Transcurridas dos décadas del derrumbe de la Unión Soviética, la mayoría
de los ciudadanos de las ex repúblicas de la antigua URSS consideran
que este cambio geopolítico fue negativo para sus países.
Una encuesta realizada por Gallup en 11 repúblicas postsoviéticas
planteó a 1.000 participantes la pregunta de si consideran que la
desintegración de la URSS, ocurrida hace 22 años, ha dañado o
benificiado a la población de los nuevos países independientes surgidos
de aquel colapso.
Aproximadamente un 51% de los encuestados, sobre todo en Armenia, Rusia y
Ucrania, considera que la desintegración del bloque comunista no ha
resultado beneficiosa, desencadenando violencia y conflictos étnicos en
el espacio postsoviético, mientras que un 24% valora la desintegración
de la Unión Soviética como algo positivo. En lo que se refiere a Rusia,
un 55% cree que este cambio geopolítico dañó a su país y sólo un 19% de
los rusos cree que el colapso de la URSS mejoró su estilo de vida.
El estudio revela que las personas mayores de 30 años son más propensas a
sentir nostalgia por el pasado soviético y a creer que el derrumbe de
la URSS perjudicó a sus países, mientras que los jóvenes sin recuerdos
del pasado soviético suelen percibir su situación actual con más
optimismo.
Según la información estadística, un 33% de los jóvenes encuestados
califican la desintegración del bloque de ''dañina'', mientras que
aproximadamente un 30% de las personas menores de 30 años ven ciertas
ventajas. A su vez, un 20% de participantes en el sondeo no hacen
estimación alguna o se niegan a contestar.
El resultado de la encuesta sugiere que "la libertad que pensaron que
podrían obtener después de la caída de la Unión Soviética no se ha
materializado", afirma el estudio. En este contexto, es muy notorio el
caso de la república de Tayikistán, donde un 61% de los encuestados teme
dar una opinión política.
Asimismo, el sondeo de opinión pública demuestra que una parte
significativa de los ciudadanos de las exrepúblicas soviéticas no
vislumbran ninguna mejora a corto plazo, dando por hecho que tras la
desintegración de la URSS las generaciones posteriores tendrán menos
oportunidades, mientras que un 18% tienen confianza en el futuro.
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