Adán Salgado Andrade (especial para ARGENPRESS.info)
Una de las ventajas que se lograron cuando se creó al así llamado
papel moneda, fue que no siempre el soberano o gobernante en turno, así
como su administración, debían de comprobar que, en efecto, poseían los
metales preciosos o semipreciosos que ampararan el valor total de las
distintas emisiones de billetes que se hacían.
Claro que, en principio, el papel moneda se creó cuando en las
postrimerías del capitalismo, allá por el año 1200, era más fácil
comerciar con letras de cambio emitidas por banqueros que amparaban el
depósito de tal o cual persona, comerciantes sobre todo, con tal de que
éstos no cargaran con todo el metálico efectivo.
Sin embargo, con el tiempo, la emisión de dinero pasó de ser un
atributo sólo de los banqueros, a una función exclusiva del estado,
quien desde entonces fue el único autorizado para imprimir billetes y
acuñar monedas.
Pero, como dije, cuando los gobernantes se endeudaban en exceso,
más allá de la capacidad de los cofres reales, entonces venía muy bien
la impresión de billetes, sin nada realmente que los sustentara, excepto
el gobierno y su permanencia en el poder.
En México, por ejemplo, esa atribución, la emplearon bastante los
distintos bandos revolucionarios, como el de Pancho Villa, quienes
imprimían billetes en las zonas que controlaban, con tal de adquirir
viandas o pertrechos, obligando a los vendedores aceptar ese “dinero”,
amparado por el jefe en turno.
Sin embargo, cuando dicho jefe caía y huía del lugar, los billetes
emitidos quedaban sólo como enormes montones de papel, que no valían,
justamente, ni el papel en que se habían impreso.
Eso explicaría, la emisión desproporcionada de billetes, en parte, que en la historia hayan existido fenómenos hiperinflacionarios tan absurdos que, por ejemplo, en la derrotada Alemania, posterior a la primera guerra mundial, en 1923, había billetes de 100,000,000,000,000 marcos (cien billones de marcos) que servían sólo para adquirir una hogaza de pan.
Y eso se dio en muy corto tiempo, pues en 1922, los billetes de
mayor denominación eran de 50000 marcos. Claro, era entendible, pues la
vencida Alemania, no había logrado aún reorganizar su destrozada
economía y la mayoría de sus necesidades debían de llenarse con
importaciones.
Si un país importa más de lo que exporta, entonces comienza un
desbalance en sus finanzas y su economía, debido al creciente déficit
que se va generando.
Así, la “solución” es, simplemente, imprimir más y más dinero (toneladas de dinero, literalmente).
En diciembre de 1923, el valor del devaluadísimo marco era de
4,200,000,000,000 por dólar. En ese mismo año, la inflación mensual era
de 3,250,000%, es decir, que un producto que valiera, digamos, un marco
al principio de enero, al final de ese mes valía 32500 marcos, ya que
los precios se duplicaban cada dos días.
Tuvo que emitirse una nueva moneda, el Rentenmark, que eliminara
tantos ceros, para que volviera a ser digamos que práctica la unidad
monetaria.
Obviamente que en la actualidad, inmersos en la salvaje competencia
capitalista, lo que ampara el valor de los billetes emitidos por un
país, no se basa ya en la cantidad de oro o plata que posea (aunque
últimamente se está regresando a eso, a atesorar oro o plata, como
veremos adelante), sino en su capacidad productiva, tanto primaria, así
como secundaria, o sea, que tenga buena agricultura, así como industria.
Entonces, lo que importa ese país, debe de compensarse al menos con lo
que exporta y si esto, exportar, supera a las importaciones, pues se
tendrá un superávit.
uchos de los países que actualmente han caído en profundas crisis,
como en el caso de Grecia, y los que seguirán cayendo, se debe, sobre
todo, a que producen mucho menos en relación a lo que requieren, y por
eso sus déficits están llegando a niveles enormes, que tardarán varios
años en liquidar o, de plano, nunca lo harán.
Puede emplearse la analogía de aquella persona que ganando,
digamos, 400 dólares mensuales, gaste 600, lo que requerirá que viva del
crédito, pero súmenle a eso que si un día pierde su trabajo, o sea,
dejara de producir, entonces estará mucho peor, dado que seguirá
requiriendo gastar 600 dólares, pero ahora esos 600 dólares provendrán
exclusivamente del crédito, hasta que quien le haya estado prestando, no
lo haga más y decida de repente cobrarle el total de su abultada deuda.
Con esta fácil analogía, podremos entender, grosso modo, lo que
está sucediendo en todo el mundo. Por eso algo común en todas estas
quiebras de corporaciones y países es la frase sobreendeudamiento.
Y eso no ha exentado a ningún país, pues desde el inicio de la
actual debacle económica (una de tantas que sufre crónicamente el
capitalismo salvaje, pero de las que sale cada vez más debilitado), no
sólo naciones individualmente han ido cayendo, víctimas de las
irracionales imposiciones del capitalismo salvaje, sino regiones
completas.
Estados Unidos fue quien comenzó a generar la debacle, que
consideró “resuelta” a finales del 2009, dado que por su ya declinante
dominio económico, simplemente la trasladó a otras regiones, como a la
eurozona, que desde hace ya varios meses ha experimentado muy graves
problemas económicos, como lo sucedido a Grecia, que comento antes.
España y Portugal están en igual situación.
Y, por si fuera poco, Italia, considerada como uno de los “motores”
económicos de la eurozona, junto con Francia y Alemania (este país, el
más industrializado y productivo de los tres), también ya se declaró
incapaz de hacer frente a sus deudas, sin la ayuda del Banco Central
Europeo.
Eso lo logró Estados Unidos, trasladar la crisis, como señalé,
debido a que como desde finales de los años 40’s, el dólar comenzó a
imponerse como la divisa internacional de cambio, además de como fuente
de ahorro, digamos, muchos países, justo por el poderío económico de
Estados Unidos (que además “ayudó” a la reconstrucción europea y
japonesa, luego de la segunda guerra), procuraban tener suficientes
reservas de dólares, así que esa moneda terminó por ser aceptada en
todas partes como medio de pago y de ahorro.
Y si en un principio, en efecto, dada la fuerte economía de Estados
Unidos, el dólar era una muy confiable divisa, con los años, ante la
pérdida de ese poderío económico estadounidense, ahora ya está dejando
de serlo, mucho más pronto de lo que podría esperarse, sobre todo porque
Estados Unidos se ha ido desindustrializando, gracias principalmente a
sus corporaciones, las que han ido monopolizando la producción
industrial en dicho país, destruyendo a otras industrias y “optimizando”
a los trabajadores en activo, o sea, explotándolos más, con tal de
producir más mercancías con menos trabajo.
Sin embargo, lo más grave es que se han ido llevando a zonas
salariales más bajas los empleos, no sólo los de cuello azul, sino
también los de cuello blanco, o sea, los administrativos, los
gerenciales.
Escribí hace unos meses un artículo acerca de esa situación,
titulado “De nueva cuenta la fiebre del oro o de cómo Estados Unidos
está quebrando”, en el que analizo justamente la cuestión de su
desindustrialización, que actualmente sólo abarca menos del 11.7% de sus
actividades económicas (verlo en este mismo blog.
En 1982, Lee Iacocca, famoso empresario automotriz, que cuenta
entre sus triunfos haber salvado a la Chrysler de una de sus tantas
quiebras, refiriéndose a la desindustrialización estadounidense,
vaticinó que “No sé cuándo despertaremos de letargo, pero conviene que
sea pronto, pues de lo contrario, dentro de unos años nuestro bagaje
económico se reducirá a los autobancos, los puestos de hamburguesas y
las galerías de videojuegos”.
En efecto, basta ir a cualquier ciudad de Estados Unidos y casi todo se reduce a comercios, malls y parques de diversiones).
También analizo en dicho artículo que eso, la desindustrialización,
le ha generado a Estados Unidos un enorme déficit gubernamental, de
casi dos billones de dólares ($2,000,000,000,000), así como una deuda
pública y privada de casi 15 billones de dólares (15,000,000,000,000),
que representa casi un 95% de su PIB del 2011 ($15.3 billones de
dólares).
Eso, como indiqué en ese trabajo, da claras señales de que Estados
Unidos pronto va a dejar de ser solvente y que el dólar sólo se está
sosteniendo debido a la indiscriminada impresión de billetes.
Incluso, comenté allí mismo que por esa situación, dada la
inminente quiebra de Estados Unidos, sus barones del dinero están
buscando “seguras” inversiones, y una de ellas ha sido comprar oro y/o
plata, ya que son fuentes de riqueza “legítimas”, o sea, no requieren de
la estabilidad de un país para tener su valor.
Lo mismo pasa con las mercancías, las tierras, los mares, los
bosques… que representan riqueza verdadera (si simplemente se
desconocieran las “leyes” del capitalismo salvaje, no habría ningún
problema, dado que tenemos todos los recursos naturales y humanos para
salir adelante).
Justamente porque los metales preciosos como el oro están siendo
tan demandados, las empresas mineras mundiales están en una fiebre
explotadora en busca de nuevos sitios con tal de encontrar oro, cueste
lo que cueste y destrúyase lo que se destruya.
Aquí en México, por ejemplo, el entreguista, corrupto gobierno
panista que nos mal administra, ha dado en “concesión” el 25% de nuestro
territorio a las voraces, inescrupulosas compañías mineras, la mayoría
canadienses, que destruyen todo a su paso, como el emblemático cerro de
San Pedro, en San Luís Potosí, que quedó reducido a montañas de polvo y
piedra molida, acabando con bosques, áreas verdes y envenenando tierras y
acuíferos con miles de litros de cianuro, empleado para la separación
del metal del material pétreo (es tan ineficiente la obtención de oro,
que se requiere demoler una tonelada de material pétreo para obtener
apenas 44 gramos de oro, una onza).
Y eso es una constante en todo el mundo, en lo que podría
asemejarse a la fiebre del oro de los años 1850’s en Estados Unidos,
cuando gambusinos incluso asesinaban o quemaban bosques completos, con
tal de hacerse de mucho oro y volverse así muy ricos.
Eso es justo lo que está también demostrando que el otrora fuerte
dólar, ahora está dando estertores, aproximándose rápidamente su fin
como divisa y reserva universal.
Así, es tan grave el problema del endeudamiento de Estados Unidos
que la Asociación Nacional de la Inflación, de ese país, considera que
aún si todos los ciudadanos estadounidenses (los más de 310 millones que
hay ya), fueran gravados en sus ingresos al cien por ciento, o sea, que
el gobierno les quitara todo por completo, ni aún así se pagaría la
deuda, se tendría que pedir prestado con tal de no colapsarse.
Y es que todas las quiebras, tanto de los bancos, así como de
instituciones públicas, como las inmobiliarias Fannie Mae y Freddie Mac,
que se colapsaron en el verano del 2008 (ver en este mismo blog mi
artículo “La crisis de los créditos en los Estados Unidos: la
consecuencia de gobernarse por índices”, en donde abundo sobre la
quiebra de esos organismos gubernamentales), han sido absorbidas por el
gobierno, claro, empleando el dinero de los contribuyentes, los que han
pagado los platos rotos de la voracidad financiera de los barones del
dinero, quienes junto con las grandes corporaciones, han sido los
directos responsables de la debacle que hoy se está viviendo.
Por ello se han dado las protestas recientes, aún en curso, de un
creciente sector social estadounidense, no sólo de los estratos bajos,
sino de los medios, tales como estudiantes o profesionistas, en contra
del 1% de la población mundial, sí, la clase adinerada, los dueños del
dinero, de la riqueza social y del futuro de toda la humanidad, que
están afectando y literalmente matando de hambre al 99% de la población
restante (y en todos lados es lo mismo.
En México, por ejemplo, recientemente se reveló que sólo el 0.17%
de la población, osea, menos de 200,000 personas poseen casi el 42.5%
del PIB nacional en valores de la Bolsa, o sea, casi la mitad del valor
de la economía generada anualmente).
Y, como ya señalé, Estados Unidos ha ido aplazando su colapso
gracias a que puede imprimir dólares, claro, mientras éstos aún sigan
siendo aceptados, lo que ya está dejando de ocurrir. En muchos países,
se están dejando de aceptar dólares como medio de pago. Cuba, por
ejemplo, sólo acepta euros.
Sin embargo, tiene aún suerte Estados Unidos de que su divisa siga
siendo aceptada, por ejemplo, para cotizar el petróleo, pues aunque en
apariencia el barril sube en cuanto a su valor en dólares, como éstos
cada vez valen menos, en realidad el petróleo lo compra Estados Unidos
artificialmente barato, en relación con otros países, pero además lo
hace con dólares que no tienen un sustento real, como ya mencioné. por
eso el valor de la gasolina allí se mantiene digamos que bajo, en
relación con otros países, que estarían pagando el precio real por dicho
petróleo.
Por ejemplo, mientras en Estados Unidos el precio promedio de un
galón de gasolina es de $3.61, en Canadá, es de $5.56, en Francia, es de
$8.21, en Japón, cuesta $6.62, en Australia, se paga $5.41 y en China,
$4.54 (el encarecimiento es porque como deben de pagar en dólares, al
comprarlos, les resulta más caro, no así Estados Unidos, que sólo debe
de imprimir billetes y ya).
Así que si el petróleo se cotizara ya en otra moneda, no se haría
en su equivalente en dólar, sino en su precio real (que es mucho mayor
al que actualmente se vende), por lo que Estados Unidos tendría que
pagar ese petróleo con sus muy devaluados dólares y entonces, sí, será
el principio de muy altos índices inflacionarios, como nunca antes se
hayan visto allí, pues pagado el petróleo en precios reales, la gasolina
también se vendería en su precio real, lo que iniciaría la espiral
inflacionaria, además de que todas las demás importaciones subirían
también.
Y ya ha habido reuniones “secretas”, digamos, de varios países
árabes, quienes junto con China, Rusia, Japón y Francia, están planeando
dar fin al dólar como divisa internacional, dadas las debilidades
estructurales ya mencionadas de Estados Unidos, y están buscando otra
divisa más segura.
Incluso, entre los países del llamado Concejo de Cooperación del
Golfo, el cual incluye Arabia Saudita, Abu Dhabi, Kuwait y Qatar, se ha
pensado en crear una moneda regional única.
Y varios de esos países, como China, están deshaciéndose lo más
pronto posible de sus reservas en dólares, pues ha vendido más del 8% de
los bonos del tesoro que poseía (comento más sobre los bonos del
tesoro, que ya tampoco ofrecen seguridad a sus tenedores, en el ya
mencionado artículo: “De nueva cuenta la fiebre del oro o de cómo
Estados Unidos está quebrando”, que está en este mismo blog.
China, de hecho, con sus cuantiosas reservas de dólares, comparte
la vulnerabilidad del dólar, así que si éste cae, le seguirá dicho país,
cuan efecto dominó. Por eso es que actualmente China está en la fiebre
de comprar empresas en donde se pueda, con sus reservas de devaluados
dólares, con tal de irse deshaciendo de esa peligrosa “bomba de
tiempo”).
Y en muchos países, ya no se aceptan dólares, sólo euros, yenes o yuanes chinos.
Incluso, irónicamente ya dentro de los propios Estados Unidos, hay
regiones que están usando una especie de monedas locales, como la que
reportó el diario USA Today hace poco, el Berkshare, que se está usando
bastante en la región de Berkshire, al oeste de Massachussets, y que
desde el 2006, se han cubierto transacciones por $2.3 millones de
dólares en su equivalente. Se aceptan también euros.
Además, en algunas partes de Texas, resulta curioso, ya también se reciben pesos mexicanos.
Se estima que unas 150 monedas alternativas se están aceptando en
distintas partes de Estados Unidos, lo cual es un fuerte indicador de
que las cosas andan mal, pues a veces el sentido común vale más que toda
la ciencia económica o, peor, que las falsas declaraciones de políticos
mentirosos asegurando que las cosas “están bien” y no hay de qué
preocuparse (de hecho, en un reciente viaje que hice a Estados Unidos,
pude emplear mi tarjeta de débito mexicana, sin ningún problema).
Por tanto, se acerca el fin del reinado del dólar y con ello, como ya he señalado, la estrepitosa caída de Estados Unidos.
Aún así, antes del colapso total, Estados Unidos está dejando de
ser la superpotencia económica que presumía que era. Un grave indicador
es el número de pobres que ya hay, y no me refiero a gente que gane
poco, no, sino a aquéllos que ni siquiera tienen empleo y, lo peor,
padecen hambre, como en cualquier país subdesarrollado.
Como señalo arriba, ha habido ya varias protestas en distintos
estados de Estados Unidos, de gente de distintos niveles y condiciones
en contra de los barones del dinero y las corporaciones, los que sí son
rescatados por el gobierno, pero no ellos, los ciudadanos comunes.
En alguna de esa protestas, que se denominó “Ocupa una casa”, se
denunciaron las abusivas prácticas de los bancos, los que han embargado a
gente que por quedarse sin trabajo o no haber podido pagar su hipoteca,
fue echada de su hogar.
Esa protesta fue para ocupar casas vacías, que nadie compra, porque
no hay, sencillamente, compradores, y que allí están, sin ocuparse,
pudiendo servir a los miles de ciudadanos que las perdieron. En una de
las protestas, una sexagenaria mujer, de origen puertorriqueño, tomó la
palabra y expuso su caso.
Hace un tiempo compró su casa, dando un enganche de 85 mil dólares,
los ahorros de su vida, y comenzó pagando menos de 900 dólares
mensuales como pago por el crédito otorgado. Vivía con su hijo, hasta
que éste se enroló en el ejército. Fue enviado a Irak, en donde murió a
causa de una mina terrestre.
La mujer, entre amargo llanto, denunció que mientras le llegaban
cartas de Hillary Clinton y del secretario de la defensa, Leon Panetta,
de “sentidas” condolencias, también le estaban llegando las del banco,
diciéndole que le daba unas cuantas semanas para desalojar su casa, la
que por haber subido la mensualidad a más de 3500 dólares, además de no
tener trabajo o no seguir contando con el salario de su hijo, ya no
había podido seguir pagando.
Esa tendencia, que comenzó más acentuada desde el 2008, se ha
mantenido, y el número de personas sin empleo y sobre todo de pobres, ha
subido incesantemente. Ni siquiera esos pobres tienen ingresos
suficientes para comer, dado que 13% de la población depende para su
subsistencia de los vales de comida que provee el gobierno y ha ido en
aumento el número de las personas que los solicitan (ante la
imposibilidad real de la mayoría de la gente que aún tiene trabajo de
comprar una casa, muchos han optado mejor por rentar pequeños
departamentos, los que incluyen todos los servicios, además de cocina
integral, por un promedio de $1000 a $1200 dólares mensuales, mediante
contratos establecidos.
Así, si se quedan sin trabajo o los cambian de lugar, simplemente
dejan de rentar allí y ya no están agobiados por una hipoteca que durará
toda su vida… claro, eso si pueden pagarla. Constaté personalmente todo
eso, en un viaje que realicé recientemente a dicho país. Escribí mis
experiencias en el artículo “En busca de los signos de la decadencia
estadounidense”, que se encuentra en este mismo blog).
Y cada vez son más abundantes las “ciudades perdidas” (shanty
towns), cerca de ciudades como Sacramento, Fresno, Nashville…
“construidas” con basura, como cartones, llantas, piezas de autos…
justamente como podrían verse en cualquier ciudad de país
latinoamericano (como en México, por ejemplo, que tenemos gente viviendo
entre la basura, como los así llamados pepenadores).
Vaya, es ya grave eso. De hecho, luego de que el huracán Katrina
pegó durísimo en las costas de Luisiana, destruyendo varias partes de
Nueva Orleáns, costaba trabajo, al ver esas escenas de los damnificados y
los daños provocados, que tuvieran lugar en Estados Unidos, pues
parecían mas de países como Haití, por ejemplo (de hecho, ahora se sabe
que la inundación pudo haber sido evitada si se hubieran reforzado a
tiempo los sistemas de diques que protegían a la ciudad de las
inundaciones, cosa que no se hizo por falta de fondos públicos para
hacerlo.
El siguiente video muestra dramáticas fotografías del desastre: http://www.youtube.com/watch?v=IPFIUzGAJBA&feature=related).
Como decía, el número de pobres y de indigentes ha ido en alarmante
aumento y cada vez más es muy evidente la descomposición social que ya
sufre ese país, como cualquier otra nación, en donde los estragos de
desigual capitalismo salvaje son más que evidentes (en el siguiente
video se muestran escenas y cifras de los niveles de indigencia que ha
alcanzado Estados Unidos:
http://www.youtube.com/watch?v=XyGrrUg0gIs).
Y entre las familias que aún tienen trabajo, están excesivamente
endeudadas (quebradas), pues se calcula que un 47% están en esa
situación, debiendo en promedio $8,000 dólares sólo en sus tarjetas de
crédito, pero al dividir el endeudamiento total de Estados Unidos entre
sus habitantes tenemos que cada estadounidense debe actualmente casi ¡50
mil dólares!, impagables, claro.
Y como señalé también, el desempleo sigue creciendo, y actualmente
casi 30 millones de estadounidenses no lo tienen y más de 10 millones de
ellos ya perdieron las esperanzas de conseguir uno (además, de todos
modos, la tendencia del capitalismo salvaje es de ir desempleando, hacer
más, con menos trabajadores. Ver mi artículo en este mismo blog:
“Desempleo en Estados Unidos, agudizada tendencia del capitalismo
salvaje del incremento en la desocupación”, en donde ejemplifico
justamente con el caso de Estados Unidos).
En su desesperación por tener empleo, los desocupados tratan de
conseguir lo que sea. Por ejemplo, en la ciudad de Long Island, 2000
personas hicieron fila por más de cuatro días para llenar la solicitud
para trabajar ¡como aprendices de mecánicos de elevadores!, de los que
sólo se ofrecían cien puestos.
Otra solicitud, en Massillion, Ohio, era para un solo empleo como
conserje de un edificio. El salario era de sólo 16 dólares la hora (3840
dólares al mes), más prestaciones. Aún así, ¡700 personas hicieron cola
para ver si se quedaban con el puesto!
En Arizona vi, por ejemplo, pegado sobre una caja de conexiones
telefónicas, el anuncio de una chica ofreciendo sus servicios de escort,
que decía “Siempre que tengas necesidad de placer, llámame”, y luego
enunciaba la lista de los placeres ofertados, tales como “masaje,
uniforme, lesbianismo, anal, oral, fetiche y humillación” (Ni en México,
país de mayores necesidades ocupacionales, se pegan letreros así.
En todo caso, hay medios, digamos que “especializados”, como
folletines eróticos o sitios de Internet, en los que se ofrecen).
También me encontré letreros pegados en postes en donde se ofrecían
muchos artículos en “venta de patio”.
Y no sólo se están perdiendo empleos, sino que el gobierno está reduciendo los gastos de cuestiones tan vitales como la salud, la seguridad social, la educación.
Edificios públicos se están vendiendo y, ya vendidos, mejor se rentan, pues sale más barato (lo que menciono antes).
Además, servicios como la pavimentación de las calles, el
mantenimiento de la infraestructura o tan necesarios como la limpia,
están muy limitados. Por ejemplo, en mi reciente viaje a Arizona,
presencié algo inaudito: alguna tubería de agua potable debió romperse
en una calle, lo que ocasionó una enorme fuga que formó un riachuelo de
un medio metro de ancho por unos veinte de fondo, que corría por más de
tres kilómetros, aguas abajo.
El agua, vital líquido en ese estado mayoritariamente desértico, es
un inapreciable bien, ya que se debe de llevar desde muy lejos.
Incluso, México contribuye con una cuota de agua cada cinco años,
debiendo de ceder algo así como 431 millones de metros cúbicos para que
ese sediento estado, con temperaturas en promedio de 40 grados Celsius
en verano, disponga de ella.
Como dije, transcurrieron dos días sin que la fuga se reparara (no
supe cuándo se hizo, pues debía de regresar ya a México). Sólo se
apareció momentáneamente un vehículo de servicios de la ciudad, con un
par de empleados que sólo cabeceaban ante el problema, seguramente
incapaces de hacer algo por remediarlo.
Incluso, el muy lucrativo negocio de las cárceles, que en ese país son privadas, se está viendo afectado. Un estado como California, gasta nada menos que 11% de su presupuesto anual en el mantenimiento de prisiones, alrededor de $8,000 millones de dólares (más de lo que gasta en el pago de educación superior, ¡absurdo! Sí, es más lucrativo en Estados Unidos pagar a carceleros que a maestros).
Incluso, el muy lucrativo negocio de las cárceles, que en ese país son privadas, se está viendo afectado. Un estado como California, gasta nada menos que 11% de su presupuesto anual en el mantenimiento de prisiones, alrededor de $8,000 millones de dólares (más de lo que gasta en el pago de educación superior, ¡absurdo! Sí, es más lucrativo en Estados Unidos pagar a carceleros que a maestros).
Así que planea “liberar” a 6500 prisioneros en el 2012, con tal de
“reducir” sus gastos en prisiones (este es un serio problema, el de las
prisiones, ya que como son un muy lucrativo negocio privado, cualquier
intento por despenalizar ciertos delitos, como el de la posesión de
droga, son boicoteados por los carceleros, con tal de seguir teniendo
pretextos para atrapar y encerrar gente. El intento que hizo ese estado,
en el 2011, por legalizar la posesión de marihuana, fue detenido por
aquéllos).
Y abundando sobre los altísimos niveles de desempleo y pobreza a
los que me refiero arriba, George Hemminger, establecido en California,
bloguero independiente, fundador del sitio alternativo de Internet
Survive and Thrive TV, en recientes declaraciones señala que “No hay
empleos, la tasa de desempleo es altísima, es mucho esfuerzo lo que se
requiere para alimentar a las familias, comprarles ropa, calzado.
Lo que era la clase media estadounidense, está dejando de existir y
por primera vez, una gran proporción, está viviendo de vales de comida
del gobierno y del seguro de desempleo. Hay gente que no tiene dónde
vivir, han perdido sus casas y lo hacen en albergues, en tiendas de
campaña, en patios traseros de familiares.
Muchos sobreviven juntando latas, botellas… cosas de la basura para
vender” (hay que señalar que no hace mucho, el estado de California,
por sí solo, representaba la quinta economía mundial, y vean a lo que se
está reduciendo).
Sí, de verdad que ahora hay muchísimas escenas de la pobreza a la
que han llegado muchos sectores en Estados Unidos, que hasta parecieran
que son de un país tercermundista, como comento antes.
Por lo mismo, Hemminger también señala que la gente está muy
desilusionada con Obama, en quien habían puesto muchas esperanzas, pero
que ahora se dan cuenta que ha sido ese señor un simple títere de las
corporaciones y los banqueros, y no ha hecho otra cosa que servir a sus
intereses, pero en cambio a la población, a los ciudadanos comunes, los
está dejando a su suerte.
Y esa suerte, como vemos, los ha llevado a una pobreza tan brutal,
como nunca antes se había visto. Las cifras más recientes indican que
uno de cada dos estadounidenses es pobre, así como que una de cada siete
familias ya padece hambre. Muchos perdieron su “capital” de toda la
vida al no poder ya seguir pagando sus casas y que el banco se las
hubiera embargado. Incluso, increíble, ya hay algunos millonarios que
ven en esas lamentables cifras un latente estallido social.
Personas como Warren Buffet, George Soros o Richard Branson, están
de acuerdo en que algo se debe de hacer y a la mayor brevedad, so pena
de graves conflictos en el muy corto plazo.
Por lo pronto, Hemminger señala que es tal la desilusión de los
empobrecidos estadounidenses, que a muchos ya ni siquiera les llama la
atención la política, más que para criticarla. Hace algunas semanas que
Barack Obama acudió a los empresarios de Hollywood para reunir “fondos”
para su campaña, aquéllos le “donaron” 72 millones de dólares, lo cual
es una total insolencia, señala Hemminger, cuando, insiste, la mayoría
de lo que solía ser la muy consumista clase media, está dejando de serlo
y está ya en los límites de la sobrevivencia pura.
Como he dicho arriba, la tendencia de las grandes corporaciones en
el capitalismo salvaje es a ir desocupando gente. Esto lo hacen
explotando más a los obreros activos (producir más con menos), lo que
eufemísticamente se llama “aumento de la productividad”, así como
exportando empleos a zonas salariales más bajas (China). Súmese a lo
anterior la actual debacle económica y los millones de empleos
adicionalmente perdidos debido a ella no se recuperarán ni ahora, ni en
el futuro.
Aún así, el gobierno del inepto Obama está buscando absurdas
alternativas para crear unos cuantos empleos (una, por ejemplo, hacer
más difícil la estancia de ilegales allí, con tal de que los empleos que
ellos les pudieran “robar” a los estadounidenses, los obtengan éstos,
lo que es estúpido, pues muchos de esos puestos, los estadounidenses no
se consideran a ese nivel, como para trabajar de, por ejemplo,
pizcadores en el campo o trabajadores en un rastro).
Otro proyecto que se le ocurrió a Obama es la construcción de un
oleoducto desde Alberta, Canadá, que transportará petróleo obtenido del
procesamiento de las tierras aceitosas que abundan en ese país, proyecto
que además de ser muy costoso, antiecológico y peligroso, por los
potenciales accidentes que pueden presentarse, sólo creará 6000 empleos
durante dos años (Ver en este mismo blog mi artículo “Desechos
radioactivos flotantes y nuevos oleoductos, inminentes desastres
ecológicos”, en donde hablo sobre la peligrosidad y los daños ecológicos
que ese oleoducto, bautizado como Keystone XL, puede provocar).
En fin, pues por todo lo comentado, estamos, en efecto, en la
antesala de que Estados Unidos y su dólar dejen de ser factores
dominantes dentro del actual periodo histórico.
Y es de esperarse que también el capitalismo salvaje, deje ya de
ser considerado como el único sistema económico que la humanidad puede
tener.
Hemminger señala al respecto que el futuro en ese país será de
gente que trate de buscar la autosuficiencia por sus propios medios,
como sembrar sus propias legumbres, criar sus propias vacas, fundar
comunidades de autoayuda.
Incluso, sostiene que, como señalo arriba, se dejará de emplear al
dólar como medio de pago y la gente buscará otras monedas. “Veremos
ciudadanos intercambiando trabajo por comida”. Parece muy drástico todo
eso, pero ya se está haciendo en muchos países, gente trabajando por
comida.
En fin, es tiempo de que el 99% nos impongamos ya sobre los mezquinos
intereses del minoritario 1%, el único sector que aún defiende a
ultranza a este patético, decadente sistema.