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(Segunda parte de
“La agricultura urbana, ¿ilusionismo o solución?”) [1]
Mostramos aspectos
de la agricultura urbana propiamente dicha, y ahora lo vamos a hacer de la “periurbana”,
que es la que permitirá cumplir en Mérida los objetivos planteados en el plan
de los cien días –20 % del abastecimiento de 13 rubros– porque el área
periurbana de Mérida es amplia y agrícola de tradición. Arbitrariamente comienzo con La Pedregosa
(parroquia Lasso de la Vega) para plantear particularidades que quizá puedan
ayudar a entrompar el plan de los cien días allí, a sabiendas de que es otra
área periurbana de Mérida (El Valle de los Alisares, parroquia Gonzalo Picón
Febres) la que se ajusta mejor a los objetivos inmediatos del plan, que dejo
para una futura entrega.
La Pedregosa fue
uno de los “graneros” de Mérida, cuya producción (café, maíz, cambures, yuca,
aguacates, frijoles, tomates, cebolla, queso…) era llevada cada semana al
mercado principal, y la imagen de los bueyes cargados con productos de la
Pedregosa, es un recuerdo aún presente en ancianos de la zona y de la
ciudad. La producción era más variada,
pero muchos productos sólo se dedicaban al consumo de los agricultores, porque
“no tenían precio” en el mercado. Quizá
tengamos que dejar establecido que la densidad de población era baja, las
pequeñas unidades de producción eran las que aportaban los productos
enunciados, y el trabajo estaba organizado familiarmente.
Como se trataba
de producción para el mercado local y patrones de consumo resistentes a los
cambios, con más o menos dificultades y mermas, la agricultura de la Pedregosa
siguió aportando al mercado cuando ya otras agriculturas merideñas estaban casi
desaparecidas. El declive mayor se
produce cuando el tipo de renta realizada derivó hacia la simple posesión de la
tierra para dedicarla a negocios inmobiliarios o turísticos, y cuando el
crecimiento desigual aseguró mejores ingresos en actividades urbanas de los sectores
secundario y terciario, lo que ocurrió a partir de los años 60-70 del siglo XX. Los campesinos fueron desapareciendo, y con
ellos la producción agrícola, actividad que no se vio favorecida por cambios
tecnológicos que pudieran sostenerla.
El urbanismo
avanzó inmisericorde, asentando en la zona a forasteros de medio y alto poder
adquisitivo, en urbanizaciones cerradas o casas aisladas, y la agricultura pasó
a ser excepcional. Sin embargo, el
avance de estos dos factores no impidió la pervivencia de una cultura campesina
singular, con las expresiones de religiosidad características, otros rasgos
culturales y el conocimiento de las prácticas agrarias ancestrales. Esta continuidad favorece la reactivación de
las actividades, que es lo que está sucediendo al estarse convirtiendo los aportes
de la agricultura de la zona en solución a problemas sociales e individuales.
La tradición
agrícola de La Pedregosa, así como la presencia de descendientes de los
antiguos agricultores y de campesinos del interior del estado asentados
recientemente, favorece la reactivación de la agricultura y, por tanto, la
aplicación de los planes perentorios de agricultura urbana. No obstante, para que tenga éxito estamos
obligados a considerar una serie de peculiaridades, que trataré de resumir.
1.
El plan de los cien días debe estar incluido en
uno de reactivación total de la actividad agrícola, para resultados a mayor plazo. Más que procurar lograr la incorporación a
través de los rubros posibles en la zona, de los 13 previstos, el esfuerzo debe
estar en reactivar todos los posibles, los históricamente importantes y los
establecidos con éxito recientemente.
2.
Buena parte de las tierras aptas para la
agricultura en La Pedregosa están bajo el sistema de tenencia de mediana y gran
propiedad, desajuste que antes no se había hecho tan patente, porque la gran
propiedad de la zona –como casi toda en el país– no tuvo participación
significativa en el aporte de alimentos a los mercados locales; hasta la
agricultura de puertos, a la población venezolana siempre la alimentó el conuco
y otras formas de pequeña propiedad. Las
grandes propiedades de la zona fueron las primeras en abandonar las actividades
económicas, para convertirse en terrenos para la futura expansión urbanística,
dudosos proyectos turísticos y actividades lúdicas. En la actualidad, excepcionalmente
encontramos algunas dedicadas a ganadería extensiva y, más recientemente, áreas
destinadas a la agricultura emergente.
Las necesidades actuales pusieron en evidencia esta
anormalidad en la tenencia de la tierra, rezago absurdo después de más de 12
años de haber recibido los gobernadores la orden de desarticular esta forma
perniciosa de tenencia de la tierra… y resulta que sobrevive en las mismas
narices del poder encargado de su erradicación.
3.
Desde hace pocos años se ha venido incorporando
a la producción áreas con pendientes muy pronunciadas, sin las medidas de
roturación y obras adicionales recomendadas para su conservación; el resultado
es un deterioro patente de tales áreas, que a corto plazo las sacará definitivamente
de cualquier uso agrícola. Este
desentendimiento por la conservación ha tenido manifestaciones mucho más
salvajes, como el desbrozar vertientes de cursos de agua para sembrar cambures,
por ejemplo. Áreas así tratadas lo han
sido con financiamiento de organismos del Estado.
4.
Por mucha
buena voluntad de campesinos y organismos del Estado, la reactivación de la
agricultura en La Pedregosa no puede hacerse sin riego, problema muy difícil de
solucionar. Hay zonas cercanas a
“callejones” donde se ha improvisado tanques para acumular agua, que permiten
mantener algunas siembras a medio riego; en otras, se utiliza para regar el
agua destinada al consumo de la población, con los perjuicios evidentes. La escases de agua es general en la zona y,
creo, no hay iniciativas oficiales para estudiar esa limitación.
Tomando en
cuenta lo expuesto, plantearé aspectos que deben tomarse en cuenta para lograr
cumplir con los objetivos planteados por el plan de los cien días y, más allá,
con el establecimiento de una agricultura urbana sustentable en La Pedregosa.
11.
Por el nivel de urbanización de la zona, todo lo
planteado en el escrito anterior (Agricultura urbana, ¿ilusionismo o solución?)
es aplicable para las zonas densamente pobladas de la Pedregosa.
22.
Ante condiciones favorables y la urgencia del
encargo oficial, la organización humana prevista para el plan de los cien días debe
abordar e incorporar a quienes estén en capacidad de producir alguno de los 13 rubros
establecidos en este plan.
33.
Se debe proceder a reactivar las pequeñas
plantaciones de café semi o
totalmente abandonadas, financiando la limpieza, la aplicación de medidas
fitosanitarias y la resiembra. Es una
medida que comenzará a dar resultados desde la próxima cosecha, incrementándose
la producción en la medida en que surta efecto las medidas adoptadas. El beneficio de esto es imponderable, dada la
capacidad de conservación aneja a la siembra de café.
44.
Demostrada está la adaptación a las condiciones
agronómicas de La Pedregosa de cítricos,
aguacates y piñas, cultivos que pueden ser de secano, aplicables a extensas
áreas, con poca demanda de trabajo y que pueden convertirse en aliados para la
conservación de suelos. Así tarde más en
iniciar la producción, debe preferirse el aguacate criollo, de gran corpulencia
y enraizamiento profundo; de los cítricos los mejores resultados se han logrado
con limones y mandarinas. El
establecimiento de viveros y la asistencia fitosanitaria sería la actividad
recomendada, que redundaría en producciones considerables en un plazo no mayor
de cinco años.
55.
El producto más extendido en la zona es el cambur, cultivo que debe ser priorizado
en cualquier plan de reactivación de la agricultura. Es necesario la renovación de las
plantaciones, introducción de variedades más rendidoras y asistencia
fitosanitaria.
66.
Hay otros cultivos tradicionales que deben ser
atendidos, como el maíz, la yuca, y de esta, la llamada yuca
amarilla, diferentes tipos de frijoles,
auyamas, chayotas y otras cucurbitáceas, moras…
77.
Cultivos favorecidos recientemente, como cebolla y tomate, deben ser restringidos a terrenos donde no causen deterioro
ambiental, y para que sean coherentes con los propósitos de la AU, deben ser
realizados sin uso de agroquímicos.
88.
Algunos de los rubros agrícolas citados pueden
ser sometidos a procesos que les agregue valor en el mercado. Es el caso de los tomates, cambures y otras
frutas, que pueden ser deshidratadas con facilidad; o el caso del café, que
podría ser procesado en la zona.
En definitiva,
por haberse convertido La Pedregosa en área urbana y periurbana, y haber sido
un área agrícola importante para el consumo de los merideños, más que la
aplicación de un plan coyuntural de AU, lo que requiere es la reactivación
integral de su agricultura, ajustándose estrictamente a los parámetros técnicos
y ambientales propios de la AU. Es
posible, y el esfuerzo no excesivo.
Una acotación
final indispensable, es la necesidad de una estricta vigilancia para que no se
cometan más estropicios ambientales, y se pongan en ejecución proyectos de recuperación
de áreas degradadas. Ha habido lenidad
ante estragos, lo que ha provocado la continuidad de la conducta ecocida. Una recomendación obvia es la de utilizar
árboles nativos para la reforestación necesaria.
[1] Debo hacer tres aclaraciones necesarias. 1. Durante mi vida universitaria mis trabajos
fueron metodológicamente esmerados, pero en estos momentos de mi vida sólo
trato de hacer útiles socialmente conocimientos adquiridos y experiencias
vividas, sin detenerme en la corrección metodológica. 2. Estoy a la orden para cualquier precisión
o ampliación de temas, aclaratorias, etc.
Sólo tienen que solicitármelo. Y 3.
Les recuerdo que en Historia para Fundamentar no existe el copyright; se publican bajo licencia de Creative Commons Reconocimiento 3.0 Unported License, cuyas condiciones pueden ver en el enlace.
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En un pequeño terreno arcilloso de la Loma San Rafael, aparentemente sin capa vegetal y sin utilización de abonos, un empleado comercial ha logrado producir cambures, yuca, cilantro, coles...
Esta foto de pésimo uso de la
tierra en pendiente, no corresponde a La Pedrgosa, sino al Manzano,
municipio Campo Elías, pero también es práctica frecuente aquí, sobre
todo en La Morita (foto siguiente) pero no logré ubicar una foto que la
reflejara.