(OMITA LA LECTURA DE LOS TITULOS MENTIROSOS DEL CANAL AMERICA TV CANAL 41 )
Donald Trump anunció este viernes un “reajuste” en la política de Estados Unidos con Cuba que mantiene muchos de los acuerdos alcanzados por el gobierno de Barack Obama, pese a la fuerte retórica anticastrista de su discurso de 35 minutos. Entre otras cosas, restringió parcialmente los viajes de los estadounidenses a la isla y prohíbe las transacciones comerciales con las corporaciones militares cubanas, mientras mantiene intacta la reapertura de la embajada de los Estados Unidos en La Habana, los viajes de cruceros a la isla y el permiso a los vuelos comerciales regulares.
No restituyó la política ‘pies secos, pies mojados’ ni reincorporó a Cuba a la lista de países que patrocinan el terrorismo.
“Una Cuba libre es lo que nosotros pronto vamos a lograr”, dijo Trump al inicio de su discurso, resucitando la vieja retórica de republicanos como Ronald Reagan y George W. Bush. Justo detrás de él, le escuchaban figuras de la “gusanera” como Rosa María Payá, hija del activista Oswaldo Payá, fallecido en La Habana en 2012, y Antunez. A ellos y a los jerarcas de otras organizaciones anticubanas que no pudieron acompañarlo, como Berta Soler de las Damas de Blanco y José Daniel Ferrer de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), les envió un saludo especial.
“Prometí ser una voz en contra de la represión. Ustedes escucharon ese juramento y salieron a las urnas y votaron. Y aquí estoy yo, como les prometí (…) Es mejor para Estados Unidos tener libertad en el hemisferio, en Cuba y en Venezuela”, agregó Trump, antes de describir las implicaciones de su Acción Ejecutiva.
“Vamos a restringir muchísimo los dólares estadounidenses yendo a los militares. (…) Desafiamos a Cuba a que se siente sobre la mesa con un acuerdo a favor de su pueblo, del pueblo estadounidense y de los cubanoamericanos”, dijo Trump en un encendido discurso anticubano, donde condicionó nuevos avances en la relación bilateral a la convocatoria de elecciones democráticas, la liberación de los mal llamados “presos políticos” y la legalización de los partidos.
Sin embargo, los cambios dejan intactos los mayores logros del legado de Obama en Cuba, incluyendo la reapertura de la embajada de los Estados Unidos en La Habana y los viajes de cruceros a la isla, y reintrodujo los vuelos comerciales regulares. Con estas medidas, aumentó en 74% el número de ciudadanos estadounidenses que viajó a Cuba entre 2015 y 2016.
Los viajes y las remesas enviadas por los cubanoamericanos tampoco serán afectados. Trump incluso parece dispuesto a permitir que los estadounidenses traigan cigarros y ron cubanos.
Las medidas de Trump entrarán en vigor dentro de 90 días, después de un larga discusión sobre los detalles legales de la nuevas regulaciones.
Trump eligió el Teatro Manuel Artime de Miami, en la Pequeña Habana —llamado así en homenaje a uno de los jefes contrarevolucionarios de la Brigada 2506 que encabezó la fracasada invasión de Bahía de Cochinos en 1961— para anunciar su nueva política.
Desde temprano, en los alrededores del edificio se vivió algo parecido a un derby futbolístico en el terreno embarrado que se formó por la fuerte tormenta que cayó una hora antes de que llegara el presidente y las obras que parecen no tener fin en la zona de la Pequeña Habana donde se celebró el evento.
“Ya viene llegando”, cantaban de un lado los partidarios de Trump, que se manifestaban a favor de su decisión de endurecer las políticas a la isla.
“Estamos apoyando la idea del proyecto del presidente Donald Trump. Está buscando la forma de fortalecer las acciones en contra del régimen de los militares castristas que tienen el control de la república de Cuba y que los turistas americanos que vienen a Cuba tengan dificultades con las restricciones”, defendía Miguel Saavedra. El dirigente de la Vigilia Mambisa, uno de los grupos más conocidos del núcleo duro de la “gusanera”, desde hace décadas no se pierde una sola manifestación en contra del gobierno cubano en Miami.
Más tarde, y consciente de las cámaras de televisión que los rodeaban, Saavedra y otros miembros de la Vigilia Mambisa celebraban cada frase del anuncio de Trump como si de un gol en una final se tratara.
“Cuba sí, bloqueo no”, gritaba del lado contrario y megáfono en mano Vanessa, nieta de cubanos nacida en Nueva Jersey, que junto a decenas de personas de diferentes orígenes y con distintas consignas se manifestaban contra Trump.
“Estamos en contra de lo que está haciendo el presidente Trump de quitar las mejoras que se habían hecho en las políticas hacia Cuba en los últimos dos años y esto se puede escenificar en que se han creado trabajos en el sector privado de la isla que han mejorado la vida de las personas, que es lo que le tiene que importar a todo el mundo: la calidad de vida de los cubanos”, apuntó Ernesto Medina, un cubano de 27 años que llegó a los 18 a Miami.
Medina, que asegura que fue el primero en llegar a manifestación a las 10 de la mañana, criticó que los republicanos defiendan siempre un “gobierno pequeño” pero ahora quieran “meterse en la vida de los ciudadanos americanos” que viajen a Cuba al fiscalizar sus viajes.
Antes de que el presidente hiciera los anuncios, otros dos dinosaurios del odio a Cuba, el excongresista Mario Díaz Balart y el senador Marco Rubio tomaron la palabra para manifestarle el respaldo incondicional que no le dieron durante la campaña presidencial. “Ahora el presidente de Estados Unidos sí está con ustedes”, dijo Díaz Balart a los cubanos contrarevolucionarios presentes en el teatro. “Trump tratará al régimen castrista como la dictadura que es”, agregó el excongresista, sin entrar en detalles acerca de lo que verdaderamente cambiará cuando las medidas entren en vigor y lo que no.
Estos son los principales cambios:
Estados Unidos permitía la venta de
productos agrícolas a Cuba, además de cierto material médico. No estaba
permitida la importación de ningún tipo de producto procedente de la
isla, ni que los visitantes estadounidenses trajesen compras del duty
free (como ron o puros). Los acuerdos financieros con los militares
cubanos estaban prohibidos por el embargo de EEUU.
Alivió las restricciones que
dificultaban las relaciones comerciales con Cuba, incluyendo la red de
empresas gestionadas por el ejército. También retiró a Cuba de la lista
de estados que promueven el terrorismo. Aparecía en esa lista desde 1982
y conllevaba restricciones bancarias y financieras, además de en ayuda
humanitaria.
Prohibirá cualquier transacción
económica con las compañías dirigidas por el ejército, agrupadas bajo el
conglomerado empresarial GAESA (Grupo de Administración Empresarial,
S.A.) que, según algunas estimaciones, controla el 50% de la economía
cubana.
La administración de Bush endureció las
restricciones para los viajes y las remesas. A las familias
cubano-americanas se les permitía visitar cada tres años a sus parientes
en la isla y solo durante dos semanas. Esto aplicaba exclusivamente a
la familia directa (padres e hijos). Solo se podían enviar remesas
trimestrales de $300 (hasta $1,200 anuales). Los únicos que podían
viajar desde EEUU a Cuba eran periodistas, funcionarios del gobierno de
EEUU, compañías estadounidenes vendedoras de productos agrícolas y
personas involucradas en causas humanitarias, lo que incluía visitas con
fines religiosos y médicos.
Su administración creó 12 categorías que
permitían viajar legalmente a la isla, bien en grupo o individualmente,
para visitas culturales, educativas, deportivas y religiosas, entre
otras. Se hicieron pocos esfuerzos por investigar o penalizar las
infracciones.
Limitará la categoría conocida como
“pueblo a pueblo” (people-to-people en inglés) solo a viajes en grupo.
También aplicará estrictamente las exigencias para los viajeros
estadounidenses que visiten Cuba, quienes tendrán que presentar
documentos, bajo una de esas 12 categorías, que muestren su itinerario.
Estarán sujetos a inspecciones por el Departamento del Tesoro de EEUU.
La administración Bush defendió el embargo con firmeza y combatió cualquier intento del Congreso de debilitarlo.
Criticó el embargo comercial de EEUU a
Cuba, pero no hizo ningún esfuerzo para que el Congreso lo revocase. En
2016, se abstuvo en las Naciones Unidas durante la votación anual de
condena del embargo.
Aunque en el pasado ha sido crítico con el embargo, se espera que lo apoye plenamente.
Estados Unidos condenó abiertamente la
situación de los derechos humanos en Cuba, desde la falta de elecciones
libres y multipartidarias, hasta el acoso y arresto de disidentes.
Apoyaba a los disidentes en la isla mediante el programa prodemocrático
de USAID.
Obama continuó con el programa de USAID,
pero no vinculó directamente su política sobre la isla con los derechos
humanos y la democracia, aunque sí persuadió a Cuba en 2015 para que
liberase a una docena de prisioneros políticos.
Demandará que Cuba celebre elecciones
libres y deje de encarcelar a los opositores políticos antes de que
pueda haber cualquier mejora en las relaciones entre ambos países.