PORQUE ESCUDRIÑÉ con lupa durante no pocos días el asunto alrededor del Mundo, concluyo categóricamente que Colombia es donde los expresidentes de la República participan con más asiduidad o intensidad en las dinámicas generales del país; en lo absoluto, en lo holístico; hasta en recomendar números para ganar chances y loterías, en cualquier cosa meten las narices. Eso podría resultar positivo siempre y cuando ellos se dedicaran a poner sus experiencias al servicio de la patria; asesorando, orientando y capacitando; pero no, aquí aquellas hierbas de los pantanos se la pasan es jodiendo a diestra y siniestra porque no y porque sí, de conformidad con sus mezquinos intereses personales. Si quien se halla gobernando no es santo de su devoción, entonces buscan cómo hacerle la vida imposible (en lo oficial y en lo personal); y no solamente eso es por dentro, sino que se largan al exterior para desde allá crearle mala atmósfera, intrigando de múltiples modos contra dicho mandatario; no siendo mentira que una razón poderosa para ellos proceder así es el enfermizo guayabo del Poder. Esas personas, pues, para nada bueno sirven; y lo que no sirve estorba, y lo que estorba es preciso arrojarlo a la basura. Es por eso que cuando pienso en aquellas alimañas que se empeñan en dividir en lugar de procurar consolidar la nación, en destruir y no en construir, haciendo y deshaciendo a su antojo precisamente porque la nostalgia del Poder y otros propósitos malévolos los convierten en indeseables antes que actuar como notables, considero que el gobernante correspondiente debería contar con la plena potestad de mandarlos a un lugar donde garantizado quede que no habrán de andar cagándose en el país. Es decir, es indispensable bloquearlos por completo; pues, convivir con el enemigo es algo riesgoso, insoportable.
Nicolé Garpal
Villavicencio, marzo 27 de 2016