Al momento de escribir este artículo,
viernes 24 de Julio, todas las bolsas mundiales cerraban en rojo, el precio del
oro (1047 $/onza) caía a niveles no vistos desde hacía cinco años, las monedas
de los países emergentes (Rusia, Brasil, Colombia) registraban perdidas de un
30% de su valor en el último año, la página Bloomberg Business (http://www.bloomberg.com
) anunciaba una crisis en el mercado petrolero, y por si fuera poco, Money
Morning (http://moneymorning.com) advierte a sus lectores sobre un suceso económico
extraordinario que tendrá lugar el
próximo 20 de octubre. Este panorama revela que la Guerra Económica existe, no
solo en Venezuela, sino a nivel mundial. ¿Son acaso los preparativos de una
acción militar a escala planetaria?
El capitalismo vivió su época de
máximo esplendor a finales del siglo XIX cuando las fronteras del imperio
inglés le daban la vuelta al planeta y se extendían por Europa, Asia, América, África
y Australia. Y aunque el narco-imperio inglés resultó vencedor de la Guerra del
Opio contra china y logró manipular su derrota ante la colonia estadounidense
manteniendo su influencia política, finalmente tuvo que retirarse de sus
colonias en África, y permitir, tras las dos guerras mundiales del siglo XX,
que otra potencia (Estados Unidos) tomara el relevo. Hoy día el Imperio inglés
mantiene un bajo perfil, pero sigue siendo el centro financiero (Londres) del mundo
capitalista, mientras Estados Unidos ha tomado el papel de brazo armado.
Las grandes revoluciones del
siglo XX y XXI (rusa, china, cubana y ahora la Latinoamericana) socavan los
cimentos de un sistema cuya crisis, lejos de aliviarse, se acentúa. El papel de
gran policía del mundo asignado a los Estados Unidos parece haberle quedado
grande y una victoria militar sobre Rusia, China, Corea e Irán, parece
improbable. Esa es la causa de la utilización de la Guerra Económica a escala
planetaria, su más grande reserva estratégica, pero también la más peligrosa. De
perderla podrían ocasionar una enorme debacle de la cual difícilmente podrían
recuperarse.
Las guerras económicas no siempre
son exitosas. Cuba, por ejemplo, resistió durante 50 años un hermético bloqueo.
Al final, la dignidad, la perseverancia y la resistencia de un Pueblo
convencido lograron vencer el bárbaro asedio de Estados Unidos. Hoy, la bandera
de Cuba ondea en suelo estadounidense sin haber tenido que ceder un ápice en
sus conquistas políticas, y todo eso, a apenas 150 millas del Imperio.
Sin embargo, al parecer por falta
de imaginación o por omisión de errores anteriores, el Imperio insiste en el
bloqueo económico, esta vez contra Venezuela. Nuestro país, que durante cien años
de explotación petrolera por parte de transnacionales aliadas con la burguesía,
recorrió el camino el modelo económico trazado por éstas, es decir, el de la
dependencia de todos los productos elaborados que nos llegaban del exterior a
cambio del petróleo, hoy se encuentra prácticamente indefenso cuando todos esos
productos elaborados dejan de llegar a nuestros puertos. Y para evitar que
pudiéramos obtenerlos en otros mercados, también reducen nuestras entradas en
divisas.
¿Cómo podremos entonces vencer en
esta guerra económica que libramos contra el imperio y sus vasallos internos? Exactamente
igual que como hizo el Pueblo cubano, con dignidad, perseverancia y
resistencia. Lo más importante es que nos han enseñado que el pasado modelo
económico es una trampa que no permite el desarrollo de nuestro país y que por
ningún motivo debemos regresar a él. Debemos convertirnos en un país poli-productor
y poli-exportador en contraposición al modelo poli-importador y mono-exportador
que sufrimos durante un siglo de dominación imperial y burguesa. Nuestro Pueblo
(salvo disociadas excepciones) sabe quién está con él y quién le esconde los
productos. Quiénes están a favor de la independencia y quiénes están por el
regreso a la sumisión. Hemos resistido tentativas de golpe de estado, paro
patronal y petrolero y guarimbas. Todo ello ha sido posible gracias a un Pueblo
sabio que con su innata intuición e inteligencia sabe lo que le conviene.
En estos cuatro meses que nos faltan para las
elecciones del 6 de diciembre debemos radicalizar a fondo la revolución,
confiar en los poderes del Pueblo y finalmente darles una soberana paliza a
esta derecha apátrida. Pongamos todo de nuestra parte para que el tiro les
salga por la culata.