El
 FMI activa su mecanismo de recobro a morosos pero no declara el impago 
de forma automática aunque se puede considerar casi igual por los 
mercados financieros
Grecia
 pierde un desembolso pendiente del programa de rescate de 1.800 
millones de euros y una reserva adicional para sanear el sistema 
financiero
El
 BCE puede cancelar las líneas extraordinarias de liquidez, pero es una 
medida que mataría inmediatamente el sistema financiero, por lo que es 
improbable que se tome hasta el día de la consulta
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En
 casi 70 años de Fondo Monetario Internacional, ningún país del primer 
mundo le había impagado un crédito. Nunca es tarde para ser la primera 
vez de la institución con sede en Washington, acostumbrado a lidiar con 
otro tipo de Gobiernos. 
El
 último en impagar fue Zimbabue en 2001. Grecia es, a día de hoy, el 
mayor deudor que tiene el Fondo, que le prestó 35.000 millones de 
euros. 
Este año aún le quedarían varias letras que pagar al FMI, cuyo monto y vencimiento se puede ver en este gráfico.
En
 un sucinto comunicado suscrito por un portavoz de la institución y 
enviado a los medios a las 00:12, el organismo confirmaba que Grecia no 
había pagado los 1.500 millones de euros que debía hacer en ese plazo, 
por lo que se ha procedido a informar al Comité Ejecutivo de que el país
 heleno está "en mora" y que no puede recibir más financiación hasta que
 resuelva esta situación. 
Además,
 el FMI confirma que había recibido antes del impago una petición de 
Atenas para alargar el vencimiento, petición que ha sido remitida 
también al Comité, pero que se descarta de plano por el momento.
Los estatutos del Fondo no son especialmente agresivos a la hora de lidiar con sus miembros deudores. Ha tenido, y varios. 
Antes
 de dar por perdido el dinero, se enviará una carta a Atenas para pedir 
formalmente que pague y un equipo de los hombres de negro -que esta vez 
se parecerán más a los cobradores del Frac– negociará recuperar el 
dinero. 
Se
 negociará, con escaso éxito vistas las recientes negociaciones, y en un
 plazo razonable de un mes, el deudor, el Estado griego, pasará de la 
lista de morosos a la lista de "quebrados" una vez que lo haya votado el
 comité ejecutivo. De ahí se puede iniciar el proceso de expulsión del 
organismo que se puede alargar años si Grecia sigue sin pagar.
Los quebrados son los que están en situación de default. Un término de inglés financiero que como tantos otros en estos ocho años de crisis -subprime, rating, stress test- se ha añadido al lenguaje común. 
Esta situación de default puede
 ser declarada también de forma unilateral por las agencias de 
calificación de crédito, que le darían la peor nota a la deuda emitida 
por el Gobierno griego. 
El
 problema es que este cambio de nota facilita que otros países e 
instituciones que tienen bonos griegos tengan la oportunidad de reclamar
 de forma anticipada sus créditos con Grecia. Por ahora, las dos 
principales agencias ya han degradado un escalón más dentro del bono 
basura a la nota griega y Standard and Poor's ha puesto a los bancos en 
situación de "impago selectivo".
En
 cualquier caso, no parece muy probable que los socios del euro 
comiencen a activar en el corto plazo estos mecanismos de presión, que 
casi serían más una declaración de guerra difíciles de vender a sus 
electorados. 
En
 total, los socios del euro han prestado 53.000 millones de euros a 
Grecia de forma bilateral, pero no tienen que empezar a devolvérselos 
hasta 2021.
La situación con las instituciones acreedoras es muy diferente. 
Y,
 es que, el 30 de junio además de ser la última oportunidad para pagar 
en tiempo y forma al FMI también lo era para renovar el programa de 
rescate a Grecia y pedir su extensión. Al no haber acuerdo con los 
acreedores, el programa se ha desvanecido con la medianoche. 
La
 carroza y los caballos de la deuda griega se han llenado de harapos con
 las campanadas que marcan la entrada del primero de julio. Y los 
130.000 millones de euros que se deben al fondo de rescate también 
podrían ser reclamados por adelantado.
Sin liquidez por parte del BCE
El
 miércoles por la mañana se reunirán los acreedores europeos. Por un 
lado, el Eurogrupo tendrá su enésima reunión por teleconferencia (al 
menos así está anunciado a las horas que se publica este artículo) para 
debatir nuevos cambios en la propuesta de Grecia. 
Por
 otro, el Banco Central Europeo convoca a su Consejo de Gobierno para 
decidir qué hacer con las líneas extraordinarias de liquidez, conocidas 
como ELA. 
El
 domingo, el organismo decidió mantener el nivel aprobado el viernes 26 
de junio (la fecha que marcha el desencuentro), en 89.000 millones de 
euros, una cantidad insuficiente para drenar la fuga de capitales, lo 
que terminó provocando el corralito.
Cabe
 recordar que hoy Grecia también ha hecho un impago menor a su propio 
Banco Central de 457 millones de euro pero que le pone en situación de 
impago al Eurosistema y en muy mala posición frente a la sede central en
 Fráncfort.
Ante
 el creciente riesgo de impago del país (el siguiente acreedor de la 
lista es Mario Draghi, que debe conseguir 3.600 millones el 20 de julio)
 el organismo puede decidir rebajar estas líneas de liquidez o dejar 
definitivamente o al menos con un alto precio de aceptar los bonos 
griegos como respaldo a las operaciones con los bancos helenos. 
Cortar esta vía (o estrecharla) sería pegar un tajo de cuajo en la solvencia de los cuatro grandes bancos griegos. 
Sería posible incluso que no sobrivieran hasta el domingo, día del referéndum.
Esta
 posibilidad es demasiado tajante y situaría tan al límite a Grecia que 
no es posible que se tome antes del resultado de la consulta del 
domingo. 
Esta
 es la fecha que también ha impuesto Angela Merkel para seguir 
negociando, pese a los intentos de Grecia de arreglarlo antes.
Además,
 al salirse del programa de rescate, Grecia ya no tendría derecho al 
último tramo pendiente de desembolsar por parte del fondo de rescate, 
1.800 millones de euro, ni podría optar a la parte reservada para 
recapitalizar a la banca, nada menos que 10.900 millones de euros que 
podrían ser cancelados. 
Eso
 sí, no se entraría aún en un impago con el Fondo porque en la última 
extensión del programa se negociaron unos vencimientos medios a 30 años y
 empezar a pagar a partir de 2023. 
Además
 tendría una especie de "lucro cesante" ya que no podría beneficiarse de
 los 3.600 millones de euros de beneficios que reparte el fondo 
precisamente por tener bonos griegos.
Lo que se da por sentado es que estaría completamente cerrada la financiación en los mercados tradicionales tras este impago. 
Otra cosa es que surjan recursos imaginativos como el crowfunding que se está haciendo en  Indiegogo y que ha muerto de éxito en sus primeras 24 horas ya que se ha caído la plataforma.
Aparentemente,
 hasta el domingo, Grecia no estaría en una situación "especial" salvo 
la de moroso, ya que sería a partir del lunes cuando probablemente, ante
 la eventualidad de un "No", se activaran todos los mecanismos de 
cancelación de créditos y de restricción definitiva a la moneda única. 
Ni siquiera en ese momento se puede decir que comenzaría su salida del euro porque esta posiblidad no existe como tal. Así que el país se quedaría en un limbo, un "grimbo" como dicen los banqueros con un corralito indefinido.