Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.

18 de abril de 2018

Brasil? Lleva que es gratis

Resumen Latinoamericano* 17 de abril de 2018
El país es único caso de nación grande y populosa a entregar incondicionalmente su mercado al capital internacional.
Si se concreta la intención del Ministerio de Hacienda anunciada el miércoles 4 de reducir la alícuota de las importaciones de bienes de capital del 14% al 4% y la de productos de informática y de telecomunicaciones de entre el 6% y el 16% para la media internacional, logrará la industria nacional sobrevivir a la avalancha inevitable de productos manufacturados producidos en el exterior?
Hay riesgo de un golpe fatal, alertan economistas y empresarios. “No hemos sido llamados a discutir esta propuesta. No hay estudios sobre el impacto de la medida”, reclamó a los medios José Velloso, presidente de la Asociación Brasileña de la Industria de Máquinas y Equipos (Abimaq). “La idea es absurda. Con tarifas rebajadas el país tendrá poco o nada a negociar con los países desarrollados en futuras negociaciones”, protestó Humberto Barbato, presidente de la Asociación Brasileña de la Industria Eléctrica y Electrónica (Abinee).
Las contestaciones probablemente no surtirán efecto, dada la adhesión absoluta del gobierno a la apertura económica un día preconizada por el propio empresariado y aplicada de modo incondicional por varias administraciones, sin exigencia de contrapartidas de los inversores extranjeros a la concesión del acceso al mercado nacional.
Brasilia deja claro, en esta y en muchas otras decisiones del género, haber abdicado por completo del papel de coordinación de los agentes económicos con vistas a los intereses del país, limitándose a la función de oficina local ejecutora de objetivos de los inversores extranjeros. La categoría empresarial nativa, cabe resaltar, se muestra muy lejos de la visión de país de un Roberto Simonsen, el primer presidente de la Confederación Nacional de la Industria, en la demarcación de límites entre empresas brasileñas y firmas extranjeras.
En esta cara tiende a concretarse la previsión del empresario Mario Milani de que el país tardará de 30 a 40 años para ser una gran potencia industrial, meta que exige la reducción de los intereses y la devaluación del real, entre otros requisitos. Cuando la globalización se intensificó, Milani, presidente de la Sogefi Filtration de Brasil en testimonio al Instituto de Estudios para el Desarrollo Industrial, reveló que las empresas brasileñas de autopartes, sin contar con un mercado de capitales desarrollado y ante intereses bancarios altos, no tuvieron ni la menor oportunidad de convertirse en jugadores globales y el 95% del parque de autopartes fue vendido.
La apertura incondicional de los años 90s limitó el alcance de la industria automovilística y del país, describe Milani: “El gobierno abrió el mercado, cedió terrenos fiscales y redujo impuestos para que las automotrices se instalaran aquí, pero también debería haber impuesto reglas. La primera de ellas, por la que siempre luchamos en el Sindipeças, es la elaboración de la ingeniería de al menos una de las plataformas en Brasil.
El uso de la ingeniería local es indispensable para adaptar los modelos extranjeros a las condiciones brasileñas de carreteras malas y de mucha lluvia en algunas regiones. La creación de una plataforma local constituiría un mercado. Sin eso, nuestros hijos que están en la universidad de ingeniería no tendrán donde trabajar. Era necesario imponer, exigir, vender caro el acceso a nuestro mercado, pero lo entregaron de gracia.”
“El industrial sufrió las consecuencias de la profundización del abismo entre las condiciones de operación de las empresas brasileñas en comparación a las de sus competidores en los países avanzados. Fundó a Filtros Fram en 1964 y la comandó hasta 1991, cuando vendió el control al grupo británico Sogefi Filtration. “No teníamos la mínima condición de continuar. ¿Dónde obtener recursos para crecer, para hacer fábricas para el mundo? Nuestros íconos eran Cofap y Metal Ligero, todo el mundo quería ser como ellos.” La Metal Ligera, fundada por José Mindlin, fue vendida a la alemana Mahle en 1996 y, al año siguiente, Cofap, creada por Abraham Kasinski, tuvo el control adquirido por la italiana Magneti Marelli.
Se nota que el problema denunciado por Milani se ha generalizado en la economía. De los grandes países con mercados de tamaño significativo, Brasil es el único con vinculación al capital extranjero sin exigencia de contrapartida, llama la atención al economista Pedro Cezar Dutra Fonseca, profesor titular del Departamento de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul .
“Estados Unidos, Rusia, China, India siempre han utilizado su mercado como un activo para negociar. Brasil fue el que más se abrió para el capital extranjero. No siempre ha ocurrido. Getúlio Vargas no excluía el capital extranjero, por ejemplo en la Compañía Siderúrgica Nacional, en Volta Redonda, hecha con tecnología y capital estadounidenses, pero dentro de determinadas líneas estipuladas por el gobierno brasileño. A partir de Juscelino Kubitschek, presidente entre 1956 y 1961, es que se consagra en Brasil ese tipo de industrialización que ninguna nación grande y populosa ha hecho.
¿Por qué, cuestiona Fonseca, la burguesía brasileña, que había vencido heroicamente las etapas iniciales de la industrialización, cuando llega en los años 1950 resuelve aceptar la internacionalización? ¿Por qué Brasil no tiene una industria automovilística nacional, si incluso países con mercados más pequeños como Italia, Suecia y Japón, entre otros, implantaron el sector?
El mismo responde: “Vargas intentó hacer la Fábrica Nacional de Motores y el país tenía todas las condiciones para desarrollar el sector. Automóvil ya no era una tecnología imposible de dominar, pero los empresarios locales no se acercaron a ello. El Estado tuvo que pagar la propia FNM porque ellos o no tenían interés, o no tenían aliento, o creían más fácil asociarse al capital extranjero.
Kubitschek, prosigue Dutra, quería, sin embargo, acelerar, avanzar 50 años en 5 (era su lema), y ahí tenía que ser con el capital extranjero, que ya viene con la tecnología lista. Mientras que si fuera a invertir en tecnología, hacer investigación, tardaría más tiempo. Otras naciones optaron por ese camino más largo, de desarrollar su propia tecnología.
Al menos parte de la capitulación del país expresada en la aceptación de la entrada de capital extranjero sin obligatoriedad de contrapartidas se debe al factor ideológico. La avalancha de privatizaciones, muchas veces con desnacionalizaciones concomitantes desde los años 1990 fue acompañada del discurso de la supremacía incontestable de la empresa extranjera sobre la nacional.
La economista Roberta Sperandio Traspadini, profesora del curso de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana y de la Universidad Federal de Santa Catarina, estudió la formulación de esa visión por Fernando Henrique Cardoso. Para FHC, dice, el desarrollo dependiente y asociado y la interdependencia son preceptos necesarios para los países latinoamericanos y su inserción en la economía capitalista mundial.
Esta alternativa, prosigue la profesora, viene acompañada del riesgo de agotar cualquier posibilidad autónoma para el continente, ya que en el modelo por él defendido las economías latinoamericanas tienen que estar alineadas a la lógica ya las determinaciones del capitalismo central en situación de reproducción de la subordinación política y dependencia económica.
“No hay como pensar el desarrollo en los moldes de los países centrales. Por el contrario, el desarrollo dependiente y asociado sería la única alternativa viable para que la economía brasileña pueda romper con su retraso. Es así que defiende la inserción internacional subordinada “, subraya Traspadini.
En el sector industrial y el desarrollo económico en Brasil, de 1972, FHC afirma más de una vez que es en las organizaciones extranjeras que las “cualidades empresariales están objetivadas en las normas de la producción y administración científicas”.
Pero si así es, ¿cómo explicar que la industria brasileña alcanzó la cima mundial del sector en 1973, cuando el peso del valor agregado por la manufactura al PIB superaba a los de Francia y Estados Unidos? Si sólo queda al país someterse a un desarrollo subordinado, de qué modo se comprende la existencia de Petrobras, pionera mundial en la sofisticadísima tecnología para exploración de petróleo y gas en aguas ultraprofundas, y de Embraer, tercer mayor fabricante de aviones del planeta, superada sólo por la estadounidense Boeing, que hoy intenta anexarla, y por la europea Airbus?
¿De qué manera encajan en la fatalidad de la inserción internacional subordinada a la producción por la Marina de Brasil del ciclo completo del combustible nuclear y el inicio de la fabricación del primer submarino movido a energía atómica, ambos con la participación de cerca de 200 competentes fábricas proveedoras locales y aún bajo la presión constante de los Estados Unidos? Y la excelencia científica de Embrapa, fundamental al ascenso del agronegocio verde-amarillo al selecto grupo de los más productivos del mundo, como se explica?
En los últimos años, la consultora de los Estados Unidos Booz Allen (actual Booz Allen Hamilton), que desaconseja el emprendimiento autónomo nacional, es difícil acomodar también en la condición de desarrollo subordinado ineludible la historia ejemplar del acero brasileño, que no era competitivo según sentenció décadas atrás.
Los proyectos siderúrgicos de Usiminas, de Cosipa y de Ferro y Acero de Vitória estaban en plena implantación a mediados de la década de 1960, requerían elevados aportes de valores, pero los grupos accionistas privados que los concibieron originalmente no tuvieron medios suficientes para atender las necesidades y el entonces BNDE, otra creación de Vargas, estaba obligado a honrar las garantías prestadas anteriormente a financiamientos externos.
El banco público aportaba también recursos para asegurar la continuidad de los emprendimientos con anticipos que a continuación se convertían en participación societaria, pues las empresas privadas no conseguían pagar las anticipos de caja.
“Así el BNDE se convirtió en el Banco del Acero (tres cuartas partes de su presupuesto se gastaron en la siderurgia) y las empresas se convirtieron en empresas estatales”, reveló Sebastián José Martins Soares, ex superintendente del banco en una entrevista con la profesora María da Conceição Tavares en el libro Memorias del Desarrollo. En la época de esa ‘elección de vencedores’, Roberto Campos era ministro de Planificación.
No basta esperar reflexión neoliberal sobre los hechos nacionales enumerados arriba, pues ellos sólo fueron posibles con la acción firme del protagonista empresario-Estado, el enemigo número 1 de los adeptos de aquella escuela. Por otro lado, no se trata también de defender una estatización sólo concretizable bajo el estalinismo ni el cierre de la economía, por lo demás imposible y altamente indeseable.
La solución, enseña Celso Furtado, es de naturaleza política y de economía política: mantener en el país el centro de decisión de la empresa. Sólo así es posible actuar en beneficio del interés nacional dentro de la propia relación de desarrollo dependiente y asociado, lo que se ha hecho con gran éxito en los casos descritos.
Roberto Simonsen, prócer del empresariado nativo, era un crítico de la aplicación pura de los principios liberales y argumentaba que en ningún país desarrollado la premisa era practicada y que el proceso de industrialización de las naciones avanzadas contó con apoyo decisivo del Estado. Una afirmación, cabe resaltar, rigurosamente verdadera a la luz de la historia, pero su autor nunca contó con la debida atención entre sus pares, aunque mereció 11 citas por parte de Celso Furtado en su obra principal, Formación Económica de Brasil.
Simonsen advertía también que, mientras el país tuviera un pueblo pobre, mal remunerado, jamás conseguía salir del atraso. En el año 1945, se repetía los objetivos de la Conferencia de Teresópolis, de las clases productoras, en orden de importancia: lucha contra la pobreza, aumento del ingreso nacional, desarrollo de las fuerzas económicas, implantación de la democracia económica y obtención de la justicia social.
Los empresarios de hoy, salvo raras excepciones, quieren distancia de esas reflexiones. En sus investigaciones para la biografía Roberto Simonsen Preludio a la Industria, Luiz Cesar Faro y Mônica Sinelli constataron cuán profunda es la ojeriza de las llamadas clases productoras de hoy exceptuadas las excepciones a las enseñanzas del primer presidente de la CNI.
Los autores escudriñaron entidades de clase, entrevistaron a partidarios de la industrialización, buscaron obtener registros, comentarios y opiniones sobre el biografiado, pero el resultado fue frustrante: “No tuvimos éxito. El silencio del empresariado sobre Roberto Simonsen es ensordecedor. Él resuena el abandono del ideario de entrega y lucha por el desarrollo nacional. Es el testimonio más expresivo: lo que no figura en la obra “.
Carta Capital
Por  Carlos Drummond.

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