Hurtado, Héctor: También conocido como “el hurtador Héctor”.
Fue de los hijos políticos predilectos de Gonzalo Barrios.
Fue ministro de finanzas de Carlos Andrés Pérez durante su primer mandato: se las ingenió para endeudar el país, y derrochar en cuanto proyecto le proponían los maulas empresarios de la época.
Es uno de los (Ocho) Enanos de la Gran Deuda Externa Venezolana, junto con:
• Gumersindo Rodríguez
• Carmelo Lauría
• Diego Arria
• José María Casal
• Quero Morales
• Valentín Hernández
Cuando estalló el gran escándalo de RECADI, aseguró que era un lío político con el mero interés de perjudicar la gran obra económica del gobierno de Jaime Lusinchi.
En esa época sostuvo ante el diario El Nacional que si un empresario llega a cometer algún fraude a la Nación, lo comete y nada puede pasar pues él es un empresario.
Así razonaban los ministros de los gobierno adecos.
Hurtado, Héctor: Ministro de Hacienda del Presidente Jaime Lusinchi;
en una interpelación que se le hiciera en el Congreso de la República sobre actividades irregulares en su despacho, respondió de manera más lacónica y fresca: “No tengo una cuantificación de mi gestión como Ministro de Hacienda”.
También fue interrogado en el mismo Congreso sobre el intento de suicido del ministro Héctor Meneses, por cuanto éste en una carta que dejó antes de darse el disparo lo involucraba de haberlo enredado con unos procedimientos ilegales.
En una transcripción repartida luego por el Congreso se lee el siguiente diálogo:
“En la carta de Meneses el ex-funcionario dijo que se sentía comprometido por las instrucciones dadas por Manuel Azpúrua y por usted” -inquirió el diputado Gonzalo Pérez Hernández del MIN, a lo que el ministro respondió: “Ese desgraciado incidente...- dijo casi en tono vago e inaudible-.No conozco si existe esa carta. Meneses no era subalterno mío. Yo era ministro de Hacienda y él de Fomento. No podía recibir instrucciones mías para determinados actos. No puedo responder sobre cosas sobre las cuales no hay certeza...”.
Los diputados Carlos Tablante y Pérez Hernández atacaron a Hurtado por un viaje de paseo adelantado por éste, con el diputado Alberto Finol y Héctor Meneses a Nueva Zelandia.
Le preguntó al ministro Hurtado, Pérez Hernández: “¿Fue con la finalidad de retribuirles, por parte de los ganaderos exportadores de ganado de ese país, las facilidades que ustedes les brindaron a través del Ministerio de Hacienda?”.
La respuesta fue: “Pídale a la prensa la información para que demuestre ese hecho”.
El diputado Tablante insitió: “¿Entonces no viajó?”, y Hurtado le responde: “Anuncié con bastante antelación que iba a tomar un descansito, porque la función pública y cinco años allí al frente del Fondo de Inversiones, Hacienda y Fomento,... como usted comprenderá, después de llevar esa carga, ese peso, reclamaba un descanso...”.
Entonces el diputado Orlando Fernández le preguntó: “¿Quiénes viajaron con usted?”, a lo que Hurtado contestó: “Beto Finol y Héctor Meneses”.
Pero replicaron Pérez Hernández y Tablante: “¿A ellos también les compensaron ese cansancio?”, el señor Hurtado remató: “Yo no sé... Sería preferible que le preguntaran a ellos...”.
Hurtado, Héctor: Fue citado al Tribunal del Juez Luis Guillermo La Riva, acusado de malversación del presupuesto de Divisas.
En las puertas, acosado por la prensa, declaró: “quien resulte culpable que vaya a la cárcel. Si hubo defraudación, se produjo por complicidad entre los importadores y empleados. Mis declaraciones de bienes están allí...”.
Se encontró que en las solicitudes de Importación no se cumplieron los requisitos y los análisis de la dirección a su cargo en el sector de repuestos para la industria, comercio, agrícola, automotriz, etc.
Según el diputado Carlos Tablante, “tanto Hurtado, en su condición de Ministro solicitante, como Edgalia Bastardo, funcionaria ejecutora, actuaron aquí en perjuicio del Estado Venezolano, dado que el primero ordenó la asignación de divisas sin considerar la disponibilidad presupuestaria, y la segunda, tal como lo afirmó al ser interpelada por nosotros, dio curso a tal solicitud y procedió al respecto”.
Pero en nuestro país todas estas denuncias se evaporaban. Servían para entretener a la gente no más de dos semanas, y Hurtado una mañana luego de pasar por la DIEX, salió rumbo a España a presidir un directorio del Banco Exterior de España y Los Andes, del cual es presidente en Venezuela.
Por el caso RECADI tenían prohibición de salida del país:
• Carlos Hernández Delfino
• Andrés Manuel García Jiménez
• Fuk Shuk Wing
• Jesús Amado Ramírez
• Carlos Jesús Ruiz Poleo
• Carlos Alberto Siso Paván
• John William Werner
• Armando García Capriles
• Emilio Puig
• Aníbal Hidalgo
• Francisco Hernández Rodríguez
• Michael Stuart Dingere
• Vicente Vegas Soko
• Tulio Alvarez Rojas
• Luis Torriente
• Joseph William O`Neill Birmiham
• y Pierre Brun Bernard.
Todos empresarios, empleados y directivos de las verificadoras y empleados bancarios.
Y todos se fueron cuando les vino en gana, o cuando el juez La Riva supuso que había entretenido suficientemente a la opinión pública venezolana.
Hurtado, Héctor: Se lee en la prensa de aquellos días que el diputado Carlos Tablante formalizó sus denuncias ante el Tribunal Superior de Salvaguarda, y a su presidente Silvestre Ortiz Bucarán entregó un breve escrito donde, basado en la comunicación antes referida, aseguró que el ex-ministro de Hacienda, Héctor Hurtado, indujo a Edgalia Bastardo de Leandro, ex directora de Recadi, a malversar el presupuesto de divisas de 1988, “provocando una merma sustancial en las reservas internacionales de Venezuela.
Añadió que Hurtado, con esa correspondencia se constituyó él mismo en la Comisión de Importaciones e indujo a Bastardo a entregar esas aprobaciones, en forma irregular y constitutiva de daño al patrimonio público.
La amalgama de la corrupción entonces era intensa y extensa: Hurtado desde hacía muchos años venía trabajando con una mafia de economistas y empresarios experta en urdir grandes estafas relacionadas con importaciones; él mismo había sido asesor de Leopoldo Díaz Bruzual (el de la tesis de la devaluación lineal en febrero de 1983) en el Fondo de Inversiones de Venezuela, al comienzo del gobierno de Luis Herrera Campíns.
Rodríguez, Gumersindo: cuñado de Manuel Caballero quien lo mandó becado a Inglaterra a estudiar a Marx y éste lo que hizo fue perder el tiempo y acercarse a la derecha.
Es de los que participa el 7 de abril de 1960 en el famoso mitin en Maracaibo dirigido por el grupo de izquierda de AD (que terminará conformando el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR) junto con:
• Hely Colombani
• Gabriel Quintero Luzardo
• Simón Sáez Mérida
• Aníbal Molina
• Américo Martín
• y Domingo Alberto Rangel,
para luego desprenderse definitivamente del Partido del Pueblo.
Traiciona el MIR y vuelve a AD para ser ministro de CAP, compra un apartamento en Nueva York y luego se olvida de Venezuela.
Rodríguez, Gumersindo: en los tres últimos meses de 1960, los llamados “extremistas” caen definitivamente en la trampa que les monta Betancourt.
Ya la izquierda no cree en el viraje que se esperaba del gobierno, y comienza a plantearse seriamente su derrocamiento. Pero carecen de organización, y sólo cuentan con el fervor de los estudiantes, liceístas primordialmente. Creen que con estos muchachos van a crear una situación insostenible de perturbación social en las grandes ciudades.
El 14 de octubre apareció un editorial del órgano del MIR, Izquierda en el que se planteaba que no había otra salida que el cambio de gobierno, “la sustitución del régimen actual por otro que responda a los intereses del pueblo [...] Pero no propiciamos el cambio de gobierno mediante la asonada cuartelaria o el golpe palaciego. Tampoco le impondremos a las masas una insurrección que no estén en capacidad de realizar [...]” Esto, que resultaba de una crítica casi angelical, indigna al gobierno quien por intermedio de su ministro de Relaciones Interiores ordena la detención de sus redactores.
El gobierno grita: “¡Esto es un llamado a derrocar al gobierno!”
Pero la gente del MIR se enconcha, sobre todo Gumersindo Rodríguez quien ha sido el autor de dicho editorial. Resulta hasta delirante el desorden como se estaba llevando el proceso revolucionario por parte de los izquierdistas.
El mismo Gumersindo contará años después que ese editorial lo recomendó el Comité Político del MIR, pero como Domingo Alberto Rangel estaba enfermo, no le quedó más remedio que redactarlo él.
Cuando Domingo llega a saber lo que se ha publicado dice que es una insensatez, y Gumersindo dirá: “Yo no estaba en condiciones de saber que eso era una insensatez [...]”. Mírese pues, en manos de quienes nos encontrábamos, para después añadir: “La irresponsabilidad de eso (y no tengo ningún problema en decirlo, con toda honestidad intelectual) es que cosas así no se deben escribir si usted no tiene montado realmente un operativo revolucionario para confirmarlo [...] Allí no hay ningún llamado a la insurrección. Allí hay una incitación indirecta a la insurrección, pero hecha de manera inconsciente.”
Lauría, Carmelo: Borrachito de las ciénagas financieras de AD. Nació el 24 de agosto de 1936. Hijo de inmigrantes italianos.
Estudió en La Salle se graduó de abogado en la UCAB.
Entró a trabajar, recién graduado, en la consultoría jurídica del Banco de Venezuela y a los pocos años llegó a ser Presidente de esta entidad. De allí lo reclutó CAP quien lo elevó a Ministro de Fomento.
En realidad se convirtió en todo un superministro, porque decidía sobre todo, y hasta mandaba más que el propio CAP.
Para el 2004 era de los que más bramaba contra Chávez y se encontraba siempre hediondo a whisky fino a la vez que convertido en uno de los hombres más ricos y ladrones de Venezuela.
Para la defensa de Blanca Ibáñez se le entregaron 20 millones de bolívares, un platal. Fue el gran cabrón de Lusinchi, e hizo las gestiones, ante la Universidad Santa María, para que se le diese el título de abogado a Blanca Ibáñez.
Lauría, Carmelo: A Carlos Andrés Pérez le urgía tener un tren de cabrones banqueros y testaferros. No le bastaba con Pedro Tinoco y todos los secundones de éste.
Para las tareas más bajas de sus negocios puso a Carmelo Lauría, uno de sus ministros predilectos, quien junto con Diego Arria, tenía al Estado bajo sus perros falderos y a su merced de sus trácalas, durante toda la miserable época del barraganato de doña Cecilia Matos y doña Blanca Ibáñez.
El ministro Lauría aparecía en las fotografías de la época de 1979 de la gran prensa muy juguetón y sonriente con la Cecilia Matos, y era infaltable en las grandes juergas que se formaban en la mansión de la Lagunita Country Club que a la poderosa barragana le había arreglado Enrique Delfino.
Lauría, Carmelo: Fue Secretario de la Presidencia durante el primer mandato de CAP, y propuso en 1978, la unión de todos los partidos de la oligarquía porque él veía que podía darse una revolución de izquierda en que todo lo podía perder. Quiso hacer un negocio con el diario El Nacional que consistía en lo siguiente: “Entréguenme ustedes una lista de ministro corruptos, que yo entonces les daré una lista de periodistas que se dejan sobornar”. El Nacional prefirió callar.
Agustín Blanco Muñoz (1991) Venezuela 1960 op. (antes de que tambien terminara siendo adeco)
cit., pág. 110.
Ibidem, pág. 113.
Ibidem, pág. 120.
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José Valera Pérez
Vere socialismo cuando se derribe el estado ADECO.