No
es fácil escribir por estos días, la muerte duele, el llanto de las
madres y los padres duele. La muerte entre hermanos de una misma Patria
duele. Y no es tan fácil como decir que el que muere manipulando un
explosivo, es culpable de su propia muerte, o que el efectivo de orden
público que hizo uso ilegal de la fuerza, es responsable individualmente
ante la justicia de sus actos. Me niego a la simpleza de esos juicios,
sin mirar el contexto en el cual se han producido más de 70 muertes de
venezolanos y venezolanas.
Más
allá de las responsabilidades individuales de los que ejercen la
violencia contra la sociedad y de los que intentando controlar el orden
público y garantizar la paz se excedan en sus funciones, está la
responsabilidad política de los dirigentes de la MUD que convocaron,
promueven y ejecutan sin límites una agenda de odio y muerte como
estrategia para fracturar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana o
producir un guerra civil que les permita asaltar el poder.
En
esta estrategia toda muerte suma al objetivo, toda muerte exacerba los
dolores, los odios, los resentimientos, la sed de venganza, todas estas
pulsiones humanas que conducen a la negación del otro y a la
justificación de su aniquilamiento. Es muy perverso esto y tiene que
parar.
Nosotros
venimos de esos dolores, sabemos lo que duele un compañero muerto, por
centenas. Comprendimos también que desde la violencia callejera no se
logra ningún objetivo político. Hace 20 años el Comandante Chávez nos
convocó a buscar un camino democrático, pacífico y electoral, para
evitar que “más sangre del pueblo fuese derramada por culpa de esta
oligarquía”, autocríticamente, debemos reconocer que hoy no lo estamos
logrando.
La cobarde
dirigencia de la MUD no puede seguir criminalizando a nuestra Fuerza
Armada Nacional Bolivariana y a la policía, buscando su quiebre moral e
institucional. Asuman su responsabilidad por la violencia que han
instalado en Altamira; asumamos el llamado al diálogo que nos ha hecho,
según versiones periodísticas, la madre del joven muerto en el asedio a
la Base Militar de La Carlota; vamos a sentarnos para garantizar que
nuestro pueblo decida de manera democrática y electoral, en un clima de
estabilidad política, económica y social, cuál es el modelo bajo el cual
quiere vivir.
No
buscamos clemencia de esta oligarquía asesina, queremos la paz para
nuestra gente, creemos que la paz nace de la verdad, la justicia y el
perdón. Estos tristes episodios que hoy vivimos no pueden pasar como si
nada, para la vida futura que debemos construir como hermanos y
hermanas. Cada quien debe asumir su responsabilidad, por eso respaldamos
con pasión la idea del Presidente Nicolás Maduro, de que todos los
dirigentes políticos rindamos cuenta ante una Comisión por la verdad, la
justicia, por la reparación y el perdón.
La
derrota del intervencionismo en la OEA, nos deja el espacio libre para
que entre venezolanos y venezolanas paremos a tiempo. Llegó la hora de
que los dirigentes de la MUD que quieren dialogar, den un paso al frente
con valentía, sin dejarse chantajear, para buscarle un chance a la paz.
Quiero terminar este artículo con palabras de nuestro Comandante Chávez, para todas las madres de Venezuela: “Perdón por los dolores, perdón por las ausencias”. Ojalá, ¡nunca más!