4 de noviembre de 2025

Gilberto Viera y la biografía de Bolívar atribuida a Marx

 


De prensabolivariana en noviembre 3, 2025

Por Alberto Pinzón Sánchez*

El liderazgo político y militar del Libertador Simón Bolívar, siempre fue disputado por los diversos caudillos locales, hasta cuando la realidad se impuso y debieron reconocer la genialidad de conducción, sin embargo, fue después de Ayacucho y la fundación del Estado andino de Bolivia, antes de su muerte, es cuando los adversarios y enemigos tanto locales como extranjeros, arreciaron la más encarnizada lucha político-ideológica por trastocar las enseñanzas Bolivarianas, retorcer su pensamiento y acción, y derrumbar su ideal de la Patria Grande libre y soberana en el equilibrio mundial de las Naciones.

Su origen, su Jacobinismo o radicalismo, su manera de enfrentar y solucionar problemas en el curso de la guerra, la guerra a muerte, sus decretos tildados de tiranía, su personalidad o hasta su semblante ya agotado por la consunción, fueron siempre objeto de la maledicencia malévola sobre todo en Colombia, donde se llegó incluso a atentar en 1828 contra su vida en aquella noche septembrina y traidora del santanderismo.

Lo que, a su vez, ha exigido una contra-lucha-ideo-politica por parte de sus fieles seguidores que ha llevado a una verdadera reinterpretación dialéctica del papel teórico-practico de Simón Bolívar en la historia continental como conductor insustituible de la lucha (político-militar) anticolonial y soberana y, de la manera excepcional de cómo a medida que la lucha se desarrollaba, rebasó las limitaciones de su propia clase social mantuana (término popular para designar a una atípica clase social latinoamericana que fusionaba tres clases sociales en una: la de los grandes latifundistas, la de los esclavistas, y la de grandes comerciantes exportadores de los frutos de la tierra), colocando no solo lo mejor de su personalidad “ilustrada y jacobina ” al servicio de la causa anticolonial, la liberación de los indígenas, artesanos y campesinos de las trabas coloniales y la libertad de los esclavos, como también poniendo al servicio de la causa anticolonial su enorme fortuna, al extremo que murió, como se dijo, llevando una camisa prestada.  

Bolívar es hijo directo de la revolución burguesa que se estaba dando en el noratlántico europeo y norteamericano, la cual conoció en cada uno de estos países que visitó. Y con su perspicaz mirada, pudo captar la terrible crisis de la decadencia del Imperio español agotado en guerras perdidas por su mantener a flote sus colonias americanas y asiáticas, derrotado económica y militarmente por las burguesías industriales que se afianzaban en los Países Bajos, Francia, Inglaterra, Alemania y demás potencias industriales del noratlántico. Crisis Imperial irreversible en el mundo conocido, que condicionó el panorama local y global de la lucha de clases al inicio de la lucha política y militar anticolonial iniciada por Simón Bolívar en 1810.

Este el complejo escenario donde se desarrolló la vida proteiforme del Libertador con sus múltiples facetas circunstancias y fases, es lo que ha servido a sus detractores malintencionados para despedazarla en más de mil obras escritas sobre su vida; con la finalidad perversa de oscurecer su obra, para que no se pueda identificar realmente la finalidad de su existencia: Hay verdaderos mamotretos sobre su prosa y estilo literario, sus cartas, proclamas y escritos. Sobre su doctrina diplomática rebautizada con fines imperiales en Norteamérica como “panamericana”. Sobre sus amores, desamores, virilidad y satiriasis, al extremo que el “sabio” peruano Palma, escribió un tratado sobre la interpretación (en número de vírgenes) que se le debía dar a “los tres etcéteras”, con que el libertador finalizaba sus cartas. Hay múltiples libros sobre el “epopéyico guerrero”, continuador de la sangre de Pelayo, el Cid, Cortés, Jiménez de Quesada, o Pizarro a quienes, entre otras cosas, siempre detestó, y en Colombia, el caudillo (tribuno) falangista y conservador colombiano Laureano Gómez, retorcido admirador del Libertador, con la visión dictatorial jesuítica que lo caracterizaba, logró colgarle Bolívar un “bonapartismo imperial” que el Libertador nunca tuvo, ni pretendió tener, y siempre rechazó.     

Hay, además, toda suerte de aproximaciones literarias sobre su subjetividad, su educación, su infancia, sus viajes juveniles. etc. Pero con muy contadas excepciones (una de ellas la meticulosa obra de Vicente Lecuna) en ninguna se aborda de manera integral al hombre de carne y hueso de voluntad férrea, el teórico y práctico que después de cada campaña militar, adversa o no, escribía su correspondiente interpretación política y diplomática de los hechos.

También, con cierta regularidad, estos mismos pseudo-historiadores, politólogos y analistas interesados o pagados desempolvan, como primicia, un viejo artículo atribuido a Carlos Marx, plagado de errores y deformaciones factuales (empezando por el nombre que corresponde al del padre del Libertador), y que los seguidores de la Filosofía de la Praxis y marxistas de las más diversas tendencias, así como los verdaderos historiadores; desde 1939 cuando se dio a conocer en Nuestramérica la mentada biografía de Bolívar firmada por K.  Marx, no han dudado en rebatir, cuestionar o dudar de su autenticidad. Ver discusión en https://prensabolivariana.org/2025/11/01/bolivar-y-marx-una-nueva-lectura/

En lo que respecta a Colombia; en 1942 tres años después de publicado y en pleno debate intelectual contra la deformación falangista dictatorial que hacía de Bolívar el laureanismo conservador, en el fragor de la II guerra mundial anti nazi; el fundador del partido comunista colombiano y dirigente obrero popular Gilberto Viera, escribió un folleto titulado “la estela del Libertador” en donde rechaza la publicación acrítica que el comunista argentino Aníbal Ponce hace del articulo atribuido a Marx, y en donde explica cuál es la valoración que los marxistas colombianos rescatan de la palabra y obra del Libertador y, donde además, polemiza con gran independencia y acierto con el profesor soviético Miroshesviski, quien puso a circular el contrabando atribuido a Marx. Escribe Viera:

“El profesor Miroshesvki, podrá ser una autoridad sobre otros problemas, pero es el caso de que no dispone de mucha información histórica, que digamos, sobre nuestro continente. Y pertenece según todos los indicios a una escuela mecánica y rutinaria de investigación “marxista” que pretende tomar solamente en cuenta las fuerzas económico sociales, ignorando el papel del hombre en la evolución y en las revoluciones de la humanidad.”

Y a renglón seguido escribe: “? Cómo es posible que el genio inconmensurable de Carlos Marx escribiera ese artículo, en donde no se encuentra un solo concepto profundo que recuerde al forjador del “Capital”; donde no existe nada semejante al análisis atómico del autor de la “Miseria de la Filosofía”; donde no hay una línea que recuerde el brillante estilo del 18 brumario de Luís Bonaparte? Este artículo no puede ser considerado como el concepto del fundador del socialismo científico sobre Bolívar”.

Concluyendo Viera su escrito de 1942, con un párrafo final que parece escrito ayer: “El nombre del Libertador no puede ser patrimonio, ni monopolio de los enemigos de su obra, de los legatarios del espíritu colonial. Sirvientes hoy del Fascismo a través de la Falange española. El Bolívar de los marxistas, a la luz dialéctica, resulta más humano y más grande que el Bolívar de los patrioteros reaccionarios. Y por eso tenemos pleno derecho a evocar el nombre del Libertador para decirle con la gran voz de Pablo Neruda: ¡Padre nuestro que estás en la tierra, en el aire, en el agua, de toda nuestra extensa latitud silenciosa…hacia la esperanza nos conduce tu sombra el laurel y la luz de tu ejército rojo!”

Fuente Imagen Internet  

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