Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.

31 de enero de 2022

4F: REGRESO AL FUTURO Federico Ruiz Tirado

Durante los últimos días de enero en la ciudad flotaban como pompas algunos signos aparentemente inconexos entre sí. En la esquina del barrio La Milagrosa, yendo hacia Los Chorros, quemaban cauchos y la policía estaba apostada cerca de un botiquín de estudiantes, poetas y ecologistas, cazando el momento de lanzar una lacrimógena que producía diarrea instantánea. Se dijo con sigilo, que el origen de los disturbios no era contra nada ni nadie en particular, que se trataba más bien de una suerte de festejo al aire libre por la reciente acción del Movimiento "Hombre Nuevo", liderado por Luis Belisario, de intentar destrabar las rejas del zoológico para liberar a los animales en cautiverio, incluidos dos tigres cuyos rugidos hacían eco en los recovecos de Campo de Oro.


Otro hecho fue el extravío de unos montañistas austriacos en la Sierra Nevada: se rumoraba que habían sido raptados, sin dejar rastro alguno, por los extraterrestres de la época, hipótesis que provocó urticaria en el gobernador copeyano Jesús Rondón Nucete y una ciega invocación a los santos, con misa y todo, de la aristocracia católica de la ciudad, en la voz de Baltazar Porras, quien en el 2002, dirigió con otro cura, el secuestro del Comandante Hugo Chávez en el golpe de estado ejecutado por las cúpulas empresariales, sindicales, un grupo de militares, los medios de comunicación, el gobierno gringo y la llamada sociedad civil del Este de Caracas.

También, como ramalazos del "Caracazo", los saqueos se incorporaron a la dinámica del comercio bajo un régimen de "regulación" entre los dueños de los abastos grandes y un puñito de la clase media profesional, que logró, con el antifaz de cierta irreverencia,  provisión de aceite de oliva, salchichas de pavo, desodorantes importados y, dependiendo de los niveles de osadía y gustos, whisky 18 años: conocí a varios "activistas" de esa cultura underground y universitaria que ejercían tal práctica con el rótulo de "antiimperialista", que cuarenta años después, hoy, alientan una invasión norteamericana a Venezuela y aplauden las medidas cohercitivas.

Yo vivía en un apartamento chiquito en la calle 2 Lora, cerca de la plaza Milla, donde un grupo de personas de izquierda  repartían volantes los sábados contra la injerencia imperial en el Golfo Pérsico y el bloqueo a Cuba. La profesora Clemencia Alzuru fue notable lideresa de esa gesta: años después celebró con vino espumante el ahorcamiento de Sadán Hussein y el ultraje de Gadafi -ambos sucesos televisados como espectáculos- y deseó públicamente la muerte de Hugo Chávez rematando con una fiesta en su residencia de Caracas el 5 de marzo del 2013. Avanzada en años y con síntomas de delirium, la profe Clemencia fue avistada en un hospital centinela en procura de la vacuna Sputnik para protegerse del virus asesino.

En ese año de 1992 yo daba vueltas en Mérida e iba a Barinas esperando el coñazo. Sabía del golpe a través de mi hermano Wladimir, Roger, Alí Rodríguez, Francisco Mieres. Nadie sabía la fecha. Chávez le había anunciado a Popeye que no pasaba de diciembre del 91, y Roger Capella bajó como 5 kilos debido a la incertidumbre, los cachetes se le espicharon por efectos de la conspiración.

El 4F y el "por ahora" de 1992 comenzaron para mi el 19 de mayo de 1979, cuando estuve con Hugo y Maneiro en Maracay y escuché por primera vez las palabras que años después armaron y desarmaron los acertijos y paradojas de la revolución iniciada en Venezuela desde los fuegos cruzados de la guerra independentista liderada por Simón Bolívar.

En el año 2012, hicimos un libro: "4F: Un puñado de pájaros contra la gran costumbre", expresión editorial de ese estallido que significó el "Por ahora", un juego cortaziano de memorias en el espejo infinito del tiempo no conceptualmente pensado, sino vivido y nacido de la imagen de Hugo Chávez, sembrada para siempre en la sensibilidad de los hijos del rayo del cuatro de febrero de mil novecientos noventa y dos.

GUERRA NO CONVENCIONAL EN LA ZONA GRIS: LA ‘OTAN CULTURAL’ Y LA OFENSIVA IMAGINACIONAL CONTRA RUSIA por José Negrón Valera por guerrasimbolica

 



Este 22 de febrero se cumplirán 76 años desde que el encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en Moscú, George Kennan, enviara a Washington lo que se conocería como el telegrama largo.

En la misiva, el diplomático explica desde su perspectiva "las fuentes de la conducta soviética", asentando con ello las bases de lo que se conoció como la política de contención de Estados Unidos frente a la nación euroasiática. Kennan, fundador del realismo político en las relaciones internacionales, consideró que la estrategia de contención debía ser "a largo plazo, paciente, pero firme y vigilante", preparada para un duelo de fuerzas "de duración infinita".Lo que el mundo atestigua en Ucrania, no es más que un capítulo más en esta estrategia de contención, ya no hacia la Unión Soviética, sino contra Rusia, país que decide hacer una política soberana e independiente de los designios de la OTAN y Washington. Queda claro que la contención no era hacia los valores "comunistas y marxistas", sino una respuesta natural de un aparato imperial que no acepta competencias y menos disensos de parte de otras naciones.

Zonas grises

Kennan consideraba que la forma en que debía desarrollarse la diplomacia de Estados Unidos no debía soportarse únicamente en el análisis militar de sus fuerzas rivales, sino en la caracterización cultural y psicológica de quienes clasificaba como sus adversarios.En 2016, en un documento titulado Guerra no convencional en la zona gris, el general Joseph L. Votel, comandante del Comando de Operaciones Especiales de EEUU, el teniente general retirado, Charles T. Cleveland, excomandante del Comando de Operaciones Especiales del Ejército, entre otros militares de alto rango, declararon que era tiempo de volver a Kennan, debido a que Estados Unidos a juicio de los autores, entraban a un período en el que las amenazas y las respuestas a esas amenazas se llevarían a cabo "en un segmento de la continuidad del conflicto que algunos denominan la zona gris".

Esta zona gris, estaría caracterizada como el espacio "en el continuo paz-conflicto" donde es posible atestiguar una "intensa competencia política, económica, informativa y militar, de naturaleza más ferviente que la diplomacia de estado normal, pero sin llegar a la guerra convencional".

GMTVotel y Cleveland, exponen que la doctrina y los métodos de lucha dentro de zona gris, se centran en la "población que se busca influir, persuadir e incluso cooptar", y todo ello sin declarar una guerra abierta y en los resquicios que permite la diplomacia.

Tomando a Kennan como referente, consideran que el objetivo es desarrollar una "guerra política", esto es "el empleo de todos los medios a disposición de una nación, salvo la guerra, para lograr sus objetivos nacionales", incluidas medidas abiertas como la propaganda blanca, las alianzas políticas y los programas económicos, así como también "operaciones encubiertas como el apoyo clandestino de elementos extranjeros 'amigos', la guerra psicológica 'negra' e incluso el fomento de la resistencia clandestina en Estados hostiles".

Votel y Cleveland, van más allá. Explican que la doctrina de Kennan necesita una arista adicional si quiere vencer en la guerra política, por tanto hablan de darle tareas a "las pequeñas fuerzas de operaciones especiales" (o SOF, Small Special Operation Force), debido a que estas operan con baja visibilidad y en áreas políticamente sensibles, proveyendo a los tomadores de decisiones militares de Estados Unidos "opciones estratégicas para proteger y promover los intereses nacionales sin comprometer fuerzas de combate importantes en costosas operaciones de contingencia a largo plazo".

Estas SOF se apoyarían en "el Estado local o socios no estatales y población nativa" para adelantar una "guerra especial" con las siguientes características:

-Estabilizar o desestabilizar el régimen objetivo.

-Con un esfuerzo principal brindado por los socios locales.

-Donde las fuerzas estadounidenses mantendrían una huella pequeña (o nula) en el país.

-Definido como un conflicto de larga duración que requeriría un extenso trabajo preparatorio que se mida mejor en meses (o años) que en días.

-Con una intensa cooperación interinstitucional; los elementos del Departamento de Defensa (DOD) pueden estar subordinados al Departamento de Estado o a la Agencia Central de Inteligencia.

-Emplearía métodos de "guerra política" para movilizar, neutralizar o integrar individuos o grupos desde los niveles tácticos hasta los estratégicos

Con el fin de tener éxito en esa guerra política, las SOF deberían poseer "una comprensión profunda" de la teoría, conceptos y métodos necesarios para influir en los movimientos sociales a la vez que genera influencia y moviliza la voluntad de la población local.

Para ello, según Votel y Cleveland, las Pequeñas Fuerzas de Operaciones Especiales debían formarse en los siguientes campos del conocimiento: Teoría del movimiento social, historia regional, estudios culturales y dominio del idioma, herramientas y métodos cibernéticos, operaciones de influencia, habilidades de negociación y mediación, dinámica de la movilización popular, subversión y guerra política, análisis de redes sociales y análisis sociocultural.

"Los planificadores y operadores más demandados en esta difícil tarea serán aquellos capaces de pensar crítica y creativamente, guerreros sin obstáculos, sin necesidad de orientación continua y detallada. Dichos operadores especiales serán los más capaces de realizar tareas de guerra no convencional críticas bajo condiciones políticamente delicadas, asegurando que puedan servir, en la tradición de sus predecesores guerreros-diplomáticos", concluyen Votel y Cleveland.

La cultura: esa zona gris de la guerra contra Rusia

Caracterizar la zona gris no es lo mismo que hacerla visible. En la actual fase de agresión contra Rusia que se desarrolla en los territorios exsoviéticos se está haciendo patente que la guerra no es solo militar, sino que lleva tiempo librándose en el plano imaginacional, es decir en un territorio simbólico que utiliza los modernos sistemas de comunicación para modelar la mente colectiva.

La demonización de Rusia y su conversión en el enemigo natural de Estados Unidos y de Occidente no es nueva, pero ha tomado matices alarmantes.Como lo ha demostrado el académico Jason Denaburg, en un profundo análisis sobre la construcción del "carácter ruso" en el imaginario popular de Norteamérica desde 1946, "la mayoría de los estadounidenses nunca ha estado en Rusia o ha conocido a rusos", por lo que su "comprensión de Rusia proviene de aparatos informativos como los medios de comunicación y las instituciones educativas".

El "carácter nacional ruso" para el público estadounidense y su cultura popular se caracteriza por dos aristas: es "amenazante e inferior".

Esto por supuesto cumple una misión para el establishment norteamericano que controla los medios corporativos de difusión y producción de contenidos.

"Imaginar a los rusos como inferiores", comenta Denaburg, "construye un carácter estadounidense superior correspondiente, e implica que los estadounidenses no solo pueden sino que deben contrarrestar a Rusia.

Durante más de un siglo, esta caracterización de Rusia y los rusos ha justificado una expansión constante del poder estadounidense en todo el mundo", apunta el académico.Imaginar y construir un enemigo para los fines de control y expansión política ha sido una necesidad permanente de Estados Unidos.

El politólogo Carl Schmitt argumentaba que "construir un enemigo" no solo es necesario, sino vital para poder consolidar el poder nacional.

Schmitt reflexiona que "tener un enemigo político es esencial para la generación de significado y misión a nivel nacional". Solo de esta forma "una nación se convierte en un Estado total, es decir, cuando canaliza las 'energías vitales' de sus ciudadanos en apoyo de una agenda política. Una vez que una sociedad abraza plenamente esta agenda, necesariamente acepta y reproduce las percepciones dominantes del enemigo", explica.

Queda explícito el objetivo por el cual la élite militar y financiera de Estados Unidos ha creado sus enemigos para avanzar en sus estrategias de control global.Ya fuese la guerra contra las drogas, contra el terrorismo, contra el comunismo, Washington ha necesitado emplear los recursos imaginacionales para obligar a sus ciudadanos a embarcarse en guerras que solo interesa a los poderosos grupos económicos de ese país.

Con la utilización de las series de televisión, de las películas, de las editoriales pagadas en diarios masivos, y ahora con el posicionamiento de etiquetas y medias verdades que viajan a la velocidad de un meme y de algoritmos que privilegian contenidos de derecha, Rusia resurge como un enemigo que amenaza la existencia misma del modo de estilo estadounidense.

Si Estados Unidos quiere llevar adelante su espíritu nacional, esto quiere decir expandirse hacia todas las regiones del mundo e imponer su modelo de vida y consumo, es necesario que las amenazas y esta violencia sea creíble y palpable, y para ello deben sembrar la semilla del estereotipo a estigmatizar el imaginario.

En su vasta investigación titulada ¿Quién pagó? La CIA y la Guerra Fría CulturalFrances Stonor Saunders detalla cómo la CIA se comportó como el "Ministerio de Cultura de Estados Unidos", financiando a artistas y escritores de Norteamérica y Europa para dirigir e influenciar sus producciones artísticas y literarias.Como una verdadera OTAN Cultural se comportó dicha organización durante todo el siglo XX a juicio de James Petras, siempre con la intención de poner un freno a la expansión cultural de Rusia en el hemisferio occidental.

Los artistas y escritores cooptados "tenían plena libertad para defender los valores culturales y políticos occidentales, atacar al totalitarismo estalinista y andaban con mucho cuidado cuando se trataba del racismo o el imperialismo de los Estados Unidos", comenta Petras.

La herencia de este proceder es expuesta por el activista político David Swanson, al explicar cómo el Pentágono y la CIA han convertido miles de películas de Hollywood en propaganda.

Swanson llama a estar muy atentos al lanzamiento este 14 de febrero de un documental titulado Teatros de Guerra: cómo el Pentágono y la CIA tomaron Hollywood, dónde los investigadores Tom Secker y Mathew Alford lograron recopilar cerca de 4.000 páginas de documentos desclasificados."

Estos documentos demuestran por primera vez que el Gobierno de los EEUU ha trabajado tras bambalinas en más de 800 películas importantes y más de 1.000 títulos de televisión", comentan los investigadores.

Sin embargo, las revelaciones son más escabrosas y parecen darle la razón a Dicko Cisse, un experto en guerra psicológica de la novela Reyes y dinosaurios, cuando afirma "si quieres saber cuál será la próxima guerra, solo basta con ver la marquesina de los cines".

"Cuando un escritor o productor de Hollywood se acerca al Pentágono y solicita acceso a recursos militares para ayudar a hacer su película, debe enviar su guión a las oficinas de enlace de entretenimiento para que lo investiguen. En última instancia, el hombre con la última palabra es Phil Strub, jefe de enlace del Hollywood del Departamento de Defensa (DOD), que ha estado a la cabeza de este departamento anteriormente semisecreto que data de 1989. Si hay personajes, acciones o diálogos que el Departamento de Defensa no aprueba, entonces el realizador tiene que hacer cambios para adaptarse a las demandas de los militares. Si se niegan, el Pentágono empaca sus juguetes y se va a casa. Para obtener una cooperación total, los productores tienen que firmar contratos, llamados Acuerdos de Asistencia de Producción, que los encierran en el uso de una versión del guión aprobada por militares", detallan Secker y Alford.

La zona gris en que se convierte el modelado de la mente colectiva, permite al Pentágono permisar en el imaginario la derrota o muerte de sus considerados enemigos, mucho antes que se suceda en el "teatro de operaciones real".

Sus "pequeñas fuerzas especiales", ejércitos de productores, guionistas y directores, desplegados a lo largo y ancho del planeta vía streaming, aprietan el gatillo, una y otra vez en un subconsciente que está demostrado, no distingue lo real de lo que no.

La eficacia y potencia que le presta las redes sociales y las aplicaciones digitales a la guerra imaginacional, hacen que esta bélica zona gris que ha desplegado Estados Unidos contra Rusia se vuelva sumamente peligrosa."Los rusos son los mejores villanos desde los nazis", espetan sin el menor reparo en la serie de televisión estadounidense GLOW. Y es apenas, un ejemplo, de los cientos que podríamos citar sobre cómo el aparato de guerra más perfecto jamás inventado, sigue sembrando en el inconsciente global una rusofobia de la cual no parece haberse enterado las organizaciones internacionales de derechos humanos.

Al igual como pasó en Ruanda, y más reciente en el caso venezolano, se alienta la construcción y estigmatización de una sociedad entera, tan solo para cumplir con el objetivo de avanzar en planes geopolíticos.Si un Tribunal Penal Internacional juzgó como crímenes de lesa humanidad a quienes en Ruanda usaron medios de difusión masivos como la radio, para promover discursos de odio y persecución contra sus adversarios étnicos, ¿no debería reservarse el mismo tratamiento para quienes sistemáticamente se encargan de impulsar la misma agenda de estigmatización y enseñamiento cultural, desde el poder que brinda la monopolización de las redes de producción y difusión de contenido?

Fuente: https://mundo.sputniknews.com/20220130/guerra-no-convencional-en-la-zona-gris-la-otan-cultural-y-la-ofensiva-imaginacional-contra-rusia-1120932152.html

U.S. Government Pays Big Money for Bad News About Cuba

 

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The cruder U.S. methods for destroying Cuba’s revolutionary government—military attacks, bombings of hotels and a fully-loaded airplane, violent attacks on officials, biological warfare—did not work. Nor has economic blockade, which of course continues. A more subtle approach also exists. Like the blockade, its purpose is to cause despair and then dissent.

U.S. officials pay for the collection of bad news about Cuba’s revolutionary government and for its dissemination within Cuba and to news outlets abroad. U.S. paymasters provide money to agents for delivery to opponents of Cuba’s government, real or imagined, in Cuba and elsewhere. The recipients find or devise information unfavorable to Cuba’s image and spread it. Cubans’ well-founded complaints about shortages, bureaucracy, low wages, and living with the pandemic become news items.

The groups transferring the money from the United States to disgruntled elements in Cuba and elsewhere are key to the entire operation. One recalls the “bagman” who in certain U.S. cities deliver pay-offs from point to point within a criminal network. These groups transferring money—as authorized by the Helms Burton law of 1996—are bagmen for imperialism.

An odor of criminality is sensed. To interfere with Cuba’s conduct of its own affairs violates norms of international law relating to national sovereignty. And it turns out that, as of 2011, “Accusations of fraud, reckless distribution of funds, and diversion of monies to stateside anti-Cuban groups have prompted temporary stays in disbursement of funds.”

The National Endowment for Democracy (NED) is one of two big U.S. paymasters. Founded in 1983, it’s a non-governmental organization funded exclusively by the U.S. Congress. The projects funded by the NED are similar to those formerly undertaken by the CIA.

The Cuban Communist Party’s Granma newspaper on Jan. 18, 2022 presented a list published on the NED website on Feb. 23, 2021. Groups are named “which received funding to intervene in Cuba during the year 2020, with sums ranging from 20,000 to 650,000 dollars.”

The list includes 42 groups; the total amount dispensed was $5,a077,788. Below appears a short list. It contains the names of groups receiving $146,360 or more, the amount of money each one did receive, its home base, and the supposed shortcoming in Cuba needing to be fixed.

The top recipients of NED funds were:

  • Cubalex: $150,000 – Memphis, Tenn. (human rights)
  • National Democratic Institute for International Affairs (NDI): $500,000 – Washington, D.C. (gender rights)
  • Observatorio Cubano de Derechos Humanos: $150,000 – Madrid (human rights)
  • Asociacion Diario de Cuba: $215,000 – Madrid (access to information)
  • Instituto Cubano por la Libertad de Expresion y Prensa: $146,360 – Hialeah, Fla. (access to information)
  • Cuban Democratic Directorate: $650,000 – Miami (access to information)
  • Center for International Private Enterprise (CIPE): $309,766 – Washington, D.C. (private sector needing support)
  • Clovek v tisni, o.p.s. (People in Need): $150,882 – Prague (access to information)
  • Grupo Internacional para la Responsabilidad Social Corporativa en Cuba: $230,000 – Miami (labor rights)

The State Department’s U.S. Agency for International Development (USAID) is another paymaster. On Oct. 23, 2021, journalist Tracey Eaton’s “Cuba Money Project” website reported on disbursements USAID announced during the previous month. The total being delivered to 12 organizations was $6,669,000. The list, constructed like the list above, includes:

  • International Republican Institute: $1,006,895 – Washington, D.C. (human rights)
  • Pan American Development Foundation: $800,000 – Washington, D.C. (labor exploitation)
  • Foundation for Human Rights in Cuba: $717,000 – Miami (medical workers exploited)
  • Digital News Association: $604,920 (military abuse)
  • Grupo de Apoyo a la Democracia: $625,000 – Miami (political prisoners)
  • International Institute on Race, Equality and Human Rights: $546,00 – Washington, D.C. (human rights and racism)
  • Victims of Communism Memorial Foundation: $545,573 – Washington, D.C. (democracy)
  • Directorio Democrático Cubano: $520,179 – Miami (tourist workers exploited)
  • Outreach Aid to the Americas: $500,000 – Miami (humanitarian crisis)
  • Cubanet News: $408,003 – Coral Gables (tourist workers exploited)
  • Observatorio Cubano de Derechos Humanos: $250,000 – Madrid (political prisoners)
  • Libertatis: $166,430 – Houston, Texas (human rights)

Cubans in many cities, predominantly young people, took to the streets on July 11, 2021. They were protesting shortages of medical supplies, food, and other goods; the failure of remittances from abroad to arrive; and, in some instances, racial discrimination. Arrests and detentions followed and, more recently, trials and prison sentences. Social media played a major role in mobilizing the protesters and subsequently in disseminating news of arrests, injuries, property damage, and reaction from abroad.

As with social media trial runs in earlier anti-Cuban propaganda campaigns, some of the U.S. government funds delivered by the intermediaries were undoubtedly earmarked for expanding the role of social media in recruiting protesters and in publicizing adverse fallout.

As bad news from Cuba makes its way to anti-Cuban politicians in the United States and Europe, it takes on added value. New pretexts crop up for administrative actions and legislation that, aimed at destabilization in Cuba, imposes sanctions and tightens blockade rules. These in turn generate reports of new grief in Cuba.

Secretary of State Antony Blinken recently responded to the trials of some of the July 11 protest leaders and the resulting prison terms by announcing visa restrictions against eight Cuban officials. A legislative proposal recently introduced by South Florida congresspersons calls upon President Joe Biden to urge the United Nations to issue sanctions against Cuba. The bill’s title is “Atrocities and Genocide in Cuba.”

The story here is about siege socialism. In his Blackshirts and Reds, Michael Parenti shows Russian revolutionaries under Lenin cutting back on their aspirations due to pressures of civil war and invasion by capitalist nations: “[I]n May 1921, the same Lenin who had encouraged the practice of internal party democracy and struggled…to give the trade unions a greater measure of autonomy, now called for an end to the Workers’ Opposition and other factional groups within the party.”

Fidel Castro once offered a vivid characterization of a socialist society faltering under enemy attacks while being advertised, by those enemies, as the best that socialists can do—as if peaceful circumstances did prevail. He declared that, “For 40 years you try to strangle us. And then you criticize us for the way we breathe.”

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W.T. Whitney Jr. is a political journalist whose focus is on Latin America, health care, and anti-racism. A Cuba solidarity activist, he formerly worked as a pediatrician, lives in rural Maine. W.T. Whitney Jr. es un periodista político cuyo enfoque está en América Latina, la atención médica y el antirracismo. Activista solidario con Cuba, anteriormente trabajó como pediatra, vive en la zona rural de Maine.

Featured image is from Silent Crow News

EN MEMORIA DE HOWARD ZINN. ENTREVISTA A KEEANGA-YAMAHTTA TAYLOR por Daniel Denvir por guerrasimbolica

 

El 27 de enero de 2010 falleció Howard Zinn, historiador marxista estadounidense. Recordamos su recorrido como intelectual público y sus contribuciones a la elaboración de una historia desde abajo.

El historiador Howard Zinn falleció un día como [27 de enero] hoy en 2010. Su forma de transmitir sus ideas más allá de la academia y su participación activa en los movimientos sociales hacen que siga siendo un modelo para los intelectuales de izquierda.

Mientras enseñaba en Spelman, instituto de humanidades para mujeres de Atlanta, Zinn ayudó a organizar el movimiento estudiantil de sentadas por los derechos civiles. Durante la guerra de Vietnam viajó a Hanói a recibir a los prisioneros estadounidenses derribados por los vietnamitas del norte. Y además publicó La otra historia de los Estados Unidos, libro que llevó a muchos lectores a descubrir por primera vez las mentiras que esconde el mito fundacional de inocencia y meritocracia de los Estados Unidos.

Como escribió Eric Foner en un obituario del Nation, «Pocos historiadores lograron alcanzar una audiencia no académica tan amplia. Quienes lo hacen suelen escribir historia monumental, esas obras que celebran a los grandes hombres o los acontecimientos heroicos del país. La historia de Zinn era distinta. […] El público de Zinn aprendió sobre las luchas cotidianas de los estadounidenses que se movilizaron por justicia, igualdad y poder». Sigue Foner,

Siempre me sorprende la cantidad de estudiantes de historia que terminan destacándose y que encontraron la primera chispa de su pasión por el pasado en la lectura de Howard Zinn. Está claro que a veces su interpretación tendía a una visión maniquea, un relato demasiado simplificado de la lucha entre las fuerzas de la luz y la oscuridad. Pero La otra historia… contiene una enseñanza estimulante y saludable: que a pesar de tanta represión, si Estados Unidos tiene una historia que celebrar, debemos buscarla en los movimientos sociales que lo convirtieron en un país mejor.

Keeanga-Yamahtta Taylor, profesora de Estudios afroamericanos en la Universidad de Princeton, escribió el prólogo a la nueva edición de You Can’t Be Neutral on a Moving Train, autobiografía de Zinn. Daniel Denvir conversó con Taylor sobre la vida y el legado del historiador en su podcast the Dig.

Keeanga-Yamahtta Taylor

En tu prólogo escribiste, «El poder de Howard Zinn como escritor eclipsó la fascinante historia de su participación en esos grandes movimientos sociales». ¿Qué destacarías de los distintos roles que Zinn jugó en tantas décadas de izquierda estadounidense?

Es probable que los dos episodios más interesantes, y tal vez los más importantes en su formación, hayan sido su participación en el Movimiento por los derechos civiles y su compromiso con el movimiento en contra de la guerra de Vietnam, que en cierto sentido fue una conclusión de su desempeño como piloto de bombardero en la Segunda Guerra Mundial. El primer episodio tal vez sorprenda a mucha gente, pues Zinn suele ser reconocido por haber escrito Otra historia… Pero en realidad, todo el marco teórico de ese libro —estudiar la historia desde abajo— viene de su participación en aquel movimiento.

Zinn fue parte del trabajo cotidiano y de base del movimiento sureño, muchas veces opacado cuando ensalzamos la figura de Martin Luther King, las grandes marchas y las confrontaciones espectaculares de la época. Nuestro historiador estuvo involucrado en muchas confrontaciones que no tuvieron tanta prensa. Su libro nos enseña justamente que el movimiento se mantuvo unido por las acciones de esos activistas comunes y corrientes, personas que estaban dispuestas a perder todo (incluso su vida), pero que aprendieron en el proceso y lograron sobreponerse a los altibajos que afectan a todos los movimientos sociales. De ese modo, no solo transformaron la realidad del Sur, sino que también se transformaron a sí mismos.

Pasado cierto tiempo, el Sur fue incapaz de conservar la legislación de Jim Crow porque las personas negras se negaron a ser gobernadas así. Zinn nos brinda una cartografía detallada del proceso a través del cual estas personas pasaron del miedo a la conciencia de que eran las únicas capaces de transformar sus condiciones de vida. Todo eso conlleva una importante cuota de sacrificio, pero también de heroísmo, además de muchas enseñanzas importantes para quienes abordan en la actualidad la cuestión de los movimientos sociales, sus métodos de trabajo y su posible efectividad.

El eje que puso en la vida cotidiana de las personas no solo brinda una perspectiva más compleja de la historia, sino que también desmitifica el eterno dilema que enfrentamos quienes interrogamos la realidad del mundo: «¿Cómo es posible que algo cambie?». Zinn quita el velo de ese misterio y desmiente los mitos fundamentales de la historia de Estados Unidos, es decir, que el motor de cambio son las acciones de los hombres blancos y de las instituciones que reinan en nuestra gran democracia.

No basta con decir, «Bueno, eso no es tan así» o «La historia es más compleja». Zinn da vuelta el esquema y pone en el centro las vidas de esos millones de personas comunes que suelen ser invisibles en los libros de historia, como un modo de mostrar que el cambio es complejo y difícil, pero que las capacidades y la inteligencia de la gente común hacen que siempre sea posible. No es un milagro y no es magia. Son todas esas luchas pequeñas las que a veces logran convertirse en luchas más grandes. En muchos casos fracasan, incluso nos hacen retroceder. Pero la presión constante que ejercen las condiciones sociales sobre las vidas de las personas siempre las fuerzan a avanzar.

En última instancia, eso hace posible que ciertos militantes más radicalizados decidan organizarse, aprender del pasado, estudiar la historia como un modo de aportar al desarrollo de sus estrategias y tácticas en el marco de los movimientos sociales. Por eso el libro de Zinn, siendo tan dinámico y vital, suele tener mucho más sentido que las historias típicas que nos cuentan de arriba y que siempre están cubiertas por un velo de misterio. Zinn plantea una ruptura nítida con todos esos enfoques.

También escribiste que Zinn no solo convierte a las personas comunes en protagonistas de su historia, sino que otorga mucha importancia a los acontecimientos corrientes. En un momento leemos que su historia aborda el impacto de las acciones políticas de un modo no convencional.

Por ejemplo, la forma en que analiza el «fracaso» del Movimiento por los derechos civiles en Albany (Georgia) en 1961-1962 y la decepción de las primeras movilizaciones contra la guerra de Vietnam de 1965. ¿Qué pensaba Zinn de estos movimientos de izquierda aparentemente «fallidos»?

En primer lugar, hay que entender la importancia de esa observación, pues muchas personas no tan familiarizadas con la organización política, por causas ajenas a su voluntad, no saben que los intentos fallidos suelen ser los que impulsan las victorias más importantes. Las grandes movilizaciones —esto también vale para los años 1960— no caen del cielo. Deben ser construidas y organizadas.

A veces solemos perder de vista este hecho, sobre todo cuando intervienen fundaciones que bajan mucha plata y gestionan muchos recursos. Pero el problema es siempre el mismo: si eso no está conectado con una organización o con un proceso real, aun si tal vez sirva para llamar la atención sobre un tema particular, no generará los medios para solucionarlo y no logrará perdurar.

Zinn está intentando hacer dos cosas. Una es sintetizar el modo en que se desarrolla la conciencia. El caso de Albany siempre es presentado como un ejemplo de fracaso del Movimiento por los derechos civiles por no haber promovido el tipo de espectáculo sobre el que se apoyaba Martin Luther King para convocar a la prensa y llamar la atención del gobierno federal, siempre con el fin de presionarlos, en última instancia, para que forzaran a las autoridades del Sur a adecuarse a las leyes federales. En Albany, el sheriff detuvo a todo el mundo sin provocar mayores disturbios y fue elogiado por no golpear a los activistas locales.

Por ese motivo suele ser considerada una campaña infructuosa en comparación con Selma, Birmingham u otras victorias bien conocidas. Pero como participante del movimiento de Albany, Zinn planteó otra perspectiva: reconoció que la participación local en las actividades del movimiento, que implicaba superar el miedo enorme, a veces incapacitante, que infundían los sectores políticos, legales y económicos dominantes de esa ciudad, sin llegar a ser una «victoria», conllevó la transformación de sus protagonistas. Superaron el miedo. Y eso los colocaba a medio camino de la victoria. Porque la mantención del statu quo promovida por los sectores políticos dominantes de esa ciudad y del Sur dependía de ese miedo, cultivado durante largas décadas de violencia. Vencer el miedo y darse cuenta de que era realmente posible transformar la realidad: eso fue una victoria.

Entonces, la pregunta más importante es, ¿cómo hacen las personas para sobreponerse a esa reticencia que surge de la idea de que es imposible transformar sus propias condiciones de vida? Ese es el elemento fundamental de la conciencia: esa voluntad, no solo de participar en una que otra marcha, sino de involucrarse completamente en un movimiento social y en un proyecto político que apunta a transformar la realidad.

En el caso de Vietnam, Zinn relata la frustración de las primeras manifestaciones, que no lograron convocatorias amplias. Unos cuantos cientos de personas en la calle no eran suficientes para desafiar la máquina de guerra estadounidense. Entonces, hace avanzar a los lectores por dos caminos.

En primer lugar, muestra que, durante cierto tiempo, los militantes pueden realizar actividades que contribuyen a generar un proceso de organización más efectivo. La gente aprende a hacer correr la voz antes de emprender una acción particular. Con el tiempo, se desarrollan relaciones que posibilitan llegar a una audiencia más amplia que al principio.

Pero también hay en juego factores sociales que no tienen nada que ver con la experiencia organizativa. Pensar que solo los militantes son capaces de convocar a la existencia grandes movilizaciones de masas es pecar de voluntarismo. Esos movimientos toman forma en función de fuerzas que están fuera de todo control.

Pero esa es la utilidad del libro de Zinn. Explica que el cambio social es una combinación de factores objetivos y subjetivos. Y el cambio es posible solo cuando nos ponemos en una posición que permite aprovechar las circunstancias, aunque eso no siempre depende de nosotros.

Por ejemplo, la aceleración de la guerra de Vietnam es un factor que impulsó el crecimiento del movimiento antiguerra. Pero si fue posible aprovechar esa situación, fue a causa de que existían militantes y activistas comprometidos desde el principio. Tuvo que haber alguien dispuesto a organizar las conclusiones que habían sacado esos movimientos de los que participó Zinn. De esa manera, vemos todos los elementos distintos que entran en juego cuando se trata de generar las condiciones de un movimiento efectivo.

Zinn pudo haber escrito una autobiografía de mil páginas. Pero optó por escribir un libro modesto, de doscientas páginas. En esas páginas pone el eje en todas estas campañas que estamos comentando. Porque no escribe para ensalzar su propia figura: escribe para transmitir su experiencia a una nueva generación de activistas, de personas que tarde o temprano se movilizarán y llegarán a preguntarse, «¿Qué hacemos? ¿Cómo hacemos?». No existe ninguna prescripción ni mapa certero que permita construir un movimiento exitoso, pero la historia de las organizaciones nos enseña ciertas cosas, sobre todo, nos muestra cómo cambia la conciencia y cómo la convergencia de muchos factores es capaz de crear las condiciones para que un movimiento de gente común y corriente reúna suficiente poder como para transformar una situación.

Durante el período en que participó del movimiento de Albany, Zinn fue profesor en Spelman, una institución de humanidades para mujeres negras. Fue un modelo de intelectual público de izquierda comprometido con el mundo político. Veo que es una posición que decidiste adoptar. ¿Qué podrías decirnos de tu rol de intelectual pública y qué aprendiste de Zinn?

«Intelectual público» es un término equívoco. Zinn fue participante activo de un movimiento social y enseñó en un instituto de mujeres negras del Sur en un momento en que las estudiantes buscaban medios de participación efectivos. Entonces, decidió comprometerse, en las aulas y a nivel más general, a tal punto que perdió su trabajo. Lo despidieron de Spelman. Cuando fue a la Universidad de Boston y empezó a hablar y a organizarse en contra de la guerra, John Silber, presidente de la universidad, también intentó echarlo.

En fin, es un nivel de compromiso y de sacrificio raro entre esas personas que solemos definir como «intelectuales públicos». Zinn utilizó su posición de profesor para escribir artículos que publicaba en el New York Times y en el Nation y que contribuían a visibilizar la política del movimiento y a encuadrarla en un momento en que el discurso dominante sostenía que los activistas por los derechos civiles estaban pidiendo demasiado.

En su libro cuenta lo que les decía a sus estudiantes: que él no era una persona neutra, que no todas las ideas tienen el mismo peso y que los niveles de injusticia y desigualdad del mundo exigían un posicionamiento firme. Ese posicionamiento debía estar anclado en los hechos, en la historia. Pero la vida es demasiado corta como para ser tibios. Es necesario tomar posición y luchar.

Yo creo que esa es una enseñanza muy importante. Es la ética con la que entro al aula. Tenemos que confrontar respetuosamente nuestras ideas, pero la historia también está hecha de puntos de vista. Todo el tiempo estoy tratando de responder, junto a otros compañeros, a las mismas preguntas: ¿Cómo podemos ganar? ¿Cuál es el método más efectivo para que ganen los oprimidos, la clase obrera, los negros, los inmigrantes, es decir, los nuestros? ¿Cómo hacemos para triunfar en la lucha por la supervivencia del planeta?

Cuando uno entiende los intereses que están en juego, es muy difícil mantenerse en una posición neutra. Estamos hablando de la supervivencia del planeta y de nuestra especie. Eso implica una respuesta urgente. Me gustaría que, mientras todavía estoy dando clases, surja un movimiento de peso, suficientemente importante y amplio, en el que pueda participar activamente.

Sin embargo, después de la marcha de mujeres, citaste a Zinn para decir que los militantes más radicalizados no deberían agarrárselas con los liberales por la tibieza de sus métodos. Aclaraste que fue la experiencia de confrontación con la policía en una marcha la que terminó radicalizando a Zinn.

Es una enseñanza clave. Zinn creía que todos eran capaces de llegar a conclusiones radicales, y que no se puede descartar a nadie, porque cada uno llega a esas conclusiones en función de su experiencia personal.

Hay personas que leen a Zinn y dicen, «Perfecto, esto tiene sentido. Soy socialista». Probablemente no sean pocas. Pero por cada persona que hace esa experiencia, hay cientos que ni siquiera leen el libro, que todos los días intentan dar lo mejor de sí mismas en su vida cotidiana y que solo llegan a posiciones radicales cuando identifican una brecha entre las posibilidades que supuestamente ofrece este país y la realidad. En esa brecha emerge la cuestión de la disparidad entre la idea de que este es el mejor país del mundo si uno se esfuerza y el hecho de que muchísimas personas se esfuerzan y no son exitosas. Entonces, no se puede descartar a nadie.

La mayor parte de las personas que terminan adoptando posiciones de izquierda más radicalizadas —si no todas— empiezan siendo liberales. Comienzan teniendo ilusiones liberales en la capacidad de las instituciones estatales estadounidenses para solucionar los problemas del país. Es solo a través de la experiencia del fracaso repetido de esas instituciones que empiezan a plantearse cuestiones más profundas. ¿Por qué todavía tenemos que luchar contra una policía que asesina negros? ¿Por qué hubo tanta especulación y polémica cuando hubo que definir si Jason Van Dyke había matado a Laquan McDonald? Todos vimos que el tipo disparó dieciséis veces sobre el cuerpo del niño, pero dudábamos sobre si debía ser acusado o no del crimen. Así que es ese fracaso permanente de nuestras instituciones lo que abre la posibilidad de pensar el cambio de otra forma.

Si simplemente descartamos a todas esas personas porque no llegan a las conclusiones a las que llegamos nosotros, no estamos hablando de construir un movimiento de masas. Estamos hablando de un grupo de amigos que piensa lo mismo y que está dispuesto a poner toda su energía en el cambio social. Pero las cosas no suceden de esa manera. Si estamos hablando de transformar la sociedad estadounidense en una sociedad democrática, eso implica un movimiento de masas, y un movimiento de masas implica transformar la conciencia y las ideas de las personas.

El cuestionamiento profundo de la organización de la sociedad estadounidense está desplegándose ante nuestra mirada. Podemos señalar el levantamiento de Ferguson, el levantamiento de Baltimore, los trece millones de personas que votaron por el socialista declarado Bernie Sanders y el notable crecimiento de Democratic Socialists of America. Son muchos los factores que apuntan a la existencia de una radicalización en curso en los Estados Unidos. En ese movimiento hay muchas personas que solían tener ilusiones liberales. Esas ideas también cambian.

Si nosotros, que pensamos mucho este tema y llegamos a conclusiones distintas, nos contentamos con descartar a esas personas por no haber llegado a tiempo a las mismas ideas, entonces nunca construiremos ni desarrollaremos el tipo de movimiento necesario para transformar realmente los Estados Unidos, y no solo remedarlo en tal o cual punto.

Traducción: Valentín Huarte.

Imagen Fuente: Jacobin América Latina [Foto: Howard Zinn en Los Angeles, en el año 2000 (Slobodandimitrov / Wikimedia Commons)]

Fuente: https://jacobinlat.com/2022/01/27/en-memoria-de-howard-zinn/

EN MEMORIA DE HOWARD ZINN. ENTREVISTA A KEEANGA-YAMAHTTA TAYLOR por Daniel Denvir

por guerrasimbolica

EL NUEVO FEUDALISMO DIGITAL Y SU CARÁCTER OLIGOPÓLICO por Cándido Marquesán Millán por guerrasimbolica

 

Que la revolución tecnológica basada en Internet es probablemente la más importante de la historia parece evidente y que podría servirnos para un gran avance en nuestra sociedad: reducción horas de trabajo, conservación del medio ambiente, profundización de la democracia, potenciar las relaciones humanas, erradicación de la pobreza y de pandemias, etc. Y, sin embargo, por primera vez en la historia un grupo reducido de personas, como Bill Gates, Mark Zuckenberg, Jeff Bezos, o el fallecido Steve Jobs, tienen la capacidad de dominar el mundo, sin contar con los gobiernos o los parlamentos de países ricos y pobres. Las secuelas de tal dominio son gravísimas para la sociedad, de algunas de ellas hablaré en las líneas siguientes. Y no se produce una respuesta contundente por parte de la sociedad ni por los gobiernos.

El mundo digital tal como se desarrolla, exige una legislación en el marco del Estado de Derecho y de una sociedad democrática donde se protejan la libertad y los derechos individuales. No es de recibo que tal mundo sea la selva, donde domine la ley del más fuerte. Es imprescindible un consenso global entre los distintos Estados sobre el contenido y los instrumentos de esa regulación, para establecer una cierta armonización y para evitar que las grandes corporaciones tecnológicas se aprovechen de las diferencias entre los países.

Las compañías tecnológicas Google, Amazon, Facebook, Apple, son máquinas de fraude fiscal y de destrucción de la solidaridad social, especialmente en la UE, un auténtico coladero fiscal. Un ejemplo nos puede ilustrar. Apple declaró que unos centenares de empleados en Irlanda son los que generan todos sus beneficios, y eso fue posible por un acuerdo con el gobierno irlandés, por lo que solo tiene que pagar un 0,005% de impuestos. O lo que es lo mismo, 5 euros por cada millón de beneficios. Todas esas empresas se declaran sin ningún recato que son socialmente responsables, pero una empresa es socialmente responsable si paga los impuestos que en justicia le corresponden, como hacemos los trabajadores. Si los demás eludiéramos o evadiéramos nuestros impuestos como hacen estas grandes multinacionales, el funcionamiento de la sociedad sería imposible. ¿Cómo se sostendrían las pensiones, la sanidad, la educación, la dependencia pública? Y esos grandes emprendedores, como Jeff Bezos, Bill Gates, Mark Zuckerberg, saben perfectamente que los impuestos públicos posibilitaron la financiación para conseguir Internet, sin el cual sus extraordinarias ganancias no existirían. Mariana Mazzucato en “El Estado Emprendedor”, muestra que muchos avances tecnológicos no se originaron en arriesgadas inversiones privadas, sino en cuantiosas inversiones públicas de las que los economistas no hablan. Se fija en el Ipad de Apple, que debe su «inteligencia» al gasto de EEUU en la carrera espacial. Por eso, cuando en 2013 Apple repartió dividendos para sus accionistas, Mazzucato argumentó que los contribuyentes estadounidenses poseían más derechos que los accionistas. Está en manos de los Estados el corregir esta situación fiscal tan injusta. Pero por aquí no cabe esperar cambios. Por ello, resulta interesante la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (Icrict), de la que forma parte Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía de 2001, que tiene por objeto promover el debate sobre la reforma del impuesto a las sociedades a nivel internacional, mediante una discusión lo más amplia e incluyente posible de las normas fiscales internacionales; considerar las reformas desde la perspectiva del interés público mundial en vez del nacional; y buscar unas soluciones fiscales justas, eficaces y sostenibles para el desarrollo.

Otro aspecto no menos dramático de la economía digital hace referencia a la situación laboral. La denuncia un libro de Mary L. Gray y Siddharth Suri GhostWork: Howto Stop Silicon Valley fromBuilding a New Global Underclass (Trabajo fantasma: cómo evitar que Silicon Valley construya una nueva subclase global). Según Gray en una entrevista de la periodista Esther Paniagua, la idea del libro surgió tras llegar a Microsoft en 2012. “Estaba hablando con investigadores que usaban Amazon Mechanical Turk para entrenar sistemas de aprendizaje automático a etiquetado para reconocimiento de imágenes. Descubrí cómo funcionaba la inteligencia artificial, mediante plataformas que asignan a las personas disponibles online tareas a la sombra”. Le sorprendió “que los investigadores no tenían ni idea de quiénes son estos trabajadores, ni les importaba. Por ello, quería saber cómo funcionaba todo el ecosistema de lo que ella denomina «trabajo fantasma”. Examinó el impacto de la automatización en el futuro del trabajo a través de las experiencias de los trabajadores de la economía online bajo demanda (la gig economy), de largas jornadas de trabajo mal pagadas, sin leyes laborales ni beneficios sociales. Son trabajos vinculados con lo que se conoce como “computación humana”: trabajos que empiezan y terminan online y que realizan cualquier tipo de tarea que pueda ser administrada, procesada, efectuada y pagada en línea. Google, Twitter, Facebook, Microsoft generan tareas bajo demanda en estas plataformas. Esta forma de trabajo significa el problema de que podría hacer invisible la labor de cientos de millones de personas. Esta nueva modalidad de trabajo se estudia en el informe de la OIT Las plataformas digitales y el futuro del trabajoCómo fomentar el trabajo decente en el mundo digital de 2019, que deberían conocer políticos, sindicatos y ciudadanos en general. Es producto de encuestas a 3.500 trabajadores de 75 países. El 46% informó que realizaba tareas de consultar contenidos, creando cuentas de usuarios falsos en sitios web, pasar imágenes o mirar videos poniéndoles “me gusta” o “compartir”. Otras tareas, como la investigación y el estudio de mercados, se orientan a promover sitios o productos en Internet y las calificaciones no son reales. Los participantes informaron haber hecho reseñas de destinos turísticos sin haberlos visitado nunca.

Los moderadores de contenido son personas educadas, a pesar de pasarse la vida examinando contenido “plagado de imágenes o lenguaje racista, homofóbico o misógino, o violencia”. En unos pocos segundos tienen que juzgar si el contenido viola los códigos morales o éticos de la plataforma, que no necesariamente coinciden con los de los moderadores de otras partes del mundo. Un ex moderador de Facebook describió: “Piensen en un caño cloacal que manda hacia ustedes toda la basura/suciedad/desperdicios/m*** del mundo para que ustedes lo limpien”. Otro dijo: “Hay que examinar unas 8 .000 publicaciones diarias llenas de odio, videos de posible explotación sexual, y violencia”. En ocasiones: “Algunos rechazos parecían dudosos. Por eso, decidí hacer capturas de pantalla. Pero después de recibir un rechazo, mis capturas de pantalla demostraron que estaba haciendo un trabajo perfecto. Pero no pude pedir más justicia, porque podían inhabilitarme. (Encuestado de AMT, India)”.

Hay otro aspecto importante y grave a nivel laboral propiciado por la tecnología digital, que atañe a todo tipo de empresas. Se deberían proteger los derechos laborales frente a la invasión digital de nuestras actividades profesionales. La desconexión digital de los trabajadores fuera de su horario laboral es imprescindible. E igualmente la protección de su intimidad ante el abuso de dispositivos digitales o sistemas de geolocalización en el trabajo.

El libro “La manada digital. Feudalismo hipertecnológico en una democracia sin ciudadanos” de Josep Burgaya, me ha provocado un aldabonazo sobre los grandes peligros a nivel político, social, económico y educativo, como consecuencia de una legislación inadecuada o inexistente del mundo digital online. Más allá de los aspectos fiscales y laborales de la economía de las plataformas ya comentados, que se deberían regular por las leyes de los Gobiernos-evidentemente deberían producirse acuerdos a nivel global-, se requiere una “Ley General de Internet”, que establezca derechos, garantías y prohibiciones, para que se convierta en un mundo civilizado al servicio de toda la sociedad en su conjunto.

Es imprescindible una definición clara de los derechos de propiedad en la Red, para impedir la apropiación, auténtico expolio, y el comercio de datos privados; como también el derecho a la propiedad absoluta sobre el ‘software’ y ‘hardware’ que se compra, prohibiendo el acceso y el control de aquellos que, en teoría, nos los han vendido. Así como la prohibición de las ‘cookies’. “¿Por qué los llaman ‘cookies’, si son unos cabrones que nos vigilan?” Proteger los derechos de propiedad intelectual en Internet, no solo por razones de justicia hacia sus creadores, sino como garantía de su mantenimiento con unos niveles de exigencia y de la posibilidad de vivir de ello.

El derecho a no dejar huella. Irrumpe así, en el novísimo mundo de las redes, un tema antiguo. Ayer la ‘damnatio memoriae’, hoy la obligación del olvido. Sin embargo, ¿en qué se convierte la vida en un tiempo en el que Google recuerda siempre? Debe protegerse jurídicamente el derecho al olvido para borrar todo lo que hemos hecho pasado un tiempo y que no nos condicione toda nuestra vida. Un derecho que, a pesar de ser aprobado por el Tribunal Superior de Justicia de la UE en 2014, la mayoría de las solicitudes han sido desestimadas por Google, con la excusa de su “interés público”.

Deberíamos disponer del interruptor de acceso y de control de la Red. Hoy estamos permanentemente en ella, al margen de nuestra voluntad. Se nos graba, se nos ponen geolocalizadores, se nos rastrea, aunque no entremos formalmente en Internet a través del ordenador o smartphone. Tenemos derecho a la privacidad –artículo 18 de nuestra Constitución–, que está siendo conculcado, aunque nosotros colaboramos en ello gustosamente. Vivimos en una sociedad “smartphonecéntrica”, de ahí una nueva patología la nomofobia, la imposibilidad de vivir sin nuestro móvil.

El derecho al honor tendría que estar legislado para Internet y las redes sociales. Los internautas tendrían que responder sobre sus comentarios e igualmente establecer unos límites y normas a la publicidad como ocurre en radiotelevisión. Se debería controlar el marketing agresivo y el abuso de los datos personales obtenidos ilegalmente, los métodos de ‘spam’, la publicidad engañosa… Y los perfiles personalizados deberían estar prohibidos.

Hay que poner puertas en Internet y para eso están los Estados

Según un estudio de la Universidad de Middlesex, hay un alto porcentaje de jóvenes varones que creen tener derecho a sexo en cualquier momento, en cualquier lugar, de cualquier modo y con cualquiera que lo deseen: es decir, creen tener derecho al sexo bajo el formato exacto en que se lo ofrece la pornografía digital. Los médicos y psicólogos nos avisan de que a sus consultas llegan casos de graves trastornos de control sexual por causa de la pornografía en Internet en niños de apenas doce años. En Japón, que es el segundo país consumidor de pornografía en el mundo tras los Estados Unidos, más de un tercio de los varones entre dieciséis y diecinueve años según las cifras del propio Gobierno no están interesados en el sexo o manifiestan claramente su aversión hacia él. Pero los adolescentes no solo se limitan a consumir pornografía. De hecho, con los dispositivos portátiles, no pocos se convierten en improvisados productores de imágenes sexuales. Fenómenos como el ‘sexting’, el intercambio privado de textos, imágenes y vídeos de contenido sexual por medio de los teléfonos móviles, proliferan cada vez más. Ya se conocen fechorías sexuales grabadas para ser divulgadas con auténtico fervor entre los amigos.

La protección a los menores es crucial, y salvo declaraciones de intenciones se ha hecho muy poco. Tienen acceso a contenidos violentos, pornográficos y apuestas deportivas… Intercambian imágenes y vídeos de contenido sexual. No solo es competencia de los padres. Hay que poner puertas en Internet y para eso están los Estados. Luis Arenas en su libro “Capitalismo cansado. Tensiones (Eco) políticas del desorden global’ señala lo inquietante del uso de la pornografía en red cara a la futura socialización sexual a la que se han de enfrentar las generaciones más jóvenes, esos Pulgarcitos o Pulgarcitas que ha dibujado Michel Serres en su elogio de las generaciones digitales. Su aprendizaje sexual corre el riego de producirse a través de una descarnada y salvaje inserción sin mediaciones, que les enfrente a un espectáculo difícil de gestionar mediante unas estructuras afectivas todavía en formación; que no les permita distanciarse de lo que en un adulto cabe al menos suponer: la capacidad de diferenciar la ficción de la realidad; el mundo de la imaginación perversa del terreno de lo real.

Por último, hay que adaptar la legislación electoral a la existencia del mundo digital. Jornadas de reflexión, limitación de campañas y propaganda electoral tal como están legisladas resultan ridículas con la irrupción de las redes sociales e Internet. Hay que proteger a los ciudadanos electores de las inmensas posibilidades de manipulación política, que se han puesto de manifiesto con Trump, con el Brexit o con Bolsonaro. Y también en España con la extrema derecha, experta en el uso de las redes sociales para sus campañas electorales y difusión de sus mensajes. Con el uso de datos personales, campañas instrumentalizadas desde plataformas digitales, la posverdad, los bots teledirigidos desde países exóticos, si no se legisla, las elecciones se convertirán solo en un espectáculo, si no lo es ya, y la democracia corre peligro de convertirse en una pura farsa.

En base a todo lo expuesto es más que necesaria una legislación estatal y global, para que la red deje de ser un mundo sin ley.  Pero es una constante histórica que la sociedad va a un ritmo mucho más rápido que el mundo del derecho. Lo explica perfectamente el libro El derecho ya no es lo que era. Las transformaciones jurídicas en la globalización neoliberal, edición de José A. Estévez Araújo.

Fuente: https://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/nuevo-feudalismo-digital-caracter-oligopolico/20220127104659194884.html

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