José Sant Roz
- Noruegos con su Nobel de la Paz. Gringos con sus asedios… y lecciones de la historia… pero venceremos! Estrategias imperiales: Trump cierra nuestro espacio aéreo, Fernando VII ordena asedio y muerte en Cartagena… Los imperios cuando se encuentran impotentes en sus intentos por doblegar a un pueblo recurren a los hechos más cruentos, más perversos y genocidas. Trump mete en el Caribe más de 50.000 soldados con sus destructores y su portaaviones más grande del mundo. Lleva más tres meses con sus amenazas de invasión y poco a poco ha ido extremando sus abominables planes, bombardeando lanchitas de pescadores, haciendo sobrevuelos en las cercanías de Venezuela, y ahora cerrando nuestro espacio aéreo. Al tiempo que acomete estas supuestas LUCHAS CONTRA EL NARCOTRÁFICO, viene y libera al mayor narcotraficante de los últimos tiempos, al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, quien logró meterle a los gringos 400 toneladas de cocaína.
- Venimos de más de diez años de intensos asedios y bloqueos por parte de EE UU y la Unión Europea. Aquí se cuentan por cientos de miles los muertos por estas criminales acciones, y todo esto se vería intensificado, a partir de que los asquerosos y abominables noruegos vinieran y le otorgaran el Nobel de mierda de la Paz a María Corina (quien venía insistiendo en que EE UU debe invadir a Venezuela). Desde que Chávez fuera asesinado por los gringos, éstos no han cesado en sus virulentos y arteros ataques contra Venezuela, cada vez a un nivel más criminal y escabroso.
- Pero hay algo que en esta ocasión no les va a funcionar a los gringos. Los asedios imperiales funcionan cuando los pueblos están divididos, como pasó en Libia, y que a la final acabaron asesinando a Gadafi. O como ocurrió en Chile, que lograron confundir y debilitar el proyecto de Allende, utilizando a vil canalla de los militares. Como pasó, cuando vino Morillo y tomó Cartagena. Pero nada de eso pasa hoy en Venezuela. Aquí estamos cohesionados y listos para defender la patria, como nunca antes, las fuerzas armadas y el pueblo.
- Todo esto nos hace retrotraer en nuestra historia, a aquel formidable asedio por parte del PACIFICADOR Pablo Morillo (quien venía por órdenes de aquel otro maldito imperio, el español) a finales de 1815. Los acontecimientos presagiaban lo peor. En Bogotá, el pobre dictador Álvarez, tío de Nariño, mantenía una guerra civil contra la UNÓN. Bogotá estaba dominada y controlada por traidores y cobardes, de modo que Bolívar se ve obligado a intervenir, capitula Cundinamarca y ésta se ve obligada a entrar a la UNIÓN. En Santa Fe se instaló el nuevo gobierno federal. El discurso inaugural lo dio Bolívar, a quien la UNIÓN elevó al grado de Capitán General.
- El 24 de enero de 1815 partió, Bolívar, hacia Santa Marta, conociendo ya que un fuerte contingente de españoles desembarcaría en Cartagena para recuperar las colonias españolas, así como hoy los gringos vienen a por nuestro petróleo. En realidad, esta escuadra había partido de Cádiz al mando del general Pablo Morillo y recalaría en el puerto de Pampatar el 7 de abril de 1815 y, poco después, con diez mil hombres a su mando, se desplazaría a Caracas.
- Pero Cartagena estaba dividida y he ahí la gran debilidad entonces, lo que no ocurre hoy entre nosotros: Fuertes partidos se disputaban el control de Cartagena, y para la fecha en que Bolívar sale para este puerto, la había ocupado con sus fuerzas el coronel Manuel del Castillo y Rada un prepotente, engreído y debilucho neogranadino. El coronel Manuel del Castillo llegó destituyendo a los hermanos Germán y Gabriel Gutiérrez de Piñeres, grandes amigos del Libertador; estaba claro que aquel ataque era un evidente desafío a las decisiones de Bolívar, quien además estaba solicitando armas (por decisión de la Unión), a las autoridades de Cartagena.
- En aquellas terribles circunstancias, Manuel del Castillo llegó a publicar un libelo contra el héroe caraqueño, y éste sin andarse por las ramas tomó la decisión de asaltar la plaza de Cartagena y apoderarse de los barcos. La reacción de Manuel del Castillo fue en extremo cobarde: envenenó los pozos de uno de los arrabales desde donde actuarían las fuerzas de Bolívar. Mientras en estas miserias se debatían nuestros soldados, Morillo ganaba tiempo para llegar a Santa Marta. Los realistas, ya para el 28 de abril de 1815, ocupaban Barranquilla. Finalmente, hubo una entrevista el 5 de mayo, entre Manuel del Castillo y el Libertador, optando éste por dejarle el terreno libre al granadino para que salvase la patria. Bolívar, el 9 de mayo, se hizo a la vela hacia Jamaica.
- A mediados de 1815 el “Pacificador” Pablo Morillo, ya está en Santa Marta amenazando entonces con tomar Cartagena. Santander, a quien se le ordenó defender esta plaza, se atrincheró impasible en Ocaña, alegando encontrarse inmovilizado por faltas de recursos militares. Siempre habrá una razón en él para mantenerse inmovilizado. Allí se planta cinco meses, estudiando para dónde coger en caso de que le cierren el camino hacia Pamplona. Seguía estando muy ambiguo frente a los realistas; incluso, su madre y su hermana Josefina (que para entonces tenía 21 años), se habían residenciado en Santa Fe de Bogotá desde que muriera su padre y, en absoluto, llegarán a ser maltratadas por las fuerzas de Morillo.
- Entonces, todas las pestes, todas las abominaciones se cernían sobre la desgraciada Cartagena. Morillo la bloqueó, sometiéndola al martirio del hambre y al rigor de las enfermedades. Para noviembre de 1815, la miseria era horrenda; “el pueblo se había comido todos los caballos, mulos, burros, perros, gatos y cueros que había en la plaza, lo mismo por cuantas yerbas podían haber a las manos, por insalubres que fueran”. Finalmente, el 6 de diciembre de 1815 entró Morillo a Cartagena, “aquel vasto cementerio de aire corrompido y pestilente”; seis mil almas, la tercera parte de la población había muerto. Morillo cambia de un sablazo el panorama de Nueva Granada. El “bravo” coronel Manuel del Castillo y Rada, en el memorial de su defensa ante el tribunal español dice: “Yo no sólo traté de ponerme en comunicación con el Excelente Señor General en jefe Morillo, sino que trabajé eficazmente para que la plaza quedara indefensa e improvista de subsistencias, para que su entrega fuera más fácil y segura”.
- Nos preguntamos: ¿Si así actuó Castillo, qué no habría hecho su ex secretario, Francisco de Paula Santander, en una situación semejante? Lecciones de la historia. Hoy todo eso es totalmente diferente ante el maldito imperio gringo. Aquí estamos unidos y preparados para lo que venga…





