No se escandalizaron cuando Carmona “El Brevísimo” decretó
la desaparición del estado derecho en Venezuela e instaló una dictadura que
afortunadamente duró solo cuarenta y ocho horas, o cuando sus hordas asaltaron
una embajada violando las leyes internacionales, o cuando se persiguió y apresó
a los funcionarios del gobierno legal y democráticamente elegido por el pueblo.
Tampoco se escandalizaron cuando sabotearon y pararon la industria petrolera
produciendo pérdidas por más de cien mil millones de dólares, daño que el país
tardó más de tres años en recuperar e indujo incontables penurias a la
población. Tampoco les escandalizaba los groseros insultos que diariamente su
prensa utilizaba en contra del presidente electo de la república, ni la extensa
publicación de las fotos de sus hijos, uno de ellos menor de edad, que habían
cometido la imprudencia de posar con una botella o unos dólares en la mano.
Tampoco se escandalizaron, por el contrario, celebraron la muerte de chavistas,
incluyendo un niño, cuando el monigote del imperio los convocó a desatar su ira
por haber perdido las elecciones. Les parece normal reunirse con el embajador
de un país extranjero y contratar paramilitares colombianos para producir
disturbios y muertes, aliarse con los narcotraficantes y asesorarse con su
máximo líder el narco-expresidente Uribe que acaba de crear el movimiento
Primero Colombia. Pero cuando se hace pública la condición humana de quienes
pretenden dirigir los destinos de Venezuela, su extensa corrupción, sus
delitos, entonces chillan y se retuercen, la califican de bajeza. Y es que a la
burguesía y sus servidores no se les puede tocar ni con pétalo de una rosa, al
menos eso creen ellos, que son intocables.
“La sabiduría de la vida consiste en la eliminación de lo no esencial. En reducir los problemas de la filosofía a unos pocos solamente: el goce del hogar, de la vida, de la naturaleza, de la cultura”. Lin Yutang
Cervantes
Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.
MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.
MIGUEL DE CERVANTES
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