
Los alrededores de Gorlovka
Artículo original en politicsnews.infoTraducción de Nahia Sanzo
El cruce Gorlovka-Enakievo está en primera línea del frente de defensa de Donbass: al este de estas dos ciudades, unidas en una gran aglomeración, hay una gran agrupación de fuerzas del Ejército Ucraniano, una amenaza real operativa.
El puesto de control es el puesto de
vigilancia de la milicia en un cruce importante. La pequeña guarnición
allí destinada está preparada para recibir a cualquiera que decida
romper la frágil tregua.
“Tenemos el mejor té, con miel. ¿Quiere
un poco?”, nos recibe un miliciano. La guerra no ha amargado a esta
gente. Al contrario, están dispuestos a compartir hasta las últimas
migas con sus invitados o con sus vecinos.
“Nos entregaron carbón, así que avisamos a
la población local para que viniera y cogiera algo”, dice el
comandante. “Una vez vino una mujer buscando ayuda: tenía siete hijos y
no tenían nada para comer. Así que juntamos lo que teníamos y se lo
dimos y nosotros nos tuvimos que apretar un poco el cinturón. Pero no
pasa nada, podría ser peor…”
La población local reconoce a la milicia
como su protección, aunque en un principio tuvieron que encontrar vías
de entendimiento: no hay muchos dispuestos a que se establezca una
instalación militar junto a sus casas. El sufrimiento ha unido a la
gente: durante los bombardeos, la milicia ayudaría a los mayores y a los
niños a llegar a un lugar seguro. Y gracias a la milicia se abrió
también una cantina gratuita en un pueblo cercano durante los días del
bloqueo. Otro de los méritos que se atribuye a la milicia es la
promoción de un ambiente sano y moral en la zona.
“No hemos experimentado ni robos ni
saqueos”, dice el comandante. “Alcohólicos y drogadictos han hecho una
cura de limpieza a base de trabajo, para beneficio de la defensa, aunque
antes de que empezáramos era un problema común en Zhdanovka. Nosotros
mismos no bebemos, todos estamos armados. No hay tiempo para beber,
teniendo en cuenta que las posiciones del enemigo no están a más de dos
kilómetros de aquí. Ayuda a los jóvenes del lugar a seguir nuestro
ejemplo”.
Hay un prolongado momento de calma en
este sector del frente., pero la tensión se nota en cada momento. Los
disparos están centrados en la zona de Gorlovka, Kurganka, Bessarabka,
Golma, Mayorsk, Ozeryanovka, Panteleymonovka. Las bombas caen en zonas
residenciales de Enakievo. Las topas punitivas disparan sobre Kirovskoe a
diario y han destrozado el distrito 18. Dispararon artillería sobre
Zhdanovka el domingo. Hace un tiempo, de madrugada, se escuchó el sonido
de los cañonazos desde el puesto de control.
“Cuando las tropas punitivas tomaron la
ciudad vecina, Uglegorsk, nos bombardearon durante dos semanas. Luego
paró”, dice el comandante. “Ya no disparan sobre nosotros, solo disparan
a la población civil, aunque los ucranianos han filtrado las
coordenadas de nuestro puesto de control en internet, incluyendo la
localización de nuestros barracones. ¿Qué más se puede decir? Cuando
disparaban en esta zona, golpearon la casa de un hombre: quemaron su
coche y el granero y la verja voló a través de todo el terreno y fue a
parar al lado opuesto del jardín. Y eso que era una verja de hierro y el
jardín no es pequeño en absoluto”.
“En verano, cuando estábamos destinados
en Uglegorsk, vi con mis propios ojos como un cohete ucraniano hizo
trizas a un niño. Solo tenía unos seis años”, dice un miliciano. “¿Esto
es normal? En los puestos de control ucranianos preguntan a la gente
cuándo empieza el curso escolar. ¿Por qué? ¿Para eliminarnos matando a
nuestros hijos? ¡Eso solo nos pondrá más furiosos! Si tienen tantas
ganas de luchar, deberían luchar contra nosotros. Tienen ventaja
numérica, ¿por qué no empiezan la lucha cuerpo a cuerpo? No, no son lo
suficientemente valientes para la batalla cuerpo a cuerpo. Prefieren
disparar con artillería.
Algunos de quienes ahora defienden el
puesto de control participaron en una batalla desequilibrada con las
tropas punitivas en las calles de Uglegorsk.
“Había unos pocos de nosotros, unos 80.
No teníamos tanques ni blindados, solo mortero y fusiles”, recuerda el
miliciano. “Aguantamos el asalto enemigo durante más de seis horas. El
comandante dio orden de retirada a quienes ya no tenían munición. Los
que seguían teniendo munición aguantaron sus posiciones. Los ucranianos
dispararon deliberadamente contra la ambulancia cuando se llevaba a los
heridos, directamente a la “cruz roja”. Al día siguiente la prensa
ucraniana celebraba que habían derrotado a las fuerzas especiales rusas.
Pero no había fuerzas especiales, solo la población local”.
Aquí se conoce la crueldad de las fuerzas punitivas de primera mano. El amigo de un miliciano fue brutalmente asesinado:
“Tenía un vecino en el pueblo de
Kommunar, cerca de Nizhnyaya Krynka. Tenía 19 años y solíamos hablar de
muchas cosas, algo poco común con la juventud de hoy en día. Nos ayudó a
cavar trincheras y por eso le mataron a él y le robaron el coche a su
padre”.
La población local se ha quejado a la
milicia en numerosas ocasiones de que los soldados de la Guardia
Nacional tratan de chantajear a los pensionistas en los puestos de
control ucranianos. Pegan a quienes no están dispuestos a pagar y luego
esa gente tiene que gastarse el dinero en tratamiento médico. Pero el
viaje a través del frente en taxi, por ejemplo hasta Artemovsk, cuesta
500 hryvnias, ¡que es la mitad de la pensión!
La prensa ha repetido que en ocasiones los fascistas se encuentran bajo los efectos de narcóticos. Así lo recuerda un miliciano:
“En Uglegorsk le di a un soldado directo
en el caso y él simplemente se lo ajustó y siguió, como un robot. Le di a
su chaleco antibalas y siguió adelante como si nada. Un hombre normal
al menos se habría agachado al ver que disparaban en esa dirección. En
Enakievo capturamos a un ucraniano cuando se estaba bebiendo una
cerveza. Le habíamos disparado en las piernas y ni se inmutó. Es algo
que causa un dolor terrible, ¡y ni se inmutó!”
Hombres de diferentes profesiones sirven
en el puesto. En la vida civil eran mineros, trabajadores de la
construcción, de la metalurgia. Hay jóvenes y no tan jóvenes. Un hombre
tiene casi 70 años, pero su coraje es de envidiar: luchó sin descanso en
los días más duros. Solo hay un deseo para esta gente: “Expulsar al
enemigo y seguir trabajando”. Los residentes vuelven al pueblo. Confían
en los defensores de Donbass y creen en el Estado que nace. Tendrán que
trabajar para restablecer el día a día en primera línea del frente. La
guerra ya se ha convertido en rutina para todos. Como dicen los
milicianos, la peor parte es que los niños se han acostumbrado a la
guerra y que ya saben distinguir de qué dirección disparan los cañones.
Deseo que Donbass se acostumbre a la vida
en paz lo antes posible. Pero el único sinónimo de “paz” a día de hoy
es la “victoria de Novorrusia”.