-Madre de la estudiante Katherine Soto Ospina, asesinada por el ejército colombiano- |
Esta semana estuve releyendo un poco sobre “El día del estudiante caído”; recordaba lo que por cultura general se menciona en los círculos de izquierda, es decir los asesinatos de los jóvenes estudiantes Gonzalo Bravo Pérez, Uriel Gutiérrez, los 11 masacrados y 50 heridos en 1954. A partir de esos criminales hechos del régimen colombiano se conmemora dicha fecha.
Si mal no recuerdo, en el colegio poco y nada se hablaba de este acontecimiento, de su historia y su trascendencia. Esta fecha representa la memoria de cientos y cientos de jóvenes que perecieron a manos del régimen.
No es muy sonado el tema, en primer lugar por el sistema educativo mediocre, donde la historia es medio contada a conveniencia del poder político; en segundo lugar, porque el consumismo tiende a promover solo celebraciones banales y reinados, pero además porque las ideas patrióticas se asocian actualmente desde los medios masivos con la guerra contra la insurgencia, una desviación bastante grave del imaginario colectivo.Por otro lado descubrí que poco se habla de “las estudiantes caídas”, así que recurro a este pequeño recurso para mencionar a algunas compañeras
estudiantes que murieron defendiendo la justicia y la libertad, como por ejemplo Katherine Soto Ospina, de la Universidad del Valle. Ella fue asesinada por el Ejército por un supuesto error militar; Adriana Benítez, de la Universidad de Nariño, asesinada por los paramilitares; Norma Patricia Galeano de la Universidad del Tolima, asesinada por la Fuerza Pública.
Los anteriores nombres pueden encontrarse en internet, pero quizás los de Andrea y Ana María Nariño sean absolutamente desconocidos. Las menciono porque desarrollaban tareas como dirigentes estudiantiles y militantes comunistas muy destacadas. Dejaron la universidad e ingresaron a las FARC-EP, convirtiéndose en combatientes de alta moral y gran humanismo; aunque no las conocí, descubrí en el Frente un gran afecto por ellas. En el año 2003, durante el desarrollo de la Operación Libertad en el páramo del Sumapaz, fueron masacradas.
Pensar en este pasado desconocido de heroínas ocultas, es una motivación para seguir soñando una Nueva Colombia, sobre todo para seguir consecuentes en esta brega que no ha sido ni será fácil, pero que indudablemente vale la pena...
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