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Perdura lo que un pueblo defiende
Fidel
¿Crisis? ¿Cuál crisis? Crisis la que
puede venir... o la que viene, según los menos optimistas. La crisis que tenemos: desabastecimiento de
bienes del primario y secundario, estado de malestar generalizado con brotes de
descontento, disminución del nivel de vida de las clases asalariadas,
agravamiento mediático en función de los propósitos de recuperación de los
espacios de poder que perdieron o se compiten a las clases dominantes… La que puede sobrevenir: escasez que lleve al
hambre y a la imposibilidad de satisfacer otras necesidades básicas, brotes de
violencia exponencial, caos social, pérdida del poder político a manos de
sectores “estabilizadores” hasta cuando las clases dominantes puedan asumirlo
por cuenta y riesgo.
En la crisis desencadenada en 1929, países
latinoamericanos vieron caer estrepitosamente sus exportaciones, reduciéndose
de la noche a la mañana sus ingresos de divisas hasta en un 75 %, y entre el 29
y el 33, duración de ese declive, los gobiernos se derrumbaron como castillos
de naipes. En esa oportunidad disminuyó
el precio del principal rubro de exportación venezolano, pero no en la
proporción a como lo hicieron otros bienes, y fue el único gobierno que
sobrevivió a la crisis (matices de las razones de la permanencia del gomecismo
en el poder, no vienen al caso para lo que queremos plantear en este
escrito). En el caso actual, la
disminución de las divisas percibidas por el gobierno venezolano ha sido
superior al 50 %, y la reacción normal sería su implosión. No ha sido así, y tras un muñequeo económico
no siempre eficaz en una sociedad con un nivel político ideológico
superior, le ha permitido sobrevivir a
pesar del impacto del debilitamiento extremo del sector exportador.
La formación económico social venezolana
sigue siendo capitalista, así se haya forzado la introducción de modos de
producción no capitalistas, y en la ideología se haya colado elementos
doctrinarios de carácter distinto, socialistas o cercanos. Lo distinto, son sólo excelentes deseos. Ya nuestro capitalismo era sui generis y
ahora lo es más; por esa rareza, no han aparecido las soluciones auto
reparadoras que genera la crisis para recomponer el sistema, ni los
planteamientos teóricos que sirven de pasamanos a esos cambios. Nuestro capitalismo pivota sobre la renta
petrolera y de ahí que nada de sustitución de importaciones ni de racionalización
del sector agrícola, sino sólo de presiones extremas para mantener los canales
de apropiación de la renta por parte de las clases dominantes, disfrazadas de
burguesía[1]. En el pasado inmediato las cosas parecían
ir por camino distinto; la disposición de divisas llevó a Chávez a tratar de
saldar la deuda social acumulada en toda una historia de exclusión y
explotación, redistribución de la renta que se hizo sin afectar en demasía a
quienes la habían usufructuado históricamente, pero sin terminar de establecer sólidamente
los cambios de mentalidad necesarios para que fuese considerada un acicate para
la transformación, y no sólo el resarcimiento sin compromiso de una deuda
y la conformidad ante una situación ambiental.
La actual situación interna, río
revuelto donde pesca las clases dominantes, es producto de las radicales
maniobras externas de resguardo de un sistema que está haciendo agua por
cientos de agujeros en su casco, hasta el punto de ser diagnosticado como
agonizante. La actual modalidad de
crecimiento desigual, en cumplimiento de la ley que en última instancia rige al
capital, la obtención de la máxima ganancia, terminó por afectar sensiblemente
el bienestar de las poblaciones logrado por un capitalismo que crecía sobre realidades diferentes. Pero la crisis actual no es
del capital, que se reacomoda y busca soluciones para la conservación de su
lógica (las últimas medidas financieras chinas, son un ejemplo), sino de los
pobladores, de los humanos, sobre todo de los asentados sobre las fuentes de
riqueza sobrevivientes a la depredación de doscientos cincuenta años de capitalismo. Como la
solución interplanetaria para la obtención de energía, agua y materiales “estratégicos”
está tan en pañales, las fuentes realmente existentes en la tierra deben ser
tomadas a como haya lugar, incluso si esto significa una hecatombe
nuclear. Venezuela está en el mero
centro de esa terrorista estrategia capitalista, pues los venezolanos estamos parados
sobre todos lo que el capitalismo necesita para recuperar su esplendor. Las
reservas petroleras, las más altas del mundo, que tanto le costó a
Chávez “certificar”, camufladas hasta el momento por cómplices de los
más grandes
intereses internacionales, están bajo el ojo de quienes tienen diseñada
desde hace medio siglo una estrategia energética, que van cumpliendo,
perfeccionándola permanentemente al incorporar nuevas variantes
tecnológicas.
¿Nos desbarrancaremos? Depende de montarnos o no sobre la línea que
Chávez demarcó y que ancló en lo posible.
Reforzar el caparazón defensivo, de manera de incidir en las
medidas necesarias para sobrellevar las limitaciones: el comercio
exterior ya debía estar
nacionalizado, y la producción y distribución de bienes también, o
cedidas a quienes privilegien el trabajo y la solidaridad al capital; la
formación política y doctrinaria retomadas y el poder colocado en
organizaciones populares remozadas. ¿Qué
se profundizaría la división y podría generarse situaciones de fuerza? Pues no hacerlo sólo aplazaría ese destino, y
contaríamos con menos fuerza para enfrentarlo.
Mientras tanto, atrapados como estamos en la lógica de las elecciones
burguesas, empeñémonos en mantener
el gobierno ganando las elecciones, para tener oportunidad de insurreccionarnos
por utopías repotenciadas. De lo
contrario, las soluciones históricas de aplastamiento de rebeldes acaecidas en Indonesia, Chile, Argentina… serán ejemplos
tibios, ante lo que sucedería por aplicación de "correctivos" a un pueblo
parcialmente advertido y dispuesto, con mayor conocimiento de la historia y mucho más levantisco.
[1] Llevo tres entregas de un escrito donde se niega
desde la historia el carácter de burguesía de la que dice serlo en la
estructura de clases venezolana, que en algún momento continuaré y recopilaré.