Chorreaba la ideología cuando nuestro apreciado vice Arreaza anunció que se había importado 16 contenedores de pinos navideños “de cuarenta pies” y 28 de adornos navideños, que era como anunciar el esfuerzo supremo del gobierno para reforzar la alienación de la clase media, porque pobre no compra pinos canadienses, ni los 48.000 de 12,20 metros (¡!) importados alcanzarían. Y no resisto citar, a pesar de que no suelo utilizar este recurso:
“En este momento estamos en nuestro puerto importantísimo
de la Guaira, donde arribaron
pinos naturales en este caso, pero también los hay artificiales, esto fue
adquirido con divisas protegidas y a través de la Corporación Venezolana de
Comercio Exterior (Corpovex)” agregó (Arreaza)
Por su parte el Ministro del Poder
Popular para Industrias, José David Cabello, especificó que “ están en la calle
más de 16 contenedores de pino natural, cada pino de estos son de 40 pies y la
cantidad es bien considerable, son aproximadamente 3.000 pinos por contenedores
y esto es una forma, una manera de retribuirle a la población venezolana su
costumbre sus tradiciones navideñas”.
¡Rigor de la vida! Como si nadáramos
en divisas, como si se hubiese resuelto la importación de bienes imprescindibles, que escasean. Y miren que no estoy metiendo en este saco
las otras importaciones navideñas, los ingredientes exóticos de la
pluricultural y “multisápida” hallaca; tampoco el pernil, y mucho menos los
juguetes, que se deben importar porque lo que hemos llamado burguesía es una
parranda de atenidos, asaltantes de la renta petrolera, incapaces de fabricar
algo.
Hablo sólo de los pinos y sus adornos
basura, y puedo meter en la olla a los fuegos artificiales que importados por
no se sabe quién, cuándo ni con qué tipo de dólar, aparecerán con toda
seguridad. Pero no para usarlos como
crítica fugaz, sino para llamar a la reflexión sobre el negocio y la
complicidad ideológica de cambiar valiosas divisas petroleras por basura
plástica, nociva, contaminante y absolutamente innecesaria, tendencia establecida
desde mucho ha. Alimentamos una
industria de desechos, china en este momento, que daña muchos aspectos de
nuestra existencia; la física, pues por lo general contienen peligrosos
productos tóxicos, y la cultural, porque tienden a imponer conductas ajenas,
alienantes… y a todas, son importaciones creadoras de pobreza, entre otras
cosas porque reducen la capacidad de importación de bienes necesarios para
satisfacer verdaderas necesidades de los sectores populares.
Todos podemos cojear
doctrinariamente, pero cuando se trata de la cojera de los ciempiés, puede
ocasionar que caminen en círculos, vía expedita para llegar a la incongruencia
política.
Las fotos que acompañan este escrito
son de la decoración navideña de nuestra peripatética Universidad de Los Andes. Es de admirar la congruencia entre sus
objetivos académicos y la representación de su Santa.