La
violenta decisión de Trump de despedir al Director del FBI está
ocasionando una grave crisis política en los Estados Unidos. Algo
similar a la ocurrida en 1973, cuando Nixon realizó una acción muy
parecida a la de Trump que culminó con el famoso escándalo de Watergate y
la posterior destitución del Presidente. En ambos casos, el común
denominador ha sido la idea de dos presidentes en turno de ocultar
hechos ilegales que están claramente prohibidos por el Derecho
Constitucional de los Estados Unidos para buscar provechos personales.
En
la percepción de la prensa escrita y de los medios televisivos
estadounidenses, la destitución de Comey como director del FBI obedeció a
que este funcionario estaba investigando la participación del Gobierno
de Rusia en los procesos electorales pasados en apoyo de Trump. No
obstante, existen diversas fuentes informativas de gran prestigio, no
controladas por el Estado que señalan con elementos muy bien
documentados que lo que realmente trata de ocultar Trump es el mecanismo
fraudulento utilizado por los republicanos para desaparecer cerca de
2.8 millones de votos realizados por la población de etnias que no son
de blancos anglosajones a quiénes se les puede cuestionar su voto en
función de las leyes migratorias.
Este
supuesto fraude se realizó en Michigan, Pennylvania y Wisconsin, donde
el partido republicano tenía el control total de sus organismos
electorales y fue lo que permitió el triunfo de Trump, a pesar de que
obtuvo menos votos individuales que Clinton. (Se puede acceder al site
´free journalism’ del extraordinario periodista Greg Palast, free lance
de BBC y articulista de The New York Times donde describe con detalle el
fraude electoral que llevó a Trump a la presidencia en su ensayo
titulado ‘The best democracy money can buy’)
Dice
Greg Palast que la prensa escrita y los medios en general no quieren
señalar este grave asunto porque tendrían que denunciar ese mismo
fenómeno cuando Sanders fue el principal opositor de Clinton dentro del
partido demócrata y ella utilizó este método para dejarlo fuera de
combate. Palast estima que Sanders no tuvo el valor para denunciarla,
quizá porque temía destruir a la poderosa ala izquierda del partido
demócrata constituida por las nuevas generaciones de jóvenes o porque en
alguna otra forma fue controlado por los Clinton.
Lo
más lamentable de esta confusa situación es que la sociedad
estadounidense ha quedado profundamente dividida, las nuevas
generaciones han sido apartadas de la actividad política y la pequeña
élite de billonarios que se apropió de la Banca Central desde 1913 aún
permanece con el control total del Estado y no le interesa frenar el
rápido proceso de empobrecimiento de sus clases populares. Ni siquiera
se dan cuenta que los servicios sociales del Estado que le dieron
prestigio internacional al primer Estado democrático y federativo de la
Historia han ido desapareciendo conforme se van cancelando los impuestos
a los ricos y la Fed va quedando sin recursos.
De
la misma forma en que estos graves problemas internos están ocasionando
diferentes crisis hacia el interior del País por la falta de empleos,
el descontrol de la salud pública, la falta de becas escolares y el
incremento de la inseguridad, de tal forma que la falta de recursos
obliga al Estado norteamericano a irse alejando de sus tradicionales
actividades transnacionales, ya sea con acciones bélicas planeadas o en
la conservación de sus bases militares. Por lo que es muy probable que
Estados Unidos se vaya alejando de las actuales zonas conflictivas del
Planeta, a pesar de que quiénes controlan el Pentágono y muchas empresas
energéticas y bélicas busquen crear conflictos entre las diversas
naciones del mundo para continuar con sus rentables negocios
relacionados con la guerra que han ejercido durante más de cien años.
En
medio de una crisis gubernamental sin precedentes, lo único visible por
ahora es que el gran imperio estadounidense está en franco declive y
que su causa fundamental, como ha sido en la historia de todos los
imperios, es que el empoderamiento de una élite origina grandes fallas
en todas las instituciones existentes, las leyes vigentes dejan de
funcionar y las relaciones del Estado con el exterior se debilitan o se
cancelan.
Lo
único que queda de los Imperios son sus mitos fundamentales que les
sobreviven muchos siglos después: los ingleses siguen pensando que debe
existir para siempre un poder político único de inspiración divina, los
franceses creen aún que la libertad de pensar y la igualdad entre los
seres humanos son la base de un buen gobierno, los rusos siguen creyendo
que sus ideas políticas son infalibles y eternas, mientras los
estadounidenses creen aún que el dios de la verdad y del dinero les dio
el derecho de indicarle al mundo entero el rumbo político y religioso
que deben llevar.
No
puedo señalar los mitos vivientes de los chinos, los hindúes, árabes y
de los estados africanos y orientales, ya que todo eso nos ha llegado a
través de la prejuiciada visión de Occidente. Pero pronto se conocerán,
cuando el lenguaje digital se apodere de todos los conocimientos que han
existido a través de la historia y también de la prehistoria, ya que
nada se puede ocultar en el actual mundo digital.
Adenda:
Los fenómenos políticos y sociales que ahora acontecen en el mundo
Occidental señalan, sin excepción que su modelo político y económico
está en declive. Pero cada país apologiza sus más viejos mitos: los
franceses buscan un nuevo modelo de Estado, desechando las ideologías,
los ingleses quieren que solo exista un solo partido conservador y los
estadounidenses quieren que los anglosajones blancos echen de su
territorio a todos los que no son de su etnia.