Posted: 23 Jun 2017 06:32 AM PDT
El corresponsal de la cadena Zvezda
Vladímir Jrustaliov vistió Pyongyang con un grupo de especialistas
rusos en asuntos coreanos y compartió su visión sobre las condiciones de
vida de los ciudadanos.
Jóvenes bien gorditos
Jrustaliov afirma que el país asiático no sufre ya más la hambruna total. Tal mito "corresponde a los años 90 del siglo pasado, cuando en Corea del Norte hubo una auténtica catástrofe humanitaria".
El periodista explica que, hoy en día, hay tres opciones para comer bien: alimentación pública y comedores, comida callejera y comercio minorista.
"En cuanto a la calidad de la cocina norcoreana, (…) todo es muy, muy sabroso. (…) Los quioscos con comida callejera y los 'snacks' están ubicados en lugares donde se concentra mucha gente o cerca de los puntos de interés turístico. Hay mucho donde elegir, desde los gimbap (sushi coreano) hasta salchichas fritas en palillos y helado. Todo está muy rico", cuenta.
Mejor que en la URSS
El autor desenmascara la leyenda sobre las tiendas y supermercados norcoreanos que, según afirma, son numerosos.
Un apartamento de 200 metros cuadrados
El corresponsal constata que Pyongyang atraviesa un 'boom' de la construcción.
"Los viejos apartamentos residenciales van destruyéndose poco a poco y, en su lugar, se construyen otros nuevos", continúa.
El autor insiste, sin embargo, en que sus impresiones no representan una verdad definitiva.
"Además, no hay que olvidar que el país está aislado y sufre una enorme presión externa", concluye.
El
periodista señala que, en medio de la guerra propagandística desatada
contra Corea del Norte, es difícil discernir entre la mentira y la
realidad, incluso estando directamente en el país, dado su modo de vida
aislado.
"La mayor parte de los estereotipos sobre Corea del Norte
es una cierta mezcla entre hechos reales del país, válidos para el
período entre los años 80 y la década del 2000. Pero el tiempo pasa y
allí queda poco de aquellos tiempos", dice el corresponsal de Zvezda.Jóvenes bien gorditos
Jrustaliov afirma que el país asiático no sufre ya más la hambruna total. Tal mito "corresponde a los años 90 del siglo pasado, cuando en Corea del Norte hubo una auténtica catástrofe humanitaria".
"Uno
de los mejores indicadores es que en las calles hay muchas personas
bastante bien vestidas y bastante gorditas, así como menores de edad y
adolescentes bien alimentados", escribe.
El periodista explica que, hoy en día, hay tres opciones para comer bien: alimentación pública y comedores, comida callejera y comercio minorista.
"Los
restaurantes, grandes y pequeños, cervecerías y simples tabernas por
las calles son más que suficientes. En particular cerca de la estación
de Pyongyang (…) donde hay algunos bares, comida callejera y un montón
de diferentes restaurantes, como en la mayoría de los países. Y
normalmente es muy complicado encontrar allí una mesa libre", observa.
Según
Jrustaliov, los restaurantes en Pyongyang se dividen en centrales y
periféricos. Los primeros están destinados a los extranjeros, mientras
los segundos los conocen solo aquellos foráneos que trabajan en la
capital desde hace mucho y saben hablar coreano. Están abiertos hasta la
noche, y muy a menudo no tienen letreros llamativos y se esconden en
calles secundarias."En cuanto a la calidad de la cocina norcoreana, (…) todo es muy, muy sabroso. (…) Los quioscos con comida callejera y los 'snacks' están ubicados en lugares donde se concentra mucha gente o cerca de los puntos de interés turístico. Hay mucho donde elegir, desde los gimbap (sushi coreano) hasta salchichas fritas en palillos y helado. Todo está muy rico", cuenta.
Mejor que en la URSS
El autor desenmascara la leyenda sobre las tiendas y supermercados norcoreanos que, según afirma, son numerosos.
"A
menudo el surtido no es tan amplio, pero sí que la situación es mejor
que en los últimos años de la URSS. (…) Muchos artículos son de
producción nacional. Hay muchas cosas típicas para esta parte de Asia",
indica Jrustaliov, quien agrega que se venden también desde, por
ejemplo, Vietnam, alimentos como harina, aceite vegetal, vinagre,
alcohol, zumo —jugo- de frutas y varios productos lácteos.
El
periodista menciona que en todos los lugares que visitaron los miembros
de la delegación rusa se podía pagar en dólares y yuanes.
"Así que el mito sobre las estanterías vacías en las que hay solo zumo de tomate no se ajusta a la realidad", añadió.Un apartamento de 200 metros cuadrados
El corresponsal constata que Pyongyang atraviesa un 'boom' de la construcción.
"Incluso
en plena noche, desde las ventanas del hotel pueden observarse las
luces de soldadura en diferentes partes de la ciudad. Hay pocos
automóviles en las calles, pero nos topamos muy a menudo con camiones
hormigonera. Casi por todas partes están diseminadas las grúas",
prosigue.
Jrustaliov
pone de manifiesto que, en los últimos años, las autoridades tratan de
modernizar la capital norcoreana también mediante la reconstrucción de
sus calles. Una de ellas es Ryomyong.
"Los
apartamentos allí son bastante grandes, más de 200 metros cuadrados,
sin contar con el balcón. Pero los grandes apartamentos se encuentran
normalmente en barrios nuevos, construidos en los últimos 10 años.
Tampoco es verdad que en estos edificios no viva nadie o que sirvan solo
como decoración", destaca.
Por supuesto, hay zonas residenciales comunes con los edificios, explica el periodista ruso."Los viejos apartamentos residenciales van destruyéndose poco a poco y, en su lugar, se construyen otros nuevos", continúa.
El autor insiste, sin embargo, en que sus impresiones no representan una verdad definitiva.
"Es
simplemente la visión de un extranjero que llegó a Pyongyang y recibió
la interesante posibilidad de ver un poco más que un simple turista. No
obstante, he podido comprobar una parte de las afirmaciones bien
conocidas sobre la vida en Pyongyang y todas ellas han resultado falsas.
¿Significa esto que todo en Corea del Norte es tan perfecto? Por
supuesto que no", continúa.
De acuerdo con Jrustaliov, de noche hay
poca luz en las calles para ahorrar electricidad, si bien Pyongyang es
una urbe limpia y bien mantenida. Pero esto se logra gracias al enorme
esfuerzo físico de los ciudadanos y los servicios municipales."Además, no hay que olvidar que el país está aislado y sufre una enorme presión externa", concluye.