El conflicto
universitario promovido y desarrollado por la FAPUV y el sector estudiantil de
la derecha opositora ha sido derrotado. La evidencia de ser una estrategia para
desestabilizar al gobierno era demasiado burda. Ciertamente, sus intereses
nunca se centraron en las justas aspiraciones de la colectividad universitaria.
El verdadero propósito era la provocación de un clima de violencia y
desasosiego, que aunado a la situación de desabastecimiento y especulación, pudiera
derrocar al gobierno bolivariano.
Lanzaron el paro indefinido y la huelga sin haber agotado el mecanismo
del dialogo. Una vez más, la derecha universitaria
comete el mismo error de colocar la carreta delante de los caballos.
El gobierno del
Presidente Maduro, de manera impecable,
optó por negociar colectivamente con las organizaciones sindicales que
representan todo el espectro laboral que cohabita en esas casas de estudio. Se
logró firmar la primera reunión
normativa laboral, con cláusulas muy importantes para los trabajadores del
sector. Se introdujo el concepto de salario
social que define al conjunto de políticas e iniciativas que tienden a
fortalecer el poder adquisitivo del salario, es decir, el valor real del
salario nominal. Son aquellas cláusulas dirigidas a la aplicación de la Gran
Misión Vivienda Venezuela; a la apertura de establecimientos de Mercal y PDVAL;
a la creación de un sistema integral y universal de atención a la salud del
circuito universitario. Así mismo, hacia el turismo y la recreación. En
relación a los aumentos salariales, hubo avances significativos. En el sector
de las obreras y los obreros se logró nivelar las remuneraciones al Salario
Mínimo, para luego aplicar los porcentajes de aumento acordados. En el sector
docente, el aumento nominal es de 75%, pero realmente se alcanzó un 96% de
aumento por el efecto de la incidencia que se produce en cada ajuste.
Igualmente, para el sector administrativo. Sin
lugar a dudas, se ha logrado una gran Convención Colectiva que dignifica a
todos los trabajadores de la Universidad. Nuevamente, la Revolución Bolivariana
honra su compromiso con los derechos humanos, y muy en especial, con las
trabajadoras y los trabajadores de dicho sector.
Ahora bien, es
necesario opinar sobre algunos aspectos que caracterizaron la puesta en escena
de este nuevo conflicto político en el ámbito universitario, impulsado por la
derecha opositora.
LA FAPUV.
Es una
asociación civil que agrupa a todas aquellas asociaciones de profesores
universitarios pertenecientes a las universidades autónomas y algunas experimentales.
Carece de personalidad jurídica sindical.
De allí, su imposibilidad para discutir y negociar colectivamente. Representa
al 15% del profesorado universitario. Está controlada por AD y COPEI y la han
colocado al servicio de la MUD. Tiene cuatro años sin hacer elecciones, y por
lo tanto, carece totalmente de legitimidad. En consecuencia, no es signataria
de la primera reunión normativa laboral del sector.
La FAPUV es
responsable del paro indefinido en la Universidad. A sabiendas, que el hecho
sindical y gremial es una cuestión de fuerza social organizada, esta federación
no pudo interrumpir la vida
universitaria en el país ni logro los objetivos políticos para doblegar al
gobierno. Solo se afectaron aquellas casas de estudio donde predomina la
derecha opositora.
EL SECTOR ESTUDIANTIL DE LA DERECHA.
Conjuntamente
con la FAPUV, un sector del movimiento estudiantil, constituidos por jóvenes de
clase media, que en su mayoría estudian en universidades privadas del país, han
asumido la conducción de este nuevo conflicto político. Dirigidos por la
organización denominada JAVU (Juventud Activa Por una Venezuela Unida), resultó
obvio que su lucha nunca guardó correspondencia con las necesidades reales del
movimiento estudiantil. Su único objetivo era derrocar al Presidente Maduro e interrumpir
el proceso revolucionario, para darle paso al fascismo y el regreso del
neoliberalismo.
El discurso
político que sustenta al sector juvenil contrarrevolucionario es muy
deficiente. El manejo de valores y categorías refleja una gran pobreza
intelectual y teórica, por parte de estos jóvenes. Sin embargo, la mediática ha
hecho su trabajo, manipulando conceptos que no sincronizan con la realidad
venezolana. En su inmenso afán por emular los éxitos de otros movimientos
estudiantiles de derecha en el mundo, han conducido sus luchas con una gran
torpeza. Por ejemplo, han prostituido la
huelga de hambre. Nadie, en su sano juicio, le daría credibilidad a ese gesto
heroico, cuando es asumido sin ética, de manera engañosa, sin probidad. Quien,
después de 24 días de huelga de hambre, puede aparecer en los medios de
comunicación sin ninguna señal de desmejoramiento físico, ofreciendo de pie una
rueda de prensa.
Hoy no encuentran
como explicar al movimiento estudiantil las razones de la lucha y los objetivos
alcanzados. Se han agotado las pistas de aterrizaje para estos irresponsables,
que poco les importa la suerte académica de tantos estudiantes. Son ellos y la
FAPUV, los únicos culpables de la pérdida del semestre en cada casa de estudio.
EL TEMA DEL PRESUPUESTO.
Este elemento resulta
ser el pívot de la estrategia opositora. Los rectores de las universidades
autónomas, la Fapuv y cierto sector del movimiento estudiantil han esgrimido
que este gobierno estrangula económicamente a la Universidad. Manipulan la
voluntad política de la comunidad universitaria, argumentando que la revolución
persigue eliminar la autonomía de esas casas de estudio y establecer el
pensamiento único. Nada más lejos de la verdad.
En primer lugar,
este proceso revolucionario, liderado por nuestro Comandante Supremo Hugo
Chávez Frías, le otorgó rango constitucional a la autonomía
universitaria, tal como lo prescribe el artículo 109 de la Carta Magna. El
gobierno bolivariano ha respetado y defendido este principio, que fue
mancillado y violado tantas veces por los gobiernos de la Cuarta República.
Luego, el presupuesto universitario se ha
incrementado permanentemente desde el año 1.999. El periodista y Director del
diario Ultimas Noticias Eleazar Díaz
Rangel señalaba que el presupuesto universitario del año 2.013 tenía un
incremento de 25%. Es decir, 18.646.215 millones para este año. Sin contar con
los recursos que se asignan vía créditos adicionales e ingresos propios. Sin
temor a equivocarme, el problema reside en una mala administración de los
recursos por parte de las autoridades universitarias. Entonces, me pregunto: ¿Por qué el reiterado reclamo presupuestario
no se acompaña con una exhaustiva y pormenorizada rendición de cuentas? ¿Por
qué colocan como escudo la autonomía universitaria cada vez que el gobierno o
algún otro sector le solicitan la explicación necesaria sobre el manejo de esos
fondos públicos? ¿Sabe nuestro pueblo que esos recursos son fondos públicos, y
por lo tanto, están sometidos al control y vigilancia por parte de los órganos
del Estado y la comunidad? ¿Qué razones sustenta la inejecución presupuestaria
cada año?
El Estado
Venezolano debe accionar al respecto. Hay la imperiosa necesidad de escudriñar
el ejercicio administrativo del presupuesto universitario en cada casa de
estudios. Resulta imprescindible demostrar la verdadera realidad que subyace en
el discurso del problema presupuestario. La lógica dice que las autoridades
universitarias deberían ser protagonistas de esta iniciativa y ponerse a la
orden de los órganos de control del Estado.
Para concluir,
me quiero referir a un tema fundamental y estratégico para la Revolución
Bolivariana: LA TRANSFORMACIÔN
UNIVERSITARIA. Hay que refundar el concepto UNIVERSIDAD. Es una tarea pendiente de esta revolución. Un ex ministro
de educación del hermano país Brasil señalaba que las universidades en el mundo
tienen mil años haciendo lo mismo. El conflicto reciente es exponente fiel de
la profunda crisis que viven esas casas de estudio. El problema no es
presupuestario, ni tampoco las providencias estudiantiles, ni la
infraestructura. Como lo refería
Rigoberto Lanz: “todo el sistema universitario requiere una urgente cirugía
epistemológica, política, ética, de modelo, de paradigmas, que sin la cual no
habrá una nueva universidad”. Las universidades autónomas se resisten a
asumir principios constitucionales como lo son: la democracia participativa y
protagónica, la rendición de cuentas y la contraloría social, el compromiso con
la ciudadanía y el pueblo, la promoción de una economía productiva, la gestión
del conocimiento desde una perspectiva integradora, compleja y
transdisciplinaria. Estas casas de estudio se han convertido en espacios para
la desestabilización y el enfrentamiento al proceso revolucionario.
Actualmente, no
se percibe la fuerza interna necesaria ni la voluntad política desde el sector
universitario para promover iniciativas de transformación. Tampoco creo
pertinente que desde el Estado se impulse tal proceso de cambios en la
Universidad. Lo que parece idóneo es el inicio de una discusión sobre una Ley para la Educación Universitaria. Si
bien es cierto que un cuerpo normativo no transforma por sí solo, logra
establecer la visión-misión, las directrices y los acuerdos para el
funcionamiento del objeto de la Ley. Sería
una extraordinaria palanca para promover
la transformación universitaria. La Ley de Universidades que rige al sector
data del año 1.970, y por ende, no se corresponde con los principios y
fundamentos que establece nuestra Constitución de la República Bolivariana.
Se hace
imprescindible superar el paradigma positivista de hacer ciencia. Es
impostergable el impulso de la Constituyente Universitaria. La UNIVERSIDAD debe ser un espacio
constituyente, en permanente subversión del conocimiento.
JESUS ALVAREZ