septiembre 13, 2012
La brutal agresión aérea, naval y
terrestre de las potencias imperialistas de la OTAN sobre la pequeña
Libia ha provocado el colapso completo del Estado, el fin de la unidad
territorial y social de su población, la fragmentación del poder en
multitud de bandas, grupos y tribus muchas veces enfrentados entre si,
el saqueo de sus recursos financieros y naturales, la destrucción de su
rol unificador en África, el fin de un país independiente a las orillas
del Mediterráneo, el nacimiento de un centro de desestabilización para
todo el norte de Africa enfilado en contra de todos sus vecinos, la
captura por los grandes monopolios petroleros de un miembro de la OPEP
lo que les permite influenciar en la política mundial de hidrocarburos.
Libia ya no existe como Estado ni
como país aunque mantiene la ficción de una bandera (por cierto de claro
aroma monárquico y neocolonial), de unas fronteras (sobre las que nadie
tiene control), de presencia en organismos internacionales (que ya nada
sirven) y de una capital cuya realidad es inexistente ya que el poder
se reparte entre otras ciudades, aldeas y oasis.
Junto al fin de la paz civil, ha
terminado el respeto a las minorías, la práctica de un Islam tolerante,
la seguridad, la libertad de circulación y el Estado de derecho. Se
enfrentan a tiros bandas salafistas financiadas por el emirato feudal de
Qatar, de los Hermanos Musulmanes y Al Qaeda apoyados por los EEUU, las
Hermandades sufíes que apoyaron la monarquía de los Senusis y que
formaron el extinto CNT del renegado Abdeljalil controlados por los
servicios británicos M15 y M16 bajo influencia del partido turco AKP. El
supuesto jefe de un ejército que no existe es el agente de la CIA
Hifter cuya verdadera residencia está a las afueras de la base de la CIA
en Langley. El presidente del parlamento es otro agente de servicios
imperialistas Al-Magaryef. El primer ministro es un empleado de Exxon
Mobil Adelrahim al-Kib.
La mayoría de la población está al margen
de estas bandas armadas fanáticas y drogadas y apoya la reconquista de
la independencia y a los grupos clandestinos de la Resistencia Verde que
reivindican la herencia del Líder Gadafi y del régimen de democracia
directa de la Yamahiriya árabe libia popular socialista.
Libia es un agujero negro cósmico que se
empieza a tragar a sus propios verdugos, como el embajador
norteamericano y los marines que lo escoltaban y que preferían jugar a
video juegos que vigilar al monstruo extremista que ellos mismo han
puesto al mando de ese desorden infinito.