Por Pedro Grima. La Colmena.
Nosotros tenemos una gran parte de culpa del
conflicto en el sector educativo. No nos atrevemos a una verdadera y radical
Revolución en la educación. Chávez dió los primeros pasos aumentando el
porcentaje de PIB dedicado a la educación, pero no es suficiente, esa medida
sola es peligrosa y puede (como lo está haciendo) fomentar el capitalismo. Una
medida que cambiaría para siempre la educación es la igualdad de salarios (a
igualdad de trabajo) de toda la educación pública. Una escala integral de
salarios que iguale los maestros con profesores de educación media y
universitaria. Un profesor universitario a dedicación exclusiva, que realice
investigación y extensión, solo da 6 horas de clase presencial a la semana. Un
maestro de preescolar pasa 8 horas diarias (o más), 40 por semana, en un
aula repleta de chiquillos que se hacen pipí y popó con una regularidad
asombrosa y hay que cambiarlos. ¿Quién debería ganar más?
Si coincidimos en la respuesta estamos del mismo
lado. La educación no algo etéreo, la educación es tangible, está en los ojos
de nuestros niños, adolescentes y jóvenes, en su comportamiento, en su
desempeño como seres humanos. Sobre ellos se sustenta el futuro. Todos nos
quejamos de las deficiencias de nuestros jóvenes después de haber pasado de 10
a 15 años en el sistema educativo. ¿Qué estamos haciendo mal?
Subir el porcentaje del PIB no basta, hay que
asegurarse que vaya al sistema educativo, es decir, prioritariamente a sus
trabajadores y en segundo lugar a la infraestructura. Una vez el Presidente
Chávez me preguntó que pensaba yo de la Ley de Educación Universitaria. Le dije
que se olvidara de ella, que muchos (¡pero muchos!) países desarrollados no
tenían una. Que tenían un solo Ministerio de Educación para todo el sistema. Él
me entendió.