Resumen Latinoamericano/ 29 de junio 2017 .-
“Nuestra única arma
será la palabra”, fueron unas de las frases en el discurso del Jefe de
las FARC-EP Timoleón Jimenez, el día 27 de junio, en un campamento
especial en la Macarena, Meta.
Luego de más de cincuenta y tres años de guerra por la justicia
social lasFARC-EP, hicieron dejación de las armas, dando cumplimiento al
acuerdo final suscrito con el gobierno del presidente Santos y al
mandato de la X Conferencia Nacional guerrillera, la cual aprobó la
transición de la estructura político-militar a un nuevo partido
político.
De igual manera dejo
establecida la Conferencia Nacional Guerrillera, realizada el año
pasado, la necesidad de la búsqueda de la unidad con los sectores
progresistas, democráticos y revolucionarios del país, la cual apuntaría
a conformar una gran convergencia de lucha política dentro de los
marcos de la actual institucionalidad.
Las FARC-EP rubricó
con la dejación de armas, del 100 por ciento de sus combatientes,
meterse en el ejercicio de la política sin armas asumiendo la palabra
como elemento sustancial de su nueva política que, según lo manifestado
por sus máximos dirigentes, buscaría el impulso de las reformas y
ajustes que atiendan las demandas de la paz y las transformaciones que
exige Colombia.
Debemos tener en
cuenta que los antecedentes históricos de los acuerdos de paz firmados
en Colombia, entre el estado y organizaciones guerrilleras, no son un
buen referente para este nuevo esfuerzo y para este nuevo momento.
Muchos de los procesos abiertos han traído aparejado el asesinato de los
dirigentes guerrilleros, desde cuando la guerrilla liberal
revolucionaria de Guadalupe Salcedo que se desmovilizó en los llanos
colombianos, año de 1958.
Otros empeños han
producido el exterminio de combatientes y de muchas organizaciones
surgidas de esos pactos. Lo acontecido a la Unión Patriótica en la
década de los 80 es un testimonio viviente de ello. Por eso hay que
mantener la movilización y la exigencia para que no se repita el
genocidio a los que quieren hacer transito a la lucha legal y el estado
cumpla con los acuerdos.
Así como impedir que se extermine al movimiento popular.
De otra parte creemos
que hay que seguir luchando por la paz completa apoyando la dinámica
política que surja de la actual mesa de conversaciones de paz entre el
gobierno y la insurgencia guerrillera del ELN. Lo mejor que podía
suceder es que toda la insurgencia colombiana hubiese logrado construir
una agenda unitaria para la paz, una misma dinámica política y un mismo
acuerdo de solución al conflicto armado. Las misma complejidad de la
guerra impidió estrechar por las FARC y el ELN un mismo sentido en el
tiempo para hacer una paz unificada.
Lo anterior, de todos
modos, no demerita que la finalización del conflicto armado del estado
colombiano con las FARC es todo un acontecimiento político que levanta
la esperanza de una Nueva Colombia con justicia social, libertad,
inclusión social.
Los retos de Colombia
En los últimos meses
Colombia ha asistido a una nueva oleada de protesta social desde
diferentes comunidades, desde diversas organizaciones sociales y
políticas, reafirmando con ello que la desigualdad en el país aún sigue
intacta y que todavía falta mucho trecho por derribar las causas que han
originado el conflicto social y armado. Esperamos que con la
implementación de los acuerdos de paz sea el comienzo de las garantías
para el ejercicio de la política que sigue siendo ausente y ha sido muy
esquivo por la oligarquía que ha preferido el expediente del exterminio
al opositor.
Una muestra de ello
es que durante esta fase de la implementación de los acuerdos de la
Habana casi un centenar de líderes y dirigentes sociales y políticos,
así como varios combatientes fueron asesinados. Esta dinámica criminal
debe parar.
De hecho en Colombia
se manifiestan muchos interrogantes. ¿Cumplirá el gobierno lo pactado?,
¿la ultraderecha y el uribismo como cabeza visible de esta entenderá los
retos y necesidades de insistir en la paz?, ¿cesaran los asesinatos de
líderes populares?. Los retos para la paz son profundos y la certeza de
los colombianos y colombianas aumentaría si se cumplen con la totalidad
de los acuerdos
pactados en la Habana
siendo conscientes que las Farc han cumplido y le toca al gobierno
ponerse serios para hacer lo mismo pues han hecho el oso.
También tienen que
ver los retos con avanzar en la agenda pactada con el ELN que se centra
en la participación de la sociedad, fundamentalmente de sus mayorías
nunca escuchadas y que han sido desconocidas en su participación para
solucionar los grandes males de la sociedad.
Desde la comunidad
internacional y desde Colombia debemos empeñarnos en que toda la acción
por la paz se traduzca en cambios estructurales y acompañar la apuesta
de las FARC como un nuevo camino para todos los sectores que se seguirán
comprometiendo con la construcción y la forja de un país distinto y más
justo.
El continente está
viviendo una inflexión en cuanto al avance de los gobiernos democráticos
y progresistas, puesto que la contrarrevolución imperial adquiere
dimensiones globales. Nuevas oleadas revolucionarias son necesarias y
vendrán como expresión de una necesidad histórica en la lucha por el
cambio del orden mundial por un mundo de justicia, dignidad y libertad
plena. La paz
de Colombia es parte de una América región de paz.
Sala situacional Camilo Torres Restrepo.