José Sant Roz
- Si esta decisión de Trump se hubiese aplicado a Latinoamérica en la década de los setenta, Venezuela se habría ahorrado muchas cosas. Primero: 25.000 millones de dólares, en becas para miles de estudiantes, que a la postre sirvieron de muy poco o nada para el verdadero desarrollo del país. Segundo: Venezuela en educación superior hubiese visto mejorar sus programas, hubiese podido contratar buenos profesores y formar nuestros estudiantes mirando hacia dentro, hacia nuestras necesidades más urgentes, hacia un desarrollo propio. Tercero: hubiésemos impedido en gran parte la fuga de talentos; no hubiésemos perdido tantos jóvenes brillantes que decidieron quedarse en el Norte o emigrar a Europa. CUARTO: hubiésemos podido forjar un gran programa de investigación en las diversas áreas del conocimiento, como en el campo industrial, en la agricultura, ingeniería, botánica, ecología… porque realmente, Venezuela en educación superior, durante todo el siglo XX no pudo sustentarse con valores propios, todo fue importado, hasta el saber, hasta el conocimiento, siempre estuvimos esperando que los gringos y europeos nos definieran, nos hiciesen nuestros programas y definiesen nuestros objetivos. Vivíamos en las nubes, imaginándonos que al ir a formarnos en las prestigiosas universidades de EE UU o Europa, iríamos a salir de abajo, desarrollarnos, ser más libres y soberanos. Ocurrió, como ya lo hemos podido ver, todo lo contrario.
- En la década de los ochenta, Venezuela era uno de los países de América Latina con PhD’s, con los doctorados de más alto nivel. La Universidad Central de Venezuela (UCV), la Universidad Simón Bolívar (SB), la Universidad de Los Andes (ULA), la Universidad del Zulia (LUZ), la Universidad de Carabobo (UC) y la Universidad de Oriente (UDO), contaban con una planta profesoral única y extraordinaria en el continente, trabajando codo a codo con investigadores de EE UU y Europa, pero sin norte ni objetivos en relación con el desarrollo del país. En las Facultades de Ciencias teníamos como profesores a eminencias de EE UU, Francia, Canadá, Alemania, Brasil y Argentina, que formaban a nuestros licenciados, los que luego irían complementar sus estudios de postgrado en las más prestigiosas universidades de Occidente, pero siempre con una visión contraria a nuestros valores, a nuestras raíces. Varios Premios Nobel y genios de las ciencias, visitaron a Venezuela entre las décadas 70 y 90, pero venían a hablarnos de lo que debíamos hacer para parecernos a EE UU y a Europa, no para que fuésemos nosotros mismos.
- Lamentablemente, como ya lo hemos escrito en otras notas, Venezuela casi nada (o nada) aprovechó de tantas mentes brillantes. Todos los programas para avanzar en ciencia y tecnología, para tener un desarrollo propio resultaron un tremendo fracaso porque lo mirábamos con sentido y ojos extraños a nosotros mismos. En lo personal, cuando fui a estudiar a Los Ángeles y luego a San Diego (California), en la década de los setenta, me encontré con numerosos estudiantes iraníes, que estaban estudiando ciencias. Estos jóvenes, cuando tuvieron que regresar a Irán, poco después de la Revolución Islámica, se encontraron con la gran suerte de que fueron inmediatamente incorporados a un auténtico proceso de desarrollo del país, bajo líneas muy bien organizadas, por lo que pudieron hacer enormes aportes en el terreno de la Física, de las Matemáticas y la Química. Al extremo que en pocos años Irán le dio un impulso tremendo al programa Átomos para la Paz de la Organización de las Naciones Unidas, iniciado por el Shah Mohammad Reza Pahlevi. De hecho, hoy Irán está en condiciones de construir más de diez plantas nucleares si quisiera hacerlo. Es una potencia mundial.
- La IV República no hacía sino copiarse de los programas de occidente. Nada era propio, más aún lo nuestro lo veían con sarcasmos, con burla, cuando al mismo tiempo, los gobiernos eran resultaban uno tras otro, el mayor hazmerreir del planeta. Aquí en Venezuela, tuvimos a unos petulantes, pasados de tontos, que por haber hecho un cursito de verano en Harvard fundaron el “Club de Harvard”, el cual fue presidido durante muchos años por aquel personaje harto mediocre llamado Ramón Escovar Salom. Con aquel Club se creían que habían alcanzado la gloria como civilizados. Así éramos de cursi, entonces.
- Hoy, con Trump en el poder, miles de estudiantes de América Latina no podrán cumplir con sus sueños de ir a estudiar al Norte. La persecución migratoria ha llegado hasta los estudiantes. Mejor así. Mejor para la Patria Grande. Porque EE UU se aprovecha de todos nuestros talentos, los exprime, y a nuestros pueblos les deja los bagazos como los miembros de aquel Club de Harvard, de modo que nada le llega de lo que investigan nuestros talentos latinoamericanos, de lo que descubren y crean. Así pasó con Humberto Fernández Morán.
- A mí me alegra profundamente que Trump no quiera en las aulas estadounidenses a los latinos, y su Administración ordenó cancelar o revocar todos los visados en sus embajadas.
- Ténganse en cuenta que entre 2023-2024 estudiaron en EE UU, en universidades de EE UU, más de 1.100.000 extranjeros. Hay que ver lo que esos jóvenes aportan al desarrollo de Estados Unidos, tomando en cuenta que los más brillantes se quedarán allá. Los más afectados por estas medidas son chilenos, mejicanos, argentinos y brasileños. Lo que deben hacer ahora estos estudiantes, es coger para China o Rusia, quienes los recibirán con los brazos abiertos…