CARLOS DE OLIVEIRA – Transcurría un apacible mediodía en aquella Caracas de 1987. La ciudad era diferente a la actual y a la vez la misma. Me dirigía a la plaza de la Merced donde se efectuaría un acto, cuando en el camino me consigo a varios chamos en abierta batalla campal a coñazo limpio.
Presté atención y me percaté que tres chicos de uniforme escolar trataban de derribar a un morenito de menor estatura y delgada constitución que con los ojos bañados en lágrimas, golpeado, sucio y apenas vestido de harapos, movía sus flacos bracitos como aspas, repartía patadas y mordidas a diestro y siniestro defendiendo un pedazo de tela sucia que mantenía a toda costa amarrada a la cintura. Intervine separando a los contendientes ayudado por otros transeúntes. Los tres abusadores echaron a correr y el flaquito quedó abrazando la tela, que resultó ser una dañada bandera venezolana. Entre lágrimas y mocos, el chamo me explicó que los tres fugitivos estaban jugando, rompiendo y pateando la bandera y él se les abalanzó y arrebató, teniendo que defenderla con uñas y dientes.
Ese día me sentí más venezolano. Comprendí que siempre habrá quien pretenda mancillar a Venezuela, pero también quien sin medir peligros ni esfuerzos la defenderá con los dientes.
Me cuestiono entonces las razones que han llevado a Henrique Capriles Radonski y su Comando Venezuela a vender la dignidad de este maltratado país entregando su estrategia eleccionaria a una multimillonaria firma de consultoría norteamericana como la Greensberg Quinlan Rosner, reconocida internacionalmente como un “peso pesado” del “making policy process” demócrata – proceso de elaboración de políticas- en Estados Unidos, vinculado a gran número de intereses económicos, políticos y de subversión del gobierno del gigante del norte.
¿Desde cuando los intereses de los venezolanos son semejantes a los de la British Petroleum, Israelí Cellular Phone Company Providers, Pacific Gas and Electric, UNIVISION, Israelí Cable Companies, Coca Cola o a los del ex presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada, el ex canciller alemán Gerhard Schroeder, el presidente Carlos Roberto Flores de Honduras, el ex presidente Alejandro Toledo de Perú, el ex primer ministro británico Tony Blair; o el Partido Haavoda de Israel y la USAID, todos clientes de Greensberg Quinlan Rosner?
Esta Consultoría internacional participó activamente en la guerra de Irak, donde propuso estrategias de contención y elaboró amplios análisis como los titulados “La encrucijada de la democracia Iraquí”; “Irak arriba a un momento crítico” ó “Las protestas en Irak: ¿un llamado por más democracia?”. Muy recientemente trabajó campañas en Bolivia contra Evo Morales y asesoró elecciones en países de América Latina y Europa.
Las “joyas de la corona” de Greensberg Quinlan Rosner para estas tareas de compra de voluntades y libertades son, entre otros, Bryan Kirschner, vicepresidente de estrategias corporativas y una dama, Jessica Reis, actualmente miembro del equipo para Latinoamérica, quien ha llevado una tenaz cruzada en Venezuela integrando los “Focus Group” o lo que es lo mismo, los equipos que en el terreno desarrollan el trabajo de tantear e influir en sectores de la sociedad venezolana y vender una imagen positiva de Capriles Radonski.
Precisamente, Bryan Kirschner, acompañó a su jefe Stanley Greenberg a una reunión realizada en el Multicentro Empresarial del Este, en Caracas, el pasado 30 de agosto a la que asistieron entre otros el jefe de campaña del Comando Venezuela y mano derecha del candidato Capriles Radonski Armando Briquet, su hermana Doris Briquet presidenta del “Focus Marketing Research” y el presidente del Grupo Polar Lorenzo Mendoza.
A este escribidor llegaron los temas discutidos, a saber, el desarrollo de la campaña de Capriles, la situación de las encuestas, las acciones de influencia blanca y negras ejecutadas y los próximos pasos a dar.
Greenberg, Mendoza y Briquet acordaron reunirse dentro de tres semanas en Washington y allí trazar la estrategia final del Comando Venezuela. Los tres estrategas impartieron indicaciones para realizar acciones en Valencia y Puerto Ordaz a ejecutar por Doris, Jessica y sus respectivos equipos en las dos semanas siguientes al encuentro.
Me duele ver que políticos venezolanos tienen que acudir a Washington para trazar el futuro de mi Patria. Me indigna la alcahuetería, la falta de al menos un gesto fugaz de sentimiento nacional y que se ponga en manos de intereses encontrados con los del pueblo venezolano los destinos de la nación. Me hicieron recordar a los tres chamos que mancillaban nuestra bandera.
¿A qué acuerdos que desconocemos habrá llegado el Comando Venezuela y Capriles Radonski con el alto empresariado en la persona de Mendoza y con los intereses norteamericanos? ¿Elaborará Greensberg Quinlan Rosner sustanciosos informes analíticos sobre Venezuela a la imagen y semejanza de los hechos sobre Irak?
¿Estará Venezuela a la venta?