Ricardo Hausmann hizo
gala de su dominio del inglés durante la conversación y soltó
algunas perlas
del mundo financiero que en los subtítulos presentados en el
audio no fueron
detalladas con claridad. A continuación algunas precisiones.
Cuando Hausmann hace
referencia a una
posible llamada de Obama, el sujeto que le sigue no es "Olando",
sino
Francois Hollande, el presidente actual de Francia. Muestra
clara de que hay
intereses más allá de los específicamente norteamericanos
dipuestos a endeudar
y manosear a Venezuela utilizando la vía del FMI. No es de
gratis que la cuñada
de Lorenzo Mendoza, Lilian Tintori, se haya fotografiado hace
poco con el primer
ministro de ese país.
Al vociferar que "esa
cifra (los
50.000 millones de dólares que prestaría el FMI) it's a
game-changer", se
está refiriendo a un punto de inflexión. La reciente incursión
militar de Rusia
en Siria, por colocar un ejemplo de actualidad, también puede
ser entendido
como un punto de inflexión por los cambios drásticos que una
maniobra de fuerza
le imprime a una determinada situación. La colosal cifra
presentada refleja en
sí misma la magnitud que un posible préstamo de esa envergadura
tendría para la
realidad económica de Venezuela.
Hausmann canta: "Nos van
a pedir un
brief profile de la deuda, eso lo llaman 'eufemísticamente'
Private Sector
Involvenment". Las dos primeras palabras en inglés significan
"breve
informe" y las tres siguientes significan "involucramiento del
sector
privado". Esto es, básicamente, cotejar la tenencia de bonos y
títulos
soberanos del sector privado y su grado de participación con
relación a la
deuda externa venezolana. De allí se hace el cálculo (con sus
respectivas
manipulaciones empresariales previas) del severo ajuste fiscal y
las medidas de
liberalización de precios que han de tomarse para hacer
"confiable"
el préstamo y garantizar su pago en el futuro a especulativas
tasas de interés.
Parte importante del
austericidio griego, el desfalco que significó para la nación
venezolana el
pago de la exhorbitante deuda externa de los años 80 y la
estatización de la
deuda privada en Argentina, pasaron por este mecanismo, diseñado
eficazmente
para endosarle al fisco la cobertura de sus erráticos negocios
en el extranjero
Hacer que la
población pague completo y con propina por una crisis generada
por el poder
económico parasitario, transnacional y funcionarios corruptos en
su afán de
capturar nuevamente Miraflores.
¿A qué se refieren
cuando hablan de "plan de ajustes"?
Lo que a principio
fue para Hausmann una declaración sobre el supuesto olvido
mezclado con
arrechera al que lo había confinado Lorenzo Mendoza, hijo
distinguido de la
oligarquía local, terminó por develar en este último un dato que
por más
evidente que sea, el hecho de que lo diga con sus propias
palabras sin lugar a
dudas extirpa cualquier duda o mediana confusión sobre su
actividad
antivenezolana de tiempos recientes: "yo estoy en la guerra, mi
pana".
Objetivo: que la
población pague completo y
con propina por una crisis inducida
Algo así: mientras tú
estás por allá dando clases en Harvard y reuniéndote con
tecnócratas del FMI,
yo estoy las 24 horas del día dedicado a enrarecer la
distribución de mis
productos, buscando la forma de seguir fugando capitales,
tratando de
reinventar mi táctica acaparadora y contrabandistas después del
cierre de la
frontera y subiendo los precios para elevar las presiones
inflacionarias de las
cuales me beneficio enormemente.
Hausmann, como
tampoco quería seguir riendo hipócritamente, le puso las cartas
sobre la mesa y
alardeando de su condición de megaoperador financiero le expresó
que desde el
FMI podrían fluir 50.000 millones de dólares para "salir de este
peo".
Pero un tipo como él,
más allá de la fanfarronería de parte y parte que bordaba el
tejido de la
conversación, no da puntada sin dedal. Esos 50.000 millones de
dólares se
entregarían, como ha sucedido en la mayoría de los países
tasajeados por el FMI
(incluido el nuestro en la década de los 80-90), como parte de
un paquete
estructuralmente neoliberal dirigido a eliminar:
El gasto público
"innecesario"
(entiéndase pensiones, sistemas de misiones, CDI, Barrio
Adentro, Gran Misión
Vivienda Venezuela, Simonsitos, Mercal, Pdval, etc.).
Las subidas de sueldos y
salarios (pues
esto aumenta las presiones inflacionarias).
El control de cambio (y
así darle rienda
suelta a la fuga de capitales y a la evasión fiscal).
La Ley de Precios Justos
y cualquier otro
mecanismo legal que impida la liberalización de precios de los
productos de
primera necesidad, con el objetivo de hacerlos tan inaccesibles
que sólo la
clase media (la que de verdad importa según ellos) podrá
pagarlos.
El monopolio del Estado
sobre importantes
empresas estratégicas en un plan de privatizaciones extendido
desde las
industrias básicas hasta las compañías de servicios públicos.
El "plan de
ajuste" del que conversan consiste en halar con el mecate de la
desestabilización y la antipolítica las agujas del tiempo
histórico, para que
así la oligarquía criolla y las transnacionales regresen
intactos a la panacea
de los ochenta.
Fantasías,
desproporciones y "así es, esa es la cifra"
Si analizamos la
media general de los últimos préstamos que ha realizado el Fondo
Monetario
Internacional a distintos países, encontramos que ninguno de
ellos (exceptuando
el caso especialísimo de Grecia) se han acercado a la cifra que
Ricardo
Hausmann utiliza para seducir a Lorenzo Mendoza
Sobre esto es
necesario hacer un breve inciso. Para un voraz consumidor (y
fugador) de
dólares como Lorenzo Mendoza semejante cifra suena espectacular,
véase en el
video que dijo "así es, esa es la cifra" sin tan siquiera
analizar
primero (incluso desde su lógica eminentemente delincuencial)
cuánto necesita
el sector privado para seguir parasitando alrededor de la renta
petrolera.
Hausmann pudo haber dicho 200 mil millones de dólares por tirar
el anzuelo y
Lorenzo Mendoza hubiera pelado los colmillos igualito.
Quedó develado cómo
Mendoza y Hausmann
están jugando pegado con el enemigo extranjero
Pero volviendo a lo
anterior y colocando al mismo tiempo un ejemplo muy
significativo, el pasado 12
de febrero del presente año Ucrania (el proyecto satélital más
importante de
Estados Unidos en su intento de desestabilizar a Rusia) prometió
17 mil
millones de dólares para contribuir con la expansión y
recuperación progresiva
del sector privado. Hasta el sol de hoy, no existen fuentes
oficiales que
certifiquen que al menos una parte de esa promesa se haya
entregado.
Es lógico intuir,
entonces, que si Estados Unidos (los verdaderos amos del FMI)
aún no ha hecho
efectivo el préstamo a Ucrania, país donde además se están
jugando cartas
pesadas en el tablero mundial, es posible que la cifra prometida
por Hausmann y
anhelada por Mendoza (casi tres veces superior) esté muy
disociada de la
realidad.
Y más aún si le
sumamos la última entrevista que le realizó el Financial Times
al presidente
del Banco Mundial (el gémelo del FMI), en la cual la máxima
autoridad de dicho
organismo multilateral expresó que estaba muy preocupado
buscando que el
Congreso de Estados Unidos aprobara rápidamente un aumento en su
"base de
capital", reflejando una evidente crisis de financiamiento
ligada,
obviamente, a una incapacidad manifiesta para realizar préstamos
gigantescos.
Si el Banco Mundial
tiene graves problemas para financiar préstamos de alto voltaje,
es natural que
sus compinches, el FMI y el Banco Interamericano de Desarrollo,
estén sufriendo
los mismos problemas.
Sin embargo,
independientemente los problemas económicos del señoreo
financiero global,
quedó develado cómo el principal representante de la oligarquía
criolla y un
operador cinco estrellas de la banca estadounidense están
jugando pegado con
los alfiles del enemigo extranjero en pro de gestionar su plan
de bloquear y
torcerle el brazo a Venezuela para sumarla a su nomenclatura de
poder global.
Dos peones soñándose
como amos
Si quitamos tan sólo
por un instante las características generales expresadas en el
audio en cuanto
a la confección primaria de las líneas generales del plan
político y financiero
contra el país en medio de la atmósfera preelectoral, nos queda
la simpleza de
dos peones que trabajan para el 1% más rico del planeta tratando
de demostrarse
entre ellos quién baila mejor la macarena de la guerra
económica, cuando la
verdad es que ninguno de los dos toman decisiones autónomas.
Por una parte Ricardo
Hausmann, diciendo que tiene cuatro esclavos tercerizados,
educados por él
mismo, que figuran como las "promesas" tecnocráticas de
Venezuela, y
Mendoza respondiendo que él tiene una guerra que gestionar y que
no tiene
tiempo para andar respondiendo llamadas de un profesor de
Harvard.
Este tiroteo entre
fanfarrones se supo por vía telefónica, pero pudo haberse dado,
también, en
algunos de esos restaurantes del este como el Maute Grill o el
Alazán: lugar
predilecto donde los egos de los gestores del capital
transnacional se regodean
de su miserable existencia.