué
crimen ella cometió?”, cuestiona Josualdo. “¿Es un crimen contra la
población? ¿Económico? Siento que eso no está bien explicado”, reclamó.
Sin
embargo, para la pasante universitaria Jéssica Cândida, de 24 años, “no
hubo crimen” y esta es la razón que la coloca contra el proceso
instaurado contra la presidenta. La estudiante, que no votó por Dilma,
cree que la presidente debería terminar el gobierno. “Si quisiéramos
cambiar algo, tenemos que esperar otra elección”, dijo.
Así también opinó la peluquera Milka Correia, de 21 años. Ella es contundente al decir que considera el impeachment un
golpe. “Ella no cometió ningún crimen. Y colocar a Temer es empeorar la
situación, porque él es acusado de corrupción”. Milka afirma que no
votó en Dilma porque aún no tenía titulo de elector en la época, pero
que ella apoya al gobierno. “Y tienen un componenete de machismo ese
golpe, ¿no? Es la primera presidenta mujer en el país”, evaluó.
La empleada de comercio Maria Teresa Rocha, de 37 años, dice que no apoya el impeachment por
causa de Temer. “Apoyaría se no fuese él quien entrase. Él tendría que
mostrar que va a ser diferente”, declaró. Para ella, que votó en Dilma
en las elecciones en 2010, la presidenta “erró mucho”. Maria afirma que
lo que la decepcionó del gobierno fueron “cosas que ella prometió y no
cumplió”, por eso, en las elecciones del 2014, votó nulo.
Quien
apoya firmemente la salida de Dilma es el vigilante José Carlos de
Jesús, de 43 años. Él dijo que hace tiempo que no vota más en nadie,
porque tiene el titulo de elector en el estado de Bahía y nunca
regularizó en São Paulo. “Yo creo que es bueno ella salir. Ella robó
mucho. Y mira todo el desempleo”, criticó. Él se mostró desesperanzado,
sea cualquiera el gobierno entrante. “Dijeron que con él va a mejorar.
Pero siempre dicen eso”, declaró.
La
profesora Vanda*, de 58 años, prefirió no da ninguna sentencia. “No
tengo mucho interés, porque sé que nada va a cambiar”, afirmó.
En la Terminal Sacomã, en la zona sur de São Paulo, el representante comercial jubilado Nelson* leía la Revista Veja.
Para él, “pasó la hora” de Dilma salir del gobierno. Él concuerda con
el impeachment porque se dice contra el PT desde el comienzo. Él siempre
vota en el PSDB. “La única vez que tuve que hacer una elección fuera,
fue entre [Paulo] Maluf y [Luisa] Erundina [ambos diputados estaduales y
disputaban el municipio de São Paulo, en 1988]. Y voté por Maluf [en la
época, del PDS y, actualmente, del PP]”, dijo.
“Pero
el PT no es el único partido corrupto. Sólo sacando todo el mundo que
está allí”, criticó. Para él, las pautas prioritarias para el cambio de
escenario político son la reforma tributaria y la reforma de la
previdencia.
En
la estación también estaba la jubilada Rituko Ariki, de 72 años, ella
votó en Dilma en las últimas elecciones presidenciales, pero afirma no
saber si el proceso de impeachment es
correcto o no. “Mira, no entiendo de política. Pero fue lo que sentí.
Voté en ella porque quería un cambio. Sólo hombres, sólo hombres. Creí
que una mujer podría cambiar un poco las cosas”, dijo. Ella cree que aún
no teniendo opinión formada, la presidenta no debería deja el cargo.
“Creo que no es bueno ella salir ahora”, dijo. Su impresión es que la
oposición impidió el trabajo de la petista. “Las personas sólo reclaman y
no hacen nada. Cada uno tiene que hacer su parte también. Y trabajar
por Brasil. Entender como interferimos en el gobierno”, dijo.
*Entrevistados no quisieron informar su apellido
Edición: Camila Macial
Traducción: María Julia Giménez
Traducción: María Julia Giménez
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Brasil: ¿y ahora qué?
por Ángel Guerra Cabrera
En el momento que
escribo sólo faltan horas para que el golpe de Estado
parlamentario-judicial-mediático en Brasil se haya consumado al estilo
hondureño o paraguayo. No importa que la mayoría de intelectuales,
artistas y movimientos sociales se hayan manifestado en contra durante
semanas, que ninguna personalidad prestigiosa en Brasil, o en el mundo,
lo haya apoyado.
La mayoría del Senado de Brasil aprobaría esta madrugada, pese a carecer de fundamento jurídico, el juicio político, o impeachment contra la presidenta Dilma Rousseff. Ella, conviene insistir, no ha cometido delito de responsabilidad, requisito fijado por la Constitución para abrir el juicio político. El procedimiento es tan obvia y escandalosamente grotesco que hasta la fétida OEA y su pendular Comisión Interamericana de Derechos Humanos han puesto reparos. No, claro, con el desvelo y afán de su secretario general por servir al imperialismo contra Venezuela.
Suponiendo que la presidenta hubiera incurrido en la falta que se le imputa, no pasaría de ser una pequeña infracción administrativa que no amerita una medida de la magnitud de la tomada, según opinan abogados eminentes de Brasil. Protagonistas de esta conjura atroz y decadente: una Cámara de Diputados y un Senado, cuya mayoría está formada por vividores e ignorantes, representantes no de los intereses de sus electores sino de los grandes negocios. Sean los del agribussines, los que abogan por la industria de armamentos y las empresas de seguridad privada, o la pintoresca y oscurantista cofradía de pastores y activistas pentecostales.
Casi todos ligados a grandes trasnacionales como Monsanto y Syngenta o a gigantescos emporios financieros como el de George Soros, Goldman Sachs y otros de la misma calaña, gestores –con la complicidad o el auspicio de Washington– de golpes de Estado, guerras civiles y demolición de países.
Hay que añadir una hornada de jueces venales y un Tribunal Supremo Federal que sirven, salvo excepciones, a quien mejor les pague. Otra fuerza decisiva, ésta sí verdadero estado mayor del golpe, es la integrada a escala nacional por la red multimedios Globo, la revista Veja y los diarios O Estado de Sao Paulo y Folha de Sao Paulo. A escala internacional, gran parte de la mafia mediática ha participado en el linchamiento a Dilma, Lula y los gobiernos del PT, pero se llevan las palmas los británicos Financial Times y The Economist, y el estadunidense The Wall Street Journal. Sus nombres lo dicen todo.
Conviene hacer un poco de historia. El gobierno neoliberal de
Fernando Henrique Cardoso dejó al de Lula una honda crisis económica,
inflación desbocada, astronómica deuda pública, desgarramiento del
tejido social, desarticulación del Estado y profundización de las
desigualdades e injusticias abismales que padece el país hace siglos;
una de ellas, la injusta distribución de la tierra. Otra, una ley
electoral que impide la participación popular. Para el sindicalista y
para Dilma ha sido muy difícil gobernar.
Para hacer avanzar su agenda social han mantenido una alianza y conciliado con sectores y partidos burgueses y convenencieros y en esas condiciones enfrentado una embestida feroz de la derecha y la gran prensa oligárquica que intentó desaforar a Lula en 2005. Así y todo, la gestión del PT ha sido revalidada por los electores en tres comicios presidenciales consecutivos, incluida la muy hostigada relección de Dilma en 2014, con un margen más ajustado que los anteriores pero ascendente a la muy respetable cifra de 54 millones de votos, más de 3 millones sobre su rival Aécio Neves.
Ante el hecho consumado del golpe queda mucho por hacer. Habrá lucha como han dicho Lula y Joao Pedro Stédile y todos los referentes del Movimiento de los Sin Tierra, del Bloque Brasil Popular, Brasil sin Miedo, la central obrera CUT, la UNE y el interesante Levantamiento de la Juventud. Los golpistas carecen de consenso salvo en la lite y el sector fascista de la clase media.
Hay que aprovechar muy bien los 180 días que tiene el Senado para concluir el juicio sobre Dilma. Persuadir con movilizaciones masivas al número de senadores necesario para imponer su absolución en la votación final. Abrir un debate nacional sobre la monstruosidad en curso y el proyecto de país deseado, capaz de conducir a la derrota del golpe, pero también a una Asamblea Constituyente, con reforma agraria, reforma política y ley de medios que permitan un gran ensanchamiento de la democracia.
Para hacer avanzar su agenda social han mantenido una alianza y conciliado con sectores y partidos burgueses y convenencieros y en esas condiciones enfrentado una embestida feroz de la derecha y la gran prensa oligárquica que intentó desaforar a Lula en 2005. Así y todo, la gestión del PT ha sido revalidada por los electores en tres comicios presidenciales consecutivos, incluida la muy hostigada relección de Dilma en 2014, con un margen más ajustado que los anteriores pero ascendente a la muy respetable cifra de 54 millones de votos, más de 3 millones sobre su rival Aécio Neves.
Ante el hecho consumado del golpe queda mucho por hacer. Habrá lucha como han dicho Lula y Joao Pedro Stédile y todos los referentes del Movimiento de los Sin Tierra, del Bloque Brasil Popular, Brasil sin Miedo, la central obrera CUT, la UNE y el interesante Levantamiento de la Juventud. Los golpistas carecen de consenso salvo en la lite y el sector fascista de la clase media.
Hay que aprovechar muy bien los 180 días que tiene el Senado para concluir el juicio sobre Dilma. Persuadir con movilizaciones masivas al número de senadores necesario para imponer su absolución en la votación final. Abrir un debate nacional sobre la monstruosidad en curso y el proyecto de país deseado, capaz de conducir a la derrota del golpe, pero también a una Asamblea Constituyente, con reforma agraria, reforma política y ley de medios que permitan un gran ensanchamiento de la democracia.