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Muy lejos de
querer teóricos de la comunicación, propaganda y agitación, con un bagaje de
conocimientos que los acredite como tales, convencido como estoy de que la necesidad es de militantes con
imaginación y sentido histórico, e ideas para compartir entre iguales, de
manera de estructurar en equipo generadores de opinión social –GENOS– para
ocupar el mayor espacio posible en la línea espacio-tiempo político del estado
Mérida, usando para ello los instrumentos más eficaces. En la afirmación anterior, “militantes” supone
un dominio doctrinario amplio, sumado a la pasión de trabajar en la
construcción de la sociedad socialista, independientemente de retribuciones o
contrapartidas.
Es esta una
explicación ante una mención de “academicismo” lanzada al aire por ahí. No obstante, el conocimiento no estorba ni
ocupa espacio, y si no es castrador y permite las condiciones expuestas,
bienvenido sea. No deja de apasionar el
cambio de la percepción de la imagen (y el mensaje adosado) que se dio en el Renacimiento,
en contraste con la del Románico y Gótico, y la que se ha dado desde entonces
hasta el videoclip y los hologramas, que incluso ha producido cambios
neurofisiológicos en los individuos. No
está de más conocer la estética, significación e influencia del cartel de los
inicios de su uso masivo, durante la Primera Guerra Mundial, y su evolución
hasta la actualidad. En el caso
venezolano, es fino saber sobre el corte que significó el afiche “Por mí, vota
verde” , de la campaña de Caldera de 1963, que todos creyeron criollito y era sin
embargo un diseño de un país nórdico; y más, el impacto del merideño “Los
pobres de Copei no tienen candidato”, de la campaña de 1968. Saber sobre la evolución de los medios y su
influencia en cada período de predominio, hasta la sobreinformación e invasión
total de los espacios a que estamos sometidos por la combinación de medios que
tiene por centro la Red. Son temas
sueltos de contenidos teóricos de la comunicación, sin entrar a considerar el
desfile necesario de especialistas y sus aportes a la disciplina.
No se trata
entonces de querer sabios en la
Comisión que demostradamente no da leche, y que sin embargo es mimada con
complacencia; se trata de solicitar su reestructuración radical, no por el
cambio en sí, sino por su inutilidad
para responder eficazmente a la realidad comunicacional de Mérida, en función
de la permanencia en el gobierno y el avance sobre las posiciones de los
enemigos del proceso revolucionario.
NB: Este escrito
es corolario del anterior, ubicado, AQUI ABAJO, inmediatamente después, con fecha de ayer.