Muchos
analistas hablan y escriben sobre el perfil que tendrá el recién electo
gobierno de Andrés Manuel López Obrador, si será de izquierda, de
centro-izquierda o de centro-derecha, pero lo cierto es que la realidad
trasciende esos esfuerzos clasificatorios y muestra dos cosas esenciales
que sí están bien claras en sus discursos, en sus libros y en su
trayectoria: AMLO es antineoliberal y es nacionalista, y ser esas dos
cosas en la América Latina del 2018 ya es bastante. De nacionalistas y
antineoliberales está empedrado el camino de las derrotas populares
casi siempre de la mano de intervenciones extranjeras, solapadas o no.
En su libro La mafia que se adueñó de México… y el 2012,
publicado en 2010, un minucioso e impresionante recorrido de López
Obrador por tres décadas de política mexicana, este planteaba diez
objetivos de ganar las elecciones en el año recogido en el título:
“1. Rescatar al estado y ponerlo al servicio del pueblo y de la Nación.
“2. Democratizar los medios masivos de comunicación.
“3. Crear una nueva economía.
“4. Combatir las prácticas monopólicas.
“5. Abolir los privilegios fiscales.
“6. Ejercer la política como imperativo ético y llevar a la práctica la austeridad republicana.
“7. Fortalecer al sector energético.
“8. Alcanzar la soberanía alimentaria.
“9. Establecer el estado de bienestar.
“10. Promover una nueva corriente de pensamiento.”
En
su discurso de triunfo, ciertamente conciliador, cuidadoso y
equilibrado, AMLO fue más modesto, como todo el que llega al gobierno y
debe enfrentarse a una maquinaria de demonización lista para
desestabilizar el país que va a gobernar, pero además de comprometerse a
barrer con la corrupción -"la transformación que llevaremos a cabo consistirá, básicamente, en desterrar la corrupción de nuestro país"-., no dejó de decir cosas como
"Por el bien de todos, primero los pobres"
Y que
"En
política exterior, se volverán a aplicar los principios de no
intervención, de autodeterminación de los pueblos y de solución pacífica
a las controversias"
Lamentablemente,
con proponerse lo que debería ser normal y hasta conveniente, basta
para ser una amenaza ¿Pretendió más que eso Fernando Lugo en el
pequeño y pobre Paraguay? Por no hablar de otros en países mayores,
cuyos líderes son hoy perseguidos por la judicialización de la política,
tan a moda en laregión, o han sufrido golpes de estado más o menos
encubiertos y varias veces exitosos.
Entonces,
por qué pudo llegar AMLO al gobierno, ¿no es más fácil impedir que
llegue que hacerle fracasar, o buscar los mil y un modos de sacarlo de
allí? En México llevan cuatro periodos electorales haciendo lo primero
de maneras más o menos evidentes pero siempre sucias: uno con Cuauthémoc
Cárdenas y tres con López Obrador.
La
violencia, el narcotráfico y la corrupción que la acompañan han
convertido a México en un estado fallido y eso no conviene ni a su
poderoso vecino del Norte ni tampoco a quienes dentro y fuera necesitan
tranquilidad para sus inversiones. El fracaso de la estrategia
implementada por Felipe Calderón y mantenida por Peña Nieto ha llenado
de muerte un país donde fallecen violentamente como promedio 85 personas
al día.
En
el transcurso de esos 24 años el neoliberalismo avanzó en México de la
mano del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, lo que
le permitió a las élites retardar la llegada del punto crítico de una
crisis que ya no pueden manejar porque el mismo TLC ha creado más
problemas que los que ha resuelto, por eso una parte de ellas ha pactado
con AMLO, haciéndome recordar a un intelectual mexicano al que escuché
afirmar que la izquierda latinoamericana se ha convertido en la
ambulancia de la derecha, que resucita un sistema moribundo y se lo
entrega para que siga lucrando con él, tal vez piensen que con el líder
de Morena pueden hacer lo mismo.
En
las dos últimas décadas ascendieron y cayeron numerosos gobiernos
antineoliberales en Latinoamérica, y sólo los que han logrado realizar
las transformaciones más profundas han sobrevivido pero ninguno de ellos
dijo el día después de su triunfo que iba a abolir el capitalismo ni
que iba a enfrentarse a Washington.
Si
se leen los discursos de Fidel en las primeras semanas de 1959 se
encontrarán las aspiraciones de López Obrador: Honestidad en la
administración pública, beneficio popular y relación respetuosa con
todos los países, incluidos los Estados Unidos, pero ni la oligarquía
cubana ni sus poderosos patrocinadores norteños estaban dispuestos a
tolerar que se repartieran tierras y viviendas en manos de muy pocos
para combatir la miseria, algo a lo que Fidel se había referido desde el
juicio por el asalto al cuartel Moncada seis años antes.
Han
pasado casi sesenta años y algo han aprendido las "victimas" de la
revolución. A diferencia de lo que no hizo Eisenhower con Fidel, por lo
menos Trump recibirá y conversará con AMLO, como Bush también recibió a
Lula... pero el tiempo pasa y las cosas suelen complicarse cuando se
empiezan a afectar intereses si como prometió el presidente electo de
México "los contratos del sector energético suscritos con particulares serán revisados para prevenir actos de corrupción o ilegalidad."
Por
cierto, en cuanto a la posibilidad que tanto se habla de que muera
violentamente López Obrador, o incluso de que haya un golpe militar en
México, nadie debe olvidar que el suicidio de un líder para nada
socialista cuyo lema era "verguenza contra dinero" y su símbolo una
escoba para barrer la corrupción, seguido de un golpe de estado, abrió
las puertas a un joven político del mismo partido llamado Fidel Castro
para hacer la revolución mas radical del hemisferio occidental.
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