El correo electrónico enviado a medios
internacionales por Citibank, división de consumo internacional del
gigante financiero estadounidense Citigroup, replicado por Bloomberg,
cita específicamente la evaluación en curso del cese de las operaciones
como banca corresponsal de Venezuela, es decir, de las cuentas por las
cuales el país realiza sus pagos en el extranjero, apelando a una
"evaluación de riesgos" opaca y sin datos fiables que pudieran ser
contrastadas con la realidad.
Citibank confirma su deseo de bloquear a
Venezuela e impedir que pueda realizar transacciones internacionales de
diversa índole, aunque matice con "su compromiso por el país" y "seguir
dialogando con el presidente Maduro". La notificación de la que habló
Maduro es real, y la maniobra de bloqueo financiero también.
Citigroup es uno de los seis grandes
conglomerados financieros de Wall Street. Es un poderoso cartel de la
economía global. No nos ataca cualquier poder económico, sino uno
bastante pesado en los cinco continentes.
¿Quiénes dirigen Citibank en Latinoamérica?
El cluster gerencial, es decir, los tecnócratas de peso de Citibank, en la región está conformado por dos personajes ligados al negocio financiero de nacionalidad venezolana. Francisco Aristiguieta, actual presidente de Citibank para América Latina, trabajó antes de asumir dicho cargo en la división de Servicios de Transacciones Globales, encargada de tramitar y gestionar las cuentas que hoy buscan ser cerradas de forma abusiva y unilateral.
Se desempeñó, culminando la década de
1980 y empezando los años de 1990, como Analista Financiero Senior y
Gerente de Proyectos en el área de Nuevos Negocios y Financiamiento
Internacional de Proyectos de Pequiven, justo en la época cuando se
amasaba su privatización por parte de grandes bancos y petroleras
transnacionales. En 1994, ya con ese proceso consolidado, a Aristiguieta
lo nombraron Gerente para el Sector Público de Citibank Venezuela.
Por su parte, el banquero venezolano
Bernardo Chacín ocupa el más alto cargo dentro del cluster andino de
Citibank: área y negocios que comprenden a Chile, Colombia, Perú,
Ecuador y Venezuela. Antes de asumir varios cargos dentro del
organigrama de Citibank, Chacín trabajó también para Pdvsa en el equipo
de finanzas corporativas. Es hijo de Juan Chacín Guzmán, ex presidente
de Pdvsa durante la Apertura Petrolera en sus inicios. Fue presidente en
Ecuador de la poderosa corporación petrolera Gulf Oil Company.
La mencionada petrocorporación tiene
intereses de vieja data en negocios petroleros venezolanos al asociarse
de manera directa e indirecta con los beneficios privados, generados
desde la privatización de Pdvsa durante la Apertura Petrolera.
No existen razones financieras que justifique la acción de Citibank
Los intermediarios transnacionales que ayudaron a saquear el país en la década de 1990 son los mismos que hoy ocupan altos cargos de dirección en un banco estadounidense que busca bloquear financieramente el país y entorpecer los avances para mejorar su entorno macroeconómico. El petróleo venezolano, ayer como hoy, explica el posicionamiento de estos cuadros gerenciales y los intereses estratégicos de Citibank en el petróleo venezolano.
¿Qué razones justifican la acción de Citibank?
En parámetros financieros, ninguna. Si las razones obedecen al "riesgo" de las cuentas venezolanas, Citigroup, casa matriz de Citibank, lidia con cuentas de mucho mayor riesgo dentro de los mismos EEUU, aquellas que procesan "bonos basura" producto de la debacle de la burbuja financiera de 2008. Incluso, en Citibank son acreedores de financiamientos a empresas de fracking que hoy se van a pique en EEUU por la caída del precio petrolero.
Venezuela, por su parte, ha cumplido
todos sus compromisos internacionales en moneda extranjera en años
recientes. El país mantiene récord positivo en sus pagos de deuda. En
abril pasado el presidente Maduro anunció que, en 17 meses, Venezuela
había cancelado 30 mil millones de dólares por el servicio de la deuda.
Aunque todo banco del mundo puede, de
hecho, "reservarse el derecho de admisión" y tomar acciones
discrecionales de cancelarle cuantas a cualquier cliente, una medida de
estas características que afecta de manera concreta al Banco Central de
Venezuela (BCV) y al Banco de Venezuela (BDV) es sólo característica en
situaciones de sanciones internacionales. Cuba, Siria, Irán, Libia y
hasta Rusia han sido objeto de acciones similares, justamente en el
marco de sanciones para bloquear o inhibir la actividad financiera de
esos países.
Las medidas unilaterales y arteras que
toma Citibank contra Venezuela son, de facto, una acción de bloqueo
financiero. Y este no se encuentra enmarcado en ninguna medida
facultativa de embargo o sanciones a nuestro país, a menos que, léase
bien, se enmarquen en lo señalado en el Decreto Obama que tilda a
Venezuela como una "amenaza inusual y extraordinaria" para la seguridad
de EEUU y que reseña la situación de "riesgo económico" de Venezuela.
El banco, sin embargo, respondió
señalando que valora "nuestro diálogo con el gobierno del presidente y
esperamos atender sus preocupaciones en el interés de seguir sirviendo a
nuestros clientes".
Citibank es tenedor de bonos y
petrobonos venezolanos. Podríamos presumir que podrían seguidamente
deshacerse de ellos como "bonos chatarra". Esta acción elemental que ha
de suponerse tiene lugar en la misma acción de asedio financiero,
tendría una consecuencia inmediata: dificultaría las posibilidades de
financiamiento de Venezuela en una nueva probable emisión de bonos que
efectúe la República o Pdvsa.
Esta jugada financiera forma parte de la guerra no convencional contra Venezuela
El relacionamiento externo venezolano y su solvencia demostrada permitirá que nuevo bancos asuman recibir a los clientes venezolanos. Probablemente bancos chinos o bancos rusos, actores emergentes en el tablero financiero global, puedan asumir negocios con Venezuela para sustituir el relacionamiento de vieja data que tenía la República con Citibank.También maneja las actividades de sus clientes concretos BCV y BDV con respecto al flujo de ingresos y egresos en divisas de la República. Prestan a Venezuela un servicio financiero. Nuestro relacionamiento financiero externo y cuestiones del comercio exterior operan desde esa firma. Al cancelarse la condición de los clientes venezolanos, la acción ejecutiva venezolana será la de acudir a otros bancos para que presten ese servicio a la República, al BCV y al BDV respectivamente como firmas nacionales.
Aumenta la intensidad de la guerra financiera
Venezuela ha cumplido con todos sus compromisos externos, pagando a tiempo todo instrumento que represente endeudamiento externo. Pese a eso, las calificadoras de riesgo han colocado a Venezuela en lugares peores que Ucrania en plena guerra en el este de ese país, o incluso peor que Somalia, en guerra civil desde la década de 1990. Para que nos hagamos una idea, al día de hoy el Deutsche Bank Group publica su tabla de calificación de riesgo "Credit default Swap".
Venezuela es el país peor calificado de
su lista en el mundo con 4.500 puntos. Un país como Turquía, en guerra
con los kurdos, bajo tensión militar con Rusia y en guerra contra Siria
tiene una calificación de 225 puntos. El aumento desproporcionado del
"riesgo" implica para Venezuela acceder en condiciones de desventaja al
financiamiento externo, sometiendo al país a pagos absurdos de intereses
y capitales buitre. Segunda expresión del ataque.
He allí que colocar a Venezuela como
probable "cliente indeseable" sea otra variante en la misma estrategia
de guerra económica externa y seguramente estamos ante eso. Imposible es
no reconocer estas cuestiones como expresiones concretas de una
estrategia articulada de guerra no convencional contra nuestro país, que
tiene 300 mil millones de barriles sobre sus pies (las reservas
petroleras más grandes del mundo) y una reserva política, ética y moral
llamada chavismo igual de gigantesca.