DANIEL CÓRDOVA ZERPA
Un buen amigo que vive en
uno de los bastiones de la oposición, como es el municipio El Hatillo y
que además ha sido siempre opositor al Gobierno Bolivariano, con
sinceridad me confesaba que no le gustan ni las formas ni el mensaje del
liderazgo de Voluntad Popular (VP), cuyos dirigentes llevan las riendas
del gobierno municipal en su localidad.
Según me refiere este compañero, buen
periodista para más señas, él mismo ha podido comprobar in situ que a
los chicos de VP los distinguen características nada halagüeñas como: la
soberbia, la arrogancia, la ignorancia y, lo más grave, el marcado
desprecio, o más bien “así como un asquito” por la gente de las zonas
populares.
La percepción del colega hace justicia a
las actitudes asumidas por la dirigencia nacional del partido de
Leopoldo López, una agrupación política donde se congrega el ala más
radical de la oposición y se apuesta abiertamente por la violencia como
método para conquistar el poder.
Los escarceos con el paramilitarismo
colombiano, así como las expresiones de odio, racismo y clasismo que
acompañan, directa o indirectamente, el mensaje de estos “líderes”,
configuran tendencias preocupantes, sobre todo teniendo tan cerca el
dramático ejemplo de la guerra social que se ha vivido en Colombia
durante más de 70 años, producto de la intransigencia de una clase
social que se siente ungida por la mano de Dios para imponer a sangre y
fuego su visión de país.
Los ideólogos de “la salida”, que son
los mismos del golpe de Estado y el paro petrolero, reciben
financiamiento y asesoría de facciones radicales norteamericanas. Con
ese apoyo no solo siguen planificando acciones basadas en la fuerza
bruta, sino que van depurando su violencia con un ensañamiento que para
los pelos. La forma como habla el jovencito Lorent Saleh retrata de
cuerpo entero las macabras intenciones de estos inescrupulosos sujetos.
Así serán de fascistas que hasta ellos mismos se asustan.