“Los
alimentos que se tiran a la basura son alimentos que se roban de la
mesa del pobre, del que tiene hambre¨. Papa Francisco, El Vaticano,
Julio 2013.
Un tercio de toda la
comida procesada para consumo humano se tira a la basura, y casi todo lo
escrito sobre el tema apunta hacia modelos incorrectos de producción
(uso de tierras fértiles para producir biodiesel), presiones de mercado
(se descartan vegetales de formato no atractivo), dinámicas comerciales
(planificación de menús que generan descarte, por ejemplo) y compras mal
planificadas en el hogar. En todos esos casos la solución se basa
enlevantar conciencia ante el despilfarro, tal como se hace en el caso
del mal uso de recursos energéticos.
Pero de lo que se habla
muy poco es del caso en que se planifica de antemano la pérdida de
alimentos para así poder hacer más dinero. En pocas palabras, de la
mayor de las inmoralidades en un mundo con hambre. En este escrito
apuntaremos brevemente a cuatro casos clásicos de descarte planificado
de alimentos:
1. El estado importador:
Muchas veces el estado se convierte en importador directo de alimentos.
Lo puede hacer para presionar precios a la baja, para distribuir en
casos de emergencia e inclusive como una forma directa de subsidio
social. En todos esos casos la mercancía, una vez arribada a los
puertos, debe ser guardada en depósitos que cobran un alquiler por día
que varía dependiendo de los metros cúbicos de guarda y condiciones de
temperatura. El problema empieza cuando allegados al estado importador
son quienes son los dueños de esos depósitos, ya que, a partir de ese
momento, el gran negocio será no distribuir la comida guardada con el
fin de cobrar más días de alquiler. Tarde o temprano la comida se
deteriora y es botada a la basura. Nadie va preso ya que siempre se le
puede achacar el tiempo de guarda a malos gerentes, exceso de
importación o problemas de distribución.
2. El supermercado
comprador: Cuando una cadena de supermercados es grande y posee muchas
sedes, su poder de compra es tal, que puede fijar las condiciones a
productores que viven exclusivamente de venderle a ella.Muchas veces
estas cadenas le exigen al productor tamaños específicos de vegetales.
Como política ya elloimplica el descarte de aquellos vegetales
perfectamente comestibles con manchas, o de tamaño no estandarizado.
Pero mucho más grave es que se ha detectado que algunas cadenas exigen
vegetales grandes porque saben que en la dinámica doméstica no pueden
usarse por completo, y por lo tanto venden más kilogramos por mes. Usted
compra una sola cebolla, usa una parte para el sofrito y guarda un
resto en la nevera que al tiempo bota porque no lo pudo usar a tiempo.
Va al supermercado y compra otra cebolla. Sin saberlo, hace exactamente
lo que hace tiempo fue planificado en una oficina.
3. ¿Es necesaria la
rapidez?: Harto conocido es que las cadenas de comida rápida estiman el
flujo de comensales para cada hora del día, y en función de ello
pre-hacen platos en cantidades que poseen un margen de error. Margen de
error no es otra cosa que el eufemismo para decir comida que se bota
porque no fue consumida en ese periodo, en donde obviamente el costo de
esa comida botada es perfectamente cuantificable y le es cargado a las
que si son vendidas. El gran argumento de las cadenas de comida rápida
para justificar pre-hacer alimentos es garantizar un tiempo de espera
corto. Cabe entonces la pregunta ¿No es preferible un mundo en donde la
gente espera un poco mas (aunque implique vender un poco menos) para no
robar de la mesa de los pobres, tal como acotó el Papa?
4. La fecha de
vencimiento: En el fragor de la reciente crisis económica griega, se
escuchó el planteamiento de darle a los hambrientos la comida ya vencida
de los supermercados. La propuesta cayó muy mal pero, gracias a varias
investigaciones periodísticas a lo largo de Europa,llevó a destapar un
fenómeno escondido de mercadeo diseñado para planificar la botada de
comida en hogares. Un método para planificar descarte de alimentos es
acortar artificialmente la fecha de vencimiento (alegan que es un margen
de seguridad sanitaria) y vender paquetes con varios productos. Ello se
hace luego de estudiar la frecuencia promedio de consumo en los
hogares. Es decir,si el estudio arroja que una casa come 4 yogures por
semana, venden un paquete con seis que venza en una semana. Nos comemos
los 4, botamos a la basura los dos vencidos en etiqueta (casi seguro aun
comestibles), y pasamos a comprar más al supermercado.
Se trata de 4 métodos, de
seguramente muchos más ya implementados, para inducir a las personas
para que boten comida. En un mundo con personas que mueren literalmente
de hambre, quien bota comida es un inconsciente... quien planifica como
botarla, un asesino.
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