Por cuarta tarde-noche consecutiva La Candelaria fue escenario de hechos violentos.
Junio 11 de 2017, 1:00 pm
Alrededor
de las 4 de la tarde pequeños grupos violentos comenzaban a colocar
barricadas en varias calles de La Candelaria, a base de destruir
materos, papeleras e incendiar basura. Los comerciantes bajaron rápido
la santamaría, saben que el olor del peligro no tiene forma de bomba
lacrimógena sino de barricada quemándose.
Las
pequeñas candelitas de Puente República y las postrimerías del Sambil
fueron avanzando rápidamente hacia las esquinas de Puente Anauco,
Alcabala, La Cruz, Peligro y Miguelacho. En todas ellas pequeños
colectivos de 10 encapuchados las custodiaban, las regaban con gasolina,
preparaban molotovs y armaban su logística para el choque inminente con
las fuerzas de seguridad.
Nada espontáneo ni tampoco masivo.
La
Candelaria cambió su sábado de bullicio y calles agitadas de gente, por
la intranquilidad del silencio y la zozobra que impusieron menos de 30
personas.
La
gente comenzaba a caminar rápido y a buscar rutas alternas para llegar
al Metro o a la avenida Universidad para agarrar la camionetica. Mujeres
con muchacho en brazo y familias que seguro venían de pasar una tarde
en el parque Los Caobos, buscaban pasar rápido esquivando las
barricadas. Cabizbajos, con miedo. "La Resistencia" lo menos que
generaba era empatía, nadie quería estar cerca de estos héroes. Quizás
el máximo apoyo social logrado fue por parte de grupos espectadores,
quienes -al fin- lograban ver lo que a más de 70 días tiene al Twitter
atormentado, pero con la misma pasividad.
Una
señora entre Misericordia y Miguelacho gritaba como a las 5 de la
tarde: "Los dos Raúl se están entrado a coñazos". Se refería a un padre
que golpeaba a uno de sus hijos encapuchados, por lo violento de su
accionar, seguramente no sabía que el carajito estaba en esa jugada. Al
final no pudo sacarlo de la barricada y tuvo que retirarse del sitio.
Una
poderosa metáfora del plan de fondo contra Venezuela: llevar el
conflicto político a lo interno de las familias, de la gente, que el
pueblo se vaya destruyendo a sí mismo.
Desde
la esquina Misericordia los buhoneros que venden carteras, cigarros,
donas; los mototaxistas; los que alquilan teléfonos y venden chucherías
en las inmediaciones de la plaza La Candelaria, se comenzaban a
concentrar. Molestos por la destrucción generada y por ver paralizada su
fuente de trabajo, gritaban "vayan a hacer su vaina en Altamira", "aquí
no van a repetir lo mismo que en el este", "vayan a trabajar". Un dato
de clase que se mantuvo intacto hasta altas horas de la noche.
Gente
de los urbanismos de la Gran Misión Vivienda Venezuela adyacente, que
comenzó a llegar y otras gentes que buscaban ahí una forma de resguardo,
aseguraban con temor que esos encapuchados querían reproducir la misma
devastación generada en El Valle, El Paraíso y San Antonio de Los Altos.
Las consignas en apoyo al Gobierno y al presidente Maduro se comenzaron
a escuchar en boca y manos de quienes sí le han visto la peor cara de
la guerra económica, esa que no tiene que ver con el cupo Cadivi, el
aumento en los pasajes aéreos o el precio irracional del kilo de jamón
serrano.
Los
ánimos comenzaban a calentarse. Desde la esquina de Miguelacho y
Peligro los guarimberos insultaban, lanzaban molotovs, explotaban
morteros y se encaminaban a tomar la avenida Universidad. Con una
desventaja marcada por el desorden y la falta de logística, los chamos
de la zona se hicieron con lo que tenían a la mano (algunas piedras
lanzadas por los guarimberos y botellas de cerveza) y comenzaron a
responder.
Mototaxistas
vieja escuela en esas artes de participar en golpizas colectivas,
comenzaron a recolectar más botellas y piedras para evitar el avance de
los guarimberos. Del lado chavista eran superiores en número (10 a 1
aproximadamente), pero poco se podía hacer. Los guarimberos accionaban
su armamento, desde los edificios arrojaban botellas y peñones, y en
tres oportunidades lanzaron disparos para devolverlos a la esquina
Misericordia.
Otro dato de clase para evaluar de qué lado está la política y de cuál otro el fanatismo
A
las 6 de la tarde, desde la esquina Pele el Ojo se daba otra refriega,
igual de desventajosa pero evitando el avance de la guarimba. La avenida
Universidad se mantuvo protegida hasta que empezó a caer la noche. Las
capuchas y el armamento estaban en el norte, la cartografía de nuestro
conflicto histórico representado en La Candelaria.
La
PNB empezó a dispersar las barricadas y a los encapuchados desde sus
puntos de origen, lo que generó una centralización en una misma línea
que iba desde Miguelacho, hasta la plaza La Candelaria y la entrada a
Candelaria Norte.
Un
contingente llegó a la esquina Pele el Ojo. Los chamos alzaron sus
manos y el resto de la gente comenzó a aplaudir y a gritar en apoyo. Los
policías regañaron a los chamos y estos respondieron de forma
inteligente: "Aquí nosotros no estamos generando violencia, son ellos,
nosotros solo nos estamos defendiendo".
Por
cuenta propia y en desventaja, habían logrado hacer correr a los
guarimberos que se replegaron en la recta de Miguelacho hacia la plaza
La Candelaria.
Ya
caída la noche continuaban las consignas. Los guarimberos continuaban
lanzando morteros e incendiando las calles. Los edificios atentos para
continuar lanzando la casa por la ventana y buena parte de las calles.
Ante el clima de confusión una ballena de la PNB que dio la vuelta en
Miguelacho accionó contra la gente que estaba defendiendo la avenida
Universidad. La gente no corrió sino que alzó sus manos buscando
clarificar la situación ante los efectivos.
Una
agitada conversación entre chavistas y los funcionarios de la PNB,
ambos con los ánimos caldeados, terminó por darle la vuelta a la ballena
hacia el lado correcto. En ese momento la única diferencia la daba el
uniforme, el punto de confluencia ser víctimas de los mismos ataques, de
poner la vida en peligro para defender el derecho a trabajar y a hacer
país.
La
gente gritaba consignas y aplaudía mientras corría detrás de la
ballena. Una escena que desnudó el manto ideológico de "la represión",
al vincular a un gentío que apoyaba la dispersión de las guarimbas y que
La Candelaria no fuera transformada en El Valle. El Estado no sólo como
"monopolizador de la violencia legítima", sino como movimiento político
y social, donde sus fronteras y líneas divisorias entre la estructura y
la gente son cada vez más difíciles de trazar.
Para la molestia de Freddy Guevara.
El
chavismo permaneció en la avenida Universidad custodiándola. Las calles
que estuvieron bajo las llamas desde hacía horas estaban despejadas. La
plaza La Candelaria volvía a la normalidad así como sus zonas aledañas.
Por los lados de El Sambil y Candelaria Norte algunos focos violentos
luchaban por sobrevivir.
Dos
horas antes los jóvenes trabajadores y de los urbanismos de la zona
habían pillado bajando a par de guarimberos. No los quemaron ni los
robaron, tampoco los agredieron. Ganas no faltaban. Los violentos
siguieron su camino con los labios pintados de blanco. Un edificio que
quería prender una guarimba en la avenida Universidad y lanzaba objetos
contundentes, vio su puerta reventada por los caldeados ánimos de la
jornada. Nadie salió herido en medio del escarceo, la puerta volvió a su
lugar.
A
esos pobres que se les gritaba desde los edificios "colectivos",
"muertos de hambre", "pata en el suelo" o sencillamente "asesinos", no
quemaron ni lincharon a ningún opositor como sucede en Altamira, donde
la decente y civilizada clase media-alta apoya estas acciones. Otro dato
de clase para evaluar de qué lado está la política y de cuál otro el
fanatismo.
La
Candelaria fue tendencia en Twitter. Ahí se habló de "paramilitares del
régimen", "colectivos disparando contra manifestantes" y de "represión
despiadada". Pero nada de eso ocurrió. En tanto etiquetas de sencilla
aplicación, sin importar la verdad en ningún momento, también encubren
algo mucho más importante: el temor de que el chavismo defienda espacios
y territorios. Por eso la automática demonización.
En La Candelaria lo hizo sin balas, molotovs ni morteros. Para molestia de la nación Twitter.