Por Pedro Grima
El 2 de julio de 1776 el Congreso
de los delegados de las Trece Colonias de la costa atlántica de América del
Norte aprobó su independencia de Gran Bretaña constituyéndose en los Estados
Unidos de Norteamérica. Siguiendo el hilo independentista de las colonias
americanas de Europa, Venezuela aprovechó la debilidad de España para declarar
la propia el 5 de Julio de 1811 y expandirla a Colombia en 1821. Desafortunadamente,
la Gran Colombia no se pudo mantener unida y se disgregó en 1830, dándose
Venezuela su primera constitución, muy influenciada por los principios
republicanos de la constitución de Estados Unidos. Durante la guerra de
independencia de España, los Estados Unidos tomaron una posición distante.
Francisco de Miranda trató infructuosamente de encontrar apoyo para su invasión
de 1806 e incluso, los Estados Unidos dudaron al momento de reconocer a
Venezuela luego de su formal declaración de independencia. Fue apenas en 1822
que Estados Unidos reconoció la independencia de la Gran Colombia y en 1834 la
independencia de Venezuela de la Gran Colombia.
Para 1900 ya Estados Unidos era
un poder mundial mientras Venezuela todavía estaba en peligro de intervenciones
extranjeras. Las relaciones con Estados Unidos eran amistosas pero
intermitentes signadas por el pragmatismo de la nueva potencia mundial. Aun
así, Estados Unidos tomó partido a favor de Venezuela sobre el reclamo que esta
última hiciera de una parte de la Guayana inglesa y presionó a Londres para que
aceptase la decisión del arbitraje de 1899. A principios del siglo XX Venezuela
se encontraba inmersa en una crisis económica debida a la caída de los precios
del café y la abultada deuda externa. Alemania, Italia y Gran Bretaña
bloquearon los puertos venezolanos y Estados Unidos presionó a Venezuela para
firmar el protocolo de 1903. Este conflicto marcó la fecha en que Estados
Unidos se convirtió en el país con mayor injerencia política extranjera en Venezuela
desplazando a las potencias europeas. En 1909, los Estados Unidos colocan a
Juan V. Gómez en el poder y le hacen firmar el Protocolo Buchanan donde
Venezuela reconoce sus deudas y se compromete con el libre comercio.
El primer brote de petróleo en 1914
constituyó una bendición y a la vez una fatalidad. El petróleo vinculó a
Venezuela con Estados Unidos más allá de la simple explotación. Las compañías
petroleras instalaron sus colonias en el lago de Maracaibo y Venezuela se
convirtió en el más “americano” de los países sudamericanos. Para 1970, de los
veinte millones de venezolanos solo 40mil trabajaban en la industria petrolera
constituyendo una élite mientras el resto de la población se mantenía en la
economía agrícola del siglo XIX. En Venezuela mandaba la estadounidense
Standard Oil (Rockfeller), la Creole Petroleum Corporation y la anglo-holandesa
Royal Dutch Shell. Detrás de ellas llegaron la Reynolds Aluminium, General
Motors, Ford, Bethlehem Steel y United States Steel invirtiendo en enormes proyectos
que garantizaban la docilidad de Venezuela y las excelentes relaciones entre
ambos países. El petróleo constituía el 90% de los ingresos de Venezuela y era
el mayor suplidor de crudo hacia los Estados Unidos.
En el año 1973 se produjo el
primer embargo petrolero por parte de la OPEP con el cual Venezuela no se
solidarizó afianzando su rol de suplidor seguro de petróleo a los Estados
Unidos. En 1975, Carlos A. Pérez proclamó una dudosa nacionalización petrolera
en Venezuela negociando la salida de las compañías extranjeras sin ningún
tropiezo y suscribiendo contratos de asistencia técnica que aseguraban el status quo. De ahora en adelante sería
la “meritocracia” venezolana, formada y creada por Estados Unidos, la que
manejaría el negocio petrolero, bajo la supervisión y los parámetros de las
compañías extranjeras. Los nuevos altos precios petroleros provocaron en
Venezuela una borrachera colectiva, no se convirtió en un país rico y perdió la
oportunidad de convertir su riqueza petrolera en desarrollo real.
El colapso del bipartidismo
adeco-copeyano a finales de los ochenta dio paso a una nueva insurgencia
nacionalista y a una nueva visión del negocio petrolero. Pero no fue hasta los
años 2003-2004 cuando gracias al paro petrolero liderado por la meritocracia
pro-estadounidense, que las fuerzas progresistas de Venezuela tomaron el
control de la industria petrolera cambiando por completo el panorama que había
durado casi un siglo. Y con ello también el carácter de las relaciones entre
Venezuela y Estados Unidos. Hasta tal punto, que Estados Unidos nos acaba de
declarar como enemigos, cuando hasta ahora habíamos sido sus amigos (léase
vasallos).