A veces, y sobre todo cuando aún rogamos que no ocurra un atascamiento en el curso de la
gasolina que viene de la bomba, y ésta
logre llegar el líquido a donde debe llegar para encender el carro de un glorioso
sopetón, al vehículo le ocurre algo insospechado, por lo menos, al instante: se
enchumbaron dos bujías o se detuvo la cadena del tiempo.
Al gobierno, en “su nuevo comienzo”, se le
siente una especie de golpe de biela; sí, algo raro. Un ruido que apenas se
escucha, una sombra que no está a la vista pero que sabemos existe camuflada en
el aparato administrativo y es bastante dramático no saber dónde está, en qué
lugar se enamoró del síndrome del funcionariato perpetuo, a qué dedica su
tiempo libre cuando no está cumpliendo,
diría Roberto Malaver, “una nueva responsabilidad”.
Rehacer un gobierno desde el gobierno mismo
es como jugar un partido de ajedrez con tu otro “yo”. No hay contrincantes en
un juego de esa especie, no hay disputas altisonantes y cualquier discordancia
uno de los dos “yo”, tiene la gracia de dios de guardarla donde mejor le
parezca: en el bolsillo chiquito, en el forro del celular inteligente, en la
consabida gaveta; en fin.
En El
Laberinto de los tres minotauros, José Manuel Briceño Guerrero,
refiriéndose a los principios que nos identifican con Europa, dice que el
racionalismo no puede ser sustituido por la fe: ésta no sirve para nada si el
ciudadano carece de los “conocimientos fundamentales sobre el mundo y sobre sí
mismo”. Y es verdad, Dios puede existir si él quiere, pero no tiene mucho
tiempo ni voluntad para ayudar a la humanidad entera, o al gobierno, que está
partiendo de cero, como dijo el Presidente Maduro. Eso: a dios le da flojera
aconsejar al Jefe de Estado sobre cómo es que no debe permitir ciertos
deslices, como ese de sacar de la casa a Luisana Melo y otorgarle casi los
mismos poderes que tiene Delsy Rodríguez como Vice Presidenta Ejecutiva.
Luisana Melo será la Directora General del
gobierno.
Con ese nombramiento, el gobierno está
reaccionando en su contra, por tanto es de suponer que, en lo sucesivo, vendrán
declaraciones que ocuparán las primeras páginas de la mediática mundial.
Esperemos con la calma de los esclavos que se
resguardaban en los cobertizos mientras la realeza almorzaba.