Por: Actualidad.RT
Martes, 06 Agosto 2013 04:26
Colombia sufre la amenaza de una nueva plaga social: los grupos neoparamilitares. Estos grupos, que tienen el control de parte del tráfico de armas y drogas en territorio colombiano, también reclutan a menores de edad.
Según un informe de la Corporación Nuevo Arco Iris, estas bandas ilegales surgieron de las facciones restantes de los grupos paramilitares desmovilizados y los carteles de la droga desmantelados, convirtiéndose en dos estructuras criminales: 'Los Rastrojos' y 'Los Urabeños'.
Señala también que estos dos grupos manejan las redes criminales a nivel nacional en todo sentido, desde el narcotráfico y lavado de activos internacionales, hasta los juegos de azar, la prostitución en las calles, y se han infiltrado profundamente en la vida política y económica del país.
El personero de Cali, Andrés Santamaría, denuncia que estos grupos armados reclutan a menores, "muchas veces fuera de sus propios hogares".
En calles de esa ciudad colombiana, jóvenes y niños vigilan los territorios de comercialización de drogas que controlan estos grupos neoparamilitares.
"El que manda nos dice que necesita un pelado (un menor), entonces nosotros se lo conseguimos para hacer vueltas (actividades ilícitas), nosotros tenemos que hacer caso porque ellos son los que nos dan los fierros (las armas)", relata Manuel, comandante urbano de 'Los Rastrojos'.
Muchos de los jóvenes que pasan a formar parte de estas organizaciones son trasladados a las selvas, donde los grupos neoparamilitares controlan parte del tráfico de armas y drogas en Colombia.
Sin embargo, "para irse uno para el monte (selva) tiene que probar, matar a alguien", explicó Manuel.
"Estos jóvenes han mutado para hacerle daño a la sociedad, por eso a gritos pedimos el trabajo integral de todas las autoridades unidas parta salvar a la juventud", insta por su parte el coronel y comandante de Policía del departamento colombiano de Valle del Cauca, Mariano Botero Coy.
El Gobierno colombiano estima que ambos grupos suman 3.866 integrantes. Sin embargo, organizaciones sociales aseguran que no hay un número exacto de la cantidad de menores y jóvenes que estas bandas ilegales han incorporado a sus filas en los barrios más pobres de esa nación sudamericana.
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