Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.

23 de abril de 2011

Libia: Lo justo y lo injusto

Ignacio Ramonet*

 
 

  "Todos los pueblos del mundo

que han lidiado por la libertad
han exterminado al fin a sus tiranos."
Simón Bolívar 


Los insurgentes libios merecen la ayuda de todos los demócratas. El coronel Gadafi es indefendible. La coalición internacional que lo ataca carece de credibilidad. No se construye una democracia con bombas extranjeras. Por ser en parte contradictorias, estas cuatro evidencias nutren cierto malestar, en particular en el seno de las izquierdas, con respecto a la operación Amanecer de la Odisea comenzada el pasado 19 de marzo.

La insurrección de las sociedades árabes constituye el mayor acontecimiento político internacional desde el derrumbe, en Europa, del socialismo autoritario de Estado en 1989. La caída del muro del Miedo en las autocracias árabes es el equivalente contemporáneo de la caída del muro de Berlín. Un auténtico terremoto mundial. Por producirse en el área de mayores reservas de hidrocarburos del planeta, y en el epicentro del \"foco perturbador\" del mundo (ese \"arco de todas las crisis\" que va de Pakistán al Sahara Occidental, pasando por Irán, Afganistán, Irak, Líbano, Palestina, Somalia, Sudán, Darfur y Sahel), su onda de expansión modifica toda la geopolítica internacional. 


Algo se rompió para siempre en el mundo árabe el pasado 14 de enero. Ese día, manifestantes tunecinos que desde hacía semanas reclamaban en las plazas libertad y democracia, consiguieron derrocar al déspota Ben Alí. Comenzaba el deshielo de las viejas tiranías árabes. Un mes después, en Egipto, corazón de la vida política árabe, un poderoso movimiento de protesta social expulsaba a su vez del poder al general Mubarak. Entonces, como si de repente descubriesen que los regímenes autoritarios, desde Marruecos hasta Bahréin, fuesen colosos con pies de arena, decenas de miles de ciudadanos árabes se lanzaron a las plazas gritando su hartazgo infinito de los ajustes sociales y de las dictaduras (1).

La fuerza espóntanea de estos vientos de libertad sorprendió a todas las cancillerías del mundo. Cuando comenzaron a soplar sobre las dictaduras aliadas de Occidente (en Túnez, Egipto, Marruecos, Jordania, Arabia Saudí, Bahréin, Irak, Yemen), las grandes capitales occidentales, empezando por Washington, Londres y París, se sumieron en un prudente mutismo, o alternaron declaraciones que revelaban su profundo malestar ante el riesgo de ver desaparecer a sus \"amigos dictadores\" (2). 
Mucho más sorprendente fue, durante esta primera fase (de mediados de diciembre a mediados de febrero), el silencio de los gobiernos progresistas de América Latina, considerados por toda una parte de la izquierda internacional como su principal referente contemporáneo. Sorpresa tanto más grande puesto que estos Gobiernos tienen mucho en común con el movimiento insurreccional árabe: habían llegado al poder mediante las urnas, aupados por poderosos movimientos sociales (en Venezuela, Brasil, Uruguay y Paraguay) que, en varios países (Ecuador, Bolivia, Argentina), después de haber resistido a dictaduras militares, también habían derrocado pacíficamente a gobernantes corruptos.


Inmediata debía de haber sido allí la solidaridad con las insurrecciones árabes, réplicas de sus propios alzamientos cívicos. No lo fue. Y eso que el carácter izquierdista del movimiento no ofrecía dudas. El conocido intelectual egipcio Samir Amin lo describe así: \"Las fuerzas principales en movimiento durante los meses de enero y de febrero eran de izquierdas. Demostraron que tenían una resonancia popular gigantesca pues llegaron a movilizar a ¡más de quince millones de manifestantes en todo Egipto! Los jóvenes, los comunistas, fragmentos de las clases medias democráticas constituyeron la columna vertebral de ese movimiento\" (3).


A pesar de ello, hubo que esperar al 14 de febrero -o sea tres días después de la caída del odiado Mubarak y un día antes del comienzo de la insurrección popular en Libia- para que, por fin, un líder latinoamericano (Fidel Castro) calificase la rebelión árabe de \"revolucionaria\" en una declaración que explicaba con lucidez: \"Los pueblos no desafían la represión y la muerte, ni permanecen noches enteras protestando con energía, por cuestiones simplemente formales. Lo hacen cuando sus derechos legales y materiales son sacrificados sin piedad a las exigencias insaciables de políticos corruptos y de los círculos nacionales e internacionales que saquean el país\" (4).
Pero cuando, naturalmente, esa rebelión se extendió a los Estados autoritarios del mal llamado \"socialismo árabe\" (Argelia, Libia, Siria), cayó de nuevo un pesado mutismo en las capitales del progresismo latinoamericano. Políticamente podía aún interpretarse de dos maneras: simple prolongación del prudente silencio que hasta entonces, globalmente, habían observado esas cancillerías con respecto a acontecimientos muy alejados de sus principales centros de interés; o expresión de un malestar político frente al riesgo de perder, en su pulso con el imperialismo, a aliados estratégicos…
Ante el peligro de que triunfase esta segunda opción, varios intelectuales relevantes (5) avisaron de inmediato que ello significaría algo impensable para Gobiernos seguidores del mensaje universal del bolivarianismo. Porque sería afirmar que una relación estratégica entre Estados es más importante que la solidaridad con los pueblos en lucha. Lo cual conduciría, más tarde o más temprano, a cerrar los ojos ante cualquier eventual atrocidad contra los derechos humanos (6). Y en este caso el ideal solidario de la revolución latinoamericana naufragaría en el helado océano de la Realpolitik.
En el tablero de la política internacional, la Realpolitik (definida por Bismarck, el \"canciller de hierro\" prusiano, en 1862) considera que los países se reducen a sus Estados. Jamás toma en cuenta a sus sociedades. Según ella, los Estados se mueven sólo en función de sus fríos intereses y de sus alianzas estratégicas (cuya finalidad esencial es la preservación del Estado, no la protección de la sociedad). Desde la paz de Westfalia en 1648, la doctrina geopolítica establece que la soberanía de los Estados es intangible en virtud del principio de no-injerencia, y que un Gobierno, sea cual sea el modo en que llegó al poder, tiene total libertad de hacer lo que quiera en sus asuntos internos.


Semejante idea de la soberanía -que sigue siendo dominante- ha visto erosionada su legitimidad desde el final de la Guerra Fría en 1989. Y ello en nombre de los derechos de los ciudadanos, y de una concepción más ética de las relaciones internacionales. Las dictaduras, cuyo número se reduce de año en año, van resultando cada vez más ilegítimas en criterios del derecho internacional. Y moralmente inaceptables porque, entre otros graves abusos, desposeen a las personas de sus atributos de ciudadano.
Basado en este razonamiento, se desarrolló en los años 1990, el concepto de derecho de injerencia o deber de asistencia que condujo, pese a aceptables pretextos de fachada, a desastres político-humanitarios de gran envergadura en Kosovo, Somalia, Bosnia… Y finalmente, bajo la conducción de los neoconservadores estadounidenes, al desastre total de la guerra de Irak (7).


Pero tan trágicos fracasos no han interrumpido la idea de que un mundo más civilizado debe ir abandonando una concepción de la soberanía interna establecida hace casi cuatro siglos en nombre de la cual poderes no elegidos democráticamente han cometido (y cometen) incontables atrocidades contra sus propios pueblos.


En 2006, las Naciones Unidas, en su Resolución 1674, han hecho de la protección de los civiles, incluso contra su propio Gobierno cuando éste usa armas de guerra para reprimir manifestaciones pacíficas, una cuestión fundamental. Que modifica, por primera vez desde el Tratado de Westfalia, -en materia de derecho internacional- la concepción misma de la soberanía interna y del principio de no-injerencia. La Corte Penal Internacional (CPI), creada en 2002, va en idéntico sentido.
Y en ese mismo espíritu, muchos líderes latinoamericanos denunciaron con justa razón la pasividad o la complicidad de grandes potencias democráticas ante los graves crímenes cometidos contra la población civil, entre 1970 y 1990, por las dictaduras militares en Chile, Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y tantos otros países mártires de Centro y Suramérica.


Por eso sorprendió que, cuando en Libia, a partir del 15 de febrero, empezaron las protestas sociales pacíficas, inmediatamente reprimidas por las fuerzas del coronel Gadafi con desmedida violencia (233 muertos en los primeros días) (8), ningún mensaje de solidaridad con los civiles reprimidos llegase de América Latina. Ni tampoco al estallar, el 20 de febrero, el \"Tripolitazo\": cuando unos 40.000 manifestantes denunciaron la carestía de la vida, la degradación de los servicios públicos, las privatizaciones impuestas por el FMI, y la ausencia de libertades.

Igual que durante el \"Caracazo\" del 27 de febrero de 1989 en Venezuela, esa insurrección tripolitana, retransmitida por decenas de testigos oculares, se extendió como reguero de pólvora por toda la capital, se multiplicaron las barricadas, ardió la sede del Gobierno, las comisarías fueron incendiadas, los locales de la televisión oficial saqueados, el aeropuerto ocupado y el palacio presidencial asediado. El régimen libio empezó a tambalearse. 


En semejantes circunstancias, cualquier otro dirigente razonable hubiese entendido que la hora de negociar y de abandonar el poder había llegado (9). No así el coronel Gadafi. A riesgo de sumir a su país en una guerra civil, el \"Guía\", en el poder desde hace 42 años, explicó que los manifestantes eran \"jóvenes a los que Al Qaeda había drogado echándoles píldoras alucinógenas en el Nescafé\"… (10). Y ordenó a las Fuerzas Armadas reprimir las protestas a cañonazos y con fuerza extrema. El canal Al Jazeera mostró los aviones militares ametrallando a los manifestantes civiles (11).
En Bengasi, para defenderse contra la brutalidad de la represión, un grupo de protestatarios asaltó un arsenal de la guarnición local y se apoderó de miles de armas ligeras. Varios destacamentos militares, enviados por Gadafi para sofocar en sangre la protesta, se sumaron, con tanques y pertrechos, a la rebelión. En condiciones muy desfavorables para los insurrectos, empezaba la guerra civil. Un conflicto impuesto por Gadafi contra un pueblo que estaba pidiendo pacíficamente el cambio.

Hasta ese momento, las capitales de la América Latina progresista siguen silenciosas. Ni una palabra de solidaridad, ni tan siquiera de compasión con los rebeldes civiles que luchan y mueren por la libertad.

 
 

Hasta que, el 21 de febrero, en un intento de alejar cualquier acusación contra ella, la diplomacia británica -cuya responsabilidad es central en la rehabilitación del coronel Gadafi a partir de 2004 en la escena internacional- por la voz del ministro de Exteriores William Hague, anuncia que el líder libio \"podría haber huido de su país y estar dirigiéndose a Venezuela\" (12). 


Es falso. Y Caracas lo desmiente rotundamente. Pero los medios de comunicación internacionales muerden el cebo, y ponen de inmediato los focos sobre la conexión que el Foreign Office ha sugerido. Minimizando los ostentosos recibimientos del dictador libio en Roma, Londres, París o Madrid, la prensa mundial insiste en las relaciones del \"Guía\" con Caracas. El propio Gadafi cae en la celada y también menciona a Venezuela en su primer discurso desde el comienzo de las protestas. Lo hace para negar su huida a ese país, pero ello da pie a nuevas especulaciones sobre el \"eje Trípoli-Caracas\". Gadafi añade: \"Los manifestantes son ratas, drogados, un complot de extranjeros, de norteamericanos, de Al Qaeda y de locos\" (13).


Esta perezosa jácara del \"complot norteamericano\" es retomada como argumento por varios dirigentes progresistas suramericanos –Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, entre otros–, para expresar ahora, cada uno a su modo, una clara solidaridad con el dictador libio (14) bajo los sufridos pretextos de que la \"situación es confusa\", que los \"medios de comunicación mienten\" y que \"nadie sabe quiénes son los rebeldes\".
Ni una frase de compunción hacia un pueblo sublevado contra un tirano militar que manda disparar contra sus propios ciudadanos. Ninguna alusión tampoco a la famosa sentencia del Libertador Simón Bolívar: \"Maldito sea el soldado que vuelve las armas contra su pueblo\", doctrina fundamental del bolivarianismo.


La inmensidad del error político sobrecoge. Una vez más, unos gobiernos progresistas conceden prioridad, en materia de relaciones internacionales, a cínicas consideraciones estratégicas que se hallan en perfecta contradicción con su propia naturaleza política. ¿Les conducirá ese razonamiento a expresar también su apoyo a otro infrecuentable tiranillo local, Bachar El Asad, presidente de Siria, un país que vive bajo estado de alarma desde 1962 y cuyas fuerzas de represión tampoco han dudado en disparar con fuego real contra pacíficos manifestantes desarmados?

En lo que respecta a Libia, la única iniciativa latinoamericana positiva, fue la del presidente de Venezuela Hugo Chávez quien propuso, el 1 de marzo, el envío a Trípoli de una Comisión internacional de mediación constituida por representantes de países del Sur y del Norte para tratar de poner fin a las hostilidades y negociar un acuerdo político entre las partes. Rechazada por Seif el Islam, el hijo del \"Guía\", pero aceptada por Gadafi, esta importante tentativa de mediación será torpemente descartada por Washington, París, Londres y los propios insurgentes libios. 


A partir de ahí, las cancillerías progresistas suramericanas van a insistir en su apoyo a un perfecto iluminado. Hace, en efecto, decenios que Muamar el Gadafi dejó de ser aquel capitán revolucionario que, en 1969, derrocó a la monarquía, expulsó de su país las bases militares estadounidenses y proclamó una singular \"República árabe y socialista\".

Desde el final de los años 1970, su errática trayectoria y sus delirios ideológicos (véase su disparatado Libro Verde) lo han convertido en un dictador imprevisible, tornadizo y jactancioso. Semejante a aquellos tiranos locos que América Latina conoció en el siglo XIX con el nombre de \"caudillos bárbaros\" (15). Ejemplos de sus trastornos: la expedición militar de 3.000 hombres que lanzó, en 1978, en auxilio del sanguinario Idi Amín Dadá, otro demente presidente de Uganda… O su afición a un juego erótico con chicas menores llamado \"bunga bunga\" que le enseñó a su socio italiano Silvio Berlusconi… (16).

 
 

Gadafi jamás se ha sometido a ninguna elección. En torno a su imagen ha establecido un culto de la personalidad que linda con el endiosamiento. En la \"masocracia\" (Jamahiriya) libia no existe ningún partido político, sólo hay \"comités revolucionarios\". Habiéndose autoproclamado \"Guía\" vitalicio de su país, el dictador se considera por encima de las leyes. En cambio, el vínculo familiar es, según él, fuente de Derecho. Basado en ello, por antojo, nombró a sus hijos para los puestos de mayor responsabilidad del Estado y los de mayor rentabilidad en los negocios.

Tras la (ilegal) invasión de Irak en 2003, temiendo ser el siguiente de la lista, Gadafi se arrodilló ante Washington, firmó acuerdos con la Administración de Bush, erradicó sus armas de destrucción masiva e indemnizó a las víctimas de sus atentados terroristas. Para complacer a los \"neocons\" estadounidenses se erigió en un perseguidor de Osama Ben Laden y de la red Al Qaeda. Estableció también acuerdos con la Unión Europea para convertirse en cancerbero retribuido de los emigrantes africanos. Pidió ingresar en el FMI (17), creó zonas especiales de libre comercio, cedió los yacimientos de hidrocarburos a las grandes transnacionales occidentales y eliminó los subsidios a los productos alimenticios de primera necesidad. Inició el proceso de privatización de la economía, lo que provocó un importante aumento del desempleo y agravó las desigualdades. 


El \"Guía\" protestó contra el derrocamiento del dictador tunecino Ben Alí a quien consideraba como \"el mejor gobernante de la historia de Túnez\". En materia de inhumanidad, sus fechorías son incontables. Desde su apoyo a conocidas organizaciones terroristas hasta su demostrada participación en atentados contra aviones civiles, pasando por su encarnizamiento contra cinco inocentes enfermeras búlgaras torturadas durante años en prisión, o el fusilamiento sin juicio, en la siniestra cárcel Abú Salim de Trípoli, en 1996, de un millar de prisioneros originarios de Bengasi (18).

 
 

La actual revuelta empezó precisamente en esa ciudad cuando, el 15 de febrero, las familias de estos fusilados, animadas por las protestas en los países árabes, se echaron a la calle para exigir pacíficamente la liberación del abogado Fathy Terbil quien, desde hace quince años, defiende el derecho a recuperar los cuerpos de sus parientes ejecutados (19). Las imágenes mostrando la brutalidad de la represión de esta manifestación –difundidas por las redes sociales y el canal Al Jazeera– escandalizaron a la población. Al día siguiente, las protestas se habían ampliado masivamente y extendido a otras ciudades. Sólo en Bengasi, 35 personas fueron asesinadas por la policía y las milicias gadafistas (20).

 
 

Tan alto grado de ensañamiento contra la población civil (21) hizo legítimamente temer, a mediados de marzo, cuando las huestes gadafistas empezaron a cercar Bengasi, que se cometiese un baño de sangre. En un discurso dirigido a \"las ratas\" de esa ciudad, el \"Guía\" dejó muy claras sus intenciones: \"Llegamos esta noche. Empezad a prepararos. Os iremos a sacar del fondo de vuestros armarios. No habrá piedad\" (22). 
En ayuda de los asediados libios, que reclamaban a gritos ayuda internacional (23), deberían haber acudido en primer lugar los pueblos recientemente liberados de Túnez y Egipto. Era su responsabilidad principal. Pero lamentablemente los Gobiernos de estos dos países no supieron estar a la altura de las circunstancias históricas.


En ese contexto de urgencia, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó, el 17 de marzo, la resolución 1973 que establece un régimen de exclusión aérea en Libia con el fin de proteger a la población civil y hacer cesar las hostilidades (24). La Liga Árabe había dado su acuerdo preliminar. Y, cosa excepcional, la resolución fue presentada por un Estado árabe: el Líbano (además de Francia y Reino Unido). Ni China, ni Rusia, que disponen de derecho de veto, se opusieron. Brasil y la India tampoco votaron en contra. Varios países africanos se pronunciaron a favor: Sudáfrica (la patria de Mandela), Nigeria y Gabón. Ningún Estado se opuso.


Se puede estar en contra de la estructura actual de Naciones Unidas, o estimar que su funcionamiento deja mucho que desear. O que las potencias occidentales dominan esa organización. Son críticas aceptables. Pero, por ahora, la ONU constituye la única fuente de derecho internacional. En ese sentido, y contrariamente a las guerras de Kosovo o de Irak que nunca tuvieron el aval de la ONU, la intervención actual en Libia es legal, según el derecho internacional; legítima, según los principios de la solidaridad entre demócratas; y deseable, para la fraternidad internacionalista que une a los pueblos en lucha por su libertad.

Se podría añadir que potencias musulmanas reticentes en un primer momento como Turquía han acabado por participar en la operación.


Se podría recordar también que si Gadafi, como era su intención, hubiese anegado en sangre la insurrección popular, habría enviado una señal de vía libre a los demás tiranos de la región. Alentándolos de ese modo a aplastar ellos también, sin miramientos, las protestas locales. Basta con observar que, en cuanto las tropas de Gadafi se aproximaron a sangre y fuego en medio de la pasividad internacional a Bengasi, los regímenes de Bahréin y de Yemen no dudaron ya en disparar con fuego real contra los manifestantes pacíficos. No lo habían hecho hasta entonces. Pero apostaron a su vez por el inmovilismo internacional. 


La Unión Europea, en particular, tiene una responsabilidad específica en este asunto. No sólo militar. Es menester pensar en la próxima etapa de consolidación de las nuevas democracias que van a ir surgiendo en esta región tan vecina. Apoyar la \"primavera árabe\" supone asimismo el lanzamiento de un verdadero \"Plan Marshall\", o sea, una ayuda económica masiva \"semejante a la que se ofreció a Europa del Este después de la caída del muro de Berlín\" (25).


¿Significa todo esto que la operación Amanecer de la Odisea no plantea problemas? En absoluto. En primer lugar, porque los Estados u Organizaciones que la capitanean (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, OTAN) son los \"sospechosos habituales\" implicados en múltiples aventuras guerreras sin la mínima cobertura legal, legítima o humanitaria. Aunque esta vez los objetivos de solidaridad democrática parecen más evidentes que los nexos con la seguridad nacional de Estados Unidos, cabe preguntarse ¿desde cuándo les ha importado a estas potencias la democracia en Libia? Por ello carecen de credibilidad.


Segundo: existen otras injusticias en esta misma región -el sufrimiento palestino, la intervención militar saudí en Bahréin contra la indefensa mayoría chií, la desproporcionada brutalidad de los Gobiernos de Yemen y de Siria…- ante las cuales las mismas potencias que atacan a Gadafi hacen la vista gorda dando prueba de una doble moral.


Tercero: el objetivo debe ser el que fija la resolución 1973, y sólo ése: ni invasión terrestre, ni víctimas civiles. La ONU no ha dado licencia para derrocar a Gadafi, aunque bien parece que ese sea el objetivo final (e ilegal) de la operación. En ningún caso esta intervención debe servir de precedente para otras aventuras guerreras contra Estados situados en el punto de mira de las potencias occidentales dominantes.

Cuarto: la historia enseña (y el caso de Afganistán lo demuestra) que es más fácil entrar en una guerra que salir de ella.


Y quinto: el olor a petróleo de toda esta operación apesta.
Los pueblos árabes están sin duda sopesando lo justo y lo injusto de la actual intervención militar en Libia. En su gran mayoría apoyan a los insurgentes (aunque se siga sin saber bien quiénes son y aunque se sospeche que varios elementos indeseables figuran en el actual Consejo Nacional de Transición). Por el momento, hasta finales de marzo, en ninguna capital árabe se han producido manifestaciones de rechazo a la operación. Al contrario, como estimuladas por ella, nuevas protestas contra las autocracias se intensificaron en Marruecos, Yemen, Bahréin… Y sobre todo en Siria.
Obtenida la zona de exclusión aérea y a salvo ya la población civil de Bengasi, las dos principales exigencias de la Resolución 1973 estaban cumplidas a finales de marzo. Aunque otras demandas no lo estaban aún (el cese el fuego por parte de las fuerzas gadafistas, y la garantía por éstas de acceso seguro a la ayuda humanitaria internacional), a partir de ese momento los bombardeos debieron cesar. Tanto más cuanto la OTAN, que no ha recibido mandato internacional para ello, ha asumido el 31 de marzo el liderazgo militar de la ofensiva. La Resolución tampoco autoriza a armar, entrenar y dirigir militarmente a los rebeldes. Porque ello supone un mínimo de fuerzas extranjeras (\"comandos especiales\") presentes en el suelo libio, lo cual está explícitamente excluido por la resolución 1973 del Consejo de Seguridad.

Es urgente que los miembros de ese Consejo de la ONU vuelvan ahora a consultarse; que se tenga en cuenta la posición de China, Rusia, la India y Brasil para imponer un alto el fuego inmediato y buscar una salida no militar al drama libio.

 
 

Una solución que tome en cuenta también la iniciativa de la Unión Africana, garantice la integridad territorial de Libia, impida toda invasión terrestre de fuerzas extranjeras, preserve las riquezas del subsuelo contra la rapacidad de algunas potencias foráneas, ponga fin a la tiranía, y reafirme la aspiración a la libertad y a la democracia de los ciudadanos.

 
 

En Libia, sólo una salida política negociada por todas las partes será justa.

 
 

Notas

(1) Léase Ignacio Ramonet, "Cinco causas de la insurrección árabe", Le Monde diplomatique en español, marzo de 2011.
(2) Léase Ignacio Ramonet, \"Túnez, Egipto, Marruecos, esas dictaduras amigas\",www.monde-diplomatique.es/

(3) Christophe Ventura, \"Entrevista con Samir Amin\", Mémoire des luttes, París, 29 de marzo de 2011.
(4) Fidel Castro, \"La Rebelión Revolucionaria en Egipto\", Granma, La Habana, 14 de febrero de 2011.
(5) Léase, por ejemplo, Santiago Alba y Alma Allende, \"Del mundo árabe a América Latina\", Rebelión, 24 de febrero de 2011; y Atilio Borón, \"No abandonar a los pueblos árabes\", Página 12, Buenos Aires, 7 de marzo de 2011.
(6) Error que ya cometió dos veces la revolución cubana cuando apoyó la intervención militar del Pacto de Varsovia en Praga para aplastar la insurrección popular checoslovaca en agosto de 1968, y cuando aprobó la invasión de Afganistán por la Unión Soviética en diciembre de 1979.
(7) Léase Ignacio Ramonet, Irak, historia de un desastre, Debate, Madrid, 2005.
(8) Agencia Reuters, 21 de febrero de 2011.(9) En América Latina, ante protestas populares de gran envergadura, varios presidentes (elegidos democráticamente) se resignaron a renunciar a su cargo. Tres de ellos en Ecuador: Abdalá Bucarán, \"por incapacidad mental\", en 1997; Jamil Mahuad, en 2000; y Lucio Gutiérrez, en 2002. Dos en Bolivia: Gonzalo Sánchez de Lozada, en 2003; y Carlos Mesa, en 2005. Uno en Perú, Alberto Fujimori, en 2000. Y otro en Argentina, Fernando de la Rúa, en 2001.
(10) El País, Madrid, 24 de marzo de 2011.(11) The Guardian, Londres, 21 de febrero de 2011.
(12) Agencia AFP, 21 de febrero de 2011.(13) www.rue89.com/2011/02/22/kadhafi-je-suis-a-tripoli-pas-au-venezuela-191416

(14) El más antiimperialista de los líderes árabes, Hassan Nasrallah, secretario general del Hezbolá libanés, ha declarado que es \"irracional\" decir que las revoluciones árabes, y singularmente la libia (que cuenta también con el apoyo de Irán), fueron preparadas en cocinas estadounidenses. Discurso del Hassan Nasrallah, 19 de marzo de 2011.http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=&inicio=0
(15) Alcides Arguedas, Los Caudillos bárbaros, editorial Vda L. Tasso, Barcelona, 1929. Léase también Max Daireaux, Melgarejo, Editorial Andina, Buenos Aires, 1966.
(16) Cf. Quentin Girard, \"Toi vouloir faire bunga-bunga?\", Slate, París, 12 de noviembre de 2010. http://www.slate.fr/story/30061/bunga-bunga-berlusconi

(17) Léase \"Le Rapport du FMI qui félicite la Libye\", in Mémoire des luttes, París, 11 de marzo de 2011. http://www.medelu.org/spip.php?article761
(18) Léase, Brian May, \"Informe sobre Libia\", Amnistía Internacional, Londres, 27 de mayo de 2010. http://www.amnesty.be/doc/communiques-et-publications/Les-rapports-annuels/Le-rapport-annuel-2010/Moyen-Orient-et-Afrique-du-nord,2038/article/libye-16281
(19) Cf. Evan Hill, \"The day the Katiba fell\", Al Jazeera English, 2 de marzo de 2011.http://english.aljazeera.net/indepth/spotlight/libya/2011/03/20113175840189620.html
(20) Ibid.
(21) Estos y otros crímenes han conducido al fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, el argentino Luis Moreno Ocampo, a abrir una investigación contra Muamar el Gadafi, acusado de \"crímenes contra la humanidad\" por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
(22) Agencia AFP, 17 de marzo de 2011.
(23) Léase Khaled Al-Dakhil, \"Pourquoi tant d\'hésitations?\", Al-Hayat, Londres (reproducido por Courrier Internacional, París, 17 de marzo de 2011).
(24) http://www.un.org/spanish/docs/sc/

(25) Nouriel Roubini, \"Un plan Marshall pour le printemps arabe\", Les Échos, París, 21 de marzo de 2011.

Le Monde Diplomatique (edición española]

RM


 


 

17 de abril de 2011

% PIB dedicado a la Ciencia



Desde el 2006, Venezuela es unico pais Latinoamericano que dedica a la ciencia un porcentaje del PIB comparable a los Estados Unidos y Canada.

16 de abril de 2011

El gobierno de Chávez después de 10 años: Evolución de la economía e indicadores sociales

Mark Weisbrot, Rebecca Ray y Luis Sandoval

Febrero 2009

http://es.scribd.com/doc/12185837/El-gobierno-de-Chavez-despues-de-10-anos-Evolucion-de-la-economia-e-indicadores-sociales


 

Resumen ejecutivo

En este informe se evalúan brevemente algunos de los indicadores económicos y sociales más importantes durante los diez años del gobierno de Chávez, así como también la expansión económica actual. Asimismo, en el informe se analiza la situación actual y los desafíos que Venezuela enfrenta.

Algunos avances destacables:

  • La expansión económica actual comenzó cuando el gobierno obtuvo el control de la empresa nacional de petróleo en el primer trimestre de 2003. Desde entonces, el PIB real (corregido por la inflación) se ha incrementado por casi el doble, al crecer en un 94,7 por ciento en 5,25 años, lo que equivale a un ritmo anual de 13,5 por ciento.
  • La mayor parte de este crecimiento se ha dado en el sector no petrolero de la economía y además, el sector privado ha crecido a un mayor ritmo que el sector público.
  • Durante la expansión económica actual, la tasa de pobreza se ha reducido en más de la mitad, desde un 54 por ciento de hogares en pobreza en el primer semestre de 2003 hasta el 26 por ciento a finales del año 2008. La pobreza extrema ha disminuido aún más, en un 72 por ciento. Estos índices de pobreza están basados solamente en el ingreso en efectivo de las personas y por ende, no toman en cuenta el mayor acceso a los servicios de salud o educación.
  • A lo largo de toda la década, el porcentaje de hogares en condiciones de pobreza se ha

    reducido en un 39 por ciento y el que se encuentra en extrema pobreza por más de la mitad.

    • La desigualdad, medida a través del índice de Gini, también ha disminuido sustancialmente.
    • El índice ha caído hasta el 41 por ciento en 2008, desde 48,1 por ciento en 2003 y desde 47 por ciento en 1999. Esto representa una caída importante en la desigualdad.
    • El gasto social real (corregido por la inflación) por persona se ha incrementado por más de tres veces entre 1998 y 2006.
    • Entre 1998 y 2006, la mortalidad infantil disminuyó por más de un tercio. El número de doctores de atención primaria en el sector público se multiplicó por 12 veces entre 1999 y 2007, brindando así servicios de atención médica a millones de venezolanos que antes no tenían acceso a estos servicios.
    • Se han dado grandes avances en la educación, particularmente en la educación superior, con un incremento en los índices de escolarización en ese sector de más del doble entre los años escolares de 1999-2000 y 2007-2008.
    • El mercado laboral también ha registrado importantes mejoras durante la última década. El desempleo ha caído desde un 11,3 por ciento hasta el 7,8 por ciento. Durante la expansión actual se ha reducido en más de la mitad. Otros indicadores del mercado laboral también han registrado avances sustanciales.
    • Durante la última década, el número de beneficiarios del sistema de seguridad social

      aumentó por más del doble.

    • A lo largo de la década, la deuda pública total del gobierno ha disminuido desde 30,7 a 14,3 por ciento del PIB. La deuda pública externa se ha reducido en un mayor porcentaje, desde 25,6 a 9,8 por ciento del PIB.
    • La inflación se encuentra a un nivel similar que hace 10 años, finalizando el año pasado en 31,4 por ciento. Sin embargo, la inflación (medida en promedios trimestrales) registró un descenso durante el último semestre y probablemente continúe esa tendencia este año dadas las fuertes presiones deflacionarias a nivel mundial.


       

En 1992 la oligarquia le lamia las botas al Presidente Chavez para anularlo, lo mejor del caso es que tenian razon! Chavez salvo a Venezuela!

Observen el precio del petroleo venezolano en la IV Republica. Eso si era un regalo!

14 de abril de 2011

Para Agosto, el barril de petroleo a 150$

Oil Prices Look to Top $150 by Midsummer On Resilient Demand and MENA Turmoil


By Jason Simpkins, Managing Editor, Money Morning

Money Morning predicted in its 2011 Outlook series that oil prices would see $100 a barrel by summer. And that's proven to be true - but not entirely for the reasons we discussed.

In addition to the increased demand we talked about in January, violence in the Middle East and North Africa (MENA) has driven oil prices into the stratosphere. The price of light, sweet crude climbed above $112 a barrel last week, up more than 22% from where it started the year.

A recent pullback has driven prices back down to about $107 a barrel, but don't be fooled. Strong demand in emerging markets, a weak dollar, political turmoil in the MENA region, and a strong speculative sentiment will continue to push oil prices higher.

8 de abril de 2011

Daniel Santos

Un cantante excepcional

Más que "Inquieto Anacobero"

Miércoles 6 de abril de 2011 , por Hernando Calvo Ospina

La oligarquía hubiera deseado quemarlo, atizando la candela con sus discos. Los pequeños burgueses de izquierda lo trataron como otro "opio del pueblo". Es que era un cantor de la marginalidad, o sea, de las mayorías. Era rey para obreros, negros, desempleados, matones, amas de casa y putas. Sus boleros, guarachas, mambos y sones estuvieron en cumpleaños, bodas, fiestas de pueblo y bares de "mala muerte". Se le veneraba, por poco se le construyen altares.

Cuando al fin la intelectualidad que se decía revolucionaria incursionó en los barrios del "lumpen proletariado", trató de cambiarlo por la Nueva Trova. No pudo: era demasiado lenta y sin olor a calle. Entonces sucedió lo contrario: en muchos amaneceres de barrios chic, en apartamentos enmascarados como "progres", sus canciones pasaron a sonar junto a los Inti illimani y Pablo Milanés. Coreando "vive como yo vivo si quieres ser bohemio, de barra en barra, de trago en trago", expiaron culpas al sentirse cerca del pueblo.

Este era Daniel Santos, uno de los más excepcionales exponentes de los ritmos populares bailables del Caribe latino.

Un carpintero y una costurera lo trajeron a este mundo, un 5 de febrero de 1916, en Santurce, Puerto Rico. La miseria hogareña obligó a que dejara la escuela, y marchara a las calles a lustrar zapatos. Tenía nueve años cuando llegó con la familia a Nueva York. Como la pobreza no los dejaba, cinco años después se marchó del hogar para trabajar en lo que pudo, desde vender hielo y carbón, hasta limpiar calles y destapar cloacas. Como lo dijo en una canción, también llegó a ejercer de "músico, poeta y loco".

La leyenda cuenta que un día mientras se bañaba, cantaba. Su inspiración resonaba en la calle, justo cuando pasaba el integrante de un trío. En la puerta, envuelto en toalla, aceptó ser parte del grupo. Así empezó su vida de cantante. En 1938, en el "Cuban Casino" conoció al compositor puertorriqueño Pedro Flores, quien no sólo lo reclutó para su cuarteto sino que lo encaminó a la popularidad.

Cientos de artículos y crónicas se han escrito sobre él, además de libros y documentales fílmicos. (1) La inmensa mayoría se han centrado en su recorrido musical y en la desordenada vida que llevó, repleta de alcohol, mujeres y riñas. Bien han sabido guardar otro aspecto de su vida. Como se reservaron declaraciones como esta:

"Yo entro a cualquier barrio del mundo, porque en todos se habla un idioma común, el idioma de la pobreza, y aunque haya matones, tecatos, putas o contrabandistas, siempre me respetan. Para otros son barrios malos, para mí no. Yo sé lo que ha pasado esa gente porque yo nací así, qué carajo. Nací pobre y al pobre le echan la culpa de todo lo malo, pero eso no es así. Hay gente noble en esos lugares atestados de dolor (…) Yo conozco todos esos barrios de Latinoamérica, he estado en todas sus barras, me he dado el trago con todos sus borrachos (…) En estos lugares hay poco dinero, y donde hay poco dinero, hay delincuencia, hay necesidad, hay que robar. Esa es la realidad de esos sectores marginados que tanto han contribuido al desarrollo de la música popular latinoamericana…" (2)

Al ser Puerto Rico una colonia estadounidense, durante la Segunda Guerra Mundial miles de jóvenes debieron partir al frente. En 1941 Daniel grabó "Despedida", donde contaba la historia de un soldado que dejaba la novia y a su madre enferma. Era un tremendo éxito cuando el cantante sufría la misma situación. Al regresar, pasó a integrar el Partido Nacionalista de Puerto Rico, identificándose con el líder independentista Pedro Albizu Campos (1893-1965).

Por esta época interpretó una serie de canciones de alto contenido revolucionario, muchas con Pedro Ortiz Dávila "Davilita". Al mezclar tales letras con sabrosos ritmos bailables, el impacto fue inmediato y masivo. Pero ante la presión estadounidense "Hermano Boricua", "Himno y Bandera", "Patriotas", o "Yankee, go home" fueron rápidamente silenciadas por las radios. Y problemas con el FBI le trajo la militancia política a Daniel Santos.

Yankee go home (con Davilita)

Si mi pobre Puerto Rico

Es libre y es asociado

Por qué no lo han respetado,

Como se respeta a un socio

Cuando se habla del negocio,

Ese de la independencia (…).

¿Por qué no se llevan sus aviones?

¿Por qué no se llevan sus cañones?

¿Por qué no se llevan sus matones?

¡Y se van de aquí!

¡Fuera yankee, go home, fuera yankee! (…)

En varios países Daniel Santos estuvo encarcelado. Siempre se hace referencia a las riñas como motivo, y muy rara vez se cuenta que algunas tuvieron motivaciones políticas. En Nicaragua conoció la tenebrosa cárcel llamada el "hormiguero". Ahí fue a parar por no cumplir el contrato de cantar en un gran prostíbulo de la capital. Lo que no se dice como se debe, es que su negativa se debió a la presencia del dictador Anastasio Somoza.

En Republica Dominicana lo apresaron por reírse. Dicen que en una radio de Santo Domingo le contó un chiste al cantor mexicano Pedro Vargas sobre el dictador Leónidas Trujillo. Y ahí estaban prohibidas las carcajadas. Reír era atribución única del director, quien también era hermano del dictador. Los multaron con 50 dólares, Daniel no los quiso pagar y fue preso.

Fue en Cuba donde se le llamó "Inquieto Anacobero", en 1946, sobrenombre que lo acompañó toda su vida. (3) Dos años después, en La Habana, ingresó a cantar en la Sonora Matancera, y con ella se lanzó a la fama internacional. Sin cifras exactas, Cuba tuvo el record de haberlo visto más veces detenido. De nuevo los cronistas mencionan a las broncas en calles y bares como responsables. Se ha tratado de esconder que su apoyo público a los rebeldes liderados por Fidel Castro le disgustaba bastante al dictador Fulgencio Batista. Su inmensa popularidad lo salvaba de pasar muchos días tras las rejas. Y él reincidía.

Según la biografía publicada por la Fundación Nacional para la Cultura Popular de Puerto Rico, Daniel compuso y grabó la canción "Sierra Maestra" y se la envió a Fidel Castro. Ésta se volvería el himno del Movimiento 26 de Julio, y las transmisiones de la entonces clandestina Radio Rebelde se iniciaban con ella. (4)

Después del triunfo de la revolución cubana, Daniel retomó un estribillo que se cantaba por todas partes en Cuba, y le agregó su parte. Así le resultó una sabrosa guaracha, ese género musical cubano.

Si Fidel es comunista

Estribillo:

Si las cosas de Fidel

Son cosas de comunistas,

que me pongan en la lista,

que estoy de acuerdo con él.

Ha sabido defender a los pobres campesinos.

Hay escuelas, hay caminos, y hay felicidad con él.

Estoy de acuerdo con él,

Y no me importa un comino

Que me salen el camino cuando yo voy con Fidel

(Marcha):

Adelante, cubanos, que Cuba premiará nuestro heroísmo,

Pues somos soldados que vamos a la patria a liberar.

Limpiando con fuego que arrase con esa plaga infernal,

De gobernantes indeseables, y de tiranos insaciables

Que a Cuba han hundido en el mar.

Desde oriente hasta el Mariel,

El del pueblo, el campesino,

El blanco, el negro, el chino,

Todos están con Fidel.

Se presentará una vez un milagro en el destino,

Demos gracias al Divino que nos regaló a Fidel

También fue expulsado de Costa Rica, y no por cualquier motivo: fue parte de un gran problema diplomático. Justamente, por estar al lado de la delegación cubana que iba a participar de la VII Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, el 22 de agosto de 1960. Washington ya tenía todo listo para hacer expulsar a Cuba de ese organismo hemisférico. El ambiente oficial contra la delegación cubana era de hostilidad. La policía había intentado evitar que simpatizantes recibieran a los representantes en el aeropuerto, llegando a quitarles pancartas y banderas. El ministro cubano Raúl Roa debía estar en un acto de solidaridad con la revolución, el que había sido inicialmente autorizado. Allí el célebre Daniel Santos iba a cantar. Al salir hacia el lugar, se encontraron con un cordón policial que lo impedía, pues la autorización había sido retirada. Aun así, el ministro quiso pasar y por poco se le agrede. Faltó poco para que las armas de los policías y de la seguridad cubana fueran desenfundadas. Daniel Santos no solo no pudo cantar en defensa de la causa cubana, sino que fue expulsado del país. "La embajada cubana le ofreció hospitalidad, y al día siguiente regresó a La Habana". (5)

Aunque no volvió a interpretar canciones de contenido político, se asegura que su militancia en el movimiento independentista puertorriqueño continuó. Mientras en Miami, y durante muchos años, corrió un rumor. Se decía que aquello de no haber vuelto a Cuba desde 1963, después que "escuchó decir que Fidel estaba recogiendo los niños para adiestrarlos en la milicia", (6) había sido solo una coartada para esconder su colaboración con los servicios de seguridad cubanos. No sería de extrañar. No se conoce que hiciera declaraciones contra la Revolución.

Se relata que alguna vez en un concierto, ya con sus años encima, se dirigió al público en voz baja, y antes de comenzar a cantar dijo: "Dios me ha dado todos los regalos, menos la independencia de Puerto Rico."(7)

Murió en Ocala, Florida, el 27 de noviembre de 1992. Su cuerpo fue trasladado hasta su Borinquén, y enterrado en el cementerio de Santa María Magdalena, de la capital, cerca de las tumbas de Pedro Flores y Albizu Campos. De manera emblemática su sarcófago y el sepulcro fueron cubiertos con la bandera puertorriqueña.

Levanta Borinquen

No ruegues más Borinquén con palabras.

No ruegues más tu ansiada libertad.

Levanta y glorifica tu bandera

Que el mundo está cansado de esperar.

Enseña que tus hombres son valientes,

Enseñen que son hombres de verdad.

Si Cuba con valor fue a la manigua

Tú puedes irte al campo y al manglar.

Olvídate del dicho de la antigua

Que nada ya se saca con hablar

Levanta Borinquén

Despiértate ya.

Haz algo Borinquén por tu libertad.

¡Dame a mí un machete!

¡Dame a mí un manglar!

¡Que yo soy boricua y quiero ayudar!

Notas:

1) Libros: "La importancia de llamarse Daniel Santos", de Luis Rafael Sánchez; "El Inquieto Anacobero", de Salvador Garmendia. "Vengo a decirle adiós a los muchachos", de Josean Ramos. Documental: "Daniel Santos; para gozar en La Habana", de José Galiño y Lourdes Prieto, 2004, La Habana.

2) Tomado de: "Vengo a decirle adiós a los muchachos". Josean Ramos. 3ª. Edición. Sociedad de Autores Libres. Santurce, Puerto Rico, 1993.

3) "Anacobero", en lengua de los ñáñigos, de la hermandad afro-cubana Abakuá, significa "diablillo".

4) "Daniel Santos": http://www.prpop.org/biografias/d_b...

5) "La Conférence ministérielle." Gabriel Molina Franchossi. Granma, La Habana, 4 de febrero 2011.

6) "Daniel Santos" Ob.Cit.

7) "El Jefe: Daniel Santos." Humberto Valverde. http://www.herencialatina.com/Mulat... 

Para el texto:
http://hcalvospina.free.fr/spip.php?article336

6 de abril de 2011

Hay alguna duda sobre el caracter popular de las protestas en los paises del norte de Africa y el Medio Oriente?

Alerta Venezuela

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