Por Roberto Savio *
Grecia fue la civilización donde se crearon el
drama y la farsa como formas de teatro. Las negociaciones con la zona euro
fueron un drama para el pueblo griego y una farsa protagonizada por los líderes
europeos.
De hecho, es
dramático para todos, ya que esto pone un punto final al sueño más radical
después de la Segunda Guerra Mundial. Veamos por qué. Será un poco largo, pero
sin examinar algo de historia, es imposible entender cómo hemos llegado a esta
situación.
Los medios de
comunicación han estado presentando el diktat alemán impuesto a Grecia como una
diferencia cultural entre el trabajador hormiga y el saltamontes irresponsable
de los cuentos de Esopo, a lo que se une la ética de trabajo de los protestantes
del norte contra el sur católico (los griegos son ortodoxos católicos). Estas
son realidades, pero que dejan fuera importantes verdades.
En primer
lugar, recordemos que el euro era un diseño político, no un proyecto económico.
Salió de un acuerdo desmenuzado entre el presidente francés François
Mitterrand y y el canciller alemán Helmut
Kohl.
Fueron aquellos temores del poder de una Alemania
reunificada. “Me gusta tanto Alemania que prefiero tener dos”, bromeaba
el presidente francés, que pidió al canciller alemán abandonar el muy fuerte
Marco y aceptar una moneda común europea, por lo que el destino de Alemania
sería integrarse para siempre con otras economías europeas.
Kohl, al igual que todos los líderes de la época
--excepto la premier británica Margaret Thatcher--, estaba genuinamente comprometido con la
integración europea, aceptó la idea, e incluso concordó con que el primer
Gobernador del Banco Central Europeo no sería un alemán, como hubiera preferido
su electorado.
Para los
alemanes, abandonar el Marco era un
fuerte sacrificio psicológico, después de sus experiencias dolorosas de la
inestabilidad financiera. Kohl actuó como un estadista europeo, con un gran
costo personal ante su electorado, algo que hoy es simplemente
inimaginable.
El diseño del euro era claramente incompleto sin
una armonización fiscal y una mayor integración financiera. Pero en ese
momento, todo el mundo pensaba que la moneda común aceleraría automáticamente la
integración europea. Apenas un año antes, en 1989, el Muro de Berlín cayó, y
nadie podía prever de que manera el fin de la amenaza comunista cambiaría la
política dentro del mundo capitalista.
En los años
posteriores a la introducción del euro (2002), una Alemania más grande y más
fuerte aumentó su potencia, también gracias a las reformas de mercado realizadas
bajo Gerhard Schröder, traduciéndose en algunas dificultades para los alemanes
más pobres. Esto convenció a la
gente de que ellos habían hecho su parte de sacrificios, que la austeridad hizo
su trabajo y que era la receta para la crisis.
Alemania se
convirtió en una exportadora neta dentro de la Unión Europea, utilizado su superávit para crecer aún
más internamente. Los alemanes ven este excedente como resultado de sus
sacrificios y fruto de su trabajo, por lo que no miran con buenos ojos a los
países con déficit. El comentario común de la calle es: ¿por qué mi dinero va a
personas que no fueron capaces de dirigir su propio país?
Aquí es donde se puede ver la diferencia entre un
estadista y un político. Angela Merkel, que por cierto surgió de la influencia
política de Kohl, que pese a haber sido su mentor, fue fundamental en su expulsión de la
política, nunca trató de educar a
su electorado con una visión europea.
Pocos
alemanes entienden que su riqueza proviene en gran parte de los consumidores
europeos, que también son ciudadanos europeos. Su actitud con el rescate de
minúscula Chipre fue de total intransigencia. Nunca existió ningún esfuerzo por parte de las
autoridades alemanas para explicar a sus ciudadanos que ellos también estaban en
el mismo barco.
Es justo
destacar que Merkel no está cabalgando sola en la popularidad del sentimiento
nacionalista. Lo mismo está ocurriendo en toda Europa. El período marcado por De
Gasperi, Adenauer y Schuman ha terminado.
En la UE se ha pasado de Delors a Juncker. La
visión y el idealismo han dado espacio a los intereses nacionales y a la UE
ahora se le ve más como una vaca
para ordeñar. La unidad tácita para la ampliación de la Unión Europea a
28 países ha sido impulsada por una sola cosa: el dinero.
Por tanto, el euro se ha convertido en una camisa
de fuerza para los países en déficit, y una herramienta de poder para aquellos
con superávit, como el Premio Nobel
Paul Krugman escribió en el New York Times, que describe el euro como Motel
Cucaracha, una trampa que una vez introducida, nunca se puede escapar.
Grecia
significa tan solo 2% del PIB europeo. Pero funciona el mismo mecanismo, la
falta de unión y solidaridad, el motivo por lo que hasta ahora ha sido imposible
para una región de 450 millones de personas, llegar a un acuerdo sobre la forma
de recibir 40.000 refugiados, muchos de ellos de países como Siria y Libia, en
cuya destrucción Europa tiene responsabilidad directa. Este mecanismo ha estado
jugando estragos con Grecia.
Los países acreedores insisten en que Grecia ya ha
recibido dos rescates: uno en 2010 por € 110 mil millones, con la condición de
que eliminaría el déficit, y otro en 2012, por 220 mil millones. Lo que en gran
medida no ha sido informado, es que esos préstamos fueron desembolsados bajo un
estricto control del BCE, el FMI y la UE, que se aseguraron de que 80% iría directamente a los bancos
europeos que habían invertido previamente en los bonos griegos, porque eran los
más rentables de la zona euro.
Los bancos
alemanes y franceses eran los más expuestos. Sólo 20% se destinó a la economía
griega. La austeridad que aparece con los préstamos, ha traído consigo
devastación social y económica.
Los otros países que también recibieron un rescate
con el programa de austeridad adjunto (España, Portugal e Irlanda) han perdido
7% de su PIB en la crisis. Grecia ha perdido 26% del PIB. Los salarios se
han reducido en 14%. Grecia es el único país de la UE donde el salario mínimo ha
disminuido. El desempleo se sitúa en 26%, con un desempleo juvenil de 50 por
ciento. Más de 75% de los desempleados lo ha sido durante más de un año. De
acuerdo con la OCDE, uno de cada cinco personas no se puede permitir una comida.
La falta de vivienda se ha triplicado en los últimos dos años. 40,5% de los
menores de edad se encuentran ahora en condición de pobreza.
No es necesario ser un premio Nobel como Krugman y
Stiglitz para deducir que es necesario un ajuste progresivo y complejo en un
país poco industrializado, con una burocracia exagerada y baja productividad,
donde años de mala gestión y corrupción tienen que ser corregidos, donde la
evasión fiscal es pan de cada día y el bienestar inflado. La receta de
austeridad impuesta indicaba que entre 2010 a 2012, el presupuesto debe estar en
paridad. En los últimos cinco años, Grecia redujo costos y aumentó los impuestos llegando al 30% del
PNB.
Ningún otro
país de Europa ha sido capaz de hacer esto. Pero ya en el primer año de estudios en cualquier Facultad de Economía, se
aprende que el PNB es formado por
cuatro elementos: las inversiones públicas, que han desaparecido; el excedente
comercial, que nunca fue una condición griega; inversiones en los sectores de
investigación, de educación y de salud, que han retrocedido varias décadas y,
finalmente, por el gasto local, que ha parado.
¿Cómo puede
pretender que un presupuesto esté equilibrado por simplemente reducir los gastos
y salarios? ¿Cómo se puede resolver la evasión fiscal en unos meses? No es una
coincidencia que en cinco años seis partidos han estado en el gobierno y el país
ha sido dirigido por cuatro
primeros ministros (cinco, si se incluye un provisional). ¿Cómo se suponía que
Syriza debía resolver todo en un par de meses?
Cuando Grecia
ingresó al euro, todo el mundo sabía que sus estadísticas eran dudosas. El
gobernador del BCE, el holandés Wim Duisenberg, incluso hizo sonar una alarma oficial. Pero eran los tiempos
de las vacas gordas.
Grecia fue la
cuna de Europa, una economía pequeña, por lo que a nadie le importaba. Luego, en
2004, el centro-derecha de Kostas Karamanlis llegó al poder, y descubrió que el
déficit presupuestario no era de 1,5%, sino de 8,3%. Decidió mantener esto en secreto en ese agosto en
que los Juegos Olímpicos regresaban
a Grecia, donde nacieron.
Por supuesto
que en ese momento el presupuesto se había convertido en insostenible. En 2008,
la recaudación tributaria del país, entraba en colapso. El cobro de impuestos ya era un desastre, porque
dejaba fuera a los ricos, sólo tributando a aquellos con un salario fijo.
El agujero en el presupuesto se volvió demasiado grande como para
ocultarlo. En 2009 la calificación crediticia del país fue rebajada, primero por
Fitch y luego por Moody. El costo de los préstamos disparó, y los bancos
europeos descubrieron que los bonos griegos estaban perdiendo valor día a
día.
Por lo tanto,
en 2010 fue dado un primer préstamo, bajo la condición absurda de lograr un
presupuesto equilibrado en dos años. Los recortes en todos los sectores del país
provocaron grandes manifestaciones y tan solo en 2011, se sucedieron tres
gobiernos. En 2012 el socialista Georgios Papandreou aceptó un segundo préstamo,
con las mismas condiciones de austeridad, lo que por supuesto hizo que la situación fuese aún más insostenible,
agravándose el desastre social.
Es interesante leer ahora "Prueba de Estrés,
Reflexiones sobre la crisis financiera", las memorias de Tim Geithner,
Secretario del Tesoro (ministro de finanzas) en el primer gobierno de Obama,
publicado en 2014. Geithner
sostiene que la recuperación de
Estados Unidos de la crisis se debe al hecho de que en lugar de tomar el camino
de la austeridad, pese a hacerlo parcialmente, adoptó la senda del
crecimiento
El gobierno
estadounidense ha estado siempre tratando de convencer a los europeos a
abandonar su fijación con la austeridad. Por ello, Geithner, en el momento del segundo plan
de rescate, fue a visitar el ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang
Schäuble, el campeón de la teoría económica de austeridad.
Solo que, Schäuble no es un economista, sino un abogado, que por cierto sabe más
acerca de las reglas que sobre la economía. Geithner descubrió que
Schäuble estaba convencido de que Grecia se tenía que ir, como un mensaje para
el resto de los países deudores, especialmente dirigido a Francia e Italia.
En su óptica,
era necesario redefinir el diseño
europeo, haciéndolo más homogéneo y bajo estrictas normas comunes. En otras
palabras, en lugar de una Alemania europea, como era la visión de Adenauer, Kohl
y Schmidt, Schäuble quería una Europa alemana. Se opuso tenazmente al segundo rescate, ya que no
confiaba en los griegos como capaces de llevar su presupuesto a la paridad.
Fue contrariando por Merkel con gran dificultad.
En septiembre de 2014, el entonces primer
ministro conservador helénico, Antonis Samaras, viajó a Bonn para explicar a
Merkel que las medidas económicas impopulares que Grecia estaba obligada a
promulgar, estaban alimentando el surgimiento de Syriza, un partido de izquierda
radical.
Merkel lo ignoró por completo, y le aconsejó que
seguir adelante de inmediato con las reformas. En enero de Alexis Tsipras
fue elegido por un electorado exasperado.
Mucho se ha
escrito sobre cómo el entonces ministro de Finanzas de Syriza, Yanis Varoufakis,
un economista marxista, debatiría con todos sus colegas europeos. Cómo el
referéndum convocado por Tsipras sobre el euro fue considerado un error por
Merkel y los demás acreedores. Cómo el referéndum se celebró en medio de una
campaña del miedo llevada a cabo por conservadores y socialdemócratas, con un
llamamiento a los votantes griegos desde el Presidente de la Comisión Europea,
Jean-Claude Juncker (conservador), el presidente del Eurogrupo, Jeroen
Dijsselbloem (laborista), el vice primer ministro de Alemania, Sigmar Gabriel
(socialdemócrata) y así sucesivamente.
El BCE llegó a clausurar el flujo de dinero a
Grecia, en contra de sus reglas agravando el clima de miedo. Lo que pasó
desapercibido fue el análisis político del referéndum y la ascensión del propio
Tsipras, que era más relevante que la propia Grecia.
Existe el
consenso general de que el Wall Street Journal es el portavoz mundial en los
círculos económicos. Mientras que el New York Times escribió un
editorial para criticar la obsesión por la austeridad en Europa y el papel
egoísta de Alemania, el Wall Street Journal del 6 de julio escribió un editorial
comentando el referéndum, recomendando que sería mejor una salida del euro que
el riesgo de contagio político con
una anti-reforma. El editorial dice que a menos que se detenga
el contagio político, los partidos de izquierda en Italia, Portugal y España
tendrán un nuevo argumento para hacer frente a las reformas que han comenzado a
mostrar algunos avances [...]
“Esto podría
condenar al centroderechista gobierno español de Mariano Rajoy, ya que va a las
urnas finales de año”. Otro editorial indicó que la victoria de Tsipras
fortalecía Podemos en España, y que el ala izquierda del partido irlandés Sinn
Fein, también ha comenzado a utilizar Tsipras para su campaña interna. El 8 de julio, Holman Jenkins J. dijo
abiertamente: "Portugal, Italia y España, los Estados de bienestar europeos
fundamentales, ya han hecho la misma transición de dinero externo a la
dependencia de otras personas" para mantener sus sistemas de bienestar ".
Por lo tanto, la defensa de Grecia desde una
Francia generalmente subyugada, es obvia: es Estado social defendiendo el
sistema de bienestar europeo contra las reformas que el sistema neoliberal
requiere.
Jochen
Büttner, el editor de política del semanario conservador Die Zeit, repite los
mismos argumentos de una opinión publicada por el New York Times: ¿Por qué
Grecia tiene que irse?, señalando que "el desempleo en Italia, Portugal y España
sigue siendo alto, y la unión de antieuropeos y populistas está en aumento en
los tres países”. “La conclusión de
que la gente que piensa que no se puede obtener nada
de un tercer rescate para Grecia, es casi seguro que votarán por partidos
radicales y la conducta obstructiva será finalmente recompensada ".
Por tanto, existe un abierto llamamiento para un
cambio de gobierno en Grecia y un castigo para sus ciudadanos, que han ignorado
todos los exhortos de los líderes europeos para evitar un contagio político.
Esto está muy lejos de la idea de la solidaridad europea y de "una unión cada vez más estrecha",
como señala la Carta de la UE.
Se trata de una definición precisa de que Europa es la que el sistema en
el poder quiere. Y el sistema no tiene ningún problema con la
doble moral.
Examinemos a Ucrania,
que ha solicitado un rescate, que el FMI estima del orden de 60 mil millones de
dólares. Si bien el
déficit griego es el resultado de la mala administración, el de Ucrania, como es
ampliamente reconocido, es el resultado de malversaciones y
corrupción.
El gobierno,
con el apoyo del FMI, está pidiendo un “corte de cabello” (o una cancelación
parcial) de su deuda. Según Andrew Kramer, del New York Times, las negociaciones
han sido abiertas en este punto. Merkel ha sido muy firme: no al corte de pelo a
Grecia, aunque el FMI ha dicho claramente que no hay posibilidad de que Grecia
pague su deuda, que se sitúa ahora en 200% de su PNB, lo que no es de extrañar,
teniendo en cuenta que deben pagar 240.000 millones de dólares de los dos
rescates precedentes.
El FMI
incluso ha amenazado con no participar en la implementación del tercer rescate,
si no se acepta una reducción del déficit. El tercer rescate se expresa en los
términos más humillantes, incluso por lo que sugiere la liquidación de € 50.000
millones de activos nacionales griegos en un fondo administrado bajo el control
del acreedor. Alemania quiere lavarse las manos de esa ejecución
y prefiere que el FMI haga el trabajo sucio.
La saga griega no ha terminado, durará por muchos
años, ya que el proyecto de austeridad está fuera de la realidad, y tal como
están las cosas, la situación sólo podrá empeorar. Los egocentrismos nacionales
claramente han salido a la luz.
Sin embargo
algo ya está claro. El proyecto europeo ha cambiado
radicalmente: ya no se basa en la solidaridad y la unión, sino en el dinero y
los mercados. El euro, que se suponía iba a ser el punto de
partida para una mayor integración, como dice Krugman, es ahora un mecanismo que
va incrementar la brecha entre los países fuertes y los débiles.
Además, ahora Europa tiene que enfrentarse a la
posibilidad de un Brexit, con el referéndum británico sobre su permanencia en
Europa. Merkel ya ha emitido algunas señales positivas sobre las
reivindicaciones de Cameron, incluyendo el cambio de la constitución de Europa.
La nueva Europa, liderada por Alemania, se basará
sólo en la economía, con una reducción del Estado de bienestar, poca
preocupación por las cuestiones sociales y una creciente desigualdad
social.
Un año después del primer rescate griego, en 2011,
en la convención anual de su partido en Leipzig, Volker Kauder, líder de la CDU en el parlamento alemán,
provocó un gran aplauso cuando señaló que "de repente, Europa habla alemán.
No en el idioma, sino en la aceptación de los instrumentos por los que
Angela Merkel luchó tanto tiempo y con tanto éxito ".
Una Alemania
enérgica ha seguido creciendo desde entonces. En marzo Herfried Münker, un prominente politólogo
de Berlín, publicó un libro que fue un gran éxito "El poder en el medio", donde enfatiza que Alemania tiene el deber de guiar a Europa, porque ni Bruselas ni otro país
de la UE son lo suficientemente fuertes como para hacerlo.
Las lecciones de la historia han sido relegadas. Alemania estaba
profundamente humillada por el tratado de Versalles después del final de la
Primera Guerra Mundial, lo que llevó a Hitler al poder.
Grecia, por
supuesto, es un país pequeño, por lo que su humillación no es una amenaza. Sin
embargo, al final de la Segunda Guerra Mundial, Grecia votó a favor de reducir la deuda alemana
en 40 por ciento.
Por lo tanto, surge la inevitable pregunta: ¿es
una lectura correcta de la historia pensar que para liderar Europa se debe
imponer a todos su propio modelo interno como la única realidad o esto conduce a
tensiones y tensiones? Ya es hora de que los alemanes comiencen a reflexionar
sobre esta cuestión.
San Salvador de Bahamas, 22 de julio de
2015.
*Periodista italo-argentino.
Co-fundador y ex Director General de Inter Press Service (IPS). En los últimos
años también fundó Other News, un servicio que proporciona “información que los
mercados eliminan”. Other News . En español:
http://www.other-news.info/ noticias/ En inglés: http://www.other-net.info/