ERNESTO CARMONA / MAPOCHO PRESS – La mexicana Flor Molina era una madre soltera de Puebla que aprendió corte y confección para mantener mejor a sus dos hijos con un solo trabajo en vez de dos simultáneos, pero “tuvo la suerte” de ser reclutada para ir a trabajar a EEUU y vivir “el sueño americano” con la ilusión de mejorar sus propias condiciones de vida y las de su familia. Después de oír una bella oferta laboral dejó los niños al cuidado de su madre y partió con su maestra de costura de la mano de un “coyote”. Al poco tiempo se dio cuenta que era una esclava, algo que a su entender sólo existía en los libros.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIP), en todo el mundo, casi 21 millones de personas son víctimas del trabajo forzoso, en otras palabras, de la esclavitud moderna. Muchas (os) esclavas (os) contemporáneos son explotados en agricultura, construcción, servicio doméstico y manufacturas. Como informó Christa Hillstrom en YES! Magazine (20-09-2013), un estimado de 15.000 a 17.500 personas son traficadas cada año en los EEUU.
Flor Molina sufrió todo lo que enfrentan muchos trabajadores (as) víctimas del tráfico de seres humano. Sin embargo, se sobrepuso a la horrible vivencia y ahora utiliza su propia experiencia para ayudar a detener lo que ella y otros grupos de presión anti-tráfico describen como “esclavitud moderna” en EEUU.
Cuando Molina se liberó de su servidumbre laboral, hizo contacto con la Coalición para la Abolición de la Esclavitud y el Tráfico (CAST, sigla en inglés), que trabaja con víctimas de trabajo forzoso desde 1998, ayudándoles a re-insertarse en la sociedad y les entrega capacitación como activistas y promotores de la lucha que libra esta organización sin fines de lucro.
Sobrevivientes como Molina están bien posicionados para abogar por políticas que ayuden a las víctimas, frenar los abusos y enjuiciar a traficantes y empresarios violadores de la ley, dijo Kay Buck, director ejecutivo de CAST. Por ejemplo, Molina testificó ante la legislatura de California en apoyo a la Ley de Transparencia en las Cadenas de Suministro, que el gobernador Arnold Schwarzenegger promulgó en 2010.
Esa ley exige que las empresas que realizan negocios en California y obtienen más de 100 millones de dólares en ganancias anuales globales deben reportar qué esfuerzos hacen para eliminar la esclavitud en sus cadenas de proveedores. Buck dice que la ley plantea una pregunta a los consumidores y las empresas: ¿Qué estamos haciendo sobre la esclavitud?
Molina mira ahora hacia el futuro y emprende un esfuerzo mayor de lobby por una versión federal de la Ley de Transparencia del estado de California y por una nueva ley de California que aborde el problema creciente del reclutamiento de mano de obra explotada en condición de servidumbre.
Flor Molina pensó que había tenido un golpe de suerte cuando fue reclutada para ir a trabajar a una fábrica de vestuario en Los Ángeles. A los 28 años, y trabajando en dos empleos en Puebla, ganaba dos salarios insuficientes para mantener a sus dos hijos y a su madre, tras la muerte de un tercero. Estudió para convertirse en confeccionista de ropa cuando fue reclutada y enviada a Tijuana con su maestra de costura.
Una mujer poderosa de Puebla, conocida como “La Señora”, las esperaba en la frontera y allí requisó “en custodia” sus documentos y ropa. “Pensé que era extraño, pero como ella vivió tantos años en EEUU pensé que sabía cómo funcionaban las cosas”, relató después Flor. Un “coyote” trasladó a ambas mujeres a Los Ángeles, California, donde comenzaron de inmediato a trabajar en una fábrica de ropa.
La jornada de Molina comenzaba a las 4 de la madrugada, cosiendo con la débil luz de la máquina. También planchaba, mientras entraban y salían camiones que reparten a tiendas importantes de EEUU. Cuando los demás trabajadores se iban a casa, Flor limpiaba toda la fábrica. Fue sometida a malos tratos físicos y no se le permitió salir del edificio sin vigilancia. O sea, era una esclava. “Pensé que la esclavitud era sólo en los libros. Me sorprendió encontrarme a mi misma viviéndola”. Todo esto se lo contó Flor Molina a Christa Hillstrom, de YES Magazine, en su oficina de CAST.
En otra historia relacionada, publicada en The Nation (18-10-2013) por Greg Kaufman, desde 1997 la Coalición de Trabajadores de Immokalee (CIW), Florida, ayuda al departamento de Justicia de EEUU en “el descubrimiento de numerosas operaciones de esclavitud en varios estados del sudeste de EEUU”.
Como CAST, la campaña contra la esclavitud de la CIW tiene como objetivo liberar a los trabajadores víctimas de trata. Sus esfuerzos han rescatado a más de 1.200 trabajadores y la CIW desempeñó un papel importante en la aprobación de la Ley de Protección a Víctimas de Tráfico, que Obama firmó en marzo de 2013 como una enmienda a la Reautorización de la Ley de Violencia contra las Mujeres. Muchas organizaciones de lucha contra el comercio de personas consideran que la Ley de Protección de Víctimas de Tráfico es la herramienta más importante para combatir la trata de personas en EEUU.
*) Ernesto Carmona Ulloa, periodista y escritor chileno, jurado de Proyecto Censurado
Fuentes:
-Christa Hillstrom, “Escape from an L.A Sweatshop: How Modern-Day Slaves Become Lobbyists,” YES! Magazine, September 20, 2013, http://www.yesmagazine.org/
-Greg Kaufman, “The Immokalee Way”, The Nation, October 18, 2013, http://www.thenation.com/blog/
Proyecto Censurado: http://www.projectcensored.
Student Researcher: Carla Cardenas (Sonoma State University)
Faculty Evaluator: Andy Lee Roth (Sonoma State University)