por La pupila insomne |
En
medio de el constante flujo de comentarios que se pueden leer en la
prensa internacional sobre la situación en Venezuela ha comenzado a
aparecer cada vez con más frecuencia una palabra: Cuba.
"Cuba detrás de Venezuela", titula el diario antichavista El Nacional,"Venezuela, la colonia de Cuba", encabeza otro, y un breve comentario en el diario español El País menciona diez veces a Cuba y los cubanos en apenas diez párrafos.
El
gobierno venezolano ha llamado a una Asamblea Constituyente ante la
violencia en las calles de una oposición financiada desde el exterior
que ha incendiado desde el Tribunal Supremo hasta instalaciones
educativas y se ha negado ha dialogar, cosa que ha reconocido hasta el
Papa Francisco. Sin embargo, los defensores de la democracia mundial,
léase el State Department y la gran prensa que le acompaña, jamás han
condenado el comportamiento violento de la oposición venezola, su
rechazo al diálogo y sus llamados a la injerencia exterior que
organismos como la OEA, tutelada por Washington, viene constantemente
protagonizando.
¿Cuántas
veces, de la Cuba de 1898 al Brasil de Michel Temer, ha intervenido
Washington en América Latina? ¿Cuántos documentos, declaraciones, golpes
militares y marines armados lo prueban?¿En cambio, cuántos golpes de
estado se han gestado desde La Habana?
En
la vecina Colombia, pululan militares norteamericanos, pero la amenaza
para Venezuela son los médicos e instructores deportivos cubanos. No
pasó ninguno la tristemente célebre "Escuela de las Américas", solo
curan y mejoran la vida de los humildes pero son más peligrosos para la
democracia que marines y embajadores con largo historial de
intervenciones militares.
"Maduro
no importa, es un títere" pude leerse en los mismos periódicos que
quieren retrotraer a Latinoamérica al obsoleto guiñol del que Bolivia,
Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Haití, Ecuador, República Dominicana y
varios países caribeños se cansaron cuando en el seno de la
OEA votaron da dinero y
entrenamiento a quienes desabastecen los comercios y bloquean las calles
de Caracas, presiona a los gobiernos latinoamericanos para que voten a
favor de la intervención en Venezuela, y la prensa habla, sin pruebas
pero con amo, de la intervención cubana.
¿No
será que la mejor manera de justificar la injerencia norteamericana y
la dependencia externa del titiretero washingtoniano que fabricar otra
intervención, la de Cuba, al estilo de la "amenaza comunista" que abrió
las puertas a los Pinochet y Videla?
La
solidaridad es la ternura de los pueblos, dice la poesía, solo los
gorilas y sus voceros pueden igualarla a la brutal extorsión que a lo
largo de siglos ha ejercido Estados Unidos al Sur de sus fronteras.