Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.

30 de mayo de 2014

Conviviendo con el asqueroso fascismo

Con retraso, pero llegó la calma a Mérida.  Se necesitó un procedimiento militar complejo, aún en curso, que limpió las barricadas que permanecieron más de 70 días acotando una vasta zona de la ciudad, territorio que vivió al margen de la Constitución y las leyes; procedimiento que intimidó a los envalentonados por la larga inacción gubernamental y las escaramuzas ganadas, y que devolvió la confianza en las instituciones a los ciudadanos privados de sus derechos por una sarta de facinerosos violentos y disociados.

Transitamos libremente por las “zonas liberadas”, por los “territorios 350”, por las “repúblicas independientes” y no percibimos nada distinto de lo habitual.  No observamos tras ventanas y balcones seres mutantes, metamorfoseados, zombis babeantes, monstruos con ojos desorbitados, colmillos y garras sanguinolentas… como los que Hollywood fabrica para los desmanes de ficción que en Mérida fueron realidad tangible. 
Entonces, ¿qué verdugos infligieron distintos tipos de alevosas muertes? ¿qué descerebrados se ensañaron contra el sentir y pensar distinto? ¿quién dirigía los zombis que destrozaron bienes privados y públicos para usarlos de parapetos tras los cuales violentaron a mansalva derechos ajenos? ¿qué calaña de terroristas desconocieron
las normas de convivencia más elementales e impusieron la consternación como relación de dominación?
Es larga y variada la lista de pérdidas ocasionadas a la sociedad en su conjunto durante los setenta días de señoreo del terror; cualquier intento de enumerarlas puede dejar sin contabilizar importantes aspectos.  Muerte y heridas de diferente consideración a personas, ataques e intimidación a funcionarios públicos y extranjeros … crueldad con animales, depredación del medio, asalto y destrucción de instituciones públicas de la administración, la educación y la salud, atentados contra la infraestructura eléctrica, saqueo de comercios privados, quema o destrucción parcial de vehículos oficiales y privados, incluidos medios de transporte, destrucción o robo del mobiliario urbano… En otra dimensión, saboteo total de una de las temporadas turísticas más importantes para la economía merideña y merma pronunciada de otra; quiebra de pequeños comerciantes y paro obligado de empresas, por paralización de varios centros comerciales y sus alrededores; despidos de trabajadores, disminución de ingresos de trabajadores informales, fortalecimiento de la escasez, la especulación y la usura por parte de toda ralea de comerciantes, aumento de la inflación… Y en la dimensión político-social, además de la violación de derechos constitucionales de personas, la suspensión de actividades de todos los niveles de la educación, la radicalización de las posiciones políticas, la propagación de la mentira y el fraude como alimento de la disidencia política, la profusión de insultos y descalificaciones contra el Presidente y otros funcionarios electos por el voto popular, la introducción de la violencia armada para dirimir situaciones políticas, la persistencia de la impunidad frente a delitos graves, el incremento de los índices de “delitos comunes”, el aumento de la depresión, el estrés y de la morbilidad en muchas áreas de la salud.

Ante tanto “fin de mundo”, remiramos los edificios y zonas que fueron los focos de tanta desazón, para buscar a los monstruosos perpetradores de las iniquidades.  Nada, porque sin poder penetrar en las profundidades de la conciencia o analizar los humores internos sólo observamos personas similares a nosotros, como ha sido siempre, e inmensamente débiles por lo demás.  Ahora, superada su participación en los desmanes, no se hallan en un ambiente “normal” y están acudiendo en masa a buscar consuelo en los consultorios de psiquiatras y psicólogos, que nunca habían tenido tanto trabajo.
Entonces, ¿qué fue lo que provocó que encantadoras mujeres de madura edad, en su juventud hijas de María, creyentes y devotas del mejor mensajero de la paz que haya parido la humanidad, formadas en profesiones de diversa índole, empleadas de la Bicentenaria (¡!) ULA, la administración pública y la empresa privada, felizmente casadas, madres dedicadas y excelentes reproductoras de los valores de la sociedad, qué fue lo que las hizo de repente desgañitarse gritando “¡hay que matar a los chavistas!  ¡hay que salir a como de lugar del tirano!... y animaron a sus hijos e hijas a desahogar su juventud en las barricadas?
Y estos jóvenes, formados a conciencia en La Salle, San Luis, Fátima, La Presentación, CEAPULA… recién destetados del Toddy, el Cerelac, el Ensure y otros suplementos alimenticios, asiduos de La Cucaracha en sus dos frentes (discoteca y gimnasio), adictos a bebidas hipertónicas y –¿qué tiene de malo?– de las alcohólicas; estos jóvenes, por los cuales sus padres suelen pasar necesidad y reventar las tarjetas porque no pueden ser menos y usar ropa que no sea de marca ni celular de pobretones, ¿por qué esos jóvenes se engalanaron de héroes de comiquita y salieron a tumbar al tirano, codo a codo con “ejemplares” que hasta el momento habían considerado despreciables malandrines, en una simbiosis que, como veremos, les está saliendo muy cara a los padres auspiciadores? 


¿Qué hizo que empresarios, comerciantes y profesionales traicionaran la lógica del capital porque esta vez sí iban a salir del dictador, hasta hacer quebrar a colegas menos dotados para la larga resistencia contra el tirano?
¿De dónde salieron los mercenarios de la violencia que por tres lochas asolaron Mérida?  ¿Y los desvergonzados de los medios de desinformación empeñados en justificar el odio y a tergiversar los hechos?  ¿Y los religiosos bendiciendo la ruindad y la injusticia?  ¿Y los académicos sonriendo para adentro desnudando su triste estructura mental?
La explicación la tenemos en los casi tres lustros de reacción sistemática de quienes vieron amenazada la jerarquía de valores que habían impuesto al conjunto de la sociedad; de densa prédica invasiva mediante los canales formadores de opinión que estratégicamente habían monopolizado.  Tres lustros de mensajes dirigidos a exacerbar los temores individuales más íntimos, creación de siglos de supremacía de una ideología jamás antes amenazada seriamente.  Tres lustros de satanizar los valores insurgentes, liberadores individual y socialmente de las ataduras impuestas por la ideología de la explotación de clases y naciones.  Tres lustros que fueron conformando una praxis de defensa a ultranza de la exclusión y del racismo, bajo cualquiera de sus disfraces, subyacentes en la ideología dominante desde sus más remotos orígenes; de defensa ciega de un concepto de propiedad, privada en lo minúsculo y ajena en lo significante, de una educación castradora del individuo y reproductora del sistema; de una religión ajena a la religiosidad del pueblo, propagadora de la resignación ante la injusticia y plegada a los poderes terrenales; de un interesado concepto jerárquico de la sociedad, donde los pobres son pobres por haber nacido así y, de cumplir cabalmente con sus obligaciones, serán premiados con el goce celestial.
Una ideología sancochada en la intimidad de la región y aderezada con los aportes externos, en la medida en que penetraban por diversos boquetes, cada vez más amplios.  Una ideología que se fue ajustando a los cambios del modo de producir sin perder su esencia, ya que las mismas clases dominantes continuaban monopolizando los medios de producción de las economías mutantes.  Una ideología matizada con la estética del imperio y su escala de valores culturales, capaz de engullirse a quienes insurgieron con herramientas y posibilidades de trastocarla... encorbató hasta a los
descamisados cuando llegaron al poder en el trampolín de Chávez.
Su odio por este revolucionario se debe a que hizo estremecer los elementos mas caros a la ideología: echó las bases para terminar con el racismo y la exclusión, hizo aflorar el humanismo y la solidaridad como guías de comportamiento, desacralizó la historia para ponerla a disposición de los pueblos, estremeció el concepto de propiedad y hasta demostró que otra relación con Dios era posible; es decir, rescató la vía socialista como la única posible para la construcción del futuro.

Eso no se perdona ni se aguanta, mucho menos después de que "Dios les hizo justicia e hizo desaparecer ese mono de la faz de la tierra".  Ansiosos, esperaban la oportunidad de irrumpir nuevamente contra el nuevo orden que se estaba imponiendo y fue feroz el plegamiento a la orden imperial de continuar violentamente el golpe económico.  Pero fracasaron una vez más, no sin dejar la huella del paso de los iracundos.  Ahora, esperan una nueva oportunidad que será más calamitosa, a no ser que el Estado imponga desde el comienzo su deber de preservar el orden.  Esperan envenenados, ansiosos de que el magnicidio resuelva gran parte del conflicto; que aparezcan motivos para alzarse: aumento de la gasolina, de la electricidad, el incremento del desabastecimiento y las horrorosas colas resultantes de ello, la aplicación del artículo 058, la muerte de políticos presos en huelga de hambre, la intervención más contundente del imperio...  ¡Cualquier cosa!  Esperan en sus actividades diarias que retomaron de mala gana.  Pasaron de las barricadas a la venta en lugares estratégicos y utilizando sus automóviles como vitrina, de “donas”, "paninis", banderitas y objetos ridículos del pan y circo global que invadirá muy pronto nuestros hogares; volvieron a las discotecas y gimnasios, al Wii y los videojuegos. 



Bajo la mirada horrorizada de los padres que no habían visto a sus hij@s “en tan mala compañía”, en la de los “malandros” que en las vigilias de las barricadas les hicieron conocer otra sexualidad y abarataron el precio de los estupefacientes.  Los padres se resignan, porque pronto todo volverá a su cauce, ya que “Dios primero, el tirano va a caer”.
A la ideología merideña le faltaba goticas para desbordar el fascismo subterráneo, y del cielo llovió en abundancia.  Los jerarcas de las instituciones generadoras de ideología afianzan el proceso y les reparten las bendiciones del cielo de los ricos.  ¡Alabado sea el Señor!



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