Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.

20 de noviembre de 2014

Cada dificultad, una oportunidad (1ra parte)





Después de un siglo de intensa explotación petrolera [1], Venezuela se asomaba al siglo XXI en una situación lamentable. En 1998, el 49% de los hogares era pobre y el 21% se encontraba en la pobreza extrema, para un total desgarrador de un 70% de los hogares venezolanos (Figura 1).
 
Figura 1. La pobreza en Venezuela, período 1998-2011. Porcentaje de hogares pobres y en extrema pobreza [2].

De nada había valido ser el país mayor exportador de petróleo del mundo. Por el contrario, el auge petrolero significó la muerte de la agricultura que representaba un tercio de las actividades económicas en 1920 y en 1950 era apenas una décima parte [3]. Tampoco los ingresos petroleros habían significado una mejora en la calidad de vida de los venezolanos. El gobierno hizo caso omiso a graves problemas sociales, incluyendo educación, salud, infraestructura, agricultura y las industrias nacionales, causando que Venezuela quedara muy detrás de otros países industrializados [4].

En verdad, Venezuela (y el resto de los países del mundo) habían prácticamente regalado su petróleo (Figura 2). En 1900 el petróleo se cotizaba internacionalmente a 1.19$/barril, en 1973 (año del inicio del embargo petrolero árabe) a 3.89$/barril y en 1998 a 10.87$/barril (el crudo venezolano se cotizaba alrededor de 7$/barril) [5]. Estos precios deben ser analizados ajustados por la inflación, así los 3.89$/barril de 1973 en realidad equivalen a 20$/barril actuales mientras que los 10.87$/barril de 1998 equivalen a 27$/barril [6]. Nuestra afirmación de haber regalado el petrolero no se debe solamente a su precio, sino a la participación que los países productores obtenían por parte de la compañías multinacionales, la cual era, hasta 1972 inferior al 25%. No fue sino hasta 1973, que los países de la OPEP, logran una participación del 60% [7].




 Figura 2. Evolución histórica de los precios del petróleo [3]. 

El embargo petrolero de 1973 hizo que Venezuela viera cuadriplicados sus ingresos [4]. Fue la época del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP). Con la demagogia que lo caracterizaba prometió que Venezuela, mediante la sustitución de importaciones, los subsidios y los aranceles proteccionistas se desarrollaría, que planeaba usar los beneficios del petróleo para aumentar el empleo, combatir la pobreza, aumentar los ingresos y diversificar la economía. Nada de esto sucedió.

El período de prosperidad económica de Venezuela fue relativamente breve. A partir de 1980 se comenzaron a desplomar los precios del petróleo que habían alcanzado un máximo histórico de 37$/barril (106 $/barril ajustado por inflación) hasta alcanzar el mínimo de 1998. Entre 1990 y 1999, la producción industrial de Venezuela se redujo del 50 al 24% por ciento delproducto interno bruto del país en comparación con una disminución del 36 al 29% por ciento para el resto de América Latina [8]. La eficiencia de PDVSA venía siendo puesta en tela de juicio en los últimos años. De 1976 a 1992, el monto de los ingresos de PDVSA, que se destinó a gastos de la empresa fue en promedio del 29% dejando un resto de 71% para el gobierno. De 1993 a 2000, sin embargo, esa distribución fue casi completamente revertido donde el 64% de los ingresos de PDVSA fueron mantenidos por PDVSA dejando un resto de sólo el 36% para el gobierno [9]. Fue la época de la mal llamada “meritocracia” petrolera.


Producto de la desinversión social y las medidas económicas tomadas por CAP en su segundo gobierno, el 27 de febrero de 1989 se produjo en Venezuela un estallido social conocido como el “Caracazo”. Estas medidas eran parte de un programa de ajuste neoliberal liderado por Miguel Rodríguez al frente de Cordiplan, que se aplicaron paulatinamente durante los años del Gobierno de CAP y que algunos analistas consideran una respuesta a los desajustes heredados del Gobierno de Jaime Lusinchi (1984-1989) [10]. Los principales puntos del plan conocido como “el paquete” fueron:




a) Liberar las tasas de interés.
b) Liberar el control de cambio.
c) Liberar los precios de todos los productos a excepción de 18 renglones de la cesta básica.
d) Aumentar las tarifas de los servicios públicos como luz, agua y teléfono y gasolina.
e) Aumentar los sueldos de la administración pública y el salario mínimo, eliminando progresivamente los aranceles de importación.
f) Reducir el déficit fiscal a un máximo de 4% y congelar los cargos de la administración pública.

Estas medidas formaban parte de una estrategia para equilibrar la economía con la ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de un financiamiento de 4.500 millones de dólares. Años después Miguel Rodríguez señaló ante los cuestionamientos, que la situación económica en que se encontró el país en el segundo Gobierno de CAP, con el nivel de reservas escaso y un enorme déficit fiscal, los obligó a tomar esas decisiones. Los ajustes aplicados resultaron en una convulsión social que estalló el 27 y 28 de febrero de 1989 en el conocido “Caracazo”, donde murieron cientos de venezolanos a manos de las fuerzas militares y policiales que reprimían la protesta que se expresó en saqueos y quema de vehículos. Los resultados económicos de ese año 1989 fueron desastrosos: a) La economía sufrió una contracción de 8,1% y la tasa de inflación alcanzó 84,5%; b) La pobreza, según cálculos de Agroplan, abarcaba al 62% de la población, 30% de la cual se encontraba en pobreza absoluta.

Figura 3. Fotografías del “Caracazo”. El ejército venezolano, usando armas largas y vehículos militares, masacró a cientos de venezolanos que protestaban. Ver también video: https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=2ePVYrD6jwo

El martes 4 de Febrero de 1992, un grupo de militares patriotas ejecutó un intento de golpe de estado en Venezuela contra el entonces presidente constitucional Carlos Andrés Pérez. Entre los oficiales sublevados que comandaron esta maniobra se encontraban, principalmente, cuatro tenientes coroneles del ejército: Hugo Chávez Frías, Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos y Jesús Urdaneta. Este grupo formaba parte de una organización conocida como Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200), con ideología política nacionalista y revolucionaria, basada en el pensamiento de Simón Bolívar. La situación de Venezuela era tan desesperada que hasta la prensa burguesa, como El Nacional, le otorgaba a Hugo R. Chávez la primera página con el título: “Chávez es la salvación de Venezuela” (Figura 4).


Figura 4. Primera plana del diario El Nacional, el 5 de Febrero de 1992.

Aunque la rebelión del 4 de Febrero fracasa en su objetivo de tomar el poder, habrá marcado el camino de la nueva política en Venezuela y advertido sobre el carácter moribundo de la IV República.



El 27 de noviembre de 1992, se produce una segunda rebelión militar por un grupo compuesto por civiles militantes en organizaciones revolucionarias y altos oficiales de la Fuerza Armada Nacional (FAN). El Distrito Capital fue el epicentro de la rebelión que se extendió también a los estados Miranda, Aragua y Carabobo. En la génesis de los acontecimientos se encontraba la crisis de dos instituciones que hasta la fecha había sido sinónimo de la estabilidad democrática: los partidos políticos y la Fuerza Armada Nacional. Entre los protagonistas de la rebelión destacan nombres como los de los contralmirantes Hernán Gruber Odremán, Luis Enrique Cabrera Aguirre, Francisco Visconti Osorio y los partidos políticos Bandera Roja y Tercer Camino. Más allá de no haber logrado tampoco su principal cometido, los sucesos del 27 de noviembre de 1992 mostraron la degeneración de los partidos tradicionales que se habían alternado el poder durante los últimos 40 años: Acción Democrática (AD) y el Comité de Acción Política Electoral Independiente (COPEI).
 

Pese a la derrota de los alzamientos militares, la presión política contra Carlos Andrés Pérez se incrementó, llegando a expresarse en la propuesta de su remoción del cargo. En marzo de 1993 el fiscal general de la República introdujo una acusación en su contra por malversación de 250 millones de bolívares de la partida secreta por cuyo manejo era responsable. El 20 de mayo siguiente la Corte Suprema de Justicia dictaminó que había méritos suficientes para su juicio, por lo que el Congreso Nacional resolvió destituirlo para que continuara dicho proceso. Una vez retirado de la Presidencia de la República fue consignado en el Retén Judicial de El Junquito y de allí, en aplicación de las previsiones legales relativas a límites de edad para el encarcelamiento, pasó a su casa donde fue recluido en espera de la sentencia del caso. El 30 de mayo de 1996, la Corte Suprema de Justicia lo condenó por malversación genérica agravada a 2 años y 4 meses de arresto domiciliario [11].



Rafael Caldera llegó al poder por segunda vez en 1994 y fue un auténtico fracaso. Aunque éste prometió durante su campaña no acudir jamás ante el Fondo Monetario Internacional, debió hacerlo ante la crisis económica. El año 1994 estuvo caracterizado por la crisis financiera. Se inició con la intervención del Banco Latino, siguió con el derrumbe e intervención de una docena de instituciones bancarias más y culminó con la fuga de capital por concepto de auxilios financieros otorgados por el Estado a la banca, miles de ahorristas afectados y un grave desequilibrio en la economía de Venezuela. En 1996 anunció el programa “Agenda Venezuela” que prometía restablecer el equilibrio macroeconómico y frenar la inflación mediante el incremento de impuestos, suspensión de controles de cambio, liberación de tasas de interés y disciplina en el gasto público. En 1997 reformó la Ley Orgánica del Trabajo esquilmándoles a los trabajadores una buena tajada de sus prestaciones sociales. Por otro lado, le entregó a las multinacionales petroleras ExxonMobil, Royal Dutch Shell, ConocoPhillips, Chevron y Total los derechos a explotar la Faja Petrolífera del Orinoco a cambio de una participación minoritaria de PDVSA. La frase cantinflérica de su Jefe de Cordiplan, Teodoro Petkoff: “Estamos mal, pero vamos bien” y la portada del periódico Ultimas Noticias (Figura 5), retratan bien el desastre de su gestión.
 




Figura 5. Primera plana del periódico Ultimas Noticias del 12 de diciembre de 1996.

Efectivamente, Hugo Chávez Frías apoyado por el MVR gana las elecciones presidenciales el 6 de diciembre de 1998 con el 56.2% de los votos emitidos imponiéndose al candidato cuarto-republicano Henrique Salas Romer, apoyado por AD, COPEI y su partido, Proyecto Venezuela. Semanas apenas antes de las elecciones, viéndose perdidos, AD retiró su apoyo y expulsó del partido quien originalmente era su candidato Alfaro Ucero e igualmente COPEI, una semana antes de las votaciones le retiró también su apoyo a su candidata Irene Sáez. Fue una campaña electoral polarizada: medios de comunicación, artistas, empresarios, e incluso gobiernos extranjeros, daban su candidato favorito abiertamente. La publicidad proselitista se utilizó de manera muy agresiva y fue el derrumbe definitivo de Acción Democrática (AD) y COPEI como partidos predominantes en Venezuela, además del inicio del fin para La Causa Radical, la cual había emergido como tercera fuerza en los pasados comicios presidenciales de 1993, rondando el 20% de los votos, obteniendo en ésta oportunidad tan solo el 0,11% de los votos con su candidato Alfredo Ramos. [12].

El mismo día de la transmisión del mando presidencial, el electo presidente de la República, Hugo Chávez Frías, vía decreto presidencial número 3, del 2 de febrero de 1999, convoca a un referéndum consultivo para el 25 de abril de ese mismo año, de manera que el pueblo se manifestara en relación con que si estaba de acuerdo con una Asamblea Constituyente para refundar el país. En esta consulta popular, el Sí obtuvo 90% de apoyo, con lo que la propuesta del Presidente fue acogida de una forma democrática y participativa como nunca antes en la historia venezolana se había hecho desde su independencia. El próximo paso a seguir fue la elección de los miembros que integrarían la Asamblea Nacional Constituyente, que fue fijada para el 25 de julio de 1999, proceso que se efectuó en función a las Bases Comiciales que el pueblo aprobó en el referéndum consultivo. Hubo una aspiración de mil 167 ciudadanos que se disputaban los 128 curules de la Constituyente. El Polo Patriótico obtuvo más de 100 constituyentes de los 128 estipulados a formar parte de la asamblea.
 

(Fin de la 1ra parte) 


Referencias
[1] En 1929, Venezuela fue el segundo mayor país productor de petróleo (sólo por detrás de Estados Unidos) y el mayor exportador de petróleo del mundo.
[2] http://www.ine.gov.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=376:la-pobreza-continua-disminuyendo-en-venezuela&catid=123:pobreza
[3] http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_petr%C3%B3leo_en_Venezuela#cite_note-1
[4] Gregory Wilpert, “The Economy, Culture, and Politics of Oil in Venezuela” Venezuelanalysis.com, http://venezuelanalysis.com/analysis/74.
[7] Gustavo Coronel (1983). The Nationalization of the Venezuelan Oil Industry. Heath and Company.
[8] World Development Report 2000/2001. p. 297.
[9] Bernard Mommer (2001). Venezuelan Oil Politics at the Crossroads. Oxford Institute for Energy Studies, Monthly Commentary.
[12] http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_presidenciales_de_Venezuela_de_1998





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