Editorial Octubre 2010
La crisis es social
La crisis del capitalismo no es económica sino social. Así hemos encabezado la portada de este número del mes de Octubre 2010 y hemos adjuntado algunas cifras sobre la pobreza en los Estados Unidos, el país representante del capitalismo. Y es que el capitalismo basado en la noción de "ganancia" se hace insostenible. No importa que una empresa haya ganado cientos de miles de millones de dólares en los últimos diez años, basta con que en el último año las ganancias sean iguales o inferiores a las del año anterior para declarar la crisis. Crisis que se solventa, por lo general, con el despido de varios cientos o miles de trabajadores de la empresa. Eso sí, los multimillonarios bonos de fin de año a los altos ejecutivos de la empresa, el uso de aviones privados, guardaespaldas, tarjetas corporativas, no se tocan, por el contrario, se incrementan. Esa es su lógica.
Muy inteligentemente, a través de los medios de comunicación, que el sector financiero controla casi absolutamente, a los trabajadores nos hacen creer que realmente se presenta una crisis económica que debe traducirse en sacrificios. En estos precisos momentos, la Asamblea Nacional francesa acaba de aprobar que los trabajadores deben trabajar dos años más antes de poder jubilarse. No les basta con treinta y cinco años de prestación de servicios, con una jubilación con sólo el 70% de su último sueldo; no les bastó reubicar las principales empresas en Asia donde la mano de obra es más barata haciendo desaparecer miles de empleos, para el capitalismo no hay límites para la explotación de los trabajadores. Para el capitalismo no somos personas, somos esclavos. Lo peor de todo es que algunos trabajadores se creen todas esas mentiras y están dispuestos a sacrificarse por el interés de la nación. No hay nada mas apátrida que el capital.
No hay que irse a estados Unidos o Europa para verificar estas contradicciones, las podemos constatar en nuestra querida Venezuela. Como explicar que en los últimos treinta años el precio del petróleo se haya multiplicado por diez y el sueldo de los profesores universitarios se halla dividido por tres. Como explicar que cuando s se le propone a los profesores universitarios el rescate del salario llevándolo a niveles de hace treinta años piensen que es una utopía, un sueño. De nuevo los medios de comunicación, casi todos capitalistas, anuncian un Apocalipsis si los salarios aumentasen en un porcentaje considerable. ¡Mentira! Por el contrario, lo más saludable para la economía venezolana en estos momentos seria relanzar el consumo que a su vez relanzaría la industria de la construcción, las pequeñas empresas, el turismo, el empleo en general.
El problema de la escasez de vivienda, que ha sido tomado por el Presidente Chávez como un problema de prioridad nacional es imposible de resolver por el Estado por sí solo. Con un crecimiento natural de la población igual al 2% anual, se necesitan 600.000 viviendas anuales para cubrirlo. Casi 2.000 por día que requerirían una inversión diaria de 100 millones de dólares, la mitad de la renta petrolera. Si añadimos que el Estado debe, o bien construir en zonas no urbanizadas lo que incrementa considerablemente la inversión, o bien en zonas urbanizadas expropiadas lo que también aumenta la inversión, llegamos a la conclusión de la inviabilidad de la solución al problema de la vivienda unilateralmente por el Estado. Es económicamente imposible. El problema de la vivienda se resuelve con el concurso de la empresa privada (debidamente regulada por el Estado) y el concurso de los ahorros de la clase media (con salarios que lo permitan).
La Nueva Guerra del Opio
Hace un par de siglos, en 1839 para ser exactos, comenzó una de las guerras más inmorales de la historia humana: Inglaterra le declaró la guerra a China exigiendo su derecho de venderle opio al pueblo chino. Era el debut de Inglaterra como narco estado.
China perdió la guerra que finalizó en 1842 fecha en que se firmó el Tratado de Nanking. Este ignominioso tratado permitió a Inglaterra anexarse el territorio de Hong Kong que se convirtió en colonia británica e incluso obligó a China a pagarle a Inglaterra el opio decomisado.
Las narcoguerras se hicieron comunes en pleno siglo XX (Vietnam, Laos y Camboya) y continúan vigentes en pleno siglo XXI (Afganistán y Colombia). Resulta curioso como los Estados Unidos son capaces de detectar un hombre en plena selva colombiana o una destartalada casita en territorio venezolano con sus poderosos aviones espías, pero son incapaces de detectar (y destruir) las miles de hectáreas de sembradíos de coca que le permiten a Colombia producir 10 toneladas diarias de cocaína (según cifras de la UNESCO).
Esta falsa e hipócrita moral, es la misma que utiliza la industria Polar en Venezuela, objeto de nuestro segundo comentario de portada. La campaña televisiva de esta empresa donde nos hace creer que su negocio es la inofensiva arepita, esconde su otro verdadero negocio que es la venta de cerveza que le produce dos mil millones de bolívares por año sin importarle un bledo las muertes violentas y por enfermedad que produce este excesivo consumo de cerveza en la población venezolana. De nuevo, los medios de comunicación de la burguesía resaltan la violencia pero esconden su origen.