Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.

19 de diciembre de 2015

La historia, o del error que ni comentamos


por Arnulfo Poyer Márquez
 
A decir del propio Pablo Morillo, comandante general de las tropas realistas en este lado del mundo, Bolívar era más temible vencido que vencedor; algún ardid podría ocurrírsele en la misma persecución de la que fuese sometido; claro, sabía de cuánta capacidad estaban hechos sus soldados. La guerra ofensiva fue siempre el guion de sus campañas, de su política. Madrugarle al enemigo, a la vida. Y de tanto madrugar se pasó de visionario. Sin entrar en calificativos éticos, ni siquiera nacionalistas, sólo por apasionante, la historia de emancipación venezolana supera en energía y tragedia a cualquier otro evento de la misma naturaleza emancipadora en el mundo. No es vanidad. Incluyo a Vietnam, que no salió a liberar a nadie, y en proporción, Venezuela recibió el mismo castigo de “diezmaje” del imperio de turno. Aún Venezuela 200 años antes, y Vietnam, 40 años atrás, no se recuperan en número su población masculina.
Pero la CONCIENCIA de esos hechos no existe: “las entrañas” (Mijares) los ignoran. Y es responsabilidad, hablo del craso error, de la punta gubernamental, por más mediática que pareciera indicar lo contrario; ¿excusable?, hace rato que pasó ese punto. No hay excusas. Poseer ese instrumento de vitalidad y voluntad es para jamás permitir manchones al espíritu nacional; lo auparía sin desmayo, lo sobrepondría de caídas, alienaciones: blindaría la independencia en la mente del venezolano. Imposible el poder de los zancadilleros porque la nación marcharía en un mismo rol, presente con pasado esa misma conciencia de liberación, pertenencia de un mismo equipo. Sentiríamos a los caídos y ese conocimiento habría tomado el pulso a la corrupción. Para eso la Historia. Por eso mi convicción de que no ha habido conciencia de ese instrumento; al contrario, ya causan alergia tanto escuchar los mismos aguajes repetitivos de los mismos hechos… repetidos. Ni siquiera interés por el cultivo es mi decepción.
Por ejemplo: si soy parte del alto gobierno y es menester hablar de una efeméride importante, local o nacional, dado a que tengo las entrañas repletas de la importancia del instrumento historia, del universo “ofensivo” del bolivarianismo, aunque no esté empapado del hecho en sí que debo tocar, las solas ganas de las que estoy impregnado y voy a impregnar a mi público, A MI NACIÓN, bastarían para darme oportunidad de preparación cognoscitiva de los sucesos a mi cargo, sus colaterales; debo tener a la disposición a alguien que me brinde esa información, dónde se puede conseguir, porque mis entrañas están repletas de la vitalidad que esa gigantesca obra emancipadora, aún sin terminar genera. Alimentado, el efecto esperado no podrá ser mejor, porque es siembra directa en mis representados u oyentes.
Me es necesario ofrecer algunos últimos ejemplos, los hay en buena cantidad, indicadores de flancos perdidos por razón de desconocimiento de arma tan poderosa (la historia emancipadora) y sus alcances para el proceso en esta república. Aún se está a tiempo para no caer en lo quijotesco, me refiero, lo “bolivariano”, y presenciar además de la caída electoral, la implantación de veleidades foráneas como cultura propia y transformar definitivamente en veletas a nuestros paisanos, como ya constata el descaro. Empecemos por el momento en que estamos, bicentenario del año 1815: una de las imágenes de nuestro papel moneda es la de nuestra queridísima Luisa Cáceres de Arismendi, cuyo momento crucial lo vivió precisamente ese año, desde septiembre, cuando, en estado de gravidez, fue apresada para obligar la rendición de su marido. A finales de noviembre se intentó sitiar y tomar por asalto el castillo donde estaba recluida. El auxilio al enemigo venido de Pampatar derrotó el intento y se la obligó caminar sobre los cuerpos moribundos de los atrapados. En enero del 16 el tope de las vejaciones y ultrajes le provocaron el parto prematuro y muerte de su criatura. Se la conminó convencer a Arismendi mediante una nota: “Amor mío, cumpla con su deber que yo sabré cumplir con el mío” fue lo que confesó a sus captores haber escrito, razón por la que fue condenada a ser esclava de por vida en España adonde fue enviada finalmente. Estando en Cádiz, liberales españoles, que también buscaban derrocar a Fernando VII dieron con ella, la ayudaron y proporcionaron papeles falsos, hasta hacerse a la mar vía puertos estadounidenses donde se hará cargo Lino de Clemente y finalmente volverá a ver a Venezuela y marido en 1818. Doña Luisa le brindará después doce hijos a Juan Bautista por la pérdida del primero. Con ese esqueleto informativo, lo demás lo hace el amor que por esta patria se circunscribe, más las riquezas personales; pero por lo visto, más que unos cuantos, nadie sabe de esto, y por lo visto, pasará bajo la mesa... Excepto en la imagen de la heroína de los estropeados billetes de a 20.
Prosigamos: 1816 NO ES el año de la batalla de San Félix, sino el siguiente, el 11 de abril. 1816 es el año del desembarco provechoso de Mac Gregor en Choroní con 600 hombres, casi todos haitianos y del fallido de Bolívar en El Playón de Ocumare de La Costa el 6 de julio de 1816, donde, si no es por el valiente oficial antillano Jean Baptiste Bideau que lo rescata, se suicida en la playa. Es el año del oficial escocés, que escribirá otra –más que invisible: HUECA- campaña admirable, “la retirada de los 600” llamaron a esta valerosa incursión, casi toda de infantería, lo más brillante de ese año, atravesando un territorio minado de enemigos, sin bastimentos y escasos de todo, el centro del país hasta alcanzar Barcelona (encuentros de Los Aguacates, Maracay, Cagua, Villa de Cura, Quebrada Honda, Los Alacranes, El Juncal). Antes de terminar el año, Bolívar apertrecha de armas haitianas a Barcelona. Como se ve, no hay respiro, y material hasta el infinito para inyectar los ánimos
Más descalabros: Hace poco escuché un discurso sobre el líder Reyes Vargas, natural de Baragua, jefe realista hasta 1820. El discurso, estuvo cargado de desatinos, a lo mejor con el objeto de enaltecer al baragüeño, colocándolo triunfante sobre el jefe marabino en un supuesto “segundo” encuentro en 1814, una falacia más grande que un arcoíris. En realidad, el único combate que se sabe entabló el marabino contra el tenaz guerrillero, fue en efecto, en Baragua el 16 de enero de 1814. La victoria arrasadora de Urdaneta, le daba puerta franca a la provincia de Coro, en ese momento indefensa, pero esa misma noche le llegaron dos mensajeros solicitándole el auxilio urgente para Barinas, asediada en ese momento por José Yáñez, “El Ñañá” de Los Llanos. Urdaneta decidió por el auxilio, pero no pudo llegar a tiempo, ya Barinas había caído en las manos despiadadas del realista canario. Estos hechos están descritos por el mismo Urdaneta y otros testigos.
La historia no es capricho de cronistas de escritorio o populares; años preciosos de este decenio bicentenario se han perdido por LA IGNORANCIA en la aplicación de nuestra historia de liberación. Y que lo peor no es eso: no hay cultivo para excavar en esa mina. Si no se sabe de lo que va hablar, por supuesto menos aún debe saberse de su aplicación. Las mismas fuentes tienen mundos desconocidísimos de información. Un regalo: Caracas para 1810 podía armar dos orquestas filarmónicas, debido a la cantidad de buenos músicos que ostentaba, notoriedad plausible de la escuela de Chacao fundada por el famoso Padre Sojo. José de Austria, oficial caraqueño, de familia extinta en la guerra, ayudante de Campo Elías en el batallón Barlovento, es una de las fuentes principales de los cruentos hechos emancipadores: un invisible os autor de Bosquejo de la historia militar de Venezuela, fue uno de los militares que no permitió Páez entrar a Venezuela después de 1830. Pues bien, De Austria fue también un virtuoso violinista egresado de esa escuela y la penosa circunstancia lo obligó vivir en Bogotá, al igual que otros tantos, con los pasos medidos. Allí fundará una Escuela de Música de cámara, semilla de las escuelas de música, inexistentes en ese momento en la capital del ex virreinato. En Colombia saben quién fue José De Austria; aquí, ni la vergüenza de saber que existió alguien así. Conservatorios deberían dedicar su nombre a este invisible.
Confesemos, debe ser el final de esta novela de anhelos, atiborrada de frases ahuecadas, o se inventa el acercamiento al placer de conocernos, o de una vez, vuelva esto a ser “República de Venezuela”, más sincero.

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