Yonni:
“Increíble, que haya terminado haciéndome asesino por salvar a mi país”
Estas son las confesiones
del asesino de la
intérprete de señas Adriana Urquiola.
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Yo tenía
una banda que humildemente robaba carros, que repartía droga en la zona del
Este de Caracas, conectada, es la verdad, con algunos paramilitares y con algunos
jefes oposicionistas con altas conexiones con narcotraficantes de Cúcuta y
Bogotá. Yo no me había metido en la política hasta que en enero de 2013 unos compañeros
que controlaban el negocio en la Redoma de Petare me dieron el pitazo: “Yonni,
estás en la pomada, el Comando de la MUD quiere que asumas la dirección de varios
frente guarimberos en el país. La muna la tienen lista y es pura verdolaga,
para empezar más de cien mil, pero billete es lo que sobra; los hierros están
listos y montados, y tendrás a tu mando gente bien entrenada y encochinada, con
mucha experiencia. Contarás con una guarnición de los mejores bufetes de
Caracas, con apoyo internacional, chofer, vehículos a tu gusto, traslados en
avioneta, paseos de descanso en yate por algunas islas del Caribe, cuando te
toque tu rilax;…”.
Todo estaba más que claro, tomando en cuenta
que me leyeron la cartilla de un futuro promisor cargado de bastante seguridad
personal y económica para mí y para todos los míos, incluido como estaba mi
trabajo dentro de un proyecto político que me abría las puertas para
convertirme en dirigente nacional, con una gran proyección más allá de nuestras
fronteras tal como la que sostuvieron y sostienen personalidades como José Sánchez Montiel “Mazuco”, Nixon Moreno, Óscar Pérez, Manuel
Rosales, Carlos Ortega, Eligio Cedeño, Biagio Pilieri, Vilca Fernandez, Patricia Poleo, Leopoldo López, Daniel Ceballos o Scarano, el mismísimo
Gato Briceño o Rafael Isea, todos en una decidida campaña contra los enchufados
y corruptos del gobierno chavista, que hoy desgraciadamente está dirigido por
el sucesor del innombrable difunto. Con todo este apoyo moral, con todas estas
fuerzas batalladoras con tantos contactos en el exterior y juramentos de que
nada podía sucederme en caso de que cayera en manos del régimen, me entregué a
mi trabajo que fue el crear y promover guarimbas en varios sectores del Estado
Miranda. Puedo decir que muy pocos pueden sostener el record mío de acciones
que provocaron varios militares caídos, inmensas barricadas en calles y
avenidas del Este de Caracas y en Los Teques, así como asesoramiento a
estudiantes de la Universidad Católica, Universidad Metropolitana, UCV, ULA,
UCLA, LUZ, con los más frontales echadores de plomo de San Cristóbal, los
valientes Gochos Arrechos, los Cachacos de Norte, Los Tronados del Relámpago,
Los Pelados, Los Torpedos y Los Verracos. Yo cumplí con lo que se encargó. No
puedo desconocer mi labor, soy tan líder político como Leopoldo López o Daniel
Ceballos. ¿O NO? Provocamos trancas, incendios de inmuebles y vehículos, causamos
destrozos y bajas a la Guardia Nacional Bolivariana, destruimos toneladas de
alimentos, con quemas de mercales y transportes que subían desde Puerto
Cabello, y mantuvimos un frente de acoso permanente al gobierno durante casi
cuatro meses. Yo merezco, por tanto, la seguridad jurídica que se me prometió.
Yo merezco el que me sea tomado en cuenta entre los más destacados para ser
seleccionado para las fórmulas salidoras que habrán de asumir una curul en la
próxima Asamblea Nacional. Yo merezco ser declarado preso político de este
gobierno dictatorial. Yo merezco que se me respeten mis derechos humanos al
mismo nivel que Leopoldo López o Ceballos. Yo merezco ser tomado en cuenta por
Felipe González, por Pastrana y por Quiroga, por Chataing, por Fox o por la
Fox, por CNN, por El País, El Mundo y ABC, por la OEA, OIT y por la ONU, por
Human Right Watch y CIDH. Yo merezco, yo merezco…