9 julio, 2015
por Garry Leech*
– Sugiriendo que no debería existir del Estado de Israel no soy
antisemita. Estoy, sin embargo, siendo antisionista. Hay una clara
diferencia. Un antisemita es alguien que tiene prejuicios contra los
judíos. Un antisionista, por el contrario, se opone a ese sector de la
población judía que considera un derecho concedido por Dios establecer
un estado judío en la Tierra Santa a expensas del pueblo palestino que
ha vivido allí por dos mil años.
La
creación de un Estado judío en medio del mundo árabe no solo representa
la continuación del colonialismo europeo en Palestina, sino que también
ha consistido en la limpieza étnica de los palestinos y el
establecimiento de un sistema de segregación por parte de una nación
canalla que viola repetidamente las leyes internacionales. Teniendo
en cuenta esta realidad y el hecho de que Palestina es la tierra santa
de tres religiones, la única solución justa para el proyecto sionista
del Estado de Israel y sus aliados occidentales está en el
establecimiento de un solo país: un estado democrático laico de
Palestina en el que los judíos, árabes y cristianos tengan los mismos
derechos.
El auge del movimiento sionista
El
movimiento sionista surgió en Europa a finales del siglo XIX y alentó a
los judíos europeos a escapar del antisemitismo mediante la emigración a
Palestina, que estaba gobernada por los turcos otomanos en ese momento,
con el objetivo de crear un Estado judío en la Tierra Santa. Esta
migración aumentó la población judía en Palestina del 4 % en 1850 a 11 %
en 1917, año en que la Declaración Balfour efectuada por el Gobierno
británico declaró: “El Gobierno de Su Majestad favorece el
establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y
utilizará sus mejores esfuerzos para facilitar la consecución de este
objetivo”.
Después
de la derrota del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, los
países de la región fueron gobernados por Gran Bretaña y Francia bajo
mandatos de la Sociedad de las Naciones (antecesora de las Naciones
Unidas). Pero la Segunda Guerra Mundial provocó la caída de los imperios
europeos mientras las colonias en todo el mundo se independizaron. En
consecuencia el Líbano (1943) y Siria (1946) obtuvieron la independencia
de Francia mientras Jordania (1946) se liberaba del dominio británico.
La excepción fue Palestina, que había sido gobernada por Gran Bretaña
desde 1922.
Según
todos los derechos, Palestina, al igual que sus vecinos, debería
haberse convertido en una nación independiente después de la Segunda
Guerra Mundial, pero el proyecto sionista apoyado por Occidente impidió
la emancipación. De conformidad con la Declaración de Balfour, Gran
Bretaña y Estados Unidos trataron de garantizar la creación de un Estado
judío en Palestina. Bajo el dominio británico, la población judía en
Palestina había aumentado del 11 % en 1922 al 32 % en 1948 y muchos de
ellos llegaron desde el final de la guerra.
En
1947, las flamantes Naciones Unidas adoptaron el Plan de Partición de
Palestina sin ninguna consulta con el pueblo palestino. El plan requería
que el 56 % de Palestina se convirtiera en el Estado judío de Israel y
en el 43 % del territorio un Estado palestino. A pesar de una gran
mayoría árabe en Palestina, la parte del territorio de Israel era más
grande con el fin de acomodar el aumento de la migración anticipada de
judíos europeos. El restante 1 % de Palestina, que consiste en la Ciudad
Santa de Jerusalén, iba a ser un territorio internacional administrado
por las Naciones Unidas.
Los
grupos judíos apoyaron el plan de partición, pero los palestinos y los
estados árabes vecinos se opusieron por considerar que violaba los
principios de la autodeterminación nacional de la Carta de las Naciones
Unidas por los cuales los palestinos deberían tener el derecho de
decidir su propio destino. El plan no se implementó. Sin embargo la
población judía en Palestina anunció unilateralmente la creación del
Estado de Israel el 14 de mayo de 1948.
El nuevo colonialismo europeo
Según
el historiador israelí Ilan Pappe, a finales de 1949 Israel había
destruido más de 400 pueblos palestinos, había masacrado a miles de
civiles y había desplazado por la fuerza a casi un millón de
palestinos que acabaron en campos de refugiados en los países árabes
vecinos. En otras palabras, habiendo sufrido el pueblo judío los
horrores del Holocausto, los sionistas estaban ahora llevando a cabo, de
acuerdo con Pappe, la limpieza étnica del pueblo palestino.
Este
proceso de limpieza étnica permitió a Israel ampliar y ocupar el 77 %
del territorio palestino, todo menos Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza.
En los siguientes tres años 700.000 judíos emigraron a Israel, en su
mayoría de Europa. Esta colonización judía de Palestina representó una
continuación del colonialismo europeo de manera que el ejercicio del
poder sobre el pueblo palestino pasó del Gobierno británico a los judíos
europeos en la forma del nuevo Estado de Israel.
Tras
la guerra de 1967 contra varios estados árabes (Siria, Jordania y
Egipto), Israel ocupó militarmente el 23 % restante de Palestina
(Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza). El Consejo de Seguridad de la ONU
respondió aprobando la resolución 242 que exigía la “retirada de las
fuerzas armadas israelíes de los territorios ocupados en el reciente
conflicto”. Estados Unidos ha utilizado su poder de veto en el Consejo
de Seguridad en 41 ocasiones para asegurarse de que las numerosas
resoluciones de la ONU condenando la ocupación ilegal de Israel nunca se
aplicaran.
No
fue sino hasta después de que los palestinos se vieron obligados a
existir bajo la ocupación militar ilegal de Israel tras la guerra de
1967, que la Organización de Liberación de Palestina (OLP) decidió hacer
de la lucha armada la pieza central de su campaña para lograr un estado
palestino. Y no fue sino hasta después de 20 años de soportar una
ocupación militar opresiva y la falta de voluntad de la comunidad
internacional para hacer cumplir las resoluciones de la ONU, que los
sectores de la sociedad palestina se volvieron cada vez más radicales y
se formó el grupo islámico Hamás. Este comenzó a utilizar los atentados
suicidas como táctica a principios de 1990, ya que no podía luchar
contra un Estado israelí militarmente muy superior, respaldado por EE.UU.
en una guerra convencional. A partir de 2001, también comenzó a lanzar
cohetes primitivos sobre Israel desde sus bastiones de Gaza.
A
pesar de que Israel retiró sus fuerzas armadas de Gaza en 2005, se
implementó un bloqueo militar en el pequeño territorio al año siguiente a
través del cual se controlan estrictamente todos los accesos de
personas, alimentos, medicinas y otros materiales. Algunos analistas
afirman que el bloqueo permanente de Israel sobre 1,8 millones de
habitantes de Gaza ha creado la prisión más grande del mundo.
Mientras
tanto Israel no sólo ha continuado su ocupación ilegal de Cisjordania y
Jerusalén Este, sino que ha violado el derecho internacional aún más al
desplazar por la fuerza a las comunidades palestinas y alentar a los
judíos a entrar en los territorios ocupados. En la actualidad se estima
que casi medio millón de judíos vive en asentamientos ilegales en
Cisjordania y Jerusalén Este a pesar de las resoluciones de la ONU que
exigen que esos asentamientos se desmantelen.
Israel
también ha construido un muro gigante conocido como el muro de
separación en Cisjordania con el fin de separar los asentamientos
ilegales de las comunidades palestinas y restringir la circulación de
los palestinos. Mientras tanto, además de establecer los asentamientos
ilegales, Israel también ha construido en Cisjordania zonas industriales
en la que los trabajadores palestinos se ven obligados a soportar los
bajos salarios y las malas condiciones de trabajo.
La
discrepancia flagrante de los derechos otorgados a los colonos judíos
en comparación con los palestinos que viven en los territorios ocupados
constituye un sistema de apartheid. De hecho como ha señalado John
Dugard, abogado de derechos humanos de Sudáfrica y ex Relator Especial
de la ONU, “No tengo ninguna duda en decir que los crímenes de Israel
son infinitamente peores que los cometidas por el régimen del apartheid
de Sudáfrica”.
En
1947, el año anterior a que Israel se declarara Estado soberano, los
palestinos vivían en el 94 % de Palestina. Hoy habitan solo el 15 %,
mientras unos cinco millones viven en campos de refugiados en
Cisjordania y países vecinos. La densidad de población en los
campamentos de refugiados palestinos se encuentran entre las más altas
de cualquier lugar de la tierra. Por ejemplo, más de 10.000 refugiados
viven en un kilómetro cuadrado en el campo de Al-Amari, en Cisjordania,
lo que equivale a cinco veces la densidad de población de la ciudad de
Nueva York. Como manifestó uno de los refugiados de tercera generación
en el campo de Al-Amari: “Tenemos el sueño de regresar a nuestras
tierras. Cuánto tiempo va a tomar y en qué generación será, no sabemos”.
El
desproporcionado número de palestinos muertos en el conflicto de larga
duración es una realidad oculta para muchos en Occidente. En los últimos
15 años, según la organización israelí de derechos humanos B’Tselem,
8.701 palestinos han sido asesinados por los israelíes frente a 1.138
israelíes eliminados por los palestinos. La disparidad del número de
niños palestinos muertos es aún mayor con un total de 1.772 muertos
durante ese período frente a 93 niños israelíes.
Teniendo
en cuenta esta historia, la afirmación repetidamente hecha por los
Estados Unidos y otras naciones occidentales de que las acciones
militares de Israel no son más que actos de autodefensa contradice la
realidad sobre el terreno. Sin duda, la violencia llevada a cabo por
personas obligadas a vivir bajo una ocupación militar ilegal violenta y
el bloqueo es lo que debe considerarse un acto de defensa propia.
Después de todo, la resistencia francesa a la ocupación nazi de Francia
durante la Segunda Guerra Mundial se considera una lucha heroica por la
liberación nacional. En marcado contraste, a los resistentes palestinos
se les etiqueta de “terroristas”‘.
A
pesar de los mejores esfuerzos de los Estados Unidos y otros gobiernos
occidentales, así como de los medios de comunicación para establecer a
Israel como la víctima en este conflicto, las cifras evidencian quién
está cometiendo la mayor parte de los asesinatos y causando la mayor
parte de los muertos. El hecho de que a las personas obligadas a vivir
bajo una ocupación militar extranjera ilegal sean acusadas de agresoras
constituye un impresionante ejemplo del doble lenguaje orwelliano.
Colaboración con los colonizadores
Esta
expansión violenta del control israelí sobre toda Palestina cumple el
sueño sionista europeo iniciado en el siglo XIX. Lamentablemente, en el
último par de décadas algunos líderes palestinos han sido cómplices del
proyecto sionista. El proceso de paz de Oslo, durante la década de 1990
vio a la OLP reconocer al Estado de Israel y, a cambio, Israel permite a
los palestinos un limitado autogobierno en algunas partes de la Ribera
Occidental y Gaza. Sin embargo, el llamado proceso de paz pospuso
abordar la cuestión crucial del “derecho de retorno” para los refugiados
palestinos.
Las
primeras elecciones parlamentarias palestinas en virtud de los Acuerdos
de Oslo se celebraron en 1996 y las ganó Fatah, el partido político de
la OLP, que luego lideró el nuevo Gobierno de la Autoridad Palestina. La
Autoridad Palestina comenzó a recibir ayuda significativa de los
gobiernos occidentales. A cambio la Autoridad Palestina ha controlado a
la población palestina a favor de Israel en las áreas de los territorios
ocupados que gobierna. En otras palabras, de la misma manera que los
administradores y la policía india gubernamentales supervisaron el día a
día de la India colonial en nombre de los colonizadores británicos, la
Autoridad Palestina ha servido a los colonizadores israelíes de los
territorios ocupados a cambio de la ayuda occidental y una reducida
presencia militar israelí.
La
entrada de ayuda extranjera, especialmente la financiación de la
Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), está
destinado a lograr la “paz económica” al permitir que algunos sectores
de la población palestina alcancen cierto bienestar material sin
desafiar la ocupación israelí ni la continua la expansión de los
asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este, que violan tanto
los Acuerdos de Oslo como el derecho internacional. En referencia a la
larga duración y el estancamiento de las conversaciones de paz , el ex
Relator Especial de la ONU Dugard declaró recientemente: “Creo que la
estrategia de Israel, y también de Estados Unidos, es simplemente
permitir conversaciones por siempre, mientras Israel se anexiona más
tierra y se hace cargo de los territorios palestinos”.
Mientras
tanto, el modelo económico emergente en Cisjordania no es sostenible,
ya que es casi totalmente dependiente de la ayuda extranjera y las ONG
internacionales. Además, los beneficios del modelo económico se
restringen en gran parte a Ramallah, la sede del gobierno de la
Autoridad Palestina, creando lo que se conoce en la Ribera Occidental
como la “burbuja Ramallah”. Como explica el doctor Hanan Chehata,
profesor de derecho y excorresponsal del Monitor del Medio Oriente:
…mientras los que están en Ramallah actualmente pueden viajar por esa pequeña ciudad relativamente sin impedimentos, los palestinos en el resto de la región están sometidos a la humillación diaria en los bloqueos de las carreteras israelíes y puestos militares de control. También tienen que soportar detenciones indiscriminadas e interrogatorios injustificados que los somete con frecuencia a la tortura y a veces hasta la muerte. Mientras los residentes de Ramallah pueden ir a trabajar en el día razonablemente con la certeza de que van a volver a casa por la noche para una comida caliente y a sus bien descansados miembros de la familia, otros palestinos abandonan sus hogares sin saber si sus casas aún estarán de pie cuando regresan o si habrán sido demolidas por las excavadoras de los israelíes con el fin de hacer espacio para nuevos asentamientos israelíes.
En
otras palabras, si la Autoridad Palestina y sus partidarios cooperan
con los colonizadores israelíes, reciben recompensas económicas y se
libran de la brutalidad excesiva ejercida por el ejército israelí. Pero
los que insisten en resistirse activamente a los colonizadores
soportarán todo el peso de la agresión israelí. No en vano a los ojos de
muchos palestinos la Autoridad Palestina se ha vendido a los
colonizadores por connivencia con Israel y Estados Unidos para lograr la
“paz económica” a expensas de la liberación nacional.
El
creciente descontento con la Autoridad Palestina se hizo evidente en
las elecciones generales de 2006, cuando Fatah fue derrotado cómodamente
por Hamás. Después de la elección, Fatah se negó a entregar el poder en
Cisjordania y, con el apoyo de Israel y las naciones occidentales, no
ha dejado de gobernar durante los últimos nueve años como un gobierno,
mientras que en Gaza Hamás ha gobernado por ser un gobierno elegido.
Los
únicos lugares en los que se ha autorizado la celebración de elecciones
han sido las universidades y se consideran un barómetro que refleja los
puntos de vista políticos de la población palestina en general. En las
elecciones del consejo estudiantil de la Universidad de Birzeit en
Ramallah del mes pasado, el Islamic Wafaa ‘Bloc, afiliado a Hamás
derrotó a la lista de estudiantes de Fatah y ganó la mayoría de los
escaños. Nadine Suleiman, una estudiante de administración pública de
cuarto año, explicó por qué votó a Hamás: “Detesto la corrupción de la
AP [Autoridad Palestina], la coordinación de la seguridad con Israel que
implica arrestar y matar palestinos que están en la lista de palestinos
requeridos por Israel mientras los palestinos no obtienen nada a
cambio. La AP solo está interesada en mantener su riqueza y privilegio”.
Las
fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina financiadas por Estados
Unidos respondieron rápidamente a los resultados de las elecciones de la
Universidad de Birzeit arrestando a cuatro estudiantes que pertenecen
al partido ganador para luego interrogarlos y golpearlos. En total 25
estudiantes de toda Cisjordania fueron arrestados y las elecciones
programadas en la Universidad Nacional de An-Najah y la Universidad de
Hebrón se pospusieron. Según Human Rights Watch, “Es muy preocupante que
las fuerzas palestinas detengan a los estudiantes sin otra razón que su
conexión con Hamás o sus opiniones”.
Así,
mientras en el frente internacional la Autoridad Palestina ha desafiado
a Israel mediante la obtención de la membresía en la Corte Penal
Internacional (CPI), en el terreno, en Cisjordania hace regularmente
detenciones, interroga, encarcela y tortura a los palestinos que parecen
simpatizantes de Hamás o que agresivamente desafían la ocupación
israelí en su búsqueda de la liberación. Como resultado de su
incapacidad para convocar nuevas elecciones, su corrupción en relación
con el manejo de la ayuda exterior y su complicidad con la ocupación
ilegal israelí, muchos palestinos ya no ven legítimo el Gobierno de la
Autoridad Palestina.
Por
el contrario muchos palestinos consideran a Hamás la resistencia activa
contra Israel y es esta percepción y su relativa falta de corrupción lo
que está en la raíz de su apoyo popular. Esta resistencia ha llevado
también a Israel a lanzar tres asaltos militares a gran escala contra
Gaza en los últimos siete años (2008, 2012 y 2014). De acuerdo con las
Naciones Unidas, siete semanas de invasión militar israelí en Gaza el
año pasado dio como resultado la muerte de 2.025 palestinos, entre ellos
1.483 civiles de los cuales 521 eran niños. Mientras tanto, 71
israelíes murieron, de los cuales 66 eran soldados. Además más de medio
millón de palestinos fueron desplazados por la fuerza de sus hogares por
el asalto.
La solución de un solo Estado
La
Autoridad Palestina ha aceptado la solución de dos estados propuesta
como parte del proceso de paz de Oslo. La idea básica es que la Ribera
Occidental y Gaza constituirían un Estado palestino (sólo el 23 % de
Palestina), quedando el resto para Israel. Pero el apoyo de la Autoridad
Palestina para una solución de dos estados es contrario a los deseos de
la mayoría de los palestinos. En una encuesta realizada el año pasado,
el 60 % de los palestinos cree en una solución de un solo Estado,
mientras solo el 27 % apoyó la opción de dos estados.
La
solución de dos estados constantemente promocionada por los Estados
Unidos y otras naciones occidentales, y con el respaldo de la Autoridad
Palestina, está completamente fuera de la realidad en Cisjordania y
Jerusalén Este. Según Tariq Dana, profesor de la Universidad de Birzeit
en Ramallah, “una solución de dos estados no es posible. No es viable
dada la realidad sobre el terreno”.
La
realidad a la que Dana se refiere es la constante expansión de los
asentamientos judíos ilegales que son ahora el hogar de casi medio
millón de judíos. Los asentamientos ahora cubren más del 40 % de
Cisjordania, dominando las mejores tierras agrícolas y el acceso al
suministro de agua principal de la región. Como Daniella Weiss,
exalcaldesa sionista de un asentamiento judío en Cisjordania, admitió
hace unos años: “Creo que los asentamientos impiden el establecimiento
de un Estado palestino en la tierra de Israel. Este es el objetivo. Y
esta es la realidad”. Es evidente que cualquier solución de dos estados
que cree un Estado palestino viable requeriría el desmantelamiento de
estos asentamientos y la retirada de los colonos de lo que los sionistas
consideran que es su Tierra Santa.
Lejos
de desmantelar los asentamientos, las políticas de Israel los están
afianzando aún más. Con la construcción del muro de separación, el
Gobierno israelí está tratando de anexar los asentamientos al Estado de
Israel, lo que dejaría a los palestinos con tres pequeños trozos
inconexos de tierra árida y rocosa que carecen de acceso a los
suministros esenciales de agua. Tal resultado no constituiría un Estado
palestino viable.
Muchos
palestinos apoyan el establecimiento de un solo Estado en el que los
árabes y los judíos tuvieran los mismos derechos. El Frente Popular para
la Liberación de Palestina (FPLP), el segundo miembro de la OLP después
de Fatah y grupo terrorista a los ojos de los Estados Unidos, Canadá y
la Unión Europea, ya que aboga por la lucha armada, se opone tanto a la
Palestina gobernada por la Autoridad como a la solución de dos estados.
Según el FPLP:
El movimiento de liberación palestino no es un movimiento racial con intenciones agresivas contra los judíos. No se dirige contra los judíos. El objetivo del movimiento de liberación palestino es establecer un Estado nacional democrático en Palestina en el que tanto árabescp,p judíos vivan como ciudadanos con igualdad de derechos y obligaciones y constituyan una parte integral de la presencia nacional progresista democrática árabe que vive en paz con todo fuerzas del progreso en el mundo.
Hamás
también ve la solución de un Estado como la única respuesta, aunque sea
un Estado islámico en el que los derechos de los judíos estén
protegidos. Pero la creación de una Palestina islámica simplemente
sustituiría un estado religioso (Israel) por otro. Habida cuenta de que
Palestina es la Tierra Santa de las tres religiones (islam, judaísmo y
cristianismo) y el hecho de que una parte significativa de la población
palestina apoya un Estado laico, la solución a este conflicto
aparentemente insoluble podría ser la sustitución de un Estado sionista
por una nación democrática laica en la que todos los ciudadanos, judíos,
cristianos y musulmanes, tengan los mismos derechos y
responsabilidades.
Conclusión
El
establecimiento de un Estado sionista en medio del mundo árabe para los
inmigrantes judíos de Europa sólo fue posible gracias al apoyo de las
potencias imperialistas occidentales, entre ellas Estados Unidos, Gran
Bretaña y Canadá. Y la propia existencia y la continua expansión de los
asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este constituye la
continuación del colonialismo europeo en el siglo XXI a expensas del
pueblo palestino que ha vivido allí dos mil años.
Ante
esta realidad el Estado judío de Israel debe considerarse ilegítimo
y otra de las consecuencias catastróficas del imperialismo occidental.
La única solución justa a este conflicto arraigado es permitir,
finalmente, a los palestinos establecer el estado independiente que
deberían haber alcanzado tras la Segunda Guerra Mundial y permitir el
retorno de todos los refugiados. En otras palabras, un solo Estado
palestino, laico en el que judíos, cristianos y musulmanes compartan
todos los mismos derechos. Tal solución de un Estado no es antisemita,
es sensata.
* Garry Leech es un periodista independiente y autor de numerosos libros, entre ellos Capitalism: A Structural Genocide (Zed Books, 2012); Beyond Bogota: Diary of a Drug War Journalist in Colombia (Beacon Press, 2009); yCrude Interventions: The United States Oil and the New World Disorder (Zed Books, 2006). ). También es profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Cape Breton en Canadá.
(29/05/2015)
Fuente: http://www. counterpunch.org/
Extraído de: Rebelión